domingo, 31 de enero de 2010
A continuación dos blogs cubanos, añadidos a la lista de amigos, que reflejan la nueva realidad políticoXcivilista de denunciaXsinergética. Lo que hemos llamado híbrido informativoXestratégico, atípico, anti-ideológico proyectivo, tropístico de tipo "CayoHueso/operativo", naturalartificial vernacular.
De Calvario cubano:
Me levanto de la cama, apago el ventilador inventado con motor de lavadora rusa, y que hace más ruido que un avión despegando. Voy al baño, se me olvida que la entrada es por turno. En mi casa vivimos siete personas.
Al entrar me encuentro con que no hay jabón, el tubo de pasta dental ya no le queda mucho, el tanque del agua está en el fondo, hace tres días que no la ponen. Termino lo que supuestamente debió ser un aseo y ¡que dolor! se acabo el desodorante, y nada de perfume, eso se guarda exclusivamente para ocasiones especiales.
Desde La Habana, Sexo barato. Y dice:
No tienen el encanto de las jineteras por moneda dura. No visten con ropa de marcas, ni usan tacones altos. No usan perfumes Chanel, ni joyas de oro. Son unas pobres tipas, que a lo sumo se embadurnan con grandes cantidades de talco Suchel de producción nacional y huelen a colonia barata. Visten sayas cortas y ceñidas. Y suelen pintarse el rostro con exceso de maquillaje.
Son las putas por moneda nacional. Muchas se bajan del tren al amanecer y antes de que apriete el sol, ya está en la faena. Buscándose el pan. Como Yanelis, 28 años, una mulata indiada, nacida en una provincia oriental, a 800 kilómetros de la capital.
Su vida es un infierno chiquito. No conoció a sus padres ni tiene gratos recuerdos de su infancia. Sus abuelos maternos, hicieron lo que pudieron. Pero a Yanelis su cabeza sólo le dio para terminar el séptimo grado. Pero sus nalgas empinadas y redondas, sus pechos duros y su piel color café con leche, despertaban sensaciones entre los hombres. Sobre todo entre sus parientes.
No tienen el encanto de las jineteras por moneda dura. No visten con ropa de marcas, ni usan tacones altos. No usan perfumes Chanel, ni joyas de oro. Son unas pobres tipas, que a lo sumo se embadurnan con grandes cantidades de talco Suchel de producción nacional y huelen a colonia barata. Visten sayas cortas y ceñidas. Y suelen pintarse el rostro con exceso de maquillaje.
Son las putas por moneda nacional. Muchas se bajan del tren al amanecer y antes de que apriete el sol, ya está en la faena. Buscándose el pan. Como Yanelis, 28 años, una mulata indiada, nacida en una provincia oriental, a 800 kilómetros de la capital.
Su vida es un infierno chiquito. No conoció a sus padres ni tiene gratos recuerdos de su infancia. Sus abuelos maternos, hicieron lo que pudieron. Pero a Yanelis su cabeza sólo le dio para terminar el séptimo grado. Pero sus nalgas empinadas y redondas, sus pechos duros y su piel color café con leche, despertaban sensaciones entre los hombres. Sobre todo entre sus parientes.
¿A qué le tienen tanto miedo?
A la bloguera de la generación Y-griega, que habla sin miedo al miedo.
Cada día que pasa somos testigos del recrudecimiento del aparato castrista. La política del estado en función de la represión: segurosos, golpiza, campaña de desprestigio. El objetivo fundamental consiste en intimidar a una mujer a que se calle. Que desista de publicar el diario desde adentro. Negarle el derecho a tener su propia voz, sin extremismos, ideologías ni falacias.
¿A qué le tienen miedo? A que la gente piense.
Pero hay algo más dramático. Lo que leemos a diario en Generación Y es el diario del terror castrista escrito desde adentro.
Así de descarnada es la urgencia:
¿Cómo podemos salir ilesos de todo esto? ¿De qué manera un ciudadano puede protegerse de un Estado que tiene la policía, los tribunales, las brigadas de respuesta rápida, los medios de difusión, la capacidad de difamar y mentir, el poder de lincharlo socialmente y convertirlo en un derrotado pidiendo perdón?
Siento un terror que casi no me deja teclear, pero quiero decirles a esos que hoy me amenazaron junto a mi familia, que cuando uno llega a cierto grado de pánico ya le da igual una dosis mayor. No voy a parar de escribir, ni de twittear; no tengo planes de cerrar mi blog, no abandonaré la práctica de pensar por cabeza propia y –sobre todo– no voy dejar de creer que ellos están mucho más asustados que yo.
Cada día que pasa somos testigos del recrudecimiento del aparato castrista. La política del estado en función de la represión: segurosos, golpiza, campaña de desprestigio. El objetivo fundamental consiste en intimidar a una mujer a que se calle. Que desista de publicar el diario desde adentro. Negarle el derecho a tener su propia voz, sin extremismos, ideologías ni falacias.
¿A qué le tienen miedo? A que la gente piense.
Pero hay algo más dramático. Lo que leemos a diario en Generación Y es el diario del terror castrista escrito desde adentro.
Así de descarnada es la urgencia:
¿Cómo podemos salir ilesos de todo esto? ¿De qué manera un ciudadano puede protegerse de un Estado que tiene la policía, los tribunales, las brigadas de respuesta rápida, los medios de difusión, la capacidad de difamar y mentir, el poder de lincharlo socialmente y convertirlo en un derrotado pidiendo perdón?
Siento un terror que casi no me deja teclear, pero quiero decirles a esos que hoy me amenazaron junto a mi familia, que cuando uno llega a cierto grado de pánico ya le da igual una dosis mayor. No voy a parar de escribir, ni de twittear; no tengo planes de cerrar mi blog, no abandonaré la práctica de pensar por cabeza propia y –sobre todo– no voy dejar de creer que ellos están mucho más asustados que yo.
sábado, 30 de enero de 2010
Teresa María Rojas
Teresa María Rojas
A BEER
No se debe escupir en las piscinas,
ni orinar, ni mucho menos
limpiarse la nariz
en el agua, no se debe.
Hágase esto en el mar, la gran
piscina del cielo. Allí se puede
escupir, echar los mocos
y el orine
sin grandes arrepentimientos
ya que las nubes son
formidables sirvientas, dueñas
de la lluvia y sus escobas.
De esta forma se alza nuestra mala eduación
a las estrellas.
PIÑA COLADA
Sin dolor se ha ido,
sin esa compañía que deja,
sin llanto,
sin esa sensación laxante y peculiar.
Estoy sola,
solaz,
solicitada,
sonámbula,
solatoda, solavela, solantrópica,
sorda, sonsa, sosa,
solfeada, solapada, salpicada,
solanclada, solacrufisolada,
¡oh Dios!
¿cómo se dice cuando
hasta la misma soledad nos abandona?
RICKY A LOS 10
En la hora señalada salió
de las entrañas de Dios
por mis entrañas
y de carne vestido con Su carne
desgarró con mi amor
desgarraduras.
ALFILETERO
Hija, hoja única y partida, aplazada,
retoño mío estéril. Teresa del terror
y las entrañas, tablón
ardiendo donde me aferro náufraga, maestra
mía, madrecita de mi dolor, mi niña.
Tú no lo sabes, ángel, ni lo sabrás,
pero la vida es una aguja
que a veces olvida coser las tajaduras
de Dios, vida, te tengo aquí,
pinchándome los pájaros, pájaros míos,
Teresa de mis alas si al menos yo supiera
enterrar la hebra de hilo,
dobladillar mi herida, herida tuya,
si ya hubiese aprendido cómo puntear
la vida y cerrarle de un diablo.
la costura.
viernes, 29 de enero de 2010
¡La economía crece más rápido que en los 6 años pasados!
Los repu no se sienten muy bien... (aunque la subida es casi por órdernes de inventarios, pero con tanta mala noticia, es alentador).
La cifra: 5.7% ¿Se mantendrá? Creo que los repu quisieran que NO.
La cifra: 5.7% ¿Se mantendrá? Creo que los repu quisieran que NO.
Cambiacasaca
¿No se han percatado de la nueva moda de hablar bien de Miami de algunos blogz proceristaz continentalez? Hubo un tiempo a mediado de los 2000 en que se llenaban la boca para hablar basura de “la capital del exilio”. Eran exilados en Barcelona (u otras capitales) pero se creían nazionalez. Digo “basura” porque el discurso no era sincero. Era pura pose seudoliteraria/ seudopolítica. Querían ser distintos. Separarse de la plebe bloguera. ¿Y ahora? De súbito cambian de casaca. O tiran a lo loco por separarse de la peste, o como hacen ahora, en vizta de eventualidadez en tierra extraña les da por autocegarse con la luz solar miamense. ¿Cómo fue, no sé decirte cómo fue?
Que conste, no es Miami, que esto acá no es modelo de mucho. No hay tierra perfecta. Es la gente que la habita y apuesta por ella. Uno vive donde quiera, pero cuando a uno le tiemblan las rodillas, más vale ser cándido. A otro con ese forro.
Que conste, no es Miami, que esto acá no es modelo de mucho. No hay tierra perfecta. Es la gente que la habita y apuesta por ella. Uno vive donde quiera, pero cuando a uno le tiemblan las rodillas, más vale ser cándido. A otro con ese forro.
jueves, 28 de enero de 2010
repetición del guión, con crescendo escalofriante de violencia
Directo de Octavo Cerco:
- Convencerte.
- Comprarte o comprometerte.
- Desacreditar a tus amigos.
- Hacerte sentir solo.
- Quitarte tus cosas (móvil, laptop, discos o memorias flash) sin documento de confiscación ninguno.
- Amenazarte con tu futuro, tu familia y tu integridad física.
- Convencerte.
- Comprarte o comprometerte.
- Desacreditar a tus amigos.
- Hacerte sentir solo.
- Quitarte tus cosas (móvil, laptop, discos o memorias flash) sin documento de confiscación ninguno.
- Amenazarte con tu futuro, tu familia y tu integridad física.
miércoles, 27 de enero de 2010
Eduardo Michaelsen, EPD
Todos recordamos aquella imagen del pintor en el documental de Néstor Almendros, Conducta Impropia, cuando arribaba en una embarcación procedente del Mariel. Fue una visión que se convirtió en emblemática para el grupo de artistas e intelectuales que forman parte de la generación del marielazo. Su obra se suma como legado a la de aquellos otros que han partido y que también figuran en esa oleada intermedia del exilio. Maestros como Michaelsen, no son cabeza ni cola generacional del arte exiliado, su contribución, como la de otros artistas marielitos, es la que condensa el cuerpo de la estética del cubano desplazado. (JR)
Neil Young - Heart of gold
Voz nasal, penetrante. Armónica profunda y guitarra vigorosa, Neil Young, junto a Dylan y Joan Baez, conforma un trío de leyenda en la juglaresca folk de los 60. Su lirismo reflexivo e impugnador le granjeó la simpatía de los inconformes, llegando a convertirse en icono de la contracultura sesentosa. Su recia personalidad en el panorama de la música porpular estadounidense ha estado presente a lo largo de cuatro décadas, influyendo en muchos de los protestatarios de la actualidad rockera. Figura polémica, si ha de calificarse con par de palabras su actitud alternativa ante las tentaciones de la industria disquera, habría que bautizarle como el "eterno hippie", que es la condición, definitivamente, que ha protegido a Neil como un talento libre. (JR)
De la Paloma, en bicicleta, hasta Fair Island
Adalberto Delgado
Para este servidor era tan importante la primera tabla de surfear como la bicicleta con "banana seat." Era la moda para los muchachones de la época y por eso tenia que ser así. No sé. Me acuerdo que todos los socitos nos íbamos en pandilla, desde "el Palomar" hasta Fair Island (hoy Grove Isles), isla habitada por una familia "hippie" que se habian apoderado de una casita abandonada. Ahí vivían felices. Otro mundo de paz e igualdad. Más de una vez vimos a la mujer del tipo tirarse al agua desnuda, mostrando un cabello largo y tetas ¡dignas de la mejor paja adolescente! La isla tenía su bella playita y un pequeño puente que la unía al continente. Ese era nuestro puente a la felicidad. Nosotros, palomeros cubiches, éramos muchachones abiertos y también respetuosos. Tanto era así, que terminamos convirtiéndonos en hippies con la ayuda del... cannabis. ¡Pura magia! De repente empezamos a dejarnos crecer el pelo, las patillas, los pantalones se acampanaron, andábamos en chancletas. Las niñas palomeras se despojaron de sus sostenes, los vestidos se hicieron largos y transparentes... sólo pensabamos en tres cosas: sexo, drogas y rock and roll.
_______
Nota: Nuestra niñez miamense era un deleite total. No recuerdo sufrimientos, a no ser cuando a alguno de nosotros nos llegaba el famoso "draft call," para ir a Viet Nam. Los más jóvenes nos salvamos, ya que Nixon, después de cagarla con la invasion a Cambodia y gracias a la presión política de parte de los ciudadanos, paró el draft. Varios de mis amigos fueron y llegaron hechos mierda, sicológicamente hablando. Dos de ellos sucumbieron a la tecata, de sobredosis, siempre les fue muy difícil comprender qué les había pasado.
Para este servidor era tan importante la primera tabla de surfear como la bicicleta con "banana seat." Era la moda para los muchachones de la época y por eso tenia que ser así. No sé. Me acuerdo que todos los socitos nos íbamos en pandilla, desde "el Palomar" hasta Fair Island (hoy Grove Isles), isla habitada por una familia "hippie" que se habian apoderado de una casita abandonada. Ahí vivían felices. Otro mundo de paz e igualdad. Más de una vez vimos a la mujer del tipo tirarse al agua desnuda, mostrando un cabello largo y tetas ¡dignas de la mejor paja adolescente! La isla tenía su bella playita y un pequeño puente que la unía al continente. Ese era nuestro puente a la felicidad. Nosotros, palomeros cubiches, éramos muchachones abiertos y también respetuosos. Tanto era así, que terminamos convirtiéndonos en hippies con la ayuda del... cannabis. ¡Pura magia! De repente empezamos a dejarnos crecer el pelo, las patillas, los pantalones se acampanaron, andábamos en chancletas. Las niñas palomeras se despojaron de sus sostenes, los vestidos se hicieron largos y transparentes... sólo pensabamos en tres cosas: sexo, drogas y rock and roll.
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Nota: Nuestra niñez miamense era un deleite total. No recuerdo sufrimientos, a no ser cuando a alguno de nosotros nos llegaba el famoso "draft call," para ir a Viet Nam. Los más jóvenes nos salvamos, ya que Nixon, después de cagarla con la invasion a Cambodia y gracias a la presión política de parte de los ciudadanos, paró el draft. Varios de mis amigos fueron y llegaron hechos mierda, sicológicamente hablando. Dos de ellos sucumbieron a la tecata, de sobredosis, siempre les fue muy difícil comprender qué les había pasado.
martes, 26 de enero de 2010
dépression au-dessus du jardin
depresión en el jardín, tu expresión de dolor,
dejas irlo de la mano, como si nada,
es el fin
del verano y las flores han perdido su aroma,
marchitadas por el tiempo asesino.
creo que este es el final,
de repente me siento tan distante,
te has perdido en el camino
me haces creer,
en vano,
que el amor volverá el próximo verano.
Rafael Soriano: Other Worlds Within a Sixty Year Retrospective
Se enamoró de la bella joven Milagros Tundidor y se casaron en agosto de 1952. Él todavía se ríe entre dientes cuando recuerda lo que le encantó enterarse de que a ella le gustaba la carpintería, especialmente cuando resultó que a ella le fascinaba hacer los marcos de sus cuadros, lo que ha seguido haciendo hasta el presente.
El grupo que se formó en torno a Soriano en los años cincuenta, los «pintores concretos», hacían sus obras en el estilo modernista de abstracción geométrica que estaba entonces a la vanguardia del arte internacional, un movimiento que se concentró en temas formales con un enfoque reduccionista hacia casi todos los medios intrínsecos de la pintura, proponiendo la teoría de ser simplemente línea, forma y color sobre una superficie plana. Dos de los cuadros de Soriano de este período, ambos Sin título, de 1952, muestran su interés en la tensión creadora entre el plano liso del lienzo y las ilusiones de profundidad espacial con formas que sugieren un retroceso de la perspectiva. En septiembre de 1955, en el Palacio de Bellas Artes de La Habana, Soriano expuso un grupo de estas abstracciones geométricas junto con esculturas de Agustín Cárdenas, su amigo de toda la vida. Las fotos del evento muestran que Cárdenas también estaba trabajando la abstracción, pero con formas orgánicas y sensuales que revelaban las influencias de Henry Moore, Brancusi y Arp en este escultor afrocubano que entonces era aún muy joven.
Cárdenas se iría ese mismo año a París donde pasó la mayor parte del resto de su carrera y donde Soriano lo visitó en 1977. Una drástica ruptura en la trayectoria vital de Rafael Soriano y su familia se produjo cuando se fue de la Cuba de Castro en 1962. Rafael salió para Miami primero, en abril; y Milagros y su única hija, Hortensia, que entonces no había cumplido aún los dos años, lo siguieron en mayo. Para él resultó intensa la conmoción de verse separado de sus colegas y de su trabajo en la escuela de Matanzas, así como de la comunidad artística con la que había compartido y que contribuyera a animar su trabajo. Sus sentimientos de desarraigo e incertidumbre fueron tan intensos que a Soriano le resultó imposible trabajar durante dos años. Luego, según cuenta Milagros, decidieron juntos que había llegado el momento de aceptar lo que el destino les deparaba y asentarse en Miami y echar sus raíces aquí.
A partir de ese momento, Soriano no dejó de pintar, a solas, todas las noches, al cabo de un día de trabajo, ya fuera impartiendo clases o fungiendo de director artístico de una revista. En esos años, solo en su estudio con sus recuerdos y su imaginación, desarrolló gradualmente su propio lenguaje visual y sus evocaciones íntimas y sensuales de sus experiencias rememoradas o sentidas. En esta búsqueda, lo sostuvieron siempre el amor y el apoyo de Milagros y Hortensia. Mientras pintaba, gustaba de escuchar su extensa colección de cintas y CD: su interés en la música ya se había demostrado en su rítmico panel de óleo sobre madera Músicos tocando un órgano (Musicians Playing an Organ), fechado en 1949. Su gusto es ecléctico y global: él escuchaba un son tradicional cubano, pero también a Beethoven, Grace Jones, música india, sonidos espirituales de la Nueva Era, technobeat y la más reciente música electrónica del grupo alemán Kraftwerk.
En sus obras de la segunda mitad de la década del sesenta, Soriano se apartó del formalismo modernista y comenzó a aumentar su interés en la figura, si bien velada, dentro de las sugerencias de un espacio ilusionista. Estas tendencias se fueron intensificando y, para 1971, en su Cabeza fantástica (Fantastic Head) ya él anuncia su estilo de plena madurez en una pintura que incorpora una libertad surrealista con formas figurativas subsumidas en un espacio profundo velado por la luz. Para 1973, alcanza su definida expresión en Vuelo Astral (Astral Flight), un viaje imaginario inundado de luz a través de un espacio complejo definido por formas cambiantes e interrelacionadas en lo que ha llegado a ser una de las gamas distintivas de la paleta de Soriano: azules, verdes y violetas tocados por unos tonos rosado pálido, coral y terracota. Él prosigue buscando esta visión en La soledad (Loneliness), de 1975, en el cual unas nubes blandamente sensuales de color opalino expresan el movimiento evanescente de un estado de ánimo.
Soriano, en su reacción contra las ortodoxias de la abstracción formal estaba en sintonía con otros artistas avanzados del universo artístico de Occidente, que comenzaron a ver las reglas del modernismo como demasiado restrictivas y que reintrodujeron el espacio, la luz y la narrativa ilusorias y crearon un género de abstracción que era compatibles con los ideales postmodernos de integración. En sus cuadros de los años setenta, ochenta y noventa, participa en la ruptura de todas las viejas reglas, en «violar el plano del cuadro», al crear un espacio imaginario, interminable e insondable. Dentro de este espacio, Soriano incluyó una narrativa de figuras que sugieren cuerpos desnudos y partes de cuerpos, multiplicó las curvas voluptuosas y las depresiones y protuberancias carnales que parecen estar constantemente surgiendo, fusionándose y disolviéndose. Y utiliza la luz —una luz que emana del color en sus cuadros— como un elemento abarcador. Las imágenes resultantes tienen la belleza y la perfección de un mundo recién nacido, un mundo que existe en un universo poético e incluso espiritual. Los amantes de la obra de Soriano siempre han escrito sobre la luz de sus cuadros, y es ciertamente su dominio de la luz lo que constituye la marca inconfundible de su estilo personal. Las arrobadas descripciones (¡totalmente merecidas!) con mucha frecuencia han ocupado el lugar de una investigación sobre el método de Soriano para lograr su luz y del análisis de la cualidad singular que las hace tan notables.
Creo que Soriano, que está al tanto de cómo los pintores han creado los efectos de luz desde el Renacimiento y que es un admirador tanto de Rembrandt como de Paul Klee, sabe que los pintores figurativos han usado la luz de diferentes maneras. Un modo de usar la luz es el de revelar las cosas: figuras y objetos. Estos artistas pintan una ilusión de la luz, proveniente de una dirección visible, que proyecta luces y sombras y hace legible los contornos y las dimensiones de los objetos. En otro método importante, el pintor usa la representación de las cosas —figuras u objetos o elementos del paisaje— para hacer visible la luz mediante la interrupción de sus rayos, a sabiendas de que la luz es invisible hasta que choca con una superficie que la refleja. Ésta es la tradición pictórica que culmina en el impresionismo. Pero Soriano trabaja a su manera, lo cual da lugar a una relación completamente nueva y diferente entre la luz y las cosas en sus imágenes.
Él empieza por crear una atmósfera de luz en sus telas, un ambiente que bien puede ser acuoso o astral, con su gama dominantemente azul o más próxima a la tierra y a su paleta terracota. Él no hace dibujos preliminares y trabaja lentamente, aplicando capa tras capa de óleo sobre una tela, esperando que cada una se seque ante de agregar otro velo de color. Mientras una tela se seca, trabaja en otra utilizando el mismo proceso. Él prosigue hasta que la atmósfera brillante y translúcida creada por los muchos velos de colores y tonos vaporosos lo deja satisfecho. Sólo entonces contempla su lienzo, con su ambiente de luz. A veces —según cuenta Hortensia— espera en silencio durante algún tiempo antes de empezar a pintar las formas voluminosas que surgen de su memoria y su imaginación, haciéndolas emerger lentamente. De manera que la luz pintada no cae sobre cosas pintadas, ni hace que las cosas interrumpan la luz y la hagan visible. Por el contrario, Soriano crea primero una atmósfera luminosa que fluye y circunda las formas que surgen para habitarla. La conclusión de cada imagen le toma de dos a cuatro meses.
La manera que Soriano tiene de pintar la luz es única: la característica distintiva de su estilo y su propia contribución original a la historia de su arte. En una entrevista que le dio en 1978 a estudiantes de secundaria de la localidad, Soriano dijo: «Pinto para expresar mis sentimientos y porque es mi vocación»¹. Los sentimientos que suscita su obra varían ampliamente, desde lo que parece como la expresión de oleadas de amor y de anhelos en cuadros como Nostalgia azul (Blue Nostalgia) de 1981 a sensaciones e impulsos viscerales como en Torso de 1978, Emersión (Emersion) de 1983, Preludio de un ensueño (Prelude of Reverie) de 1987 o Fervor de 1988. Hay indicios de un vislumbre de unidad con la naturaleza en su dimensión más cósmica como en El cabalgar de la noche (Rider of the Night) de 1979, y expresiones de tormenta como en Angustia del olvido (Anguish of Forgetfulness) de 1996 o de un recuerdo mezclado con melancolía como en Nostalgia de otoño (Autumn Nostalgia) de 1997.
Soriano ha recorrido una gran distancia desde su natal Matanzas, Cuba, hasta los conceptos opulentos y la visión artística de su obra madura. Como él ha dicho, «Mis pinturas tienen raíces cubanas, pero las proyecciones de mis obras son universales. Vivimos en una época en que el mundo es un lugar pequeño. Cada pintor es un mundo»². La obra de Soriano está repleta de tiempo, tanto de las huellas del tiempo real, las muchas horas que él dedica a terminar un cuadro, como del tiempo recordado, las experiencias artísticas de que ha sido testigo, el amor y el deseo y el dolor que ha sentido, sus anhelos, en la soledad de la noche, por conectarse a los más vastos dominios del espíritu. Él condensa y concentra todas estas capas del pasado en una síntesis de su memoria y su imaginación que vive en el mundo intensamente presente de sus hermosos cuadros.
___________
¹ De Legado, publicado por la Escuela Secundaria de Miami Coral Park, Miami, 1978, p. 21. ² Legado, p. 21. Investigación adicional de Tiffany Saulter, candidata a una Maestría en Historia del Arte de la Universidad de Miami.
El grupo que se formó en torno a Soriano en los años cincuenta, los «pintores concretos», hacían sus obras en el estilo modernista de abstracción geométrica que estaba entonces a la vanguardia del arte internacional, un movimiento que se concentró en temas formales con un enfoque reduccionista hacia casi todos los medios intrínsecos de la pintura, proponiendo la teoría de ser simplemente línea, forma y color sobre una superficie plana. Dos de los cuadros de Soriano de este período, ambos Sin título, de 1952, muestran su interés en la tensión creadora entre el plano liso del lienzo y las ilusiones de profundidad espacial con formas que sugieren un retroceso de la perspectiva. En septiembre de 1955, en el Palacio de Bellas Artes de La Habana, Soriano expuso un grupo de estas abstracciones geométricas junto con esculturas de Agustín Cárdenas, su amigo de toda la vida. Las fotos del evento muestran que Cárdenas también estaba trabajando la abstracción, pero con formas orgánicas y sensuales que revelaban las influencias de Henry Moore, Brancusi y Arp en este escultor afrocubano que entonces era aún muy joven.
Cárdenas se iría ese mismo año a París donde pasó la mayor parte del resto de su carrera y donde Soriano lo visitó en 1977. Una drástica ruptura en la trayectoria vital de Rafael Soriano y su familia se produjo cuando se fue de la Cuba de Castro en 1962. Rafael salió para Miami primero, en abril; y Milagros y su única hija, Hortensia, que entonces no había cumplido aún los dos años, lo siguieron en mayo. Para él resultó intensa la conmoción de verse separado de sus colegas y de su trabajo en la escuela de Matanzas, así como de la comunidad artística con la que había compartido y que contribuyera a animar su trabajo. Sus sentimientos de desarraigo e incertidumbre fueron tan intensos que a Soriano le resultó imposible trabajar durante dos años. Luego, según cuenta Milagros, decidieron juntos que había llegado el momento de aceptar lo que el destino les deparaba y asentarse en Miami y echar sus raíces aquí.
A partir de ese momento, Soriano no dejó de pintar, a solas, todas las noches, al cabo de un día de trabajo, ya fuera impartiendo clases o fungiendo de director artístico de una revista. En esos años, solo en su estudio con sus recuerdos y su imaginación, desarrolló gradualmente su propio lenguaje visual y sus evocaciones íntimas y sensuales de sus experiencias rememoradas o sentidas. En esta búsqueda, lo sostuvieron siempre el amor y el apoyo de Milagros y Hortensia. Mientras pintaba, gustaba de escuchar su extensa colección de cintas y CD: su interés en la música ya se había demostrado en su rítmico panel de óleo sobre madera Músicos tocando un órgano (Musicians Playing an Organ), fechado en 1949. Su gusto es ecléctico y global: él escuchaba un son tradicional cubano, pero también a Beethoven, Grace Jones, música india, sonidos espirituales de la Nueva Era, technobeat y la más reciente música electrónica del grupo alemán Kraftwerk.
En sus obras de la segunda mitad de la década del sesenta, Soriano se apartó del formalismo modernista y comenzó a aumentar su interés en la figura, si bien velada, dentro de las sugerencias de un espacio ilusionista. Estas tendencias se fueron intensificando y, para 1971, en su Cabeza fantástica (Fantastic Head) ya él anuncia su estilo de plena madurez en una pintura que incorpora una libertad surrealista con formas figurativas subsumidas en un espacio profundo velado por la luz. Para 1973, alcanza su definida expresión en Vuelo Astral (Astral Flight), un viaje imaginario inundado de luz a través de un espacio complejo definido por formas cambiantes e interrelacionadas en lo que ha llegado a ser una de las gamas distintivas de la paleta de Soriano: azules, verdes y violetas tocados por unos tonos rosado pálido, coral y terracota. Él prosigue buscando esta visión en La soledad (Loneliness), de 1975, en el cual unas nubes blandamente sensuales de color opalino expresan el movimiento evanescente de un estado de ánimo.
Soriano, en su reacción contra las ortodoxias de la abstracción formal estaba en sintonía con otros artistas avanzados del universo artístico de Occidente, que comenzaron a ver las reglas del modernismo como demasiado restrictivas y que reintrodujeron el espacio, la luz y la narrativa ilusorias y crearon un género de abstracción que era compatibles con los ideales postmodernos de integración. En sus cuadros de los años setenta, ochenta y noventa, participa en la ruptura de todas las viejas reglas, en «violar el plano del cuadro», al crear un espacio imaginario, interminable e insondable. Dentro de este espacio, Soriano incluyó una narrativa de figuras que sugieren cuerpos desnudos y partes de cuerpos, multiplicó las curvas voluptuosas y las depresiones y protuberancias carnales que parecen estar constantemente surgiendo, fusionándose y disolviéndose. Y utiliza la luz —una luz que emana del color en sus cuadros— como un elemento abarcador. Las imágenes resultantes tienen la belleza y la perfección de un mundo recién nacido, un mundo que existe en un universo poético e incluso espiritual. Los amantes de la obra de Soriano siempre han escrito sobre la luz de sus cuadros, y es ciertamente su dominio de la luz lo que constituye la marca inconfundible de su estilo personal. Las arrobadas descripciones (¡totalmente merecidas!) con mucha frecuencia han ocupado el lugar de una investigación sobre el método de Soriano para lograr su luz y del análisis de la cualidad singular que las hace tan notables.
Creo que Soriano, que está al tanto de cómo los pintores han creado los efectos de luz desde el Renacimiento y que es un admirador tanto de Rembrandt como de Paul Klee, sabe que los pintores figurativos han usado la luz de diferentes maneras. Un modo de usar la luz es el de revelar las cosas: figuras y objetos. Estos artistas pintan una ilusión de la luz, proveniente de una dirección visible, que proyecta luces y sombras y hace legible los contornos y las dimensiones de los objetos. En otro método importante, el pintor usa la representación de las cosas —figuras u objetos o elementos del paisaje— para hacer visible la luz mediante la interrupción de sus rayos, a sabiendas de que la luz es invisible hasta que choca con una superficie que la refleja. Ésta es la tradición pictórica que culmina en el impresionismo. Pero Soriano trabaja a su manera, lo cual da lugar a una relación completamente nueva y diferente entre la luz y las cosas en sus imágenes.
Él empieza por crear una atmósfera de luz en sus telas, un ambiente que bien puede ser acuoso o astral, con su gama dominantemente azul o más próxima a la tierra y a su paleta terracota. Él no hace dibujos preliminares y trabaja lentamente, aplicando capa tras capa de óleo sobre una tela, esperando que cada una se seque ante de agregar otro velo de color. Mientras una tela se seca, trabaja en otra utilizando el mismo proceso. Él prosigue hasta que la atmósfera brillante y translúcida creada por los muchos velos de colores y tonos vaporosos lo deja satisfecho. Sólo entonces contempla su lienzo, con su ambiente de luz. A veces —según cuenta Hortensia— espera en silencio durante algún tiempo antes de empezar a pintar las formas voluminosas que surgen de su memoria y su imaginación, haciéndolas emerger lentamente. De manera que la luz pintada no cae sobre cosas pintadas, ni hace que las cosas interrumpan la luz y la hagan visible. Por el contrario, Soriano crea primero una atmósfera luminosa que fluye y circunda las formas que surgen para habitarla. La conclusión de cada imagen le toma de dos a cuatro meses.
La manera que Soriano tiene de pintar la luz es única: la característica distintiva de su estilo y su propia contribución original a la historia de su arte. En una entrevista que le dio en 1978 a estudiantes de secundaria de la localidad, Soriano dijo: «Pinto para expresar mis sentimientos y porque es mi vocación»¹. Los sentimientos que suscita su obra varían ampliamente, desde lo que parece como la expresión de oleadas de amor y de anhelos en cuadros como Nostalgia azul (Blue Nostalgia) de 1981 a sensaciones e impulsos viscerales como en Torso de 1978, Emersión (Emersion) de 1983, Preludio de un ensueño (Prelude of Reverie) de 1987 o Fervor de 1988. Hay indicios de un vislumbre de unidad con la naturaleza en su dimensión más cósmica como en El cabalgar de la noche (Rider of the Night) de 1979, y expresiones de tormenta como en Angustia del olvido (Anguish of Forgetfulness) de 1996 o de un recuerdo mezclado con melancolía como en Nostalgia de otoño (Autumn Nostalgia) de 1997.
Soriano ha recorrido una gran distancia desde su natal Matanzas, Cuba, hasta los conceptos opulentos y la visión artística de su obra madura. Como él ha dicho, «Mis pinturas tienen raíces cubanas, pero las proyecciones de mis obras son universales. Vivimos en una época en que el mundo es un lugar pequeño. Cada pintor es un mundo»². La obra de Soriano está repleta de tiempo, tanto de las huellas del tiempo real, las muchas horas que él dedica a terminar un cuadro, como del tiempo recordado, las experiencias artísticas de que ha sido testigo, el amor y el deseo y el dolor que ha sentido, sus anhelos, en la soledad de la noche, por conectarse a los más vastos dominios del espíritu. Él condensa y concentra todas estas capas del pasado en una síntesis de su memoria y su imaginación que vive en el mundo intensamente presente de sus hermosos cuadros.
___________
¹ De Legado, publicado por la Escuela Secundaria de Miami Coral Park, Miami, 1978, p. 21. ² Legado, p. 21. Investigación adicional de Tiffany Saulter, candidata a una Maestría en Historia del Arte de la Universidad de Miami.
El boniato de Grace Slick
Ernesto González
Que Grace Slick haya nacido en Highland Park, un suburbio de Chicago, no es razón suficiente para acordarme de ella en tiempos como estos. No lo es tampoco el hecho de que haya convertido a Somebody to Love en un hit que invirtió el viejo sentido de las letras de las canciones. El cliché de «dar es mejor que recibir», hasta ese momento reservado para puritanos de boca para afuera, la temporada de Navidad y las monjes calvos, adquiría, en la composición de Darby Slick, un placer extraño para la estructura dominante del yo/lo mío, cierto altruismo carente del peso de las obligaciones, del gravamen de vivir en función de la imagen. Le daba un toque rockero a la insuperable tesis desarrollada por Erick From en “El arte de amar”. La letra de Somebody to Love, y el poderoso arreglo, en conjugación y a la vez sobrepasados por la garganta de Grace, otorgaban legitimidad al antiguo cliché y provocaron un salto de honestidad en los códigos de la década anterior. ¿Por qué no me amas? se volvía una pregunta irrelevante de cara a consideraciones sociales y psicológicas, más abarcadoras e interesantes que las necesidades sin fin del ego, ese sucedáneo de los agujeros negros del cosmos que absorbe cuanto caiga en él. Hasta la respuesta al ¿por qué no me amas?, se volvía innecesaria. La acción de Amar las respondía. Pensarla, verbalizarla y repetirla era patético. Es patético.
Tampoco me acuerdo ahora de Grace por ser la autora de dos clásicos psicodélicos como White Rabbit y Lather. En White combinó el ritmo del Bolero de Ravel, en un irrefrenable crescendo, con fragmentos de “Alicia en el país de las maravillas”. Lather, se lo inspiró su primer novio de la banda, el menos joven de sus integrantes, y sin embargo, un crío demasiado sediento de caricias maternales para una mujer del temple de la Slick. Spencer Dryden, con esa mirada en espera de una reprimenda, pasaba horas escribiendo canciones que nunca se interpretarían. Grace convirtió la permanente infancia de Spencer en un clásico:
Lather was thirty years old today,
And Lather came foam from his tongue.
He looked at me eyes wide and plainly said,
“Is it true that I’m no longer young?”
And the children call him famous
What the old men call insane,
And sometimes he’s so nameless
That he hardly knows what game to play
Grace Slick me viene a la memoria en este minuto porque experimentó un nivel de consciencia diferente del waking state en el cual nos comportamos como máquinas que comen, defecan, hacen sexo y hasta escriben libros y se matan. Y porque reconoció que para hacer suyo permanentemente ese estado, era necesario pagar. Y pagar muy bien. Jonis, que trataba a Grace con actitud protectora y de «compruébalo tú misma cuando te toque», no quiso regresar de donde había estado, y nadie le habló de pagar. De seguro otros rockeros han mencionado estos precios no sujetos a los caprichos de las etiquetas rojas, los descuentos y los regateos, pero sólo se lo he escuchado decir a Stevie Perry y a la Slick.
El peyote y el proceso de componer White Rabbit, ayudaron a Grace a entender mejor su inexplicable atracción por la cultura española, por la asiática, y quizás contribuyeron a disolver su resentimiento por haber dejado de ser rubia natural. Una vez comprobó, con una peluca dorada en su cabeza, la atracción que podía ejercer en el mismo bar que había abandonado un rato antes con su pelo natural, oscuro, al descubierto. White Rabbit, Lather, el peyote y un boniato americano, un sweet potato, podrían estar entrelazados con esa infinita ampliación de la mirada de Grace, quien empezó a sentirse bien con su pelo oscurecido en la adolescencia, preciosamente blanco y aceptado en la vejez.
En el Fillmore Auditorium de San Francisco, se congregaban los jóvenes rockeros de diversas culturas y estratos, e idéntica apariencia. The Great Society, con la Slick, abría el show de uno de los grupos más populares del área de la bahía: Jefferson Airplane. Al llegar los músicos en la camioneta, los jóvenes abandonaban la cola de entrada para ayudarles a bajar los instrumentos. Conversaban. Hacían chistes. En el Fillmore no había detectores de metales ni guardias de seguridad, no existía VIP, ni la presencia de patrocinadores obliteraba el rito musical. No había conductas raras ni frases hechas. «Todos eran us». Cuando la cantante de Jefferson decidió tener un hijo y criarlo fuera del ambiente rockero, Grace fue invitada a unirse al grupo.
Un día fueron a parar a casa de Fay Roy, un mecenas que cocinaba y servía los mejores platos de California sin perder el hilo de la conversación. Grace imaginaba estar en un salón acompañada de Gertrude Stein, donde se opinaba de literatura, se escuchaba música, se tomaban excelentes vinos y todos se habían convencido de ser los descubridores de un nivel de percepción humana totalmente cool. En casa de Fay, Grace conoció a Nick, trabajador de una compañía petrolera, inventor de las líneas de plástico divisorias en las calles, que se gastaba un Rolls Royce, y además, preparaba peyote concentrado. Los riesgos de consumirlo varían en dependencia del estado emocional y mental de quien emprenda la experiencia, advertían. Y agrego yo: según Castaneda y quienes han pagado por adelantado, ese acceso químico inducido y cool debe ser sólo un atisbo, una probada del umbral, jamás un pase. La verdad es una sola, aunque con múltiples entradas de acceso, todas a un costo altísimo, aunque también abonables a plazo, como un lay away.
Después de tragarse la bolita de cactus concentrado, Grace sintió una vibración sabrosa, se volvió consciente de la enorme cantidad de aire que entraba y salía de sus pulmones, y en unos minutos, de la erradicación total del proceso de pensamiento. Los pensamientos se habían marchado, no había nuevos que entraran. Nuevo no es un adjetivo aplicable a ningún pensamiento, a pesar del insulto que pueda sentir el agujero negro individual por esa aseveración. Sería mejor decir que no había ninguna combinación de pensamientos nueva en la mente de Grace. Y comprobó que ella no era ese proceso de cambio constante con el cual la habían obligado a estar asociada desde la niñez. Había estado gravada, penalizada por sus pensamientos, o sea, los de otros combinados infinitamente, incluyendo la relevancia de ser rubia.
Los objetos ya habían adquirido una apariencia desconocida, igual que las flores y el cemento del camino que los sacó de la casa de Fay. «Habíamos olvidado lo hermoso e increíblemente complejo del mundo que nos rodea, y el peyote nos lo recordaba». Grace y sus amigos decidieron irse a escalar una montaña cercana. Acostados en la hierba, contemplaban alelados el sincronismo de las nubes, sentían la vitalidad de los árboles, de los pájaros y del aire. Todo estaba perfectamente diseñado, vibraba, sólo que no era perceptible en el estado «normal», el waking state que nos hace correr detrás de una pelota o batearla, gritar como unos poseídos si ganamos el partido y deprimirnos como unos imbéciles si lo perdemos, además de golpearnos y hasta escribir libros y matarnos.
Las tonalidades de los colores cambiaban, la perspectiva se profundizaba, los componentes de la escena, en la cima de la colina o abajo en el barrio de ricos, eran igualmente importantes, sin separación ni sobreabundancia, sólo había energía vibratoria de diferentes dimensiones, manifestada en lo vivo y en lo aparentemente muerto que los rodeaba. ¿Quiénes estaban muertos? ¿Las hermosas rocas, las piedras del sendero o los adalides de las guerras y de la imposible satisfacción del agujero negro individual?
De súbito Grace, vacía de pensamientos, comprendió que «eso», ella y ellos eran nosotros. Estaban separados sólo por un limitado canal de monólogo interior, repetitivo y aburrido, que además era un juego sucio, una trampa determinante de actitudes rígidas, reglas de conducta, juicios sumarios y condenas. Lista infinita del ensueño, de la muerte pensada como vida.
Los artistas regresaron a la casa de Foy, conversaron acerca del fenómeno experimentado y se dispusieron a salir para una fiesta. Al pasar por la cocina, en dirección a la puerta principal, Grace divisó un grueso boniato junto al fregadero, lindo, radiante. Se acercó y lo recogió. Enseguida descubrió una fuerza de vida en la usualmente insípida apariencia de esa vianda (no era un plátano ni una papaya jugosa, era un boniato, coño), como si el acto de haber sido arrancado de la tierra no hubiera drenado su vitalidad. Grace percibió la calidez del boniato en su mano, lo sintió como una extensión de sí misma. Se lo llevó para la fiesta, donde nadie se extrañó de verlo y de que atestiguara la diversión generalizada. Algunos lo agarraban y observaban, lo contemplaban y estudiaban, dominados por una droga que los volvía amistosos con los boniatos.
¿Un boniato orgiástico? ¿Por qué no? Como rebautizó Paul Kantner aquella época de música, amor y flores: Forget that!, this is de The Golden Age of Fucking. Y reafirmo de mi coleto: lo fue en todas partes, y sin necesidad de condones, consoladores, muñecones plásticos, y menos de Viagra, Cialis y las demás.
“Mansturbation is fabulous, but nothing beats the old tango”
“Too often it becomes us and them. How about just WE?
“Whether I’m ecstatic or furious, my life seems part of some colorful fairy tale that just rolls out in front of the 130-decibel soundtrack with endless production credits.”
Que Grace Slick haya nacido en Highland Park, un suburbio de Chicago, no es razón suficiente para acordarme de ella en tiempos como estos. No lo es tampoco el hecho de que haya convertido a Somebody to Love en un hit que invirtió el viejo sentido de las letras de las canciones. El cliché de «dar es mejor que recibir», hasta ese momento reservado para puritanos de boca para afuera, la temporada de Navidad y las monjes calvos, adquiría, en la composición de Darby Slick, un placer extraño para la estructura dominante del yo/lo mío, cierto altruismo carente del peso de las obligaciones, del gravamen de vivir en función de la imagen. Le daba un toque rockero a la insuperable tesis desarrollada por Erick From en “El arte de amar”. La letra de Somebody to Love, y el poderoso arreglo, en conjugación y a la vez sobrepasados por la garganta de Grace, otorgaban legitimidad al antiguo cliché y provocaron un salto de honestidad en los códigos de la década anterior. ¿Por qué no me amas? se volvía una pregunta irrelevante de cara a consideraciones sociales y psicológicas, más abarcadoras e interesantes que las necesidades sin fin del ego, ese sucedáneo de los agujeros negros del cosmos que absorbe cuanto caiga en él. Hasta la respuesta al ¿por qué no me amas?, se volvía innecesaria. La acción de Amar las respondía. Pensarla, verbalizarla y repetirla era patético. Es patético.
Tampoco me acuerdo ahora de Grace por ser la autora de dos clásicos psicodélicos como White Rabbit y Lather. En White combinó el ritmo del Bolero de Ravel, en un irrefrenable crescendo, con fragmentos de “Alicia en el país de las maravillas”. Lather, se lo inspiró su primer novio de la banda, el menos joven de sus integrantes, y sin embargo, un crío demasiado sediento de caricias maternales para una mujer del temple de la Slick. Spencer Dryden, con esa mirada en espera de una reprimenda, pasaba horas escribiendo canciones que nunca se interpretarían. Grace convirtió la permanente infancia de Spencer en un clásico:
Lather was thirty years old today,
And Lather came foam from his tongue.
He looked at me eyes wide and plainly said,
“Is it true that I’m no longer young?”
And the children call him famous
What the old men call insane,
And sometimes he’s so nameless
That he hardly knows what game to play
Grace Slick me viene a la memoria en este minuto porque experimentó un nivel de consciencia diferente del waking state en el cual nos comportamos como máquinas que comen, defecan, hacen sexo y hasta escriben libros y se matan. Y porque reconoció que para hacer suyo permanentemente ese estado, era necesario pagar. Y pagar muy bien. Jonis, que trataba a Grace con actitud protectora y de «compruébalo tú misma cuando te toque», no quiso regresar de donde había estado, y nadie le habló de pagar. De seguro otros rockeros han mencionado estos precios no sujetos a los caprichos de las etiquetas rojas, los descuentos y los regateos, pero sólo se lo he escuchado decir a Stevie Perry y a la Slick.
El peyote y el proceso de componer White Rabbit, ayudaron a Grace a entender mejor su inexplicable atracción por la cultura española, por la asiática, y quizás contribuyeron a disolver su resentimiento por haber dejado de ser rubia natural. Una vez comprobó, con una peluca dorada en su cabeza, la atracción que podía ejercer en el mismo bar que había abandonado un rato antes con su pelo natural, oscuro, al descubierto. White Rabbit, Lather, el peyote y un boniato americano, un sweet potato, podrían estar entrelazados con esa infinita ampliación de la mirada de Grace, quien empezó a sentirse bien con su pelo oscurecido en la adolescencia, preciosamente blanco y aceptado en la vejez.
En el Fillmore Auditorium de San Francisco, se congregaban los jóvenes rockeros de diversas culturas y estratos, e idéntica apariencia. The Great Society, con la Slick, abría el show de uno de los grupos más populares del área de la bahía: Jefferson Airplane. Al llegar los músicos en la camioneta, los jóvenes abandonaban la cola de entrada para ayudarles a bajar los instrumentos. Conversaban. Hacían chistes. En el Fillmore no había detectores de metales ni guardias de seguridad, no existía VIP, ni la presencia de patrocinadores obliteraba el rito musical. No había conductas raras ni frases hechas. «Todos eran us». Cuando la cantante de Jefferson decidió tener un hijo y criarlo fuera del ambiente rockero, Grace fue invitada a unirse al grupo.
Un día fueron a parar a casa de Fay Roy, un mecenas que cocinaba y servía los mejores platos de California sin perder el hilo de la conversación. Grace imaginaba estar en un salón acompañada de Gertrude Stein, donde se opinaba de literatura, se escuchaba música, se tomaban excelentes vinos y todos se habían convencido de ser los descubridores de un nivel de percepción humana totalmente cool. En casa de Fay, Grace conoció a Nick, trabajador de una compañía petrolera, inventor de las líneas de plástico divisorias en las calles, que se gastaba un Rolls Royce, y además, preparaba peyote concentrado. Los riesgos de consumirlo varían en dependencia del estado emocional y mental de quien emprenda la experiencia, advertían. Y agrego yo: según Castaneda y quienes han pagado por adelantado, ese acceso químico inducido y cool debe ser sólo un atisbo, una probada del umbral, jamás un pase. La verdad es una sola, aunque con múltiples entradas de acceso, todas a un costo altísimo, aunque también abonables a plazo, como un lay away.
Después de tragarse la bolita de cactus concentrado, Grace sintió una vibración sabrosa, se volvió consciente de la enorme cantidad de aire que entraba y salía de sus pulmones, y en unos minutos, de la erradicación total del proceso de pensamiento. Los pensamientos se habían marchado, no había nuevos que entraran. Nuevo no es un adjetivo aplicable a ningún pensamiento, a pesar del insulto que pueda sentir el agujero negro individual por esa aseveración. Sería mejor decir que no había ninguna combinación de pensamientos nueva en la mente de Grace. Y comprobó que ella no era ese proceso de cambio constante con el cual la habían obligado a estar asociada desde la niñez. Había estado gravada, penalizada por sus pensamientos, o sea, los de otros combinados infinitamente, incluyendo la relevancia de ser rubia.
Los objetos ya habían adquirido una apariencia desconocida, igual que las flores y el cemento del camino que los sacó de la casa de Fay. «Habíamos olvidado lo hermoso e increíblemente complejo del mundo que nos rodea, y el peyote nos lo recordaba». Grace y sus amigos decidieron irse a escalar una montaña cercana. Acostados en la hierba, contemplaban alelados el sincronismo de las nubes, sentían la vitalidad de los árboles, de los pájaros y del aire. Todo estaba perfectamente diseñado, vibraba, sólo que no era perceptible en el estado «normal», el waking state que nos hace correr detrás de una pelota o batearla, gritar como unos poseídos si ganamos el partido y deprimirnos como unos imbéciles si lo perdemos, además de golpearnos y hasta escribir libros y matarnos.
Las tonalidades de los colores cambiaban, la perspectiva se profundizaba, los componentes de la escena, en la cima de la colina o abajo en el barrio de ricos, eran igualmente importantes, sin separación ni sobreabundancia, sólo había energía vibratoria de diferentes dimensiones, manifestada en lo vivo y en lo aparentemente muerto que los rodeaba. ¿Quiénes estaban muertos? ¿Las hermosas rocas, las piedras del sendero o los adalides de las guerras y de la imposible satisfacción del agujero negro individual?
De súbito Grace, vacía de pensamientos, comprendió que «eso», ella y ellos eran nosotros. Estaban separados sólo por un limitado canal de monólogo interior, repetitivo y aburrido, que además era un juego sucio, una trampa determinante de actitudes rígidas, reglas de conducta, juicios sumarios y condenas. Lista infinita del ensueño, de la muerte pensada como vida.
Los artistas regresaron a la casa de Foy, conversaron acerca del fenómeno experimentado y se dispusieron a salir para una fiesta. Al pasar por la cocina, en dirección a la puerta principal, Grace divisó un grueso boniato junto al fregadero, lindo, radiante. Se acercó y lo recogió. Enseguida descubrió una fuerza de vida en la usualmente insípida apariencia de esa vianda (no era un plátano ni una papaya jugosa, era un boniato, coño), como si el acto de haber sido arrancado de la tierra no hubiera drenado su vitalidad. Grace percibió la calidez del boniato en su mano, lo sintió como una extensión de sí misma. Se lo llevó para la fiesta, donde nadie se extrañó de verlo y de que atestiguara la diversión generalizada. Algunos lo agarraban y observaban, lo contemplaban y estudiaban, dominados por una droga que los volvía amistosos con los boniatos.
¿Un boniato orgiástico? ¿Por qué no? Como rebautizó Paul Kantner aquella época de música, amor y flores: Forget that!, this is de The Golden Age of Fucking. Y reafirmo de mi coleto: lo fue en todas partes, y sin necesidad de condones, consoladores, muñecones plásticos, y menos de Viagra, Cialis y las demás.
“Mansturbation is fabulous, but nothing beats the old tango”
“Too often it becomes us and them. How about just WE?
“Whether I’m ecstatic or furious, my life seems part of some colorful fairy tale that just rolls out in front of the 130-decibel soundtrack with endless production credits.”
lunes, 25 de enero de 2010
domingo, 24 de enero de 2010
¿Qué es analfabetismo cívico?
Las blogueras cubanas están haciendo filosofía política de primera. Comparado con eso, el discurso castrista estalla como pompa de jabón.
Claudia Cadelo en Octavo Cerco:
Disentir no es pecado, criticar es constructivo, no estar de acuerdo es sano y, decirlo públicamente es –más allá de sentimentalismos y patriotismos– una responsabilidad ciudadana. Parte de los miedos a “la desunión” y a “la falta de prudencia” son males arrastrados con dolor desde la primera reunión del PCC a la que nuestros padres asistieron. Prudencia es lo que día a día levanta al cubano de su cama y lo lleva, libreta de abastecimiento en mano, a comprar el pan; prudencia son los malabares conceptuales que los artistas hacen para colarse en galerías y en las bienales; prudencia es jugar al gato y al ratón con la dictadura; es la doble moral, el oportunismo y el arribismo. Desunión es lo que se respira entre el pueblo y el gobierno. Lo demás –crítica y opinión– es tolerancia, civismo y estimulación para una sociedad civil aun en pañales.
Claudia Cadelo en Octavo Cerco:
Disentir no es pecado, criticar es constructivo, no estar de acuerdo es sano y, decirlo públicamente es –más allá de sentimentalismos y patriotismos– una responsabilidad ciudadana. Parte de los miedos a “la desunión” y a “la falta de prudencia” son males arrastrados con dolor desde la primera reunión del PCC a la que nuestros padres asistieron. Prudencia es lo que día a día levanta al cubano de su cama y lo lleva, libreta de abastecimiento en mano, a comprar el pan; prudencia son los malabares conceptuales que los artistas hacen para colarse en galerías y en las bienales; prudencia es jugar al gato y al ratón con la dictadura; es la doble moral, el oportunismo y el arribismo. Desunión es lo que se respira entre el pueblo y el gobierno. Lo demás –crítica y opinión– es tolerancia, civismo y estimulación para una sociedad civil aun en pañales.
Espaguetis con salchichas de pollo en salsa de tomate
Alfredo Triff
El invierno trae antojos profundos. Comida que reconforte: Salsas, sabores terrenos, olores que se tienden por horas, vinos fuertes. No estoy comiendo carne, pero a veces hago pollo (siempre que sea orgánico de pura cepa). Lo que sigue es una variación de la popular receta de "spaghetti and meatballs".*
Ingredientes: 3 o 4 salchichas de pollo orgánico del Wholefoods o el Gardener's Market de Coconut Grove (tienen diferentes variedades: con queso feta, con queso asiago, con tomate y picante, etc), espaguetis marca Cecco, aceite de oliva X-tra virgin, salvia y albahaca fresca, peperoncino, queso parmesano del bueno, 7 dientes grandes de ajo picadito, jengibre fresco, buen vino blanco. Para la salsa es mejor hacerla from scratch, pero si no tienes tiempo: dos latas de tomate en conserva tipo Hunt's "diced" (de tomate picadito) y el Cento hecho puré.**
Ejecución: Corta las salchichas en secciones de 1 pulgada. Pica el ajo y el jengibre, aún más fino. Por el aceite en fuego medio-alto. Cuando el ajo en la sartén exuda ese olor casi a quemado, agrega la late de tomate picado y la lata de puré. Tírale un chorro generoso de buen vino blanco sobre la mezcla (Pino Grigio o incluso el frutal Chardonnay funciona). Has causado una explosión aromática entre el vino y la mixtura. Pon agua en otra cazuela para la pasta.
Lo que ves arriba es una olla de cobre Ruffoni, donde cocino mis risottos y salsas de tomate. El cobre es un excelente conductor de calor (no te preocupes, puedes hacer una salsa sabrosísima con cualquier cacerola, sólo asegúrate de los ingredientes bailen líbremente en la sartén). Tira las salchichas cortadas en la salsa y deja que esta espese durante 10-15 minutos a fuego mediano-alto. Observa que los trocitos de salchicha de pollo se ponen redonditos. Si deseas la salsa espesa, disuelve un poco de fécula de maíz con agua, o combinar una yema de huevo disuelta con un toque de limón justo antes de mezclarla con la pasta (cuidado, la salsa no puede estar demasiado caliente o el huevo se coagula). Pica la albahaca y la salvia. Truco: para cortar hierbas y que no se mustien, el movimiento de tu cuchillo debe ser de lado a lado. Lo último es queso parmesano abundante. Acompaña la pasta con un Chianti o un Pinot Noir californiano. Para absorber la amalgama de jugos que quede después del primer ataque, no hay nada mejor que una barra de pan rústico de la panadería francesa de Coral Gables.
Tan delicioso el mejunje que apenas pude sacar fuerzas para tomar esta foto:
________
*De acuerdo a Alton Brown, creador del famoso cable de comida Food Network, el "spaghetti with meatballs" es un invento de inmigrantes italianos en EE.UU. a principios del siglo XX. **No hay mejor salsa que la que haces tú mismo. La de arriba es la mejor aproximación posible.
El invierno trae antojos profundos. Comida que reconforte: Salsas, sabores terrenos, olores que se tienden por horas, vinos fuertes. No estoy comiendo carne, pero a veces hago pollo (siempre que sea orgánico de pura cepa). Lo que sigue es una variación de la popular receta de "spaghetti and meatballs".*
Ingredientes: 3 o 4 salchichas de pollo orgánico del Wholefoods o el Gardener's Market de Coconut Grove (tienen diferentes variedades: con queso feta, con queso asiago, con tomate y picante, etc), espaguetis marca Cecco, aceite de oliva X-tra virgin, salvia y albahaca fresca, peperoncino, queso parmesano del bueno, 7 dientes grandes de ajo picadito, jengibre fresco, buen vino blanco. Para la salsa es mejor hacerla from scratch, pero si no tienes tiempo: dos latas de tomate en conserva tipo Hunt's "diced" (de tomate picadito) y el Cento hecho puré.**
Ejecución: Corta las salchichas en secciones de 1 pulgada. Pica el ajo y el jengibre, aún más fino. Por el aceite en fuego medio-alto. Cuando el ajo en la sartén exuda ese olor casi a quemado, agrega la late de tomate picado y la lata de puré. Tírale un chorro generoso de buen vino blanco sobre la mezcla (Pino Grigio o incluso el frutal Chardonnay funciona). Has causado una explosión aromática entre el vino y la mixtura. Pon agua en otra cazuela para la pasta.
Lo que ves arriba es una olla de cobre Ruffoni, donde cocino mis risottos y salsas de tomate. El cobre es un excelente conductor de calor (no te preocupes, puedes hacer una salsa sabrosísima con cualquier cacerola, sólo asegúrate de los ingredientes bailen líbremente en la sartén). Tira las salchichas cortadas en la salsa y deja que esta espese durante 10-15 minutos a fuego mediano-alto. Observa que los trocitos de salchicha de pollo se ponen redonditos. Si deseas la salsa espesa, disuelve un poco de fécula de maíz con agua, o combinar una yema de huevo disuelta con un toque de limón justo antes de mezclarla con la pasta (cuidado, la salsa no puede estar demasiado caliente o el huevo se coagula). Pica la albahaca y la salvia. Truco: para cortar hierbas y que no se mustien, el movimiento de tu cuchillo debe ser de lado a lado. Lo último es queso parmesano abundante. Acompaña la pasta con un Chianti o un Pinot Noir californiano. Para absorber la amalgama de jugos que quede después del primer ataque, no hay nada mejor que una barra de pan rústico de la panadería francesa de Coral Gables.
Tan delicioso el mejunje que apenas pude sacar fuerzas para tomar esta foto:
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*De acuerdo a Alton Brown, creador del famoso cable de comida Food Network, el "spaghetti with meatballs" es un invento de inmigrantes italianos en EE.UU. a principios del siglo XX. **No hay mejor salsa que la que haces tú mismo. La de arriba es la mejor aproximación posible.
sábado, 23 de enero de 2010
Legislando revocando legislando revocando legislando
Hablando de balance de poderes, la corte suprema norteamericana acaba de subvertirlo. Fallar en contra de una opinión hecha consenso durante décadas, la única posible contención al poder de los grandes intereses. Ahora, como señala el presidente en su weekly address, el poder es el que manda en EE.UU. Corrijo al presidente: Siempre mandó, ahora manda abiertamente. Y volviendo al artículo del Times:
De acuerdo a la mayoría, la decisión 5-a-4 es una reivindicación de un principio básico de la Primera Enmienda de la libertad de expresión: que el gobierno no tiene potestad sobre la regulación del discurso político. Los disidentes dijeron que permitir que el dinero corporativo inunde la esfera política no hace más que corromper la democracia.
El pobre que la tiene clara es el magistrado Stevens. Así lo pone el artículo:
Apoyado por los otros tres miembros del ala liberal de la corte, el juez Stevens expresó que la mayoría había cometido un grave error confundiendo el discurso corporativo de la misma que la de los individuos.
Aunque cierta, para qué señalar la falacia. La corte suprema se ha politizado. De hecho, toda la bulla republicana durante la confirmaciòn de Sotomayor "los jueces interpretan, no legislan", suena ahora como ruído blanco. ¿Y qué es esto? Llamémoslo legislando revocando.
De acuerdo a la mayoría, la decisión 5-a-4 es una reivindicación de un principio básico de la Primera Enmienda de la libertad de expresión: que el gobierno no tiene potestad sobre la regulación del discurso político. Los disidentes dijeron que permitir que el dinero corporativo inunde la esfera política no hace más que corromper la democracia.
El pobre que la tiene clara es el magistrado Stevens. Así lo pone el artículo:
Apoyado por los otros tres miembros del ala liberal de la corte, el juez Stevens expresó que la mayoría había cometido un grave error confundiendo el discurso corporativo de la misma que la de los individuos.
Aunque cierta, para qué señalar la falacia. La corte suprema se ha politizado. De hecho, toda la bulla republicana durante la confirmaciòn de Sotomayor "los jueces interpretan, no legislan", suena ahora como ruído blanco. ¿Y qué es esto? Llamémoslo legislando revocando.
Pendiendo de la vida breve
1. A la niñita de cinco años le pendió la vida en mis manos, cuando en el Museo de Ciencias de Washington DC, el barullo se la tragó como un pececillo extraviado en la sección submarina. "¿Where’s my mommy?" Me agaché y le anudé los cordones, con la punta del abrigo rosado le limpié los mocos prometiéndole que la encontraríamos, que ahora mismo ella nos buscaba igualito. Esa niñita perdida me enseñó del poder ocular, el registro del lente humano: en ningún momento dejó la pequeñuela de otear vorazmente en la multitud ruidosa; ella la vio primero. De mis brazos a su madre en unos largos minutos –pececillo maestro. Así rescató para mí ciertos resortes internos: nunca lloró, alerta como un animalillo desprendido de la manada - ¿no somos todos acaso una niña extraviada, en lucha por la supervivencia? La entregué a una madre arrebatada y dichosa, herida cual fiera escindida.
2. Bebita, así le llamábamos a Elsa M. Guidi Silva, fue nuestra profesora de inglés de la niñez en La Habana de los 70; siendo sobrina de un agregado a la embajada en NY, había estudiado seis años en escuela norteamericana y su pronunciación era perfecta, su ademán delicado, la piel tostadita, el cabello negro rizado, ojos claros, y los labios, sobre todo la boca, hermosa de mirar deletreando las th anglosajonas o explicando la diferencia entre la sh y ch. Ahora que partió en el viaje eterno la evoco en el recuerdo -ahí está su permanencia en los nietos miamenses- nítida, llenita, sobrándole delicadeza y dedicación didáctica traídas con aquellas ediciones gastadas, graciosamente ilustradas de Inglés I, II.
3. Tres semanas de sustos y emergencias: Flat line en el electrocardiograma que el cardiólogo pone en mis manos: 30 segundos de línea lisa –intervalo de latidos flojos- 8 segundos -intervalo- 3 segundos más de línea lisa…y el corazón de mi madre recupera su ritmo precariamente, mientras el equipo médico la lleva urgentemente a la mesa de operaciones: un marcapaso de inmediato, medicinas a la vena y un pensamiento feroz, sigiloso como saeta hurgando en la mismísima herida de su pecho. Pendiente yo, asmática, sobremedicada y exhausta -motivos del corazón desbordado y abismal.
4. Desde mi iphone, borro inmisericorde los saludos genéricos en facebook, y espanto de un manotazo metafórico la vulgar insolencia de un orangután que vocifera a mi espalda en la cola, empujándome con la barriga (vientre tienen los sensibles y vulnerables, y las jovencitas): si usted va terminar siendo uno de los comensales del Palacio de los jugos de la 57 y Flagler, que lo que pretende es comerse una completa, eructar sin recato, tirarse tres pedos públicos, cagar luego y refocilarse después de la novela de las 7pm, usted no le ofrece nada a mi vida; o si usted sube a facebook seis videos de you tube (¡seguidos!) y reporta cualquier menudencia insípida, pacotilla, sin fuego, sin urgencia de vida ni vuelo poético, usted no me resulta interesante -paso de usted. Pero están los que poetizan el desfalco, los que buscan la reflexión de la noticia, dejar algo, la concordia o la irreverencia creativa, los hay quienes alimentan la llama y quienes escogen las palabras como alhajas, pendientes de la vida breve. Sobrecargados facebook y el correo electrónico por deseos en serie, felicitaciones genéricas (sin dudar de las buenas intenciones de quien me envía un corazoncito florido, o un perrito con una colchita por arriba) descuelgo mi atención sobre el asunto. Amante de las palabras y el santo significado, huyo de la avalancha -corro a desdecirlas, a decir otra cosa. ¿No sienten que se debilita la transmisión? Hace años por ejemplo que no digo I love you a los seres que me inspiran campasión –paso de la baba sentimental. ¡Y del horror a no poder nadar nuevas aguas semánticas!
viernes, 22 de enero de 2010
Sí soy Brindis de Salas, ¡pero me muero!
Excelente post de Javier de Castro Mori en su Memorandum Vitae, sobre el violinista negro Brindis de Salas.
¿Qué haremos con esta herencia de dolor?
Wendy Guerra
(Ilustración: Cecilia Edefalk, Otro movimiento, 1990).
Lo que usted no vio
Encontrar viene de nunca haber tenido
O de recuperar lo conocido
Hallar entre las pérdidas
La cicatriz recuerda tu nombre
La profundidad de esta tajada
no es dibujo visible.
Lo que no te dejo ver
Ella se abre paso disfrazada
Riendo borrando daños
Lleva la cicatriz como arma en el abrigo
¿Qué hará con su herencia de rostros?
Hija de todos Mujer de nadie
Paga las cuentas de sus padres
Posa cruza las piernas cambia el tema
¿Qué haremos con esta herencia de dolor?
Ese rictus que aparece en su fotografía.
(Ilustración: Cecilia Edefalk, Otro movimiento, 1990).
Lo que usted no vio
Encontrar viene de nunca haber tenido
O de recuperar lo conocido
Hallar entre las pérdidas
La cicatriz recuerda tu nombre
La profundidad de esta tajada
no es dibujo visible.
Lo que no te dejo ver
Ella se abre paso disfrazada
Riendo borrando daños
Lleva la cicatriz como arma en el abrigo
¿Qué hará con su herencia de rostros?
Hija de todos Mujer de nadie
Paga las cuentas de sus padres
Posa cruza las piernas cambia el tema
¿Qué haremos con esta herencia de dolor?
Ese rictus que aparece en su fotografía.
¿La ira?
Foto de Roberto Poveda de la serie Manos de guayasamín, por Delio Regueral.
jueves, 21 de enero de 2010
miércoles, 20 de enero de 2010
Mientras sacudía el polvo
Amílcar Barca
Retiré la suciedad de los anaqueles y de varios objetos que en ella reposaban: una foto con mi mujer junto al Sena, tres títeres diminutos (un pirata tuerto, un demonio ladino y con los labios untados de carmín, una luna menguante). Con menos partículas de mugre alrededor, se encuentran un reloj minutero de cocina y una pequeña escultura de Angel Vapor llamada “El perro”. Más atrás, en una fotografía en blanco y negro, estamos mi padre y yo en bañador, esperando que la espuma del mar allane nuestros pies en la playa de la Barceloneta. “Ahora que no estás, papá, me doy cuenta que tus rasgos los he heredado en mi rostro”, me dije taciturno mientras contemplaba el tizne en el trapo de limpieza. Y así, huyendo de la muerte en mis pensamientos, miré aquella cara de simpático que ponemos todos frente a un retrato veraniego. Abrí google. Puse muerte en la barra de contenidos y brotaron los siguientes resultados por orden de aparición: la muerte no es el final, la muerte tenía un precio, la muerte y la doncella, la muerte de Michael Jackson, la muerte un amanecer, la muerte de Superman... Si abordamos la enumeración, con respecto a la primera, reviví este sentimiento absurdo y egocéntrico del ser humano de querer mostrarse siempre imperecedero; esta esperanza tan judeocristiana de que hay un paraíso en la nada. Respecto a la segunda, pensé que del viejo Clint Eastwood, que tan magníficamente había interpretado a las órdenes de Sergio Leone el título de esta película, hoy habita a las puertas de otro cielo.
En cuanto al cuarteto de cuerda no 14 en re menor de Shubert, llamado “La muerte y la doncella”, me acordé del allegro inocente y pastoril del primer movimiento, contrastado con el segundo, más lúgubre y romántico (Shubert tenía sífilis en aquella época). En el siguiente, si descontamos Thriller, que habla de los, zombies -muertos vivientes-, Jackson me ha interesado poco en vida. En cambio, poder sentir la muerte al alba, entre caballos andaluces y ríos que han sido espejo en el poema lorquiano, el amanecer te regresa a la oscuridad: Noche de cuatro lunas/ y un solo árbol/en la punta de una aguja/está mi amor ¡girando! Cuando llegué a Supermán, honestamente, no acudió a mi memoria Christopher Reeve ni su impecable trayecto como ser humano, sino mi padre, es decir, el antihéroe. Tendido en el cama del hospital, con el hígado ya reventado por la ginebra y las mezclas de coñac y café al mediodía. Aquel ser que se carcajeaba de sí mismo y del mundo ordenado. Seductor, profeta, parlanchín... Que hablaba de su propia muerte mientras degustaba un estofado de rabo de toro y un vino tinto... Aquel bonachón le tenía cogida yo mi mano mientras la agonía ascendía. Cuando finalmente se detuvo su aliento, la muerte, siguió en mi memoria para siempre, y hoy, sin más tragedia ni melindres, al mismo tiempo que hago las tareas del hogar y ordeno mis valores sobre el devenir, me acompaña mientras sacudo el polvo de la casa.
lunes, 18 de enero de 2010
Sólo la luz
domingo, 17 de enero de 2010
¿Intolerancia... madurez?
Alfredo Triff
La pancarta de la I-95 con la foto de los Van Van es la base del artículo de Arturo Arias Polo y Juan Tamayo para el Nuevo Herald. Es mucho de lo mismo: si deben o no venir artistas de Cuba. A otro con ese cuento. Siempre han venido. Acaso el punto ahora, con un nuevo presidente, es si deben venir "tan abiertamente". El artículo explica -superficialmente- las razones que pueden tener los Chuchos y Omaras de Cuba para venir y cantar en Miami: prestigio, ver la familia, buscarse un billetico extra, y cómo mucho de estos artistas viven vidas dobles* (cierto, pero eso ya es una elección de cada cual). Lo que estamos hablando es si esos artistas cubanos deben o no tocar para el público miamense -que de paso no es sólo cubano.
El caso Omara es para morirse de la risa. Cuando a la conocida cantante se le pregunta en un reciente video si había firmado o no la carta del fusilamiento de los jóvenes y el encarcelamiento de los disidentes en 2003, le da ataque de Alzheimer y se hace la boba diciendo que no sabía lo que había firmado y a meter forro cantando boleros. O la declaración babieca de Formell en el concierto Juanes haciéndose el duro. Patético, pero el asunto que está en juego ahora es la libertad de expresión. Vivimos en los Estados Unidos, un país donde se practica la tolerancia. Hay otra razón poderosa: El prestigio del exilio, su madurez política. El acatamiento de los principios democráticos de la sociedad abierta. En ese espacio político las reglas del juego deben ser ejemplares. El argumento del sufrimiento no funciona ya como palanca para suspender un concierto de fulano o mengano. El que ha sufrido debe comprender que su sufrimiento no puede ser más poderoso que el prestigio mismo del exilio de que es parte. Sé que es difícil con nuestra pesada herencia procerista/castrista llevar eso a cabo, pero nos debemos esa toma de conciencia.
_________
*¿Vida doble? Tener que meterse uno la descarga procerista/castista de la dirigencia gerontocrática de los Castro a cada hora y con la cara sonriente. Ya eso es de campeonato.
sábado, 16 de enero de 2010
Bola al Bola
Homenaje a Bola de Nieve (1911-1971) from Memoria de Cuba on Vimeo.
Negritud, música y glamour. El performance del Bola es un pasaje en primera clase para que Cuba recorra el mundo. Como lo fueron Rita, Lecuona, el Benny o Celia. Sí, señor, así con alcance semejante. Y con la misma intensidad en la diferencia. Para mí, particularmente, el Bola es de los pocos intérpretes que podía ser sentimental sin abandonar la sonrisa. Gracias a Memoria de Cuba por esta joyita. Gracias a nuestro amigo Amilcar Barca por invocarlo. (JR)
De cómo mataba el tiempo durante las ociosas y largas horas de esos voluptuosos días pasados junto a mi madre y mis hermanos
Ramón Alejandro
Se daba también la curiosa casualidad de que fuera precisamente ese lugar el mismo en donde mi madre me diera de comer aquellas sabrosísimas tortillas de huevo, cebolla y papa. Bebiendo ese refresco llamado Orange Crush, que era de un color tan intensamente anaranjado que manchaba la ropa, y que venía en una extraña botella acanalada de vidrio muy oscuro. Porque ese refresco se podía llegar a poner de un colorido eléctrico casi fosforescente. Cuando al revolverlo con leche condensada usando una cuchara que uno se chupaba después para aprovechar bien hasta la última gotica toda la dulzura de esa densa substancia que permanecía aún adherida a su frío metal. Todo esa elaboración alquímica se me antojaba algo maravillosamente artificial, moderno y nunca antes visto. Algo vagamente usurpado al extranjero, y bastante exaltante.
Tan extraño a los procedimientos habituales y a las substancias y materias corrientes que de costumbre me rodeaban. Que hundiéndome en una profunda ensoñación me hacía creerme a punto de estar accediendo a una espontánea iniciación personal a los misterios de esa escandalosa modernidad venida del Norte. Ese país desde donde nos estaban llegando por aquel entonces tantos nuevos materiales plásticos, automóviles de audaz diseño y muñequitos de Flash Gordon volando dentro de naves espaciales por planetas de otros sistemas solares. Infinitamente ocultos en el seno del helado abismo sideral que se abría en descomunal bostezo entre de las más lejanas e insospechadas galaxias.
En esos días de ocio yo mataba el tiempo restregando lascivamente mi barriguita sobre la arena de la playa. Vacilando al mismo tiempo a los varoncitos de mi misma edad con quienes jugueteaba a veces. Y también a algunos mayorcitos que ya estaban echando sus pelitos dentro de esa hendidura que se les abría sobre el mismo hueso del esternón, entre sus ya abultados músculos pectorales. Allí yo le daba candela por detrás al caracol prestado en el que se metían los macaos para hacerlos salir despavoridos de su concha ricamente nacarada por dentro.
Viéndoles bien detenidamente como aquel vientre blando y blancuzco se exponía obscenamente a los ardientes rayos del sol habanero. Porque esos macaos eran unos inquilinos oportunistas que se colaban por cuenta propia en cualquier caracol abandonado por su original artífice creador. Y siendo simples moluscos ya habían inventado la manera de alojarse sin pagar alquiler, como suelen hacer ciertos seres humanos. Allí mismo era donde contemplaba a los bancos de majúas que se cobijaban a la sombra de aquella glorieta en la que los músicos se ponían de vez en cuando a tocar viejas melodías que nos ponían melosos. Porque melodía, miel y meloso tienen algo que ver con la música que nos endulza el alma. Con el melao de la caña que es prieto como los morenos que endulzan la raza cubana con el terciopelo de su epidermis rebosante de melatonina. Que Melania quiere decir la negra. Y demasiado se asemejan los vocablos que en griego designan a la música, y a lo negro, para que tanta semejanza resulte gratuita y no signifique algo importante a un nivel muy profundo. A lo mejor es el sentido oculto de esa misteriosa noche que junto con Cuba eran las dos novias del poeta. Música, noche y cuerpo de la Isla negra como el humus que sustenta la vegetación que nos nutre, ese mismo humus que finalmente nos devora.
Se daba también la curiosa casualidad de que fuera precisamente ese lugar el mismo en donde mi madre me diera de comer aquellas sabrosísimas tortillas de huevo, cebolla y papa. Bebiendo ese refresco llamado Orange Crush, que era de un color tan intensamente anaranjado que manchaba la ropa, y que venía en una extraña botella acanalada de vidrio muy oscuro. Porque ese refresco se podía llegar a poner de un colorido eléctrico casi fosforescente. Cuando al revolverlo con leche condensada usando una cuchara que uno se chupaba después para aprovechar bien hasta la última gotica toda la dulzura de esa densa substancia que permanecía aún adherida a su frío metal. Todo esa elaboración alquímica se me antojaba algo maravillosamente artificial, moderno y nunca antes visto. Algo vagamente usurpado al extranjero, y bastante exaltante.
Tan extraño a los procedimientos habituales y a las substancias y materias corrientes que de costumbre me rodeaban. Que hundiéndome en una profunda ensoñación me hacía creerme a punto de estar accediendo a una espontánea iniciación personal a los misterios de esa escandalosa modernidad venida del Norte. Ese país desde donde nos estaban llegando por aquel entonces tantos nuevos materiales plásticos, automóviles de audaz diseño y muñequitos de Flash Gordon volando dentro de naves espaciales por planetas de otros sistemas solares. Infinitamente ocultos en el seno del helado abismo sideral que se abría en descomunal bostezo entre de las más lejanas e insospechadas galaxias.
En esos días de ocio yo mataba el tiempo restregando lascivamente mi barriguita sobre la arena de la playa. Vacilando al mismo tiempo a los varoncitos de mi misma edad con quienes jugueteaba a veces. Y también a algunos mayorcitos que ya estaban echando sus pelitos dentro de esa hendidura que se les abría sobre el mismo hueso del esternón, entre sus ya abultados músculos pectorales. Allí yo le daba candela por detrás al caracol prestado en el que se metían los macaos para hacerlos salir despavoridos de su concha ricamente nacarada por dentro.
Viéndoles bien detenidamente como aquel vientre blando y blancuzco se exponía obscenamente a los ardientes rayos del sol habanero. Porque esos macaos eran unos inquilinos oportunistas que se colaban por cuenta propia en cualquier caracol abandonado por su original artífice creador. Y siendo simples moluscos ya habían inventado la manera de alojarse sin pagar alquiler, como suelen hacer ciertos seres humanos. Allí mismo era donde contemplaba a los bancos de majúas que se cobijaban a la sombra de aquella glorieta en la que los músicos se ponían de vez en cuando a tocar viejas melodías que nos ponían melosos. Porque melodía, miel y meloso tienen algo que ver con la música que nos endulza el alma. Con el melao de la caña que es prieto como los morenos que endulzan la raza cubana con el terciopelo de su epidermis rebosante de melatonina. Que Melania quiere decir la negra. Y demasiado se asemejan los vocablos que en griego designan a la música, y a lo negro, para que tanta semejanza resulte gratuita y no signifique algo importante a un nivel muy profundo. A lo mejor es el sentido oculto de esa misteriosa noche que junto con Cuba eran las dos novias del poeta. Música, noche y cuerpo de la Isla negra como el humus que sustenta la vegetación que nos nutre, ese mismo humus que finalmente nos devora.
viernes, 15 de enero de 2010
Update: La crisis haitiana al borde del caos
Se necesita ayuda desesperadamente.
El Gobierno de Haití calcula de la cifra de muertos a causa del terremoto del pasado martes podría alcanzar los 200.000, según ha informado el ministro del Interior haitiano, Paul Antoine Bien-Aime. "Ya hemos recuperado cerca de 50.000 cuerpos y anticipamos que la cifra de muertos se situará entre los 100.000 y los 200.000, aunque nunca sabremos el número exacto", ha dicho Bien-Aime. Poco antes, el secretario de Estado de Seguridad Pública de Haití, Aramick Louis, aseguraba que ya se han enterrado 40.000 cadáveres.
De la Nuez en su blog sobre Barcelona-Sahara ciudad-desierto:
Aquí interesa, más que el territorio, la extraterritorialidad. Más que la identidad, la extrañeza. Más que la patria, la condición expatriada: tanto de los que han dejado de tenerla como de esos que no han llegado a tenerla. En su nostalgia por la ausencia y en su nostalgia por la carencia. Esas dos situaciones históricas tan distintas, expresadas sin embargo con síntomas tan parecidos.
Aquí interesa, más que el territorio, la extraterritorialidad. Más que la identidad, la extrañeza. Más que la patria, la condición expatriada: tanto de los que han dejado de tenerla como de esos que no han llegado a tenerla. En su nostalgia por la ausencia y en su nostalgia por la carencia. Esas dos situaciones históricas tan distintas, expresadas sin embargo con síntomas tan parecidos.
masas negras sobre el polvo blanco
om ulloa
imagen:emil alzamora
nieva, detrás de los cristales nieva y nieva... y sucede con esa indiferencia propia de la naturaleza. en quiebra sí, pero nos sigue dominando con su fuerza contundente, como madre al fin. aspiro y huelo el hielo seco que ha de ser resbaloso que desde la ventana vislumbro. el polvo blanco, sucio y denso me recuerda una vida entera fuera de lugar. y tú una naturaleza muerta empanizada de carne, untada de grasa, salpicada de sensaciones pero olvidada prematuramente en la página de un libro cerrado. es la voz de siempre, protestona. no le hago caso ni ella a mí. así convivimos en una cotidianidad asimétrica y moderna.
pongo el ipod en shuffle y de pronto la voz del beny me vocifera que "no hay tierra como la mía...". deduzco que tiene tanta razón, pero que ningún motivo ni argumento sería válido para justificarlo en este momento. aquí, detrás de las persianas siento el friecillo que se cuela por las grietas. son brisas del norte de la otra tierra, patria aún más. es enero de la segunda década del siglo 21, ¿qué te parece? y yo sigo aquí.
pasa el autobús y veo las cabezas negras de siluetas quietas bajo la luz blanca. corren los autos y trazan sus gomas diseños industriales en el asfalto espolvoreado. en la gasolinera de la esquina apenas hay coches y aun menos gente. la luz rojiza de sus letreros tiñe la nieve de un rosa pálido y las banderas izadas en el techo crean destellos entre farol y farol. "sabes, te voy a confesar algo", me dijo aquélla en una noche nevada de frío de enero mientras ponía un disco de bola de nieve en el "estéreo". se esparció la melodía con la rapidez de un disfrazado tú no sospechas... las emociones que se van desatando...". en aquel amplio espacio trinó el tren que pasó entonces chisporroteando por la ventana del oeste justo cuando el piano se entristeció un toque más que la voz del elegante Ignacio. y se hizo una pausa. fue la interminable interrupción. hubo lentitud y tardanza y todo lo demás se desencadenó demasiado rápido. sí, protesta la voz que ya es casi mía. hubo el mismo silencio de duración que continúa hoy allá fuera, en la calle. la nieve como grupo fónico y yo aquí dentro, el signo ortográfico que lo representa indefinidamente: pausa...
cambia una vez más la canción del ipod y yo-yo ma acaricia las cuerdas de
bodas de prata & quatro cantos. unas cuantas bodas de planta descuartizadas guardo en cada dedo anular, le digo a la escultura que me mira con sus achinados ojitos africanos. aliviada por la falta de respuesta me siento en la chaise lounge roja a imaginarme masas negras sobre la nieve blanca. porque tiene que haber contraste. se revuelcan revoltosas y dichosas, masas que no son sombras. porque aquí, en este momento, no se permiten las sombras. las masas tienen manos con guantes, pero están desnudas y son gordas con enormes dientes blancos y rostros casi azul prusia. después de mucho jaleo caen desechas en el polvo blanco esfumándose como líneas de coca sobre un espejo. me río, o nos reímos, todos los que habitamos la sala en penumbras de este presente continuo. sigue sonando la musiquita constante y cambiante. nada fijo; nada eterno; todo sigue su ritmo. como debe ser.
jueves, 14 de enero de 2010
La tragedia haitiana: Update
En Huffington Post:
Cuando se trata de los desastres naturales, Haití se lleva el premio: Es una combinación de factores: geografía, pobreza, problemas sociales, mala construcción... y mala suerte. Haití es realmente el peor caso de desastre del hemisferio occidental", dijo Richard Olson, profesor de la Universidad Internacional de Florida que dirige el Departamento de Reducción de Riesgos del proyecto de las Américas.
La lista de las catástrofes del siglo XXI: el devastador terremoto de esta semana. Cuatro tormentas tropicales con un saldo de 800 muertos en 2008. Huracanes en 2005 y 2004. Inundaciones en 2007, 2006, 2003 (dos veces) y 2002.
Algo paso hace tiempo en Haití, la gente no quiere hablar de eso. Estaban dominados por los franceses, y se juntaron e hicieron un pacto con el diablo... le dijeron “te serviremos si nos sacas este yugo”. El diablo los complació... pero desde entonces tienen la maldición… una maldición después de otra. (…) Lo que tienen que hacer los haitianos es arrepentirse y entrar por el camino de Dios.-- Pat Robertson.
Lugares en Miami para envío de ayuda a Haití
Para recibir ayuda no perecedera:
Steven P. Clark Center
111 NW Frist St.
Biblioteca principal del condado
101 W. Flagler St.
Bibliotecas regionales:
• Kendall, 10201 Hammocks Blvd
• West Dade, 9445 Coral Way
• South Dade, 10750 SW 211th St.
• North Dade, 2455 NW 183rd St.
Haitian Relief Task Force está pidiendo baterías, linternas, cajas de primeros auxilios, frazadas, arroz, granos, harina, sal y medicamentos para Haití. Donaciones en:
• St. Paul of the Martyrs of Haiti,
305-758-8546,
6744 N. Miami Ave.
• Miami Georges William Enterprises,
305-576-7768,
4584 NE Second Ave., Miami
• Haitian Woman of Miami office,
305 756 8080,
8320 NE Second Ave., Miami
• Midas Lending Corp.,
305-899-2727,
822 NE 12th St., Suite 109, Miami.
• Cualquier sede del Bank of America.
Garmon Construcction Corporation está recibiendo donaciones de alimentos enlatados, arroz, harina, sal, aceite de cocina, medicamentos, granos, agua potable, compotas para bebé, baterías y frazadas en:
• Garmon Construcction Corporation
7315 NW 36 Street, Segundo Piso,
305-418-4623
Para más información: www.fanm.org y www.hagcoalition.freehosting.net
O llama a la Cruz Roja Americana al 800-HELP-NOW y visita www.redcross.org
Steven P. Clark Center
111 NW Frist St.
Biblioteca principal del condado
101 W. Flagler St.
Bibliotecas regionales:
• Kendall, 10201 Hammocks Blvd
• West Dade, 9445 Coral Way
• South Dade, 10750 SW 211th St.
• North Dade, 2455 NW 183rd St.
Haitian Relief Task Force está pidiendo baterías, linternas, cajas de primeros auxilios, frazadas, arroz, granos, harina, sal y medicamentos para Haití. Donaciones en:
• St. Paul of the Martyrs of Haiti,
305-758-8546,
6744 N. Miami Ave.
• Miami Georges William Enterprises,
305-576-7768,
4584 NE Second Ave., Miami
• Haitian Woman of Miami office,
305 756 8080,
8320 NE Second Ave., Miami
• Midas Lending Corp.,
305-899-2727,
822 NE 12th St., Suite 109, Miami.
• Cualquier sede del Bank of America.
Garmon Construcction Corporation está recibiendo donaciones de alimentos enlatados, arroz, harina, sal, aceite de cocina, medicamentos, granos, agua potable, compotas para bebé, baterías y frazadas en:
• Garmon Construcction Corporation
7315 NW 36 Street, Segundo Piso,
305-418-4623
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O llama a la Cruz Roja Americana al 800-HELP-NOW y visita www.redcross.org
miércoles, 13 de enero de 2010
LA CRISIS HAITIANA: Update
El País: "No podemos dar cuidado adecuado a los heridos y atrapados debajo de los escombros".
"Los edificios más importantes han desaparecido, bloques enteros de varios pisos están en el suelo y un supermercado muy conocido, reducido a ruinas", ha contado la italiana Fiammetta Cappellini a la agencia Europa Press.
Decenas de miles han muerto: "El parlamento destruido, la casa de colección de impuesto destruido, los hospitales destruidos".
De mudanzas y voces
Cristina Fernández
(Foto de Ena Columbié, tomada de Cuba Inglesa)
Apenas llevo unos meses trabajando en una galería cuando me avisan que me llevarán para una tienda de ropas. Acomodo mi pensamiento a la idea de la transferencia; no será fácil, me advierto. Ya comenzaba a sentirme protegida por los destellos del óleo que no unge pero conforta, aún cuando las obras no pasen de meras insinuaciones para aparear con sofás. Una fotografía del carnaval de Venecia me recuerda que acá la mascarada dura casi todo el año. El verdadero rostro pocos lo arriesgan. Pasa alguien que reconozco y le extiendo un saludo. Hablamos de lo obvio, las bajas temperaturas, lo bien que se venden los accesorios de Romero Britto (fabricados en China), y entonces me dice que Carlos Barrios está mudando su tienda. “¿Agartha City se muda?”. “Sí, bien lejos. Ya sabes, la renta”. Qué poco duró la fascinación de ese espacio para mí, mitad bazar de antigüallas y orientalismo, mitad librería, donde Carlos emprendió algunas reuniones en torno a la escritura. En esa arca, compartiendo espacio las divinidades, los patriarcas, los incensarios y los mandalas, me reencontré con la Gitana, transplantada de la Habana Vieja a Hialeah; un personaje común a la vida bohemia que se dio cita en la Casa del tango en los años noventa y que asoma en uno de mis cuentos de esa época. Allí, al amparo de sus pinturas no hechas para agradar, conversé con Barrios sobre las casas hechizadas de Miami y de cómo su cuerpo, curtido en la Poesía, era casa de tránsito para espíritus y voces ajenas.
En ese cenáculo conocí al pintor Alejandro Lorenzo, al poeta Rodrigo de la Luz, a Elena Tamargo, esa mujer única que en una noche nos leyó fragmentos de una novela en construcción. Custodiados por bodhisatvas de madera de cerezo y figuras del teatro de sombras de Bali, nos sentamos a escuchar a Elena, quien no titubea al hablar de la vida y del dolor, de la hermeneútica, del exilio y su transposición. Una tienda se muda, abren otra nueva. Me mudan a la nueva. Se mudarán a la que cierra. Se cerrarán a la que muda. Las escrituras antiguas ya dijeron todo lo posible sobre la impermanencia. Los periódicos de hoy hablan de la crisis, las crisis, las múltiples crisis. Pero Elena, de su propia voz dijo aquella noche mientras leía: “La constancia es más fuerte que el destino”. Yo la repito bien bajo, no vaya a ser que algún ladrón de saber se la lleve y deje un espacio en blanco en la novela por venir. Lo que no sería justo pues esa frase, con todos sus quilates, debe llegar a todos, debe amparanos de tanto buen empeño que se escurre.
(Foto de Ena Columbié, tomada de Cuba Inglesa)
Apenas llevo unos meses trabajando en una galería cuando me avisan que me llevarán para una tienda de ropas. Acomodo mi pensamiento a la idea de la transferencia; no será fácil, me advierto. Ya comenzaba a sentirme protegida por los destellos del óleo que no unge pero conforta, aún cuando las obras no pasen de meras insinuaciones para aparear con sofás. Una fotografía del carnaval de Venecia me recuerda que acá la mascarada dura casi todo el año. El verdadero rostro pocos lo arriesgan. Pasa alguien que reconozco y le extiendo un saludo. Hablamos de lo obvio, las bajas temperaturas, lo bien que se venden los accesorios de Romero Britto (fabricados en China), y entonces me dice que Carlos Barrios está mudando su tienda. “¿Agartha City se muda?”. “Sí, bien lejos. Ya sabes, la renta”. Qué poco duró la fascinación de ese espacio para mí, mitad bazar de antigüallas y orientalismo, mitad librería, donde Carlos emprendió algunas reuniones en torno a la escritura. En esa arca, compartiendo espacio las divinidades, los patriarcas, los incensarios y los mandalas, me reencontré con la Gitana, transplantada de la Habana Vieja a Hialeah; un personaje común a la vida bohemia que se dio cita en la Casa del tango en los años noventa y que asoma en uno de mis cuentos de esa época. Allí, al amparo de sus pinturas no hechas para agradar, conversé con Barrios sobre las casas hechizadas de Miami y de cómo su cuerpo, curtido en la Poesía, era casa de tránsito para espíritus y voces ajenas.
En ese cenáculo conocí al pintor Alejandro Lorenzo, al poeta Rodrigo de la Luz, a Elena Tamargo, esa mujer única que en una noche nos leyó fragmentos de una novela en construcción. Custodiados por bodhisatvas de madera de cerezo y figuras del teatro de sombras de Bali, nos sentamos a escuchar a Elena, quien no titubea al hablar de la vida y del dolor, de la hermeneútica, del exilio y su transposición. Una tienda se muda, abren otra nueva. Me mudan a la nueva. Se mudarán a la que cierra. Se cerrarán a la que muda. Las escrituras antiguas ya dijeron todo lo posible sobre la impermanencia. Los periódicos de hoy hablan de la crisis, las crisis, las múltiples crisis. Pero Elena, de su propia voz dijo aquella noche mientras leía: “La constancia es más fuerte que el destino”. Yo la repito bien bajo, no vaya a ser que algún ladrón de saber se la lleve y deje un espacio en blanco en la novela por venir. Lo que no sería justo pues esa frase, con todos sus quilates, debe llegar a todos, debe amparanos de tanto buen empeño que se escurre.
martes, 12 de enero de 2010
Sacar el dinero de los grandes bancos
¿Por qué la banca wallstreetiana se cree tan omnipotente, a qué viene su arrogancia? Es que tienen tu billete. La vanidad tiene el límite del retiro de tus ahorros depositado en sus arcas. La idea de sacar el dinero de los grandes bancos y ponerlo en instituciones locales tiene sentido. En definitiva lo de los bancos es un descaro: "No pagan nada por depósitos, nos cobran 29% por las tarjetas de crédito, y utilizan las ganancias para cabildear por sus intereses."
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