Nueva York va convirtiéndose en tradición, en gran medida por la generosidad de los amigos que ponen casa. Las visitas de rigor a sus museos, caminatas interminables mirando hacia arriba, colándonos en los vestíbulos para constatar una interioridad como un cuerpo, marcando los edificios visitados en el libro: el chandelier Lalique del Ritz, la terminal Grand Central con su bellísimo restaurant, los elevadores preservados del Waldorf, el vestíbulo del restaurado Grammercy Park Hotel, la larga caminata con el parque a la derecha por Central Park West, contemplando joyas como el Dakota, el San Remo o el Majestic, la visita al Seagram de Mies, nuestro diario camino a Barnes & Noble por toda la 14, cruzando el esbelto Flatiron. Vamos a Nueva York a ojear libros sobre Nueva York, horas en lo que se desprende, tocando paredes, respirando parques, correteando el metro tras un tren que nos cierra las puertas en la cara. Esta vez con Francis Bacon en el MoMA: almas cóncavas, cuerpos hollados de color en el ring, seno estrujado contra el vidrio del ojo, sangre sobre la losa del baño, dos tajadas de cabeza para el mismo perfil del amante suicida, brochazos arrojados en el canvas, con tal fuerza sagrada. “Nueva York se está poniendo vieja”-dice A., mientras la contemplábamos desde el puerto de Hoboken, sus lucecitas intermitentes duplicadas en el Hudson cual culebra eléctrica. Ciudades jóvenes son ahora Beijing, Taipei, Hong Kong, Tokio…, allí donde se construyen rascacielos recién estrenaditos y se dan tan monumentales como alternativas proliferaciones urbanas. Duele que Nueva York sea una dama mutilada.
sábado, 12 de septiembre de 2009
NY, dama mutilada
Nueva York va convirtiéndose en tradición, en gran medida por la generosidad de los amigos que ponen casa. Las visitas de rigor a sus museos, caminatas interminables mirando hacia arriba, colándonos en los vestíbulos para constatar una interioridad como un cuerpo, marcando los edificios visitados en el libro: el chandelier Lalique del Ritz, la terminal Grand Central con su bellísimo restaurant, los elevadores preservados del Waldorf, el vestíbulo del restaurado Grammercy Park Hotel, la larga caminata con el parque a la derecha por Central Park West, contemplando joyas como el Dakota, el San Remo o el Majestic, la visita al Seagram de Mies, nuestro diario camino a Barnes & Noble por toda la 14, cruzando el esbelto Flatiron. Vamos a Nueva York a ojear libros sobre Nueva York, horas en lo que se desprende, tocando paredes, respirando parques, correteando el metro tras un tren que nos cierra las puertas en la cara. Esta vez con Francis Bacon en el MoMA: almas cóncavas, cuerpos hollados de color en el ring, seno estrujado contra el vidrio del ojo, sangre sobre la losa del baño, dos tajadas de cabeza para el mismo perfil del amante suicida, brochazos arrojados en el canvas, con tal fuerza sagrada. “Nueva York se está poniendo vieja”-dice A., mientras la contemplábamos desde el puerto de Hoboken, sus lucecitas intermitentes duplicadas en el Hudson cual culebra eléctrica. Ciudades jóvenes son ahora Beijing, Taipei, Hong Kong, Tokio…, allí donde se construyen rascacielos recién estrenaditos y se dan tan monumentales como alternativas proliferaciones urbanas. Duele que Nueva York sea una dama mutilada.
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5 comentarios:
nos levantamos estremadamente poetica hoy mi queridisima flaquis! k t esta cocinando mi socio ultimamente? el niapolis de ustedes esta en algo!
Lindo to post sobre New York Rosie! Te mando un beso desde ahi mismito!
Isa
New York como la de Milo, aunque sin brazos, sigue siendo Afrodita.
rosie:
bello y nostálgico escrito, me parece estar ahí ahora mismo.
un beso
Rosie, esto nos pone "in a NY state of mind".
Gracias por pasar anoche -estabas pepillosa- y a Triff por regalarme ese agudo texto para el catálogo.
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