El NYTimes saca la versión del crítico Slavoj Zizek de los acontecimientos en Irán (dale abajo hasta la entrada de las 2:30pm):
El color verde de los seguidores de Mousavi seguido de gritos de "Alá Akbar" desde los techos de Teherán en la oscuridad de la noche, indican que este levantamiento es como una vuelta a los sucesos de la revolución de Jomeini de 1979. Es como un volver a las raíces de la revolución después que el proyecto utópico destruído por la corrupción.* Este regreso a las raíces no es sólo programática; se trata de un modo de actividad de la multitud: la unidad del pueblo que lo abarca todo. La solidaridad casi unánime, la auto-organización creativa, la improvisación de las maneras de articular la protesta, la mezcla de espontaneidad y disciplina (como por ejemplo) aquella ominosa marcha de miles de personas en completo silencio. Nos enfrentamos a un verdadero levantamiento popular. En primer lugar, Ahmadinejad no es héroe de los islamistas pobres en lo absoluto, sino un islamo-fascista populista corrupto, especie de Berlusconi iraní, cuyas payaserías, unidas a una despiadada política de poder, está causando malestar incluso entre la mayoría de los ayatolas. Su demagógica distribución de migajas a los pobres (no nos engañemos) es puro teatro. Detrás de él están los órganos de la represión policial y los "nuevos ricos", el resultado de la corrupción del sistema (hablo de la la Guardia Revolucionaria de Irán que hoy en día es una mega-empresa). Para decirlo en términos freudianos, el actual movimiento de protesta es el "retorno de lo reprimido" de la revolución de Jomeini.
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*La lectura de Zizek se me hace demasiado romántica. "Lo reprimido" a que Zizek se refiere también debiera incluir los excesos saturninos de esa revolución iraní, a no ser que el inconsciente de la revolución se tornara -súbita y particularmente- selectivo.