Hay ecos que operan desde la periferia. Rostros en la multitud, aislados, itinerantes, observadores letárgicos de la fiebre citadina. Recabuchadores mediáticos, operadores de la inercia. Cuando el bullicio mengua qse manifiesta la pulsión, la ceguera de ver más, verlo todo hasta el último detalle. Cuando el ojo se fatiga, ha de haber luz y lente que agigante la fugaz impresión de quien regale el sesgo de una furtiva mirada. Entonces cunde el peligro.