El caso PDgate

Jesús Rosado

¿Será acaso la primera vez que se aplica el sufijo “gate” en el mundo de la blogosfera para calificar un modelo de proceder instrumentado ya entre los párrafos de El Príncipe, la obra doctrinal de Maquiavelo? Fue precisamente el célebre florentino quien resumiría en el fragmento de una conocida carta, el sustrato sobre el cual se asentaría las turbias prácticas públicas de la modernidad cuando explicaba tendenciosamente a su destinatario "desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla”. Pero, sobre todo, qué triste de nuevo toparse a un compatriota involucrado en un cabrón “shitgate” tras la aparición de la inculpadora smoking gun de mano del ex confidente que se ha sentido atropellado y -si le damos crédito al contenido de la mensajería electrónica revelada- no sólo se vio desconsiderado en lealtad, sino evidentemente golpeado por el menosprecio y la arrogancia. Pero intentemos ser imparciales y demos vuelta al caso, asumiendo que las revelaciones de Varela sean un chiste. Aún así, no entiendo las causas de la ruptura de la alianza, ni por qué se escoge ese camino para desnaturalizar al antiguo amigo, ni el nivel de aceptación que ha tenido la supuesta desclasificación de los emails. Y PD no refuta con argumentos sólidos. Algo anda mal aquí. Muy mal. De PD, recuerdo la arbitrariedad de alguna ocasional censura, mientras con desdén era autorizada la burla y la ofensa contra mi persona. Justamente a mí, que fuera uno de los promotores de aquella reunión celebrada para agasajar a su administrador –de visita en Miami entonces- en el estudio de Pedro Portal y donde se dieran cita colaboradores y amigos de este blog. Velada, por cierto, en la que la mayor parte del tiempo el PD boss se autoarrinconó, haciendo gala de una apatía inesperada. De la experiencia en Miami finalmente vomitó un texto ingrato y execrable. En aquella ocasión le ofrecí, desinteresado y respetuoso, colaborar con su bitácora, la cual se me hacía meritoria por la capacidad de actualización sobre la problemática cubana. Un gesto amistoso que se diluiría en lances posteriores entre sus salivazos furtivos. Pero el que tira piedras teniendo techo de cristal, que se cuide de un disparo en reversa. Al karma no se le puede regatear consecuencias. Más sonado que cualquier indicio acusador de esta saga reveladora ha resultado ser la reacción de repudio entre los observadores, a quienes a esta altura ni les importa verificar si la correspondencia hecha pública es auténtica porque ya lo dan por sentado. Yo soy de los que otorgo a PD el beneficio de la duda, pero a la vez me digo ¡vaya sintomática blenofobia de los que asisten a la tángana PDgate! Bien sospechoso. Al parecer había gente aguardando el destape de alguna inmundicia engalanada de paternalismo intelectual. Testimonio de que en el aura de PD está fallando la asepsia. Tal aversión prueba que si se aspira a ser vibrátil en el mundo internáutico no basta con escribir bien y presentar una estructura inteligente. También hay que depurar protagonismos absorbentes, comportamientos pandillistas, pancismos PayPal, y en la condición de blogger cubano ha de trabajarse el permanente castrofalangismo que llevamos dentro… En fin, mucha humildad que es como dar del cuerpo. Lo contrario es exponer al ego a irse tupiendo de mierda hasta que el detritus se haga quiste y en el instante más imprevisto se te aparezca con procedimientos invasivos el más jodedor de los plomeros.