Erich Kleiber (y la cuestión de principios)
Erich Kleiber, quien fuera director de la Orquesta de la Ópera de Berlín por más de una década, es considerado uno de los directores de orquesta más importantes del siglo XX. En 1938 Kleiber renuncia a su posición, después que los nazis le prohibieran la puesta en escena de la ópera Lulu, de su querido amigo Alban Berg. Lulu había caído en la lista negra de la llamada Entartete Musik (degenerada) por los ideólogos del partido. Kleiber no lo vió venir, porque Wozzeck, tambien de Berg, había sido estrenada por la orquesta, sin problemas, a principio de los años 30. He leído que los nazis no se imaginaron que Kleiber renunciara tan distinguida posición. Y resulta que el director, ahora sin trabajo, declina además una invitación de La Scala de Milán, en protesta por la política antisemita impuesta por Mussolini sobre el gremio musical italiano. A fines del año 1938, asqueado y acosado por el nazismo y el fascismo, Kleiber decide probar suerte en Argentina, donde le ofrecen la dirección musical de la Orquesta del Teatro de Colón (puesto que fungió hasta 1949). He escuchado a músicos argentinos tanto en La Habana, New York y París, hablar de la "época Kleiber", la mejor que tuvo la institución. Las figuras más prominentes de Europa viajaban a Buenos Aires para trabajar con el célebre director (de hecho, hay grabaciones hechas en el Colón que documentan esa época). En 1943 Kleiber aparece por arte de magia en La Habana y de alguna manera se queda como director de la Orquesta Sinfónica Nacional hasta 1947. Esa temporada de cuatro años resultaría el período más fructífero de la Sinfónica Nacional. Kleiber aumentó el repertorio (e incluyó en el repertorio compositores cubanos modernos), instituyó conciertos dominicales para la gente pobre, abrió audiciones, pero sobre todo, trajo una disciplina muy necesaria para nuestra orquesta caribeña. Las anécdotas kleiberianas eran famosas entre los músicos viejos de mi juventud: Su amor por la comida cubana, por el buen ron añejo y el tabaco, y su español con acento teutónico mezcla de alemán, francés y checo, (además de su repetida presencia en Los Parados de Consulado para disfrutar algún que otro trago en sus noches libres). Disciplinario de memoria prodigiosa con tremendo corazón, Kleiber respetaba los buenos músicos y no creía en los racismos de la época (como cuando echó pie en tierra por el gran flautista negro Roberto Ondina, primer flauta de la orquesta). Kleiber nos trajo buena suerte.* Así parece indicarlo la lista de directores inmediatamente después de su salida: Igor Markevich, Arthur Rodzinski, Amadeo Roldán y Frieder Weissmann. Ironía del destino: Después de la guerra, Kleiber rechazaría por segunda vez la oferta alemana, esta vez de director titular de la Sinfónica de Berlín. Hay que admirar esa actitud despechada e independiente del austríaco, basada en principios más que intereses. ¿Cuántos directores se pueden dar ese lujo? En el video Kleiber dirige la Orquesta de la Ópera de Berlín un año antes de que Hitler tomara el poder.
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*Por otra parte, no existe un disco que documente la presencia de Kleiber con la Sinfónica Nacional. ¿Por qué? Cierto que no existía aún la TV, pero ¿no era posible que ProArte-Musical subvencionara un disco?
viernes, 29 de mayo de 2009
eRikm: Wastex
eRikm comenzó su carrera como turntablist para luego desarrollar toda una serie de técnicas de manipulación electrónica, cada vez más rica y misteriosa. Recomiendo su Mono.Face.Mirror, un breve CD de 26 minutos, con una investigación sonora muy original, parte collage, parte música concreta (que recuerda un poco los manejos sonoros de Luc Ferrari). Instrumentista, además, eRickm tiene el porte del músico que es capaz de “ejecutar” convincentemente su pizarra electrónica. Por un tiempo he sospechado lo concreto, por su facilismo, pero eRikm lleva dicha experiencia a un plano diferente. No se pierdan las exploraciones sonoro-visuales de eRickm en su Website pinchando Visual Art.
Lección fallida: No llorar jamás
Ramón Williams
Horas antes había concebido la muerte como el puro acaecer entre las aparentes tantas cosas que pueden sucederle a los hombres. Había escuchado la voz misma de la muerte en alabanza al ruido laborioso que lo exalta. ¿Que eran aquellos pucheros de la decana, que el impulso de ver a los desconocidos padres de Dolores en el hospital y abrazarlos a media palabra entre sollozos? Ruidos, meros ruidos, nada más que ruidos. Por el ojo de los siglos Nilo consigue un gesto de espanto autoconciente en la cara de Rembrandt mientras hurga con su pincel un brazo abierto en La lección de anatomía del Doctor Tulp. La solución sea cuestión de ataraxia acústica: dejarse atravesar por todos los ruidos del mundo al tiempo de evitar proferirlos, saberlos deudores del temor atávico a la muerte propia. En cuanto al llanto, los comunistas auténticos, ofrecen una lección fallida: no llorar jamás. Al borde de las lágrimas usan la sonrisa socialista como espanto de aquel temor inicial del vientre. Ni siquiera en el rostro de sus muertos asoma el llanto, sólo una suerte de tristeza, el garbo de la predestinación. Los hacen colgar en retratos ceñudos o sonrientes. El enojo visible en el rostro es homenaje al coraje en vida, evidencias de los desgastes de la carroza bajo el influjo de una luz interior. La sonrisa propone una carga incierta de inocencia, nobleza de los ideales. Qué porción de los pueblos enérgicos y viriles que lloran y hacen temblar injusticias corresponde a los comunistas. Mientras semejante estadística sutil permanezca oculta, la simultánea abstinencia al llanto y al ser comunista será no más que otra paradoja en las combinaciones abrumadoras del acaecer humano. En este instante del entrechocar de esas pocas cosas un estudiante desenfundaba su clarín en la facultad de música a unos pasos de Nilo. El estudiante miró al instrumento brillar y distorsionar con su arquitectura los espacios para luego guardarlo sin intentar a una nota. A capella, el feeling de la muerte hubo de entonar su canto.
jueves, 28 de mayo de 2009
Innerzone Orchestra: Programmed
Dis poetry is like a riddim dat drops
De tongue fires a riddim that shoots like shots
Dis poetry is designed fe rantin
Dance hall style, Big Mouth chanting,
Dis poetry nar put yu to sleep
Preaching follow me
Like yu is blind sheep,
Dis poetry is not Party Political
Not designed fe dose who are critical . . .
I've tried Shakespeare, respect due dere
But dis is de stuff I like.
BENJAMIN ZEPHANIAH, "Dis Poetry"
Idea i-nco-mpl-e-ta
Eliseo Cardona
(publicado en Bluemonk)
Dicen que las buenas ideas seducen. Tanto más si nacen de la decencia y el sentido común. La que propone el cantante Willy Chirino al gobierno cubano de permitir que se transmita a La Habana su concierto del 6 de junio en el AmericanAirlines Arena de Miami, tiene el encanto de las cosas que desarman. El único defecto es que se trata de una idea incompleta. O para que me entienda el inefable Pepe Croqueta: la de Chirino es una idea coja. Según la carta que el cantante envió al gobernante Raúl Castro a través de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, ha llegado el momento de actuar por parte del gobierno cubano. El reclamo es más que justo y legítimo. Cincuenta años de un gobierno represivo y absurdo no permiten exigir menos. Pero hay que empezar por dar un ejemplo de claridad. Y la carta de Chirino no lo es, si exceptuamos, claro, las intenciones publicitarias. A Chirino hay que admirarlo por su integridad, su don de gente y su inteligencia. Pero si de veras quiere ser un modelo de transparencia democrática para los cubanos de la isla, tendría necesariamente que matizar y tomarse riesgos. Por ejemplo, vale aclarar que su música no se la programa en las estaciones de radio de La Habana porque, al fin y al cabo, es lo que se espera de un gobierno tiránico que ha hecho de la censura todo un arte del horror. Pero en la radio comercial de Miami alguien debería tener los cojones para programar la música del trovador Silvio Rodríguez. No sólo se le debería tocar en la radio, sino invitar a cantar en Miami. De hecho, esa sería una mejor idea: que el gobierno cubano permita a Chirino cantar en Cuba, y que se permita al trovador cubano ofrecer un concierto. De allá se pueden esperar muchas cosas, incluyendo el rechazo. De acá se deben esperar cosas mejores. Simplemente porque varias décadas en un marco democrático han debido vacunar a los cubanos para combatir tanto la censura como la autocensura. Es cierto, como escribe mi amigo Andrés Reynaldo, que en Miami la censura «es coyuntural, privada y espontánea, nunca sistemática, oficial ni codificada»... como en Cuba. Pero el razonamiento, no por lúcido, deja de inspirar lástima. Mis amigos cubanos de la isla me cuentan que a Chirino se le escucha en muchas casas de La Habana, pero no en la radio. Cuando les digo que acá ocurre lo mismo con Silvio, se espantan. Ambas orillas a veces se parecen demasiado. Chirino merece cantar en La Habana tanto como Silvio merece cantar en Miami. Que el uno sea un opositor al régimen y el otro un comunista no quita que ambos sean extraordinarios músicos. Esa melodía hace rato debió haber llegado.
miércoles, 27 de mayo de 2009
martes, 26 de mayo de 2009
Recordando a Anne Briggs
Por si te interesa la vida de Briggs, la inigualable cantante inglesa, aquí el documental de Derrick Knight The Watersons (1965).
Esplendor de la contranatura
Ramón Alejandro
Una vez que Roberto García York decidió ir completamente pintado de arriba a abajo a cierta fiesta de disfraces, me pidió que le dibujara un complicado motivo decorativo directamente sobre su cara. Y estando en eso, mientras dibujaba cuidadosamente sobre su propia piel, pude observar de muy cerca como temblaba de gusto al maquillarse y ponerse máscaras, pegarse lentejuelas y envolverse en telas rutilantes dejando ciertas partes de su cuerpo provocativamente desnudas. Pintarse su cara y cubrirse de oropeles era para él un verdadero orgasmo en cámara lenta, como una eyaculación continua y controlada, que podía durar durante las largas horas en que así se exhibiera voluptuosamente ante cualquier indeterminado público. Era una suerte de placer diferido que curiosamente parecía resultarle extremadamente inmediato. Era un goce simultáneamente público e interiorizado. A la vez muy personal pero dependiente de la mirada de un público anónimo, intercambiable e indiferenciado. Sólo él irradiaba una exaltación hiperestésica flagrante ante el estupor de sus atónitos espectadores. Un fenómeno más de los tantos fenómenos posibles dentro de las infinitas fantasías libidinales que motivan a los seres humanos, y una emoción particularmente intensa según pude constatar personalmente. Una de las tantas formas que puede tomar el placer sexual, y de las que nos es dado disfrutar a discreción y experimentar optativamente, según nos lo sugiera nuestra fantasía o nos lo desaconseje nuestro libre arbitrio. Era algo que evidentemente lo conmovía hasta los tuétanos eso de disfrazarse de andrógino primordial y salir así ataviado a la calle para andar entre el vulgo heterosexual. Porque gran parte de su gusto provenía precisamente de presentarse así con su toda su extravagancia a cuestas, encaramado sobre aquellos coturnos histriónicos, muy por encima de la gente "normal". Su estatuto de maricón cobraba de esta forma muy sabrosa revancha sobre el desprecio habitual que se le regala al invertido o al travestido, entre la gente de a pie. Era el contrapunto de ese mismo desprecio, que en él cobraba finalmente el beneficio de su desgracia. Era el momento de gloria del mártir alzado en espectacular apoteosis por la justicia divina. El mérito de ser una aberración de la naturaleza. El esplendor de la contranatura. La soberbia del monstruo, y también la de ciertos enanos que pintó Velázquez y que malcriaba Felipe IV de España en su metafísica y carnavalesca corte imperial. De vuelta de Nueva York, a donde fue siendo aún adolescente, se puso a vender productos de belleza de la marca Elizabeth Arden a sus numerosas relaciones de Miramar y El Vedado. Señoras mayores de la gran burguesía terrateniente que lo admiraban y seguían a pies juntillas sus disparatados consejos de belleza. Un buen día se preguntó a sí mismo el por qué estaba pasando tanto trabajo vendiendo un producto que otro fabricaba en vez de fabricar él mismo un producto para venderlo por su propia cuenta. Y en ese mismo instante fue que le vino la certidumbre de que tenía que volverse pintor para aprovecharse él mismo de sus dones de vendedor. Con la misma se fue derechito a la tienda "El Arte" de Galiano y Zanja, y le dijo, arqueándole muy significativamente una ceja, al afocado empleado: "Déme todo lo que se necesita para pintar cuadros y métamelo en una caja que me lo llevo enseguida". Y desde ese día fue pintor. Más tarde se fue a México en donde dice él que conoció a Leonora Carrington, con quien sostuvo, según él solía decir, una bella amistad. Capaz que llegó a conocer también a Remedios Varo porque su pintura se asemejaba a la de ella en sus mejores momentos. Pero Roberto era capaz de contarle a cualquiera las mayores mentiras sin que se le alterara en lo más mínimo el color de su tez, ni que ningún desacompasado pestañear permitiese ni siquiera sospechar a nadie de los insondables infundios que estaba profiriendo. Así que no me atrevo a afirmar como una verdad absoluta nada de lo antedicho. Ni metería por todo aquello que me contó mi propia mano en ningún fuego ni aunque fuera de utilería y truco de tienda de disfraces de carnaval. Porque lo suyo era todo teatro, puro teatro. Un miénteme más, que me hace tu maldad feliz, incorporado muy profundamente en su fantasmagórica naturaleza de elfo o trasgo del monte urbano habanero. Esa selva de cemento, ladrillo y estuco, molduras de escayola y volutas, y pinchos de hierro forjado adoptando sinuosos y complejísimos motivos decorativos interpolados, y otras tantas equívocas curvas descolgándose de los balcones. A la luz de los vidrios de colores de los mediopuntos que se encienden de golpe en un mediodía de ensoñaciones sensuales y sugeridas desnudeces de cuerpos sudorosos, con los ecos de los pregones de frutas de los vianderos en medio del achicharramiento del agobiante calor y el pegajoso vapor ambiente del sofocante mediodía. Lo suyo era exclusiva y definitivamente "resolver". Y es que con el paso de los años todos íbamos cambiando, y que nosotros los de entonces estábamos poco a poco dejando de ser los mismos, a fuerza de adaptarnos a nuevos mundos, de desplazarnos por sofisticados espacios tan civilizadores como transculturadores, que nos seducían tanto como nos inquietaban. Porque París estaba en proceso de digerirnos a todos progresivamente, transmutando las vírgenes resinas que corrían por las maderas de nuestros cuerpos en perfumes adulterados y esencias exquisitas.
lunes, 25 de mayo de 2009
Peeping Tom
Hay ecos que operan desde la periferia. Rostros en la multitud, aislados, itinerantes, observadores letárgicos de la fiebre citadina. Recabuchadores mediáticos, operadores de la inercia. Cuando el bullicio mengua qse manifiesta la pulsión, la ceguera de ver más, verlo todo hasta el último detalle. Cuando el ojo se fatiga, ha de haber luz y lente que agigante la fugaz impresión de quien regale el sesgo de una furtiva mirada. Entonces cunde el peligro.
Causa célebre no célibe
Ileana Fuentes
El célebre Alberto al fin se ha separado de su alter ego, el célibe Alberto. Muchos se han referido a él en estos días como "el amigo Alberto". Pero sucede que el cura es una figura muy muy reverenciada y pública que lleva unos dos años arriesgando llevar a su inmensa comunidad al estadío del escándalo público. No es mi amigo, ni nuestro amigo. Es alguien que ejerce autoridad en esta comunidad y en el continente. Por eso (quiérase o no, sea justo o no) se miden sus acciones de forma diferente. El asunto se ha tergiversado en la euforia del momento. No es que Alberto Cutié se haya "enredado con una mujer" ni "enamorado de una mujer"... No andamos aquí con puritanismos arcaicos o baratos. ESE no es el tema, ni el problema, ni la crisis, ni el escándalo. El tema es el de la doble vida, la doble moral, la mentira, el clandestinaje amoroso... aspectos del comportamiento humano sobre el cual TANTO TANTÍSIMO el Padre Alberto ha repartido consejo -a veces durísimamente y desde un pedestal moralista y moralizador- a las miles de personas (sobre todo MUJERES) que le escriben a su columna de El Nuevo Herald, y a sus programas de radio. No puede -o debe- quien ha hecho una carrera del acto de aconsejar a la gente a actuar correcta y moralmente, simplemente encogerse de hombros y actuar incorrectamente en su vida privada. Los Alberto Cutiés del mundo NO tienen vida privada. Tampoco, desde la óptica de su propia prédica y profesión, puede actuar ignorando la moral que regula sus actos. Las reglas del juego moralista -del binomio pecado-perdón- obligatoriamente "aplican" por encima de todo a la persona que las predica. En este caso cabe resaltar la sabiduría de "no hacer lo que digo sino lo que hago", aquello de "practice what I preach" y también eso de enseñar con el ejemplo propio. A todos, pero sobre todo a las miles de mujeres atribuladas por los problemas amorosos en sus vidas a quienes desde su columna el Padre Alberto le ha puesto el dedo en la llaga y atormentado con sus moralismos fáciles, el laico Cutié les debe ahora un millón de disculpas. Al menos un buen acto de contricción.
Yo, también pecador -su semántica católica- confieso ante mi feligresía y público, que los he estado engañando durante meses, aparentando una rectitud a la que yo no he podido seguir fiel. Y les pido perdón por la mentira-teatro que he representado, y por haber continuado exigiéndosela y predicándosela a ustedes a pesar de no creer más en ella. Amén.
No, no debe disculpas por enamorarse de una mujer, ni por querer casarse, ni por querer tener hijos, aunque antes de profesar el deseo de ser un hombre de carne y hueso tenía que haber renunciado a ser un hombre de hostia y sangre. Esas explicaciones -por el caso omiso a compromisos adquiridos para el ejercicio público- se las debe a la Iglesia, la institución a la que juró servir bajo específicos votos, con dos de los cuales, al menos -obediencia y castidad- se ha limpiado olímpicamente las nalgas y otros órganos vitales. ¡En público! Ni siquiera se las debe a Dios. Dios ni se ha enterado de que existe Alberto Cutié. Dios anda hace siglos haciendo inspección de su Nebulosa la Tarántula, a 160,000 años-luz de nosotros contemplando el más reciente centenar de soles formados en ese rinconcito del Espacio. ¿Que coño puede importarle al gran físico cuántico lo que sucede sobre las arenas de Miami Beach? Esa es la gran tragedia colectiva que, en mi opinión, resulta de este escándalo. Esa es la naturaleza del escándalo en sí. Y si el Caso Cutié contribuye a desvirtuar la credibilidad del clero -como sucede cada vez que se descubre a un sacerdote pedófilo- pues no hay nada que hacer. No tiene este asunto nada que ver con el celibato, esa perversa y en el fondo misógina práctica que esconde el gran asco y repudio generalizado de la Iglesia Católica hacia la mujer -pecadora hija de Eva, etc- machacado en la mente de aspirantes a cura como parte de su entrenamiento para higienizar cerebros y neutralizar la testosterona. No es el celibato lo que Cutié ha rechazado, el que incluso no condena sino recomienda si es voluntario. Lo que ha rechazado son las reglas del juego de su Iglesia. Ha rechazado la autoridad de un sistema y al subvertirlo de la manera que lo ha hecho, se ha cagado en la integridad institucional de la Hermandad Eclesiástica a la que optó servir, para decirlo cubanamente. Su felicidad personal bien podía reclamarla y lograrla de una manera menos tabloide, un proceso que sí requería privacidad y recato, por respeto a su propia palabra, a su credibilidad, y a la sotana que estaba destinado a colgar.
domingo, 24 de mayo de 2009
Lumbres veladas del sur
Hammam
William Navarrete
Sólo el secreto sutil de las miradas
Perdura entre cortinas ahumadas,
Ahí donde las manos laboriosas,
Despojadas de sus arabescos de cálamo,
Entregan la nobleza de tu fuerza
A quien tal vez no siente nada,
Y espera que le sanen las heridas
Escondidas por las risas o el vapor.
No veo más que cuerpos desangrados
Que compran la ilusión de los remedios
Y manos que se agitan sin descaso,
Como mariposas rendidas ante el viento
Entregándose a una danza de piruetas,
Simulacro de tacto, inútil cura,
Cómplice sereno de silencio,
Minuto pasajero entre mi cuerpo y yo.
He comprado el silencio de esas manos
-como compro un canto que no entiendo-
en la estancia del alivio efímero,
a sabiendas que el olvido no se compra,
ni se olvida la magia de la danza
el misterio delicado de mi ausencia,
la pregunta escabullida en mis respuestas,
y he salido del hammam, sin ver el sol.
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Tomado de Lumbres veladas del sur, Aduana Vieja, 2008
sábado, 23 de mayo de 2009
Soul Survivors: Expressway to Your Heart
Salida de la pluma de Kenny Gamble (mientras esperaba en un tranque de tráfico) y producida por Leon Huff, Expressway to Your Heart es una de las canciones R&B más populares de fines de los años 60. La canción usa sample de claxons y ruidos callejeros y una orquestación de metales y coros que pareciera emular el sonido "Mowtown" de la época, pero que en manos de Gamble y Huff se convirtió muy pronto en el llamado sonido Philly. La canción es acaso el único hit de Soul Survivors, pero es ejemplo insuperable de esa mezcla rica de R&B con funk temprano sesentoso. Enjoy!
Humor cubano (machista)
Rosie Inguanzo
El domingo pasado me llegó el dossier, que para celebrar el 20 de mayo, El Nuevo ha dedicado al humor: Siete artículos escritos por siete hombres. Hombres que citan a hombres trayendo como ejemplo a otros machitos de la (in)cultura. Sólo Arturo Arias Polo alude a los cómicos entre los que abundan damas de la risa. He de suponer que Wilfredo Cancio como prologuista (tan habido como cualquier cubano en estos males de las exclusiones de género), ha curado el dossier. ¡Qué machonería incauta la de nuestra (in)cultura machista! Sépase que la cubana también ríe y sabe hacer reír. Sépase además que hay risa cubana contemporánea en las dos orillas -que ha de legitimarse- y no tan sólo la risa exilada apoyada en la nostalgia. Ojeando el dossier, las mujeres, hemos de suponer, no tenemos nada que decir sobre el humor. Hemos de suponer que es un humor masculino el que caracteriza la cultura isleña. ¿Pero en qué dossier del siglo XXI que se respete, se reúnen a siete articulistas hombres (nada personal contra ellos; muy acertados los artículos de Ichikawa, Ferrer, Fernández Larrea...) en nombre de la cultura y ni se consulta a una mujer? Las hay accesibles aquí y allá. Hay ensayistas mujeres y jugosas en nuestra cultura exiliada: Madeline Cámara precisamente -con una obra extensa que incluye investigaciones sobre una de las figuras fundamentales del engendro criollo y del teatro bufo: la mulata. Otra sonriente feminista, Ileana Fuentes (sí, de las que reclaman para la mujer igualdad de derechos), de seguro hubiera aportado lo suyo. Avergüenza traer ejemplos obvios de intelectuales hembras (qué remedio, si Cancio no hizo la tarea), pero del humor risqué de Lydia Cabrera se hubiera extraído alguna perla sincrética de sus cuentos. Para la portada del dossier hasta una humorosa Laura Luna hubiera ofrecido una versión risueña de la patrona de Cuba, descompuesta en una virgen mulata, sabrosona y encuera, sobre las olas de un mar comic caribeño, de una de sus esculturas. Risa hay en lo femenino de sobra. ¡Qué estrechez de miras por Dios! Pero si Cuba es una mulata risueña –achinadita ella. ¿Acaso no necesitamos una redefinición de su sonrisa, que tal vez devino en mueca amarga: esa mulata emblemática –que Madeline Cámara llama "el cuerpo-símbolo truncado de la nacionalidad"-, ha devenido en jinetera. Nuestro humor nacional sigue empañado, goza en el escapismo. Contra la adusta exclusión de algunos articulistas, frente al piropo peyorativo de nuestros hombres, mofándose de la masculina dirigencia del país desde los blogs, en la carcajada sensual a la cara de un turista, desde la desventaja doméstica, está la risa explotada de la mujer, la risa secundaria, la risa después-de-la-risa: abanico que se abre sobre el rostro, ADN de la nacionalidad.
viernes, 22 de mayo de 2009
En Cuba no pasa ná caballero
Inge
Mi hermana menor S., además de vivir en Cuba, ser madre soltera de un hermoso niño de 3 años y estudiar Derecho en ese engendro que ahora han bautizado como Universidades descentralizadas pero que para ser más exactos deberían haber llamado descuajeringadas, decidió abrir un Day Care privado en casa para sobrevivir. Hay días que tiene cerca de 20 niños y una permanente lista de espera, más larga que la del aeropuerto de Miami en pleno huracán. Y es que claro, ya ningún padre quiere dejar a sus hijos entre las ruinas de los dos únicos Círculos Infantiles Estatales del pueblo. Su Day Care cada cierto tiempo tiene que ser inspeccionado por los mismos responsables de esos dos montones de escombros. S. además de pequeña, tiene una delgadez extrema que la hace parecer otra niña más entre tantos, mientras mi madre, que debería postularse como alcaldesa del pueblo, pues es amiga hasta de los locos que habitan sus calles, está a cargo de la cocina. Es uno de esos impertinentes días y tocan a la puerta. -Queremos ver a la directora, del círculo infantil. Mi hermana tiene que convencerlos de que ella misma es. Deciden empezar inspeccionando la cocina, donde encuentran a mi madre revolviendo una olla gigantesca de espaguetis con perros calientes. En un principio todos los niños traían su propio almuerzo, pero ella decidió cocinar aunque su faena fuera más complicada ya que mientras algunos niños traían el pan de la bodega, (ración a la que los padres renunciaban en el desayuno), otros, ya se sabe quiénes, traían un almuerzo incomparable. Ahora entre los padres recolectan la comida, ella la prepara y comen todos por igual. De los 5 días de la semana fácilmente 2 ó 3 pueden ser de espaguetis con perros calientes, pues es lo más barato de cocinar y de conseguir. Los niños devoran todo, porque abuelita L. cocina con una barita mágica. -¿Abuelita, por qué no le prestas la varita mágica a mi mamá a ver si cocina tan rico como tú? Son estas cándidas ocurrencias infantiles las que transforman fatiga en nuevas energías. Pero bueno, a la inspección, a la inspección. En la cocina todo en orden, la comida, la higiene, los depósitos de agua, etc. Hacen sus anotaciones y regresan a observar el trabajo con los niños. Mi hermana además de una piel fresca de 20 años, tiene un mordaz y desenfadado sentido del humor y una parsimonia extrema que pueden llegar a resultar desquiciantes. -¿Y qué les enseñas a los niños? -Buenos modales, los preparo para la escuela… -¿Y esos juguetes? En el verano no pude soportar más la idea de imaginarla destripando los cuatro gatos de peluche que tenían, lavándolos, volviéndolos a rellenar, y cociéndolos. Así que vacié el cuarto de mis hijas, y los puse en cajas por correo, llegaron casi dos meses después. -¿Les has hablado de nuestro autor intelectual? Y mi hermana les muestra todo, juguetes, mesitas, sillitas, catres, y su modesta biblioteca infantil para esta edad de oro. Perfecto, todo parece ir perfecto. -¿Y ya conocen al comandante Chávez? Mi hermana sospecha que llegó el momento de exhibir sus dotes histriónicas practicadas por años en el teatro. -¡Ay, pero yo no sabía que tenía que hablarles de Chávez! Y mi madre, que a estas alturas del asunto ya debe ser un manojo de nervios desgranando rosarios en la cocina, y que cuando grita hasta las tejas corren por el techo, salvándola una vez más con su campanilla. -Ya el almuerzo de los niños está servidoooooo!!!!!! -Bueno compañera directora volveremos otro día. -Pero claro, las puertas están siempre abiertas, si quieren se pueden quedar a almorzar, que donde comen 25 comen 30. -No gracias, tenemos que seguir trabajando, y no se olvide de hablarles del comandante Chávez y de los cinco héroes prisioneros del Imperio. ¡Que todo tiene un límite señores, hasta la dosis diaria de paciencia de mi hermana para controlar la algarabía de veinte inocentes reclamando sus espaguetis del día!
jueves, 21 de mayo de 2009
Lágrima de Swarovski
Wendy Guerra
Ningún sombrero guarda la lluvia
¿Quién decide tus juegos de agua?
Cierra y abre: humedad o fuego
Cabeza tronco extremidades e isla
Debo enjuagar retocar mi goce
Seca ilustración al que he llamado: CUERPO
Lujosa lágrima sobre el periódico de ayer
¿Por qué la he derramado?
Bebo y me atraganto
Mujer que arrastra un nombre de niña
Desnuda en duchas ajenas
Lloro lágrimas de Swarovski
Saboreo el cristal y recuerdo los días de agua
Escenarios de espejos y agua de violetas
Baños de Cleopatra ahogada en vanidad
Baños públicos o baños privados
Duchas frías tinas blancas fuerza de agua goteo perenne
Ex amores Padres adoptivos actores veladores médicos peluqueras
Ningún sombrero guarda la lluvia
Mis amigos se parecen a sus baños improvisan olores en esta imposible intimidad
Una gota de Swarovski cae sobre mi espalda y duele.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Grand Funk
Corre 1970, Midsummer Rock: Grand Funk compartiría la tarima con Alice Cooper y The Stooges entre otros, para un programa especial de la televisión. El guitarrista y compositor Mark Farner se luce son su estilo funk bluseado en bloques con el bajo de Mel Schacher y Don Brewer en la batería. No hay nada como una actuación en vivo para juzgar la pericia de un piquete. Sin duda: Grand Funk delivers. Observen la reacción del público durante el minuto 10:42, cuando el solo de Farner sale de piloto-automático para montarse un groove de distorsión y atonalidad que precede el ricochet rítmico de la banda justo antes del da capo. Rock al duro y sin guante.
La Paloma, verano y surfin'
Adalberto Delgado
Comenzaba el verano y las tablas de surfin’ salían a relucir en los balcones de La Paloma. Aparecían entonces los aficionados al deporte, aunque fueran poco conocidos en sus lugares de origen. Como en estos tiempos, había escasez de plata. Muchos de los amigos se dividían los gastos del costo de la tabla: O iban juntos, o iba uno y el otro se hacía cargo de transportar el board a la playa y traerla de vuelta –después- al Palomar. Aprovechábamos cualquier descuento por ser menores de edad. Preferíamos ir en guagua. Nuestros padres se ofrecían a llevarnos, ¡pero qué vergüenza llegar a la tostadera en el carro de los viejos! Como decía “Foforito”, colombianito costeño vecino del palomar y amigo nuestro, “ni riesgos parse”, queriendo decir, “que ni de casualidad se montaba en un carro con los viejos”. Es así que tomábamos la ruta #5 (hoy la #8) y hacíamos trasferencias. Algunas veces un amigo que ya manejaba un Volvo viejo nos recogía y le llenábamos el carro de mierda y tablas en su surfboard rack. Merecen atención los guagüeros de la época, casi todos afroamericanos. Se asombraban de ver a los cubanitos con sus tablas de surfin’ en el autobús formando ambiente. Nos hacían pasar al fondo donde no molestáramos a los pasajeros. Nuestro piquete mataba el viaje cantando y haciendo chistes -y nos fumábamos uno que otro tabaquito para alegrarnos la vida antes de llegar al mar. Las palomeritas presentes: Aimara, Tamara, Martica y hasta mi gordita Zena nos seguían los pasos y nos hacían grupo en la playa, luciendo sus bikinis populares y sexy de la época. A veces me daba pena con mi gordita, porque dada su saludable figura, sólo se ponía trusas de una sola pieza. La música de los surfers del momento era Grand Funk Railroad. No queríamos saber nada de Beach Boys; la onda era puro Led Zeppelin, Kinks, Rolling Stones y los últimos de la moda: Grand Funk (que sólo batearon par de discos en el hit parade). God forbid que oyeras WQAM! Eso se consideraba puro bubble-gum-music. Nada que ver con nosotros “los cools”. María Juana no faltaba entre nosotros y de vez en cuando, aparecía por allí Mr. LSD, a quien yo le tenia mucho respeto. Me acuerdo que Julio César, un amigo, le dio por tomarse uno que le causó un “bad trip” y se lo llevaron a un sanatorio de locos por asomarse desnudo a las 6am dentro de su carro (Corvair convertible '62) de pie, gritando sin parar: “Por fin he visto la luz”. Hasta el día de hoy no supimos más de él. Como es natural, los veranos de Miami eran calurosos y el Palomar quedaba desierto. Concha cocinaba su típica cazuela de moros los domingos, Esther y Luis asaban una piernita en la casa, Oscarito cargaba con las pailas y el Bolo con las congas. Se sumaban René, Renecito, Lázaro, Yiyito, “El junior” y otros y se armaba la típica rumba con comelata en la playa de la 5 calle (al otro lado de las rocas) donde nosotros, “los chicos cool” practicábamos nuestro surfin’. Muchas veces nos llegábamos a cantar y rumbear. ¡Qué tiempos aquellos caballero!
martes, 19 de mayo de 2009
WARNING: ¿Quién soy?
Alfredo Triff
Video: Ramón Williams
¿Quién soy? Se pregunta Breton en el primer párrafo de L’Amour Fou. Estaba claro el surrealista. La pregunta nos lleva a un viaje de adentro hacia afuera. No soy yo sino “los nuestros”, los de este lado, defensores de la verdad. En nuestro caso, se trata de una labor persistente directamente proporcional a la vida del susodicho: centro mágico simpático-patético de nuestro teje-maneje. Volviendo a la pregunta ontológica: Das por sentado que la especie social cubensis tuvo un momento de transparencia histórica que llamas res-publica (redención social casi siempre bajo dictadura o coup d'état). Modelo castrado político muy nuestro -a mucho orgullo- y por si las moscas, siempre tienes algún abuelo español perdido por ahí que lo pruebe. TODO ESO LO OLVIDASTE. Sin embargo, las grietas de la historia no tardan en dejar salir el olor nauseabundo del FORRO. Y el oficialismo de ambos lados bombardea con la misma píldora binaria: Bueno/malo, opresión/libertad, democracia/tiranía, unidad/división; como si todo eso no hubiese existido antes del Spaltung. Por momentos intuyes que algo no funciona, que algo mayombe de nuestra esencia se agota en cada nueva firma, cada nueva denuncia, cada nuevo pataleo exiliado. Por momentos intuyes que hay “demasiado de allá acá”. Está dado en la misma “estrategia de lucha”, el chanchullo, lo “obsesivo-compulsivo” del tono, o acaso el despecho con que algunos proceristas describen su propia amargura ante cierta realidad. Es entonces que te iluminas con la duda, es entonces que comprendes que Freud era un cínico, que incluso el sicoanálisis es otra forma de lavado de cerebro. Que necesitas un poco de tiempo para hacerte preguntas duras, para fregarte los sesos y tratar de poder pensar por ti mismo. Mientras, prefieres escuchar la voz sensata de alguien que (hasta ahora) parece no responder a interés alguno. Dudar hasta de ti. Tu nuevo lema visual: WARNING.
lunes, 18 de mayo de 2009
Vampiros en La Habana
Viernes o sábado por la noche. En el bar de Obispo y Obrapía, después de la fiesta, ahí vamos a tomar unos lagues con los socios. Siempre se aparece gente potencialmente interesante, pero hay que saber esperar. Esta noche nos cayeron turistas cuellos-flacos, ejercitados y con esteroides. Me dan asco. Converso con una pareja de canadienses y pretendo. Bien alegre, piensan, y dices lo preciso para no marear. Estudié en la Lenin, fui a la URSS. Tengo 42 años. Debes hablar y callar, volverte a ti, demostrar que eres civilizado. Te hacen preguntas políticas, hablan del país como si ese asunto le importara a alguien. Luego, cuando ellos dan la vuelta y remontan la calle oscura los sigues de lejos. Te mantienes calmado. Todo pasa muy rápido. Cuando lo ataco al tipo por la espalda ella no grita, el olor de la sangre la hipnotiza… intuye que te lo quieres comer y acaso te lo agradece, pero sólo antes que que se de cuenta de la verdad: ella es la próxima. Y luego viene el grito de horror primermudista -que no sale, porque ya le rompiste la cervical y procedes con calma a chuparle la vena aorta. Bienvenidos a La Habana.
Un pene es un arma
Eslinda Cifuentes
Foto: Robert Mapplethorpe
Siempre ando medio desnuda, descentrada. Me coloco en la bobería infeliz del aire. Ahora sé lo que es una obsesión. Vicio por eso. Por las puñaladas. En la cocina, mientras corto la gallina, pienso en las puñaladas de su pene. Un pene es un arma. Él cuando penetra ejerce de asesino. Mata y apuñala. Esto es un crimen, una sangría. Que se derrama. Todos los implicados lo saben; por eso embriaga. Y después comprobar perpleja que respira y se mueve, y él mismo vive después de inmolarse. Esto es un desquicio simbólico y tembloroso de su vacío. Vigilante de su vacío. El placer no permite que muera la víctima; aún en caso de violación, permite sobrevivir la masacre.
domingo, 17 de mayo de 2009
William Navarrete @ Zu Galería
Presentando su libro Lumbres veladas del sur (ed. Aduana Vieja, Valencia, 2008). William Navarrete (Cuba, 1968), escritor, poeta y crítico de arte, vive en París, Francia.
Presentación a cargo de Daniel Fernández
23 de Mayo a las 8pm
Zu Galería Fine Arts
2248 SW 8 calle
786-443-5872 www.zugaleria.skyrock.com
Nostalgiar por nostalgiar
Jesús Rosado
El célebre Huck creado por Hanna-Barbera está instalado en la memoria afectiva de muchos de nosotros. Antes de los polémicos muñequitos rusos, amados por unos, odiados por otros, la inspiración matinal de los domingos era la pandilla de este impasible personaje, en las que el oso Yogui, Bubu, Pixie y Dixie y el gato Jinks hacían las delicias de una infancia todavía preguevarista. Llama la atención que el doblaje al español de estos cartones fue desde ya una manifestación bastante temprana de fusión cultural, pues en la animación se mezclaban voces de españoles, mexicanos, argentinos, puertorriqueños y cubanos, con el propósito de conquistar un público amplio en el mercado hispano. De este episodio que disfrutamos proviene justamente aquella frase tantas veces repetidas después para rememorar el desenfado de la niñez, y sale de boca del relajado Huck, al comentar sobre las bromas que le gasta su adversario: "No tengo más remedio que reconocer que ese león tiene un gran sentido del humor". Una expresión de lo que pudiéramos calificar como "filosofía de la vaselina" que, indudablemente, ayuda a sobrellevar las dificultades de la vida.
sábado, 16 de mayo de 2009
Nostalgias de Nostalgia
Eliseo Cardona
(Tomado de BlueMonk Moods)
El otro día me levanté con ganas de Café Nostalgia. Quiero decir que me sentí echando de menos, más de lo usual, esos años en que Nostalgia era el lugar al que uno tenía que acudir para sentirse a gusto en esta ciudad. Hablo de los años 90, cuando mi amigo Pepe Horta daba la bienvenida a todo tipo de personajes del mundo en su lugarcito de la Calle Ocho. Era gente —de Madonna a Bono, de Sylvester Stallone a Jim Carrey, de Rubén Blades a Fito Páez— que trataban a Pepe de tú. Y Pepe los trataba como amigos, mostrándoles que la cultura cubana es una lingua franca cuando se la usa para evocar la noche habanera. No sin razón cada visita al Nostalgia se convertía en una intensa experiencia de los sentidos. No exagero: ese lugarcito de Pepe era lo más cercano a una bohemia en París, en Buenos Aires o en Nueva York. Pero Nostalgia, vale aclarar, nació como un homenaje de buen gusto a La Habana. Sólo así se explica que todos nosotros, incluyendo a quienes no somos cubanos, nos reconociéramos en ese generoso espejo. La Habana nos daba ciudadanía y permitía echar raíces en una ciudad en la que otros están de paso. Mis visitas eran discretas. Un poco porque me gustaba sentarme en un rincón a escuchar sin distracciones la pequeña pero poderosa banda dirigida por el genial bajista Omar Hernández. Y otro porque Pepe era extremadamente generoso. Todavía. No miento al decir que uno podía beber toda la noche y salir por la puerta sin pagar la cuenta. Para Pepe, el placer de compartir primaba sobre el negocio. No oculto mi cariño para este hombre que nos permitió a muchos melómanos y periodistas entender la música cubana como una estética antes que como entretenimiento. Porque aun la más popular de las músicas cubanas inciden siempre en la cabeza, aunque se las aprecie con el cuerpo y el alma. Lo sabe bien mi amiga Judy Cantor-Navas, que enriqueció el periodismo cultural de esta ciudad gracias a que se enriqueció con las noches de Nostalgia. Algo que siempre he echado de menos es la banda. Ya sé que mi socio Luis Bofill tiene un bandón que da cátedra en varios lugares de La Pequeña Habana. Ya sé que otros han creados proyectos espléndidos. Pero como esa banda ninguna. Basta con oír la versión de «Los tamalitos de Olga», que para mí figura entre las más ejemplares. Todo está ahí: minimalismo, swing imaginativo, jodedera, sabor, saber, autoridad. Esos muchachos sabían que Pepe no buscaba invocar el pasado, sino evocar el futuro.
viernes, 15 de mayo de 2009
Abrir los ojos
Mares Marrero
Foto: Juan-Sí
Después de prolongadas miserias para desollar el hastío se hace nuevamente la maravilla de los mensajes. Gracias a un ángel. Un ser nada mítico, sino feliz que disipa nieblas y estragos, regala felicidad a sus coterráneos, de humildad, llenas las manos. Sólo puede regalarse felicidad cuando se ha aprendido a ser feliz. Cuando los hallazgos llenan la vida, las sorpresas nos arrancan una sonrisa inusitada y la alegría se posa, vuelve a levantar los brazos de niña en alto, con un pez gigante. El lunes amaneció modorro, recostado al santuario del silencio, de un gris apelmazado que parecía decir: venerad al mutismo. Desde que abrí los ojos ví, poco antes de las seis, la ternura irrefrenable de un sueño. Pájaros aleteando en los árboles confundidos con los gorjeos de ayer y las risas aún esparcidas por las paredes. Las sombras de nuestras tristezas petrificadas con el resplandor de la algarabía de los niños. Despojados todos de armaduras y máscaras... como en una buena familia; para celebrar el Día de las Madres. Nuestros hijos, tan diferentes tienen un denominador común: nosotras, sus madres cubanas, encontradas el segundo domingo de mayo, en Berlín, ciudad que todo lo atraviesa como un sendero profano. Comimos potaje de frijoles colorados. ¡Me quedó como nunca! Pavo a la naranja, ¿o a la barbacoa? Pavo narancoa, barbanaran, arroz blanco desgranado, y nuestros presentes ausentes. Las evocadas abuelas-madres lejanas, repetidas indefinidamente en nuestras recetas y nuestra imagen dentro de los espejos. Ellas allí, todos los minutos, en ese ritual: encontrarse. Ellas saludadas y celebradas en el fuero interno de gestos, conversaciones cortadas, interrumpidas, retomadas, vueltas a lanzar al aire después de horas de hablar sin parar, del ir y venir de una habitación a otra, atender a los niños, el almuerzo... a mis hijos escabulléndose...
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jueves, 14 de mayo de 2009
Francoise Hardy: Message Personnel
Mais si tu crois un jour que tu m'aimes/Ne crois pas que tes souvenirs me gênent/Et cours, cours jusqu'à perdre haleine/Viens me retrouver/Si tu crois un jour que tu m'aimes/Et si ce jour-là tu as de la peine/A trouver où tous ces chemins te mènent/Viens me retrouver/Si le dégoût de la vie vient en toi/Si la paresse de la vie/S'installe en toi/Pense à moi/Pense à moi.
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Message Personnel es la canción de un álbum exquisitamente galo. Música de época cinemática coproducción franco-italiana, de narrativa novelada, llevada sobre los pedales de cuerda ampulosos (orquestados por el legendario Michel Bernholc). La Hardy se encarna as sí misma. No la chica-yeyé de los 60, sino la amante ofrendada y taciturna, que nos cuenta de su amor a nosotros, testigos citadinos. Ella lo sabe: La voz al otro lado del teléfono suplanta la carta decimonónica (menos explicativa e imaginativa, más personal, burda y directa), esa que nos inspira temor y deseo. Al fin y al cabo no es más que otro romance –especula Hardy cartesianamente-, repetido en tantas películas y canciones de la modernidad. ¿Qué es amar? Dudar, vivir en el subjuntivo (debería hablarle, pero tengo miedo que no me escuche). El mensaje que sigue, ahora cantado por la bella chanteuse representa la síntesis de la chanson francesa, su origen en el trobar. Así lo sugiere Ezra Pound en su Canto VII: The house too thick, the paintings a shade too oiled. And the great domed head, con gli occhi onesti e tardi/ Moves before me, phantom with weighted motion,/ Grave incessu, drinking the tone of things,/ And the old voice lifts itself/ weaving an endless sentence.
Dientes Voladores
Grettel J. Singer
-Esos colmillos tuyos me tienen loco de remate. Cada vez que te veo, que hablas de asuntos importantes, de los negocios que tenemos en común, aquellos colmillos se imponen de un modo formidable. Pierdo la concentración, y apenas brotan de tus labios me entra otra vez una piedra en el estómago, y de esa piedra se desprende una arenita que se riega por entre mis órganos y comienzo a sentir una resequedad interna y un cosquilleo casi casi insoportable.
-Ya aburres. Eso me lo has dicho un montón de veces. ¡basta por favor! Ahora resulta que por tu culpa no dejo de pensar en eso… mis dientes, mis dientes.
-En realidad no me interesan tus dientes tanto como tus colmillos.
-Mejor que no se hable más del tema. Lo leí en una revista, que visualizar con frecuencia realiza pesadillas.
-Cada vez que le metes un colmillazo a un Elena Ruth, y el queso crema se deja ver por entre los incisivos centrales, los laterales y esos dos colmillitos afilados que son más que gemas valiosas, siento el flaqueo de mi cuerpo ante tanta hermosura. Luego de perforar el corte de la mordida con absoluta magnificencia, el pan queda moldeado con la forma perfecta de la ausencia de una concha. ¡Cuánta belleza por Dios!
-Ya deja eso, no me gusta hablar acerca de dientes y menos sobre los míos. Últimamente me obsesiono, y me parece que los voy a perder, que de alguna manera los voy a perder. Ya cállate.
-¡Qué va, ahí hay dientes para rato!
-Si me dejaras en paz tal vez lo podría olvidar. Y lo intento, de verdad que sí, pero no sé qué me pasa que la testarudez se empeña en manipularme y otra cosa no puedo hacer que esa, pensar en mis dientes. Anoche fue terrible, venía en el carro manejando a casa y de no sé dónde salió una piedra gigante, como caída del cielo, tan veloz que no me dio tiempo a esquivarla. Tuve que frenar en seco y mi cara se incrustó en el timón; en mi sueños es así, no hay bolsas de aire protectoras. Mi cuerpo quedó intacto, ni un rasguño, ni un magullón. Sin embargo, mi boca sangraba… sólo mi boca. Primero pensé que mi nariz también, luego me di cuenta que la sangre corría de un mismo lugar. Mis dientes fracturados, algunos ya ni estaban. Y los colmillos que tanto te gustan se reían a carcajadas de todo aquello como si se tratara de algo cómico.-¿No te lo digo yo?, esos colmillos son bellos, inteligentes y además simpáticos. Si yo pudiera ingresarme ahora mismo dentro de tu boca me dejaría mordisquear…
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miércoles, 13 de mayo de 2009
Prolongando la magia@Noah’s Fine Arts*
Rafael López Ramos
K. avanza cauteloso, splashing en la nieve aguachenta de marzo mientras rumia la cancioncita de Cake donde amortigua su empingue con estos employers, que pretenden ser más píos que el Papa; él prefiere imaginarlos más bien como la escultura papal de Maurizio Cattelan, porque son la hijoeputancia en persona. El patriarca de la empresa, gran crucifijo de oro al cuello y voz tonante (a lo Jon Voight en Noah’s Ark), antes de empezar la jornada diaria prende las velas y se arrodilla a rezar ante el altarcito del lunch room. Antes de cerrar rocía el taller y las oficinas con agua bendita que guarda en un galón plástico. Sacude el antiguo jug milk como queriendo apagar el fuego de la tierra con la leche del cielo, gesto que lleva más de liturgia santera que apostólica y romana. Sus coworkers son un chino que hace el vaciado de las estatuas en resina epóxica y fibra de vidrio sin usar ninguna máscara o protección respiratoria, un escultor ruso que se precia de haber sido alumno del que hizo la estatua del Parque Lenin y los marea a todos en el cofee break con sus anécdotas del maestro en Cuba, y el hijo de Noah, que supervisa el taller a grito pelado como un capataz. Por estos días ya han despedido al diseñador industrial iraquí, graduado en Francia, que se atrevió a exigirles más protección contra los vapores químicos que inhalan todo el “santo” día en el maldito sweat shop. Nunca le pagan $500 del último mes trabajado. Ahora, llevan una semana produciendo esta orden de su principal cliente, cura de Toronto a quien llaman father a secas y lleva una sotana como de diseñador, sandalias de cuero y cuidada barba a lo Sean Connery en El nombre de la rosa. La larga mesa de trabajo parece un calvario Pop, un Warhol tridimensional, con centenar de cristos plásticos anclados a cruces de madera, a los que K. aplica una pátina de secado rápido, soluble en xileno. El olor de este, mezclado con el de resina epóxica lo habían llevado a comprarse en Home Depot su propia máscara con filtro para vapores. Cuando el father entró al taller aquella tarde a revisar sus cruxifitions y lo vio estrenando su respirator, empezó a reírse con unas carcajadas bíblicas. K. lo miró fijo unos segundos, le puso el Cristo recién pintado en sus manos, se quitó el respirator y le dijo al oído para que sólo él lo oyera “Fuck you!”. Recogió sus cosas y se largó chapoteando en la watering snow, con una clara sensación de libertad.
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*Pieza del grupo Cake en el album Prolonging the Magic, 1998.
martes, 12 de mayo de 2009
The Church: Reptile from the album "Starfish"
¿No te seduce el ese sonido lánguido de guitarras, melancólico de Starfish deThe Church, obra de la pluma de Marty Willson-Piper, hit comercial -válido en este caso- mezcla de "Byrds" con una pizca de blues?
Sueño de una noche de verano, con música de estrellas
Letra: Silvio Rodríguez (en pesadilla)
Música: Yo digo que las estrellas
Pa’ mí la tarjeta blanca
Viola un derecho humano
Y por qué a los cubanos
Hay que ponerle esa tranca
Y digo con lengua franca
que eso es un atropello
que no hay nada más bello
que el entra y sale a la patria
Yo digo que igual es santo
El que emigra de esta tierra
Igual que el que aquí se entierra
Sin cambiarse pa’ otro banco
Y digo que duele tanto
Forzar tanta ruptura
Con el hermano en la yuma
Cuyo canto es mi canto
Y digo que vuele el alma
Sin visas y sin escudo
Que la distancia es un nudo
Que aprieta nuestra garganta
Y al que quiera separarnos
Y con cojones se arma
Le encajo una caravana
De maldiciones gigantes
Pa’ mí la tarjeta blanca
Viola un derecho humano
Y por qué a los cubanos
Hay que ponerle esa tranca
Y digo con lengua franca
que eso es un atropello
que no hay nada más bello
que el entra y sale a la patria
lunes, 11 de mayo de 2009
E,s, l,u,n,e,s, *We'll be !b!a!c!k* //((after Micachu))\\
Some of us wake up with sticky dreams* from last night, left as drops of sweat on the pillow, sound echoes from posterity ingrained as vicarious, already-lived memories. Suddenly, the alarm clock brings the shock of a new morning, "another day" with its own strange unfolding, crawling up our backs. Oh, it's MONDAY!
domingo, 10 de mayo de 2009
sábado, 9 de mayo de 2009
Retrato del coleccionista como maniático
Eliseo Cardona (publicado en Bluemonk)
Una colección es una historia de exclusiones. La reflexión pertenece al argentino Jorge Luis Borges, que no hablaba de discos sino de libros. Pero sus palabras, al menos para mí, adquieren mayor peso al hablar de una discografía. En verdad, ¿quién puede dudarlo? Sólo aquellos que no han sido picados por el bicho de coleccionar: Oficio gratificante que, ay, concierne a la fragilidad del ego. A las buenas bibliotecas, por mucho que muestren diferencias en sus contenidos, raras veces se las critica. En cambio las discografías dicen mucho más sobre el gusto de quien colecciona. Hablan sobre todo de su pasión. Porque aún entre gentes que coleccionan los mismos discos el gusto se siente con disparejo fervor. Hay un tipo de coleccionista que se parte el alma imponiendo límites a su reino musical. No exagero: sus criterios operan como dogmas de una santa inquisición. Mi padre, que es dueño de una exquisita colección de discos de salsa neoyorquina, cerró la puerta y extravió la llave al morir el fenómeno de la Fania. Comenzó coleccionando en Nueva York para fortalecer su amenazada identidad puertorriqueña en la ciudad. Con la música, un negro boricua se buscaba a sí mismo en una selva donde el mestizaje aún no imponía su ética. Así coleccionó música de la llamada época pre-Fania, charangas, boogaloo, soul latino y, por supuesto, todo lo editado por el sello de Jerry Masucci. Pero he aquí que nadie puede hablarle de Gilberto Santa Rosa, por ejemplo, porque arquea las cejas y por lo bajo tilda al atrevido de soberano comemierda. Mi hermano heredó su pasión de coleccionista. Y él también tiene lo suyo. Por ejemplo, no lo haga escuchar timba cubana porque al brother esa música le parece que tiene un golpe demás en la clave (dicho sea de paso, mi amigo Aurelio Moreno piensa exactamente lo mismo). Para él, la música cubana de carácter bailable que no pasó por Nueva York se muestra en exagerados trazos como caricatura chillona, estética charra (que para los cubanos equivale a "lo cheo"). Yo no le recrimino sus prejuicios porque se trata de un hombre que vive atornillado en una nostalgia que sabe separar el grano de la paja. Y en ese grano se descubren cosas extraordinarias, como el «Camel Walk» de los maravillosos Latinaires, un grupo que a mí se me antoja a gloria. Pero prejuicios aparte, tanto a mi padre como a mi hermano los distingue un amor profundo por el disco como objeto. Un amor que se expresa en el mimo con que limpian los vinilos, conservan las portadas, evitan rayar los surcos... No han sido varias sino miles las veces que mi padre ha sacado de donde no tiene para comprar una aguja especial que "le da cariño a la pasta" de sus discos al ponerlos a sonar en el equipo de música. En esa colección suya están los años más felices de su vida. Es decir, en esos discos está escrita su biografía. Yo no voy a decir que no tengo prejuicios ni manías de coleccionista. Pero digamos que mis gustos son más eclécticos. Es cierto que no escucho de todo, pero no escucho poco ni soy selectivo. Por mucho que trato, soy incapaz de escuchar solamente jazz, que es la música que al arrebatarme, paradójicamente, me da un norte espiritual. Al hacerlo, comienzo a echar de menos las músicas de mi país brasileño, las músicas africanas, la trova, el tango, la música mexicana, colombiana, rock, folk, country... No colecciono de todo. Y ese es el problema. O tal vez la bendición. En todo caso necesito tener discos en la casa como otros necesitan tener plantas, una mascota o un ser querido. Los discos son organismos vivos. Son además indispensables. He sabido privarme de comer en un restaurante, de una compra en el mercado, pero los muchachos de la tienda Uncle Sam en mi barrio de South Beach saben que no me tiembla el pulso para pagar una costosísima serie de Ornette Coleman grabada en Japón. Sin mis discos soy menos yo que yo. Por lo demás, coleccionar me ha enseñado el arte de justificar las preferencias. Que es la base del ejercicio de la crítica. Hace tres lustros, mi amigo Néstor Díaz de Villegas, extraordinario poeta cubano, me hizo echar a la basura una colección de los discos de The Police al decirme que se trataba de "bubblegum rock". Hoy lo mandaría a la mierda ipso facto si me critica mi pequeña colección de música ranchera. Tanto amo esos discos que se me hace difícil juntar a José Alfredo Jiménez con Pepe Aguilar. Nada, cosas mías.
Epidemia en la granja
Algo nuevo en el blog Iván de la Nuez: Como en la eterna novela de Orwell, que sobrepasa los desmanes del stalinismo y estira sus parábolas hasta el presente, los cerdos lo han dejado muy claro: todo bicho que camina sobre dos patas es enemigo (...) ¿Qué nos dejará la actual epidemia? En estas jornadas -sin Salud, Dinero ni Amor-, no es difícil imaginar que los actos de histeria estatal y privada -otra vuelta de tuerca para afianzar la retención y la sospecha como norma política- provocarán alguna película o libro o serie fotográfica.
viernes, 8 de mayo de 2009
Margarita Cano gana Cintas Service Award
Entendiendo el caos
La tira de arriba es del humorista cubano que se hace llamar Garrincha en su blog Entendiendo el caos: Nuestro infierno -castrista- es imprescindiblemente político. Hay concepto del bueno (todo buen humorista es conceptualista) y amor por la narrativa. Uno de los mejores artistas de la tira cómica del patio (y se han juntado en Miami unos cuantos muy buenos), el autor de Entendiendo el caos exhibe técnica y mordida, combinación nada fácil que a Garrincha se le da fácil. Se aprecia una exploración personal que va desde el ámbito cotidiano noticioso hasta exploraciones existenciales (vacilo mucho estas últimas). Sin agitación, incluso sin dirección específica. Precisamente eso: un caos garrinchanamente organizado. De la producción más reciente vale destacarse la serie "lombrices", "náufrago" y "las pingas" (esta última no lleva título, lo asumo). "Náufrago" -añádase la metáfora balsera que todos llevamos dentro- combina minimalismo con absurdo: El tipo ha salvado la vida, pero con la total soledad, esta debe ser redefinida en nuevos contextos1. Todos somos náufragos. La prueba: Arriba no vemos horizonte marino. ¿Dónde naufragó el náufrago? (¿Cómo se llama el tipo? Garrincha debía nombrarlo). Solitario sobreviviente, balsero con isla propia y liliputiana, el náufrago evalúa para sí mismo su condición de Robinson Crusoe caribeño, ese otro personaje solitario y náufrago de Daniel de Foe (cuando a la semana en la isla desierta comienza a hacer uninventario de "pros" y "contras"). Respirar entonces, deviene en meta.
De pronto aparecen posibles compañeros, no necesariamente humanoides (es mejor,total...). En la tira de abajo, el barbudo solitario comparte soledad (y humor) con octópodo visitante. Añádase que la soledad antropomorfiza el universo.
Garrincha le mete a todo. Abajo, cómo sacarle lasca a la actualidad2 y virarla al revés:
Entendiendo el caos sigue una especie de ámbito noticioso cubano reflejado en tiras cómicas. Garrincha tiene su lado "actual" cubiche. Su serie reciente de "pingas" me parece excelente. Disfrutamos -imaginativa y fresca manipulación del carácter- las aventuras) del "miembro" varonil. Aquí un ejemplo:
O la que sigue, en la que el artista debate la disyuntiva muy en el argot habanero entre "cerebro" (cráneo) y "razón".
Dense una vuelta por Entendiendo el caos. Regresarán a casa refrescados.
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1Dónde quedaría la circunstancia orteguiana con el náufrago de Garrincha. 2Se trata del ya famoso personaje anónimo de "lo que hace falta es jamaaaa".