No olvidemos la lección

¿Cómo fue? No sé explicarme qué pasó… se preguntan atónitos los fukuyamistas noventosos con la cara global de 2009. La revista Time lo pone claro en su edición de abril 6. Kurt Andersen en su artículo El fin del exceso: ¿Es la crisis buena para América? presenta el caso de una sociedad adictiva, metida en el clóset, incapaz de mirarse as sí misma ni a su alrededor. Somos una sociedad de adictos. De 1980 a 2007 el precio de una casa en EE.UU. se cuadriplica y el Dow Jones se dispara de 803 en el verano de 1982 a 14,200 en 2007. ¿Y la riqueza? El ahorro (práctica fundamental del capitalismo clásico) se desplomó de 11% a menos de 1% en 2007. EE.UU. perdió su base manufacturera (otrora su orgullo mundial). Aniquilada ahora -su única esperanza con el gigante en esteroides de Detroit. La deuda externa creciendo, taxes para los ricos, prebendas a Wall Street, falta de regulación del mercado, nuestra dependencia de la China. Parafraseando a Andersen: Por años se veía venir, pero no prestábamos atención. Cada renglón fue ignorado: Wall Street, Detroit, el mundo cambiante, el peligro de calentamiento global… el modelo capitalista americano triunfaba gracias a FedEx y la Internet y la gratificación se convertía en la meta en sí misma… Ahora todo ha cambiado: Después de casi un año de recesión no sabemos a ciencia cierta qué va a pasar… la política anterior ha sido un fracaso. La receta de Andersen es lo que llamamos "cope with": reconocer el problema y resolverlo. La América que emerja debe ser más prudente y atenta al mundo circundante. De acuerdo con el articulista, el capitalismo americano debe renovarse, producir más a tono con el hábitat. Para Andersen no hay duda que podemos salir del hueco. Eso sí, no olvidemos la lección.