Los viejitos de Miami y el fraude al Medicare

Rosie Inguanzo

¿Cuántos viejitos y discapacitados hoy en Miami se quedaron con la herida sucia, cagados, sin su inyección de insulina o su aerosol imprescindible, su diálisis? El caso es que los federales están de requisa en la Florida, sobre todo en Miami donde la cifra de fraudes al Medicare es la más alta de la nación: De estos números el mayor % a manos de criminales latinos, y de éstos la mayoría (¡qué vergüenza!) son cubanos del sur de la Florida. Hasta huyeron a Cuba decenas de estafadores millonarios, recibidos allí como hijos pródigos -que prodigan con creces. Pero como siempre el gajo se quiebra por la parte más débil, y son los viejitos, los discapacitados, los que pagan cual justos por pecadores. Es así como los federales han cerrado muchas agencias de servicio médico y ayuda doméstica, han recuperado miles de equipos inutilizados e innecesarios repartidos en apartamentos del Plan 8, en oficinas desmanteladas, direcciones inexistentes. Las agencias que no han sido atrapadas en el acto aún están siendo investigadas, los servicios interrumpidos. Producto del desmadre, el estrato social más vulnerable se ve afectado. Hace tres semanas que mi madre se quedó sin enfermera. El primer día del incidente me llama pasadas las ocho de la mañana (la inyección la recibe diariamente las 6:30 am, y ha de suministrársele a una hora fija): la enfermera no apareció por ningún lado. Esto es grave y contra la ley: se llama abandono. Después yo he ido a inyectarla; cuando no puedo envío a una enfermera que cobra $20 por visita (esto sumaría $600 al mes). Fueron tres semanas pugilateando un servicio que se le ha negado en base a falacias y miedo. A saber, si mi madre, después de tomarse su cóctel mañanero de pastillas, es capaz de tomar un autobús frente a su casa que la lleva tres cuadras más abajo, a un centro para viejitos donde juega bingo (o simula que juega -cosas de la tercera edad), pues debe ser capaz de inyectarse ella misma. Pero ni idea: Tiene siete operaciones en los ojos -por lo que no ve la aguja ni la insulina en la botellita, confunde la dosis y olvida los pasos a seguir, tiene incontinencia disimulada con culeros y toallitas, le falla la memoria inmediata, son 84 años, etc. Durante estos angustiosos días de zapateo, me han esgrimido la lista de requisitos para recibir los servicios que reclamo; pero el librito aprendido esconde mucho miedo. Las agencias están aterrorizadas. Era tan fácil hacer firmar a los ancianos por servicios que nunca recibieron, equipos y medicinas innecesarios. Y hurgando en los papeles hallé un reporte por $6,200 mensuales, desde octubre, cargados al Medicare por una señora de servicio que nunca vino a ayudar a mami. Qué vergüenza. A fin de cuenta$ mi madre me tiene a mí. Pero ¿qué hay de los viejitos que no tienen a nadie, de los inválidos que ni siquiera saben/pueden levantar un teléfono para pedir ayuda? Y que seamos los cubanos los máximos responsables.

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