sábado, 4 de abril de 2009
Poesía con sirope de maíz
Roberto Savino
Ilustración: Vicenta Casañ
La distancia distorsiona. Es una simple conclusión a la que se llega sin ser científico, sin ni siquiera saber exactamente qué significa la palabra distorsión. Andy dio con la idea luego de mirar hacia abajo con los ojos muy abiertos y decir, con un temple en la voz que parecía llegar desde el lugar menos flácido de su rechoncho cuerpo, “estamos tan alto que todo allá abajo parece otra cosa”. Había cierta solemnidad en sus palabras, y tal vez fue por eso que John, que hasta ese momento no había soltado su copia del The Wall Street Journal, volteó y corrió sus espejuelos desde el entrecejo hasta el borde de la nariz, inclinando hacia abajo la cabeza y hacia arriba la mirada, buscando ver a través de la ventanilla lo que su compañero de fila observaba con tanta contemplación. No pudo ver nada, así que, en un arranque de más osadía a la que su edad estaba acostumbrada, desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó, sin pedir permiso, sobre el espacio que ocupaba el joven Andy, asomándose durante varios largos segundos por la ventanilla del 737. Abajo, un territorio blanco con manchas oscuras se perdía bajo la luz agonizante de un sol que se despedía con colores que a John le parecieron inéditos. Suspiró, y mientras se acomodaba de nuevo en su asiento lo dijo: “La distancia distorsiona, ¿no, muchacho?; desde aquí la nieve parece un desierto blanco lleno de puntiagudos oasis negros”. Andy tragó el último sorbo de su refresco y saboreó el espeso rastro dulce que envolvía su lengua, embelesado. Quiso entonces saber más palabras y poder decirlas en el momento justo. Como John, pensó, mirándole sus medias negras con rombos ocres en los costados; el serio hombre de negocios que, de repente, a treinta mil pies de altura, podía ser también poeta. Pero Andy no sabía exactamente lo que significaba ser poeta. Resuelto, llamó de nuevo a la azafata; la incógnita bien valía otro refresco y, “si quedaban”, otro paquetico más de esos pretzels salados.
Savino, en las alturas, estados alterados. Sale el poeta que llevamos dentro.
ResponderEliminarMe gusta la obra de Casan. RHL
Hay que decir que también hay hombres que "cometen la literatura"
ResponderEliminarMagnífica narración Savino. Es cierto que cualquier argumento puede hacer un gran cuento, todo depende del tratamiento. Creas una atmósfera y expectación que recuerda los mejores momentos de Hemingway.
ResponderEliminarAsi es, amigos! Saludos...
ResponderEliminarLa distancia distorsiona.
ResponderEliminarMuy cuerdo, cierto.
No sabia que hubiera siropa de maiz.
ResponderEliminarGracias a los anonimos, a Rafael y a Alfredo por los comentarios. La distancia no solo se refiere a la altura, sino tambien a cualquier distancia inmesurable, mental (ignorancia, ideologias, etc.). En fin, gracias de nuevo a Tu Miami por regalarme un puesto en el blog. Hasta pronto!
ResponderEliminarY la distorsion aleja. Si no preguntenle al hombre-elefante.
ResponderEliminarLa distancia en si es la distorsion primigenia del espacio cero:La distancia es el tiempo.En ese estiramiento en vortice habitamos desde el comienzo.
ResponderEliminarRobertico, disfruto mucho tu desgranar de las palabras. Será que Andy y John, sensibles a la belleza, están obligados a la poesía.
ResponderEliminarMe encantan estos cuentos y poemas que salen aqui! Awesome, ese sirope! Sigale, Savino!
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