miércoles, 25 de marzo de 2009
"No es el odiado quien sufre sino el que odia"
Ramón Alejandro
Lo que quiero decirles es que a pesar del trastorno mental en el que mi hijo pasó sus dos últimos años solito en París hubo una relación muy misteriosa entre él y yo, y más misteriosa aún entre nosotros dos y mi padre que ya estaba muerto hacía un buen tiempo cuando sucedieron estos tristes hechos. Habíamos mantenido comunicación por teléfono, por correo electrónico y hasta por carta. Y en cierto momento yo le recomendé que leyera una carta de Nichirén que contiene un bello relato sacado de la historia japonesa. En el desarrollo progresivo de este relato vamos viendo como un hijo salva de la muerte por decapitación a su desconocido padre, gracias al poder de las palabras contenidas en el Sutra del Loto, y a través de la recitación de ellas ante el poderoso Shogun. “Que no es el odiado quien sufre sino el que odia”, asere. Y como yo rezaba pensando en esa cara de sufrimiento que llevaba puesta mi padre caminando de frente a las ráfagas de viento y la lluvia asturiana que lo azotaba sin piedad, junto a la cara de mi padre veía sin yo invocarla la cara de mi hijo mayor, Charles-Román. Y como no lograba concentrarme sobre el exclusivo sufrimiento de mi padre tuve que aceptar que la cara de mi hijo también estuviera allí en mi mente mientras yo trataba de disolver ese sentimiento de amargura que me embargaba sin saber, ni esperar nunca saber porqué mi padre tenía esa infelicidad tan grande metida dentro de su persona. Que yo sé que mi abuelo lo había mandadado a estudiar a Bayona, pero que luego algo había salido mal y faltando el dinero había tenido que volver a la aldea a tirar del fuelle que alumbraba el fuego del horno que estaba detrás del hórreo del patio de su bella casa de La Llana de Qués, ornada de círculos entrelazados sobre sus paredes de piedra. Porque con esa modesta industria familiar entraba algo de dinero complementario a ese hogar, y allí era que su padre fundía el hierro para confeccionar los clavos destinados a reforzar los tres pezones de madera sobre los cuales se sostienen las madreñas que usan los campesinos de esa zona. Que son esos zuecos adecuados al fanguizal de mierda de ganado bovino que se forma con las frecuentes lluvias en el suelo de las aldeas del monte adentro, encaramadas por las empinadas laderas de los montes del Principado de Asturias. Y como dije, al final de una larga conversación telefónica que sostuve con Charles-Román en la que discutimos de la cuestión de las recíprocas relaciones que existen entre padres e hijos, se me ocurrió recomendarle que leyera la carta de Nichirén. Y esto fue poco antes de su muerte, porque recuerdo que ya yo le había contado el feo sueño que tuve, en el cual estando yo sólo en la penumbra de la oficina de mi padre en la casa donde pasé mi infancia en el barrio de La Víbora, llegó una pareja desconocida y me anunció la muerte de Román, y que yo me precipitaba hacia la calle Carmen gritando desesperado: “Mi vida no tiene sentido sin Román”. Cuando ya muerto mi hijo entré en su casa de la Rue Gérando, hallé perdido entre el gran desorden que allí reinaba su libro de tratados filosóficos y cartas a sus discípulos de Nichirén, y abriéndolo encontré entre sus páginas la baraja del tarot que representa al Sol, puesta de marcapáginas al comienzo de la carta llamada «La Historia de Ohashi no Taro» que dice así:
En Tsukushi hubo un daymio, que viene a ser un general, llamado Ohashi no Taro. Quien habiendo caído en desgracia ante el Shogun, fue encerrado dentro de una celda socavada dentro del flanco de una loma de la playa de Yui cerca de Kamakura en la que permaneció preso durante un período de doce años. En el momento de sufrir la humillación de ser arrestado y estaba a punto de alejarse de sus posesiones en Tsukushi le dijo a su mujer: «Como he servido fielmente con mis armas a mi señor, no lamento haber provocado su cólera. Como me es tan fdifícil de soportar separarme de ti, puesto que siempre hemos vivido juntos desde nuestra infancia, no prefiero no decir nada más sobre este asunto. Lo que sin embargo lamento es que no hayamos tenido ningún hijo, ni varón ni hembra. Me dices ahora que estás encinta y me apena mucho no estar aquí cuando nazca y quedarme sin saber si será un varón o una hembra. También me apena que cuando crezca no tenga a quien llamar padre. Quisiera poder hacer algo para cambiar esta situación pero no tengo medios para remediarla». Y después de dicho esto se despidió.
Ramon: Tu post me inspira.
ResponderEliminarramón, me ha gustado mucho este relato. me sentí atrapada desde el principio. muy buena la historia.
ResponderEliminarsaludos
Ramón: De Román tengo bellos recuerdos. Su bello rostro y su inteligencia pura. En particular aquella noche de principio de milenio que pasamos juntos conversando y que tú cerraste con uno de tus cuentos, se me ha quedado para siempre.
ResponderEliminarUna buena leccion para la dificil relacion entre padre e hijo..
ResponderEliminarApretaste Ramon.
Precioso el muchacho. Los dos son muy lindos. El tiempo ha pasado y ahora puedes hablar de ello.
ResponderEliminarENTONCES NO ES UN CUENTO, ES VERDAD? ESO SI ES LO MAS TRISTE DEL MUNDO. MI PESAME
ResponderEliminarRamon, esa historia Japonesa tiene sus calcos populares seguramente en muchas otras culturas en la cubana existe en la cancion esa que se cantaba en la guagua de la escuela en Camino a Tarara o a la Beca. La que decia:
ResponderEliminarEra una noche de luna
de relampagos y truenos
se paseaba un caballero de su coche a su cochero
iba vestido de blanco
y en el pecho una medalla
y al doblar las cuarta esquina
le dieron tres punialadas
Abre la puerta querida
que vengo herido del alma
tu eres mi unico consuelo y te dejo embarazada
y si acaso sale hembra...
que sea hija de Santa Barbara
y si acaso sale macho que sea duro como yo
Ya pepito va a la escuela ....
lo demas es historia, porque asi fue que nacio el famoso pepito.
Ser padre no es facil.
ResponderEliminarMuy bien escrito... Siento la muerte de tu hijo, aunque no lo haya conocido. Igual siento que hay otras cosas más profundas que es preciso contar. Por duro que sea... Otra vez lo siento, pero decir esto, es como una inutilidad total.
ResponderEliminarTan conmovedora lectura que no me deja comentarla.
ResponderEliminarHow appropriate your selection of the illustration by Gustav Dore of Satan, from the illustrated edition of Paradise Lost.
ResponderEliminarVery befitting for the author of this post.
Ramon, I know the truth. And only facing the truth will set you free.
ResponderEliminarRamon, te confieso algo... Para Astrid y yo, tus hijos fueron un encanto. Todavia recuerdo el dia en que se reian en el Car Wash de Coral Way, cuando pasabamos en mi coche y los hacia reir. La inteligencia de Roman fue unica, al igual que su deseo de investigarlo todo. Muchos te ayudaron, mas bien por el amor de tus hijos, y ilusion de quien fuiste. Al final, te vendiste al diablo, y el fue el que te cobro la cuenta. No cambies el pasado a tu manera, ni busques atencion, ni te molestes mas. Ya estas en el infierno, solo hechale mas leña.
ResponderEliminarSobre Roman, su espiritu y energia siempre existiran. Nunca podremos escoger nuestros padres, pero si nuestro camino...
Mira Ramon, aqui lo tengo todo condensado.
ResponderEliminarRamon,
ResponderEliminarAlways remember this, "truth is painful when you face it, yet it is agony when you run away from it".
Marc Andries Smit
Un abrazo Ramón. Te quiero, Teresa María.
ResponderEliminarUn abrazo Ramón. Te quiero, Teresa María.
ResponderEliminar