Última del TIME.uk: Más de 100 miembros de una larga familia de Gaza pudieran haber sido apiñados por soldados israelíes en una casa que fue posteriormente bombardeada, con el resultado de cerca de 30 muertos. Los heridos quedaron abandonados junto a los muertos por más de 3 días. La atrocidad, negada por Israel, ha sido una de varias que el Alto Comisionado para las Naciones Unidas ha denunciado y abierto a investigación, lo que indica la posibilidad que el gobierno de Israel sea juzgado por crímenes de guerra. Aunque los comentarios de Navi Pillay eran dirigidos tanto a Israel como a Hamás, Pillay recalcó que el bombardeo de Israel contra mujeres y niños en Gaza es "totalmente inaceptable". (Foto: TIME.uk)
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No se pierdan el formidable artículo de The Economist sobre el conflicto árabe/israelí, sin "metida de forro" (rápida traducción): En Camp David en 2000, Israel y los palestinos descubrieron que incluso con buena voluntad de por medio era difícil llegar a un acuerdo con tantas condiciones de por medio. ¿Cómo compartir Jerusalén? ¿Qué se les ofrece a los refugiados que nunca podrán volver a sus casas? ¿Cómo se puede confiar Israel que los terrenos que desocupa no serán utilizados como Gaza, como cabeza de playa para seguir la lucha? Sin embargo,-y esta es uno de los problemas que mantiene viva la fricción entre las dos partes-, es rara la ocasión en que Israel y los palestinos se quedan solos para hacer frente a estas cuestiones fundamentales.
Durante décadas el conflicto en Palestina fue una pieza de la Guerra Fría. América fue neutral sólo en dos ocasiones: con Eisenhower, quien obligó a Israel a salir de Gaza (y a Gran Bretaña fuera de Egipto) y después de la crisis del Canal de Suez. Sin embargo, América se alió a Israel, algo que le vino de perilla a los israelitas. Contaban con el apoyo de una superpotencia, mientras que ahora no tenían que preocuparse de resolver la disputa con los palestinos, pese a que su propia subsistencia dependiera de la solución del conflicto.
De ahí que el momento más prometedor para la paz ocurriera sólo después del fin de la Guerra Fría. Ahora las cosas han cambiado: tenemos una nueva confrotación geopolítica definida por un Irán desafiante -y en camino a adquirir armas nucleares-, además de los movimientos islamistas como Hamás, financiados por Irán, que han polarizado el conflicto y que amenazan con precipitar a ambas partes a un cisma paralizante.