Jesús Rosado
Se percibe que termina el año con cierta fatiga. Y se explica. Particularmente por aquello de que los años de crisis son escarpados. Esta vez ha sido mucho más arduo coleccionar fragmentos de mundo. Tal vez sea la razón por la que llegamos a este punto sin que abunden los discursos de fin de año. La gente ha decidido ahorrar hasta las frases. Gracias a Dios, el calendario se ha mostrado afable y nos ha tendido este puente de fin de semana extendido, para que en ese lapso nos regalemos unos días de vivir por vivir. Aunque, no estaría mal que, de paso, recapacitáramos la clave del ciclo. Una década que comenzó con un gran pánico y ciertamente termina con menos pavor y algunas señales de esperanza. Sí, leyeron bien: esperanza. Eso que Carlomagno llamaba el sueño de los que están despiertos, y que no es más que alimentar anhelos con el amperaje de la vida. Así de simple. Pero, la ficción realizable no se concibe ni se concreta sin el reposo y la meditación que antecede a la energía. Por ello es necesario el vivir por vivir de estas horas de tránsito entre décadas... Cultivar la inercia aparente. Irnos reconcentrando desde la paz. Abandonarnos al piano y al vino. Repensar lo vivido y rescatar lo que nos faltó por pensar. Eso que se asemeja a la incesante tarea del viñedo. Solo entonces, y ya a punto del nuevo decenio, nos podemos zambullir en él, de poquito a poquito. Sumergirnos en el océano empírico, evitando el arrecife y la criatura peligrosa. Deslizarnos hacia su hondura. Hasta allá, hasta donde no demos pie.
jueves, 31 de diciembre de 2009
miércoles, 30 de diciembre de 2009
lunes, 28 de diciembre de 2009
Vacaciones hasta el sábado 2 de enero
A partir de hoy, a las 6pm, tumiamiblog se toma unas merecidas vacaciones. Es posible que posteemos algo, pero sin comentarios. Para amigos y enemigos, nuestros mejores deseos. ¡Feliz año nuevo 2010!
Ostia de jazz
Eliseo Cardona
Siempre llego tarde a los revuelos noticiosos en torno al jazz. En parte porque me interesan poco. Pero sólo un poco. La noticia, como ya se sabe la dio el redactor Chema G. Martínez, del diario español «El País». La resumo para los que, como yo, llegan con cierto retraso. Un fulano, Rafael Gilbert, acude el 11 de diciembre a la quinta edición del Festival de Jazz de Sigüenza para escuchar al saxofonista neoyorquino Larry Ochs y su grupo. Unos minutos después de iniciado el concierto, Gilbert se levanta de su asiento y se va a pedir el dinero a la boletería con el pretexto de que lo que Ochs está tocando no es jazz sino "música contemporánea". Los organizadores le explican que no pueden devolverle la plata. Gilbert acude entonces a la Guardia Civil de la zona, que manda oficiales al lugar para examinar el reclamo del fulano, cuyo médico le ha recetado no escuchar música que altere su estado de salud. ¿La conclusión de los guardias civiles? Pues que la música de Ochs, en efecto, no es jazz.
Giles Tremlett, del diario londinense «The Guardian», reproduce la noticia, que ya se ha convertido en comidilla de algunos blogs y anécdota divertida entre algunos músicos. Esta semana, un ayudante de Wynton Marsalis se comunicó con Tremlett para que ayudara al trompetista y empresario a ponerse en contacto con el fulano español, al que quiere felicitar por su denuncia y ofrecer su discografía completa. Leo detalles del incidente porque mi amigo y aficionado al jazz Héctor Darío Nicodemo me envía abundante información, acompañada de paso por un deseo suyo, creo, de que esto sirva para sanear la escena jazzística en su República Dominicana. Hace bien. Pero a mí, no sé porqué, se me antoja que la noticia es menos de lo que vociferan los periodistas y más de lo que los aficionados son capaces de discutir. Es decir, se trata de otra paja mental que muy pocos aprovechan para convertir en un debate serio sobre esta música que ha echado raíces en muchas partes del mundo.
Porque es cierto que el debate sobre qué es jazz o no tiene tanta antigüedad como la música misma. Es sólo que ahora los músicos y los periodistas (y también los blogueros) han aprendido a no entrar realmente en debate porque hay algo que los paraliza: el ruido mediático. No es broma. Nadie pasa más allá de creer lo que se diga cuando se dice; y más si lo que se dice lo dice mucha gente. Eso es lo que ha pasado con la noticia de Ochs, que como todo "hype" se convierte en una pompa de jabón. La publicidad como opio de nuestra imbecilidad. Como tantas figuras de la farándula cultural (¿y usted pensaba que no existía esa fauna?), Wynton Marsalis ha utilizado los medios de comunicación como palancas de una maquinaria publicitaria. Que como se sabe, lo es todo hoy en el mundo de la música. A más publicidad, mejor. Eso es bueno porque el jazzista más exitoso de su generación ha creado una industria en torno a su arte y al arte del jazz de la que vive y viven muchos. Y es bueno además porque el jazz, frente a otras expresiones musicales, tiene mayor peso cultural y una riqueza histórica (ya no digamos una complejidad técnica y estética). No hay que decir que Marsalis dotó a esta música de un carácter institucional y pedagógico sin precentes en este país, con el consabido respeto de quienes meten la mano en los bolsillos para contribuir con buena plata a la cultura oficial.
Esto último es a la vez bueno y malo. Pero no es este el momento de discutir ese tema. Lo que vale discutir es que, con sus honrosas excepciones (pienso en los maestros Whitney Balliet, Nat Hentoff, Gary Giddins, Brian Morton o Richard Cook, entre los más juiciosos) muy pocos se han aventurado a enriquecer una definición universal del jazz. Digo enriquecer una definición universal y no una definición personal porque esta última es como un culo: cada uno tiene el suyo. Y digo enriquecer porque al hacerlo se debe necesariamente descartar los prejuicios que EXCLUYEN para asumir el análisis que INCLUYE. Esto es evidente sobre todo en la obra de pensadores como Albert Murray o Ralph Ellison que, desde posiciones diferentes (aunque no necesariamente contrarias) asumieron que el jazz (pese a la encorseta definición de música improvisada desde el blues y el swing) pertenece a un canon universal. Es así como Ellington, Mingus o Monk hablan de tú con Bach, Mozart o Beethoven.
Tanto Marsalis, como su vocero más intelectual, el admirable crítico Stanley Crouch, asumen el peligroso ejercicio de incluir excluyendo. Uno lee «Considering Genius», sin duda un libro extraordinario de Crouch, y termina pensando que el hombre es profundamente inteligente, imaginativo y creativo, pero también que es un comermierda que peca de eso que aflige a quienes, siendo lógicos y sensatos, prefieren razonar a la cañona. Es decir, porque lo digo yo. Porque si por Crouch y Marsalis fuesen, lo de Ornette Coleman sería todo, menos jazz. Claro que como Ornette ha ganado en estatura mediática (prestigio artístico siempre le sobró), nadie de la élite agrupada en torno al Lincoln Center es capaz de ningunearlo. Pero el punto aquí es que quienes pueden hacer análisis serios contrabandean definiciones que, como todo culo, siempre queda con cierto olorcillo — por mucho que se le lave. Ya es un cliché una hermosa metáfora que Marsalis suele utilizar para explicar el rol del improvisador en el jazz. «El improvisador», dice el trompetista, «debe ser capaz de imponer su estilo e ideas, a la vez que mantiene la armonía del colectivo, representación de esa sociedad pluralista que es la democracia». Entonces, ¿por qué la música de Larry Ochs no es jazz? ¿Porque lo dice Marsalis? ¿Porque lo dice un fulano que reclama su dinero por no informarse antes sobre lo que va a consumir?
La historia del «purista de jazz de Sigüenza» en realidad no es tanto un sainete español como una anécdota banal. (Ambas cosas serían del deleite de mi querido Ramón del Valle Inclán.) El sainete lo protagonizan quienes consumen la noticia tal cual, tragada sin masticar. Yo, desde luego, no soy quién para decirle a Gilbert que se deje de pendejadas y abra bien los oídos. Tampoco voy a decirle que mande a la mierda Marsalis con su ofrecimiento. Pero, claro, si Ochs estuvo a punto de afectar la salud del fulano, vale advertirle que escuchar todo Marsalis lo matará de aburrmiento.
El DeLiTO y eL dELincuENtE
Siempre llego tarde a los revuelos noticiosos en torno al jazz. En parte porque me interesan poco. Pero sólo un poco. La noticia, como ya se sabe la dio el redactor Chema G. Martínez, del diario español «El País». La resumo para los que, como yo, llegan con cierto retraso. Un fulano, Rafael Gilbert, acude el 11 de diciembre a la quinta edición del Festival de Jazz de Sigüenza para escuchar al saxofonista neoyorquino Larry Ochs y su grupo. Unos minutos después de iniciado el concierto, Gilbert se levanta de su asiento y se va a pedir el dinero a la boletería con el pretexto de que lo que Ochs está tocando no es jazz sino "música contemporánea". Los organizadores le explican que no pueden devolverle la plata. Gilbert acude entonces a la Guardia Civil de la zona, que manda oficiales al lugar para examinar el reclamo del fulano, cuyo médico le ha recetado no escuchar música que altere su estado de salud. ¿La conclusión de los guardias civiles? Pues que la música de Ochs, en efecto, no es jazz.
Giles Tremlett, del diario londinense «The Guardian», reproduce la noticia, que ya se ha convertido en comidilla de algunos blogs y anécdota divertida entre algunos músicos. Esta semana, un ayudante de Wynton Marsalis se comunicó con Tremlett para que ayudara al trompetista y empresario a ponerse en contacto con el fulano español, al que quiere felicitar por su denuncia y ofrecer su discografía completa. Leo detalles del incidente porque mi amigo y aficionado al jazz Héctor Darío Nicodemo me envía abundante información, acompañada de paso por un deseo suyo, creo, de que esto sirva para sanear la escena jazzística en su República Dominicana. Hace bien. Pero a mí, no sé porqué, se me antoja que la noticia es menos de lo que vociferan los periodistas y más de lo que los aficionados son capaces de discutir. Es decir, se trata de otra paja mental que muy pocos aprovechan para convertir en un debate serio sobre esta música que ha echado raíces en muchas partes del mundo.
Porque es cierto que el debate sobre qué es jazz o no tiene tanta antigüedad como la música misma. Es sólo que ahora los músicos y los periodistas (y también los blogueros) han aprendido a no entrar realmente en debate porque hay algo que los paraliza: el ruido mediático. No es broma. Nadie pasa más allá de creer lo que se diga cuando se dice; y más si lo que se dice lo dice mucha gente. Eso es lo que ha pasado con la noticia de Ochs, que como todo "hype" se convierte en una pompa de jabón. La publicidad como opio de nuestra imbecilidad. Como tantas figuras de la farándula cultural (¿y usted pensaba que no existía esa fauna?), Wynton Marsalis ha utilizado los medios de comunicación como palancas de una maquinaria publicitaria. Que como se sabe, lo es todo hoy en el mundo de la música. A más publicidad, mejor. Eso es bueno porque el jazzista más exitoso de su generación ha creado una industria en torno a su arte y al arte del jazz de la que vive y viven muchos. Y es bueno además porque el jazz, frente a otras expresiones musicales, tiene mayor peso cultural y una riqueza histórica (ya no digamos una complejidad técnica y estética). No hay que decir que Marsalis dotó a esta música de un carácter institucional y pedagógico sin precentes en este país, con el consabido respeto de quienes meten la mano en los bolsillos para contribuir con buena plata a la cultura oficial.
Esto último es a la vez bueno y malo. Pero no es este el momento de discutir ese tema. Lo que vale discutir es que, con sus honrosas excepciones (pienso en los maestros Whitney Balliet, Nat Hentoff, Gary Giddins, Brian Morton o Richard Cook, entre los más juiciosos) muy pocos se han aventurado a enriquecer una definición universal del jazz. Digo enriquecer una definición universal y no una definición personal porque esta última es como un culo: cada uno tiene el suyo. Y digo enriquecer porque al hacerlo se debe necesariamente descartar los prejuicios que EXCLUYEN para asumir el análisis que INCLUYE. Esto es evidente sobre todo en la obra de pensadores como Albert Murray o Ralph Ellison que, desde posiciones diferentes (aunque no necesariamente contrarias) asumieron que el jazz (pese a la encorseta definición de música improvisada desde el blues y el swing) pertenece a un canon universal. Es así como Ellington, Mingus o Monk hablan de tú con Bach, Mozart o Beethoven.
Tanto Marsalis, como su vocero más intelectual, el admirable crítico Stanley Crouch, asumen el peligroso ejercicio de incluir excluyendo. Uno lee «Considering Genius», sin duda un libro extraordinario de Crouch, y termina pensando que el hombre es profundamente inteligente, imaginativo y creativo, pero también que es un comermierda que peca de eso que aflige a quienes, siendo lógicos y sensatos, prefieren razonar a la cañona. Es decir, porque lo digo yo. Porque si por Crouch y Marsalis fuesen, lo de Ornette Coleman sería todo, menos jazz. Claro que como Ornette ha ganado en estatura mediática (prestigio artístico siempre le sobró), nadie de la élite agrupada en torno al Lincoln Center es capaz de ningunearlo. Pero el punto aquí es que quienes pueden hacer análisis serios contrabandean definiciones que, como todo culo, siempre queda con cierto olorcillo — por mucho que se le lave. Ya es un cliché una hermosa metáfora que Marsalis suele utilizar para explicar el rol del improvisador en el jazz. «El improvisador», dice el trompetista, «debe ser capaz de imponer su estilo e ideas, a la vez que mantiene la armonía del colectivo, representación de esa sociedad pluralista que es la democracia». Entonces, ¿por qué la música de Larry Ochs no es jazz? ¿Porque lo dice Marsalis? ¿Porque lo dice un fulano que reclama su dinero por no informarse antes sobre lo que va a consumir?
La historia del «purista de jazz de Sigüenza» en realidad no es tanto un sainete español como una anécdota banal. (Ambas cosas serían del deleite de mi querido Ramón del Valle Inclán.) El sainete lo protagonizan quienes consumen la noticia tal cual, tragada sin masticar. Yo, desde luego, no soy quién para decirle a Gilbert que se deje de pendejadas y abra bien los oídos. Tampoco voy a decirle que mande a la mierda Marsalis con su ofrecimiento. Pero, claro, si Ochs estuvo a punto de afectar la salud del fulano, vale advertirle que escuchar todo Marsalis lo matará de aburrmiento.
El DeLiTO y eL dELincuENtE
domingo, 27 de diciembre de 2009
¿Nos queda tiempo?
El año cierra con otro intento de volar un avión de pasajeros. La mano larga de Al Qaeda en Yemen y el hijo de un banquero convertido a "la causa" que le apuesta al martirio y a llevarse con él a cientos de personas inocentes al otro mundo.
¿La vida eterna en el cielo con las vírgenes? ¿La destrucción de occidente? ¿Un nuevo califato mundial? Demasiadas preguntas. Cuando la razón se sacrifica lo perdemos todo.
Lo vemos a diario en el resurgimiento del fanaticismo religioso, la relativización de la ciencia, el auge de las teorías conspirativas, la renuncia a la evidencia y la mejor explicación para la solución de los problemas. Y de ahí llueven problemas y crisis.
Se percibe un giro al hueco negro de la venganza, la sospecha, el dogma. Políticos, religiosos, académicos, escritores, la opinión pública, se vuelca hacia "la bola", la hipérbole, y sobre todo, la certeza.
Y la certeza sin evidencia mata. A eso hay que huirle, pero ¿nos queda tiempo aún?
Here comes the sun...and it's allright
Foto e historia: León Ichaso
Norma tenia un swing diferente de todo Miami. En el año 79, durante los días de "El Super", fue la primera persona que me entrevistó para un periódico que en otra época yo vendía en una esquina.
Norma tenía una gran conexión con las viejas amistades. Sobrevivió mucho. La última vez que la vi, hace unos meses, fue como la primera. Ya todo se sabía. Y con la misma picardia de siempre, nos despedimos.
sábado, 26 de diciembre de 2009
Donde me duele
Wendy Guerra
Tienes el mapa de mí
No para el goce
No para el candor
Me tienes
Ceñida al calco delineada
de buena tinta
Me pronuncias
Estudias mi topografía
No para la felicidad
No para la serenidad
Has trazado la herida
justo
en mi confesión.
Tienes el mapa de mí
No para el goce
No para el candor
Me tienes
Ceñida al calco delineada
de buena tinta
Me pronuncias
Estudias mi topografía
No para la felicidad
No para la serenidad
Has trazado la herida
justo
en mi confesión.
jueves, 24 de diciembre de 2009
¡Y finalmente pasó!
Hoy, temprano en la mañana, ya pasó finalmente la histórica propuesta de reformar el sistema de salud de esta gran nación. La última y definitiva votación en el Senado, 60 a 39 a favor de la iniciativa, abre una nueva era para la sociedad norteamericana. Ya no sólo se trata de la economía con mejores flotadores para enfrentar las crisis. Ya no sólo es el estado que promueve el ejercicio de la libertad y las capacidades individuales para crecer material y espiritualmente. Ahora viviremos más protegidos, más tranquilos. Se trata de una gran conquista que inaugura la necesaria modernización del estilo de vida del país, el perfeccionamiento de la democracia más promisoria del orbe. Ahora, Clark Kent será mucho más longevo. Merry Christmas, USA!!
verano de 1967
ichaso y warhol, bedford, 1967
verano del año 67. manejo a new york. veo a mis amigos desde el taxi, me doy cuenta que no esperan por mi, que iban a alguna parte. maneja que te maneja y paramos justo en union square y maleta en la mano entramos en max's. esa misma noche ya tenía trabajo. siempre agarrado a la maleta-de-cartón, mi balsa. de ahí a saint mark's place a comprar papel de fumar en una tienda e inhalar todo el amor del summer of love. todo pasaba sin traba. allen ginsberg vuelve la cabeza hacia el ruido de los cubanos gritones. "kadish" y "howl" están ahí presentes. tenías a los héroes: ultimate reality. la noche cambia la vida. tatuaje cerebral. todo va bien... a veces. pero qué ibas a saberlo, desde tompkins square park, con tim buckley & the miracles... y de ahí a la fiesta del té en boston.
tomado de ichaso.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
¡Que ricooooo, la pura vida!
Elliot Broidy, capitalista de California, especializado en inversiones de alto riesgo, se declaró culpable de ayudar a su compañía a negociar un acuerdo muy lucrativo con fondos de pensiones de Nueva York. Con el fin de gestionar el control de $250 millones en pensiones estatales (de un monto total de $126,000 millones), Broidy repartió regalos a los funcionarios de la contraloría del estado de NY por un monto de $1 millón. Además ofreció prebendas a un familiar. Hasta le pagó un viaje de lujo a un oficial de alto rango, para asegurarse una comisión de $18 millones.
¿Y ese capitalismo brutal no mata?
Elliot Broidy, capitalista de California, especializado en inversiones de alto riesgo, se declaró culpable de ayudar a su compañía a negociar un acuerdo muy lucrativo con fondos de pensiones de Nueva York. Con el fin de gestionar el control de $250 millones en pensiones estatales (de un monto total de $126,000 millones), Broidy repartió regalos a los funcionarios de la contraloría del estado de NY por un monto de $1 millón. Además ofreció prebendas a un familiar. Hasta le pagó un viaje de lujo a un oficial de alto rango, para asegurarse una comisión de $18 millones.
¿Y ese capitalismo brutal no mata?
De tartare* de bonito a suppa de pescado con mejillones
Alfredo Triff
En estos días de frío miamense, no hay nada mejor para el sistema y sus funciones que una buena sopa, pan y vino. Lo genuino de esta receta bullente emerge del accidente: La idea inicial era de pescado crudo, tartare de bonito y seabass.
El viaje a Whole Foods es siempre un placer. Comer, beber y cocinar es también hurgar y revisar los mejores ingredientes. El mejor pescado para nuestro plato depende del grado de frescura: F1 o F2. Menos es límite del sushi, y menos que eso, es la tuna congelada de Publix, buena sólo para freirse. Esta vez en la sección de HERBS** el descubrimiento fue las flores comestibles (acento recomendado para una ensalada de avinagrado amargor y color), hierbas como el perifollo (sustituto del perejil, pruébalo con pollo, exquisito en té y ensaladas), el epazote (popular en la comida mexicana), la lavandula (miembro de la familia de la menta y prima hermana del romero, la salva y el tomillo: los tres últimos permanentes en mi cocina).
Volviendo al pescado: Mi primer viaje infructuoso a Farmer's Market de Coconut Grove donde soy marchante asiduo. La decepción: El salmón ajado, la tuna pálida -casi gélida. Me llevé el alga de sushi que uso como condimento. Sin abastecimiento, decidí volver a Whole Foods y la sección de pescados merece un comentario. Da agrado: de izquierda a derecha, comenzemos con pulpo (de Filipinas, que he concinado para un montón de amigos), los camarones gigantes, langostas, almejas. Pescado entero: trucha, rabirrubia, pargo. Cortes de fresquísimos de salmón del Atlántico o del Mar del Norte, bacalao negro de Alaska, emperador del Mar Caribe, sea bass de Chile, macarela y bonito. A la extrema derecha, el pulpo japonés ya cocinado y masas de cangrejo de diversos grados y tamaño. He contado más de 20 aceites de oliva distintos, todos de primera. No se es tolerante si no hay salsa picante y Whole Foods le dedica toda una sección.
Ingredientes para el tartare: Bonito para sushi, aceite de ajonjolí, una pizca de mostaza de Dijon, limón amarillo, seaweed, flores comestibles, caviar de salmón. Pica la tuna en cuadritos, un poquito menos de media pulgada, no la hagas picadillo ni la flequees tanto que pierda su consistencia y esencia -es placer tártaro poder masticarla. Mezcla el aceite con el limón, pero cuida que la masa no se sature demasiado -ha de comerse inmediatamente. Que no se disperse, para servirlo, empaca la mezcla dentro de una taza pequeña, apriétala bien hacia adentro y dos golpecitos bastan para que salga moldeada. Adórnala con las flores y huevas de caviar.
Quería repetir el tartare, ahora con dos pescados diferentes, pero como dije, el frío miamense coartó mis planes. Nos dimos un viaje por COSTCO y me compré un saco de
mejillones (hoy prometo terminar con ellos con una sopa mar-y-tierra).
Ingredientes para la suppa de pescado y mejillones: Media libra de bonito y media libra de aguja o emperador picadito en cuadritos pequeños, una libra de mejillones frescos, 8 dientes de ajo, tomillo, cilantro, vino blanco del mejor, aceite de oliva xtra-virgin, un poco de mantequilla, sal y pimienta.
En la sartén un poco de aceite de oliva y mantequilla a fuego mediano-alto. Lava bien los mejillones, quítale las barbas con una pinza de cejas. Pica bien el ajo y tíralo. Cuando huelas el ajo quemándose, añade los mejillones. Sube un poco el fuego por dos minutos y añade el pescado. Ahoga los mejillones con el mejor vino blanco: debes tirar el vino desde arriba en chorro continuo y sentir la explosión de vapor de arrefice salado. Baja el fuego a medio y espera que las valvas se abran bien y suelten su sustancia. Añade un chorrito de agua y un poco de puré de tomate. Pica el cilantro y el tomillo bien finito con tu cuchillo preferido. Puedes servir los mejillones en la valva o sin ellas. La suppa con un poquito de arroz de jazmín no es mala idea. Acompañamos la suppa con un malbec argentino TILIA orgánico y el Trío en la menor de Ravel, interpretado fenomenalmente por Beaux Arts Trio. He aquí el resultado:
_____________
*Se sabe que la carne cruda era consumida por los tártaros, la tribu turco-mongol en control de la Rusia del siglo XIII, y exportada a Europa por marineros alemanes que visitaban los puertos rusos. La versión cocida se conoce como "bistec de Hamburgo", que se convertiría en un sándwich, la más tarde denominada "hamburguesa". El tartare de pescado puede ser una variación oriunda de los pescados del río Volga.**Cuando se habla de "hierbas de cocinar", no se habla ni de semillas ni tallos ni raíz que es lo que corresponde a las llamadas especies, sino de las hojas propiamente dichas.
En estos días de frío miamense, no hay nada mejor para el sistema y sus funciones que una buena sopa, pan y vino. Lo genuino de esta receta bullente emerge del accidente: La idea inicial era de pescado crudo, tartare de bonito y seabass.
El viaje a Whole Foods es siempre un placer. Comer, beber y cocinar es también hurgar y revisar los mejores ingredientes. El mejor pescado para nuestro plato depende del grado de frescura: F1 o F2. Menos es límite del sushi, y menos que eso, es la tuna congelada de Publix, buena sólo para freirse. Esta vez en la sección de HERBS** el descubrimiento fue las flores comestibles (acento recomendado para una ensalada de avinagrado amargor y color), hierbas como el perifollo (sustituto del perejil, pruébalo con pollo, exquisito en té y ensaladas), el epazote (popular en la comida mexicana), la lavandula (miembro de la familia de la menta y prima hermana del romero, la salva y el tomillo: los tres últimos permanentes en mi cocina).
Volviendo al pescado: Mi primer viaje infructuoso a Farmer's Market de Coconut Grove donde soy marchante asiduo. La decepción: El salmón ajado, la tuna pálida -casi gélida. Me llevé el alga de sushi que uso como condimento. Sin abastecimiento, decidí volver a Whole Foods y la sección de pescados merece un comentario. Da agrado: de izquierda a derecha, comenzemos con pulpo (de Filipinas, que he concinado para un montón de amigos), los camarones gigantes, langostas, almejas. Pescado entero: trucha, rabirrubia, pargo. Cortes de fresquísimos de salmón del Atlántico o del Mar del Norte, bacalao negro de Alaska, emperador del Mar Caribe, sea bass de Chile, macarela y bonito. A la extrema derecha, el pulpo japonés ya cocinado y masas de cangrejo de diversos grados y tamaño. He contado más de 20 aceites de oliva distintos, todos de primera. No se es tolerante si no hay salsa picante y Whole Foods le dedica toda una sección.
Ingredientes para el tartare: Bonito para sushi, aceite de ajonjolí, una pizca de mostaza de Dijon, limón amarillo, seaweed, flores comestibles, caviar de salmón. Pica la tuna en cuadritos, un poquito menos de media pulgada, no la hagas picadillo ni la flequees tanto que pierda su consistencia y esencia -es placer tártaro poder masticarla. Mezcla el aceite con el limón, pero cuida que la masa no se sature demasiado -ha de comerse inmediatamente. Que no se disperse, para servirlo, empaca la mezcla dentro de una taza pequeña, apriétala bien hacia adentro y dos golpecitos bastan para que salga moldeada. Adórnala con las flores y huevas de caviar.
Quería repetir el tartare, ahora con dos pescados diferentes, pero como dije, el frío miamense coartó mis planes. Nos dimos un viaje por COSTCO y me compré un saco de
mejillones (hoy prometo terminar con ellos con una sopa mar-y-tierra).
Ingredientes para la suppa de pescado y mejillones: Media libra de bonito y media libra de aguja o emperador picadito en cuadritos pequeños, una libra de mejillones frescos, 8 dientes de ajo, tomillo, cilantro, vino blanco del mejor, aceite de oliva xtra-virgin, un poco de mantequilla, sal y pimienta.
En la sartén un poco de aceite de oliva y mantequilla a fuego mediano-alto. Lava bien los mejillones, quítale las barbas con una pinza de cejas. Pica bien el ajo y tíralo. Cuando huelas el ajo quemándose, añade los mejillones. Sube un poco el fuego por dos minutos y añade el pescado. Ahoga los mejillones con el mejor vino blanco: debes tirar el vino desde arriba en chorro continuo y sentir la explosión de vapor de arrefice salado. Baja el fuego a medio y espera que las valvas se abran bien y suelten su sustancia. Añade un chorrito de agua y un poco de puré de tomate. Pica el cilantro y el tomillo bien finito con tu cuchillo preferido. Puedes servir los mejillones en la valva o sin ellas. La suppa con un poquito de arroz de jazmín no es mala idea. Acompañamos la suppa con un malbec argentino TILIA orgánico y el Trío en la menor de Ravel, interpretado fenomenalmente por Beaux Arts Trio. He aquí el resultado:
_____________
*Se sabe que la carne cruda era consumida por los tártaros, la tribu turco-mongol en control de la Rusia del siglo XIII, y exportada a Europa por marineros alemanes que visitaban los puertos rusos. La versión cocida se conoce como "bistec de Hamburgo", que se convertiría en un sándwich, la más tarde denominada "hamburguesa". El tartare de pescado puede ser una variación oriunda de los pescados del río Volga.**Cuando se habla de "hierbas de cocinar", no se habla ni de semillas ni tallos ni raíz que es lo que corresponde a las llamadas especies, sino de las hojas propiamente dichas.
martes, 22 de diciembre de 2009
"Éstas no deben ser nunca más las calles del silencio"
Wendy Guerra reclama la calle:
¿Desde que aprendí a caminar los transeúntes, todos los que he visto son y han sido revolucionarios? ¿Qué esquema nos da el derecho de embotellar, de ideologizar a un peatón?
"La calle es de los revolucionarios", decían esta semana las voces desde la televisión nacional. ¿Las limpiarán y las restaurarán sólo los revolucionarios? Esas vías las transitan quienes conocen y quienes desconocen la dimensión semántica de la palabra. Quienes han dejado de creer y a quienes aun les va la vida en ello van a salir juntos de sus casas y transitarán juntos estas mismas calles. Quienes llegan queriendo creer, pero aun no conocen... ¿no pueden acaso transitar las avenidas? Sentirlas.
La calle es de quien la camina con decencia. En todo caso no será de quien pasa en su automóvil sin mirar y hace muchos años que no da un paso por ella, que no se moja cuando llueve, ni hace la cola del pan, ni lleva a sus hijos a la escuela, ni les 'inventa' la merienda, ni sortea los mil huecos para no torcerse el tobillo. Pero ni así, la calle en realidad es y ha sido siempre de todos, dije sonriendo mientras atravesaba la Plaza de Armas. Miré los libros viejos, los diccionarios hechos para comprender las palabras. Recordé cada persona con la que me he encontrado aquí. La calle es un plano tan infinito como el pensamiento del hombre. Cada cual tome la acera del sol o de la sombra.
La calle es de quienes pisan con naturalidad y respeto, y como en todas partes de este mundo, la calle en que naciste es una parte inalienable de la geografía de tu cuerpo.
Existe un pasadizo secreto, que, desde cualquier lugar nos conduce irremediablemente a nuestras calles. El patrimonio donde anclar nuestra memoria.
Cuidado con estas fallidas, vacías consignas que tanto angustiaron la vida de nuestros padres. En su nombre se quemaron en la hoguera muchos sueños limpios. Se humilló a buenas personas y se corrompieron ideales sublimes. Cuidado con las trifulcas entre cubanos, azuzar cualquier gesto agresivo entre nosotros es lamentable, doloroso, y al final, incontrolable en su secuela. Respetemos las mil opiniones que genera una realidad mil veces compleja, revolucionada.
¿No será que hablamos de lo mismo y no nos entendemos claramente por el ruido que genera la calle misma?
La escritora cubana Dulce María Loynaz, premio Cervantes, salió muy poco o nada de su
casa en El Vedado durante cuarenta largos años. Recuerdo a Bárbara, el personaje de su novela Jardín, vivía encerrada tras altas rejas que ponían coto a la realidad. Cito palabras de la autora:
"(...) Me he mantenido enclaustrada en mi casa habanera y al margen de la política que es terreno minado para un escritor. Las autoridades revolucionarias no me han tratado bien ni mal, pero me han respetado. Han sido 40 años de silencio".
Éstas no deben ser nunca más las calles del silencio.
¿Desde que aprendí a caminar los transeúntes, todos los que he visto son y han sido revolucionarios? ¿Qué esquema nos da el derecho de embotellar, de ideologizar a un peatón?
"La calle es de los revolucionarios", decían esta semana las voces desde la televisión nacional. ¿Las limpiarán y las restaurarán sólo los revolucionarios? Esas vías las transitan quienes conocen y quienes desconocen la dimensión semántica de la palabra. Quienes han dejado de creer y a quienes aun les va la vida en ello van a salir juntos de sus casas y transitarán juntos estas mismas calles. Quienes llegan queriendo creer, pero aun no conocen... ¿no pueden acaso transitar las avenidas? Sentirlas.
La calle es de quien la camina con decencia. En todo caso no será de quien pasa en su automóvil sin mirar y hace muchos años que no da un paso por ella, que no se moja cuando llueve, ni hace la cola del pan, ni lleva a sus hijos a la escuela, ni les 'inventa' la merienda, ni sortea los mil huecos para no torcerse el tobillo. Pero ni así, la calle en realidad es y ha sido siempre de todos, dije sonriendo mientras atravesaba la Plaza de Armas. Miré los libros viejos, los diccionarios hechos para comprender las palabras. Recordé cada persona con la que me he encontrado aquí. La calle es un plano tan infinito como el pensamiento del hombre. Cada cual tome la acera del sol o de la sombra.
La calle es de quienes pisan con naturalidad y respeto, y como en todas partes de este mundo, la calle en que naciste es una parte inalienable de la geografía de tu cuerpo.
Existe un pasadizo secreto, que, desde cualquier lugar nos conduce irremediablemente a nuestras calles. El patrimonio donde anclar nuestra memoria.
Cuidado con estas fallidas, vacías consignas que tanto angustiaron la vida de nuestros padres. En su nombre se quemaron en la hoguera muchos sueños limpios. Se humilló a buenas personas y se corrompieron ideales sublimes. Cuidado con las trifulcas entre cubanos, azuzar cualquier gesto agresivo entre nosotros es lamentable, doloroso, y al final, incontrolable en su secuela. Respetemos las mil opiniones que genera una realidad mil veces compleja, revolucionada.
¿No será que hablamos de lo mismo y no nos entendemos claramente por el ruido que genera la calle misma?
La escritora cubana Dulce María Loynaz, premio Cervantes, salió muy poco o nada de su
casa en El Vedado durante cuarenta largos años. Recuerdo a Bárbara, el personaje de su novela Jardín, vivía encerrada tras altas rejas que ponían coto a la realidad. Cito palabras de la autora:
"(...) Me he mantenido enclaustrada en mi casa habanera y al margen de la política que es terreno minado para un escritor. Las autoridades revolucionarias no me han tratado bien ni mal, pero me han respetado. Han sido 40 años de silencio".
Éstas no deben ser nunca más las calles del silencio.
Me estaba muriendo
Grettel J. Singer
Apenas despertaba del sueño más cercano a la Gloria que he tenido, eso fue lo que, algo acongojado, me anunció el gastroenterólogo. Todavía embobada por los deliciosos efectos de la anestesia que me inyectaron a través del suero antes de realizarme la endoscopia, me eché a reír. Él, muy serio y muy madrileño con su nariz respingadita me dijo a regañadientes que no se trataba de una broma, que en serio el problema era de un alto grado de preocupación. Le creí, claro que le creí, él es el doctor y yo la moribunda, pero no hay que sacar un postgrado para saber que en efecto, todos nos estamos muriendo.
Me sugirió que comenzara parte del tratamiento esa misma tarde, y cuando le entregaran los resultados del laboratorio me llamaría para discutir los próximos pasos a tomar. Enseguida se dispuso, con la agilidad de un arepero de feria, a abandonarme y seguir con el próximo paciente que se encontraba en otra cama cerca de la mía, cuando le pedí, no recuerdo si alegre o desesperadamente, si era posible conseguir la anestesia en píldoras o en ampollas para usar como inyecciones caseras. La enfermera me miró con cara de “mija, no le agotes más la paciencia al hombre”, pero él, que sabía de sobra de lo que le estaba hablando se dejó abrumar por el estruendo de una carcajada y aquellos dientes blancos y perfectamente cuidados me recordaron lo tonta que debí haberme visto dormida y con la boca abierta luego del procedimiento. Me puso la mano en el hombro y con una complicidad casi incómoda me dijo en voz baja que si algún día la llegaran a inventar él sería el primero en consumirla. Ah, y me dijo también, no más ron. ¿Para siempre?, pregunté con los dedos cruzados y la orejas tapiadas. Sólo durante el tratamiento. ¿Y cuánto tiempo dura el tratamiento? No lo sé, ya veremos. Depende del resultado del ecograma que te hicieron en el estómago hace un rato y el de la biopsia que te acabo de hacer, pero por lo que ya he visto tienes una úlcera.
A la semana siguiente me llama el doctor para comunicarme los resultados. Una úlcera, una hernia, gastritis y la bateria del H. Pylori. Ni idea de cuán grave es lo que tengo, pero él se muestra preocupado por el diagnostico, especialmente el de la bacteria que luego cuando me informo por la internet quedo espantada. En conclusión, veo que es una bacteria hermosa que parece un edamame verde con pelos en uno de los extremos, pero leo que es sumamente peligrosa y contagiosa y que es posible que se haya refugiado en mi barriga desde hace años. Una femme fatale, vaya. Me pregunto a cuánta gente he enfermado, y decido que mejor no voy a llamar a nadie para dar aviso pues con un simple beso de piquito es suficiente para que se pegue el mal del H. Pylori, y esa lista sí que es interminable.
Comienzo el riguroso tratamiento de pastillas y más pastillas. Un sabor a metal se convierte en el nuevo sabor de cualquier bocado que pruebo. Por fin comienza a bajar el pomo de las píldoras cuando me doy cuenta que al frasco de los antibióticos le quedan más pastillas que al otro. Llamo al farmacéutico y le digo hasta del mal que va a morir. Él calmada y educadamente me pregunta si he ingerido la cantidad apropiada que sugiere las indicaciones. No, claro que no. ¿De cuando acá mi despiste se distrae en asuntos de suma importancia? El doctor no me cogió a golpes porque no me tenía delante. Me dio un par de gritos por teléfono (bien a lo madrileño) y me dijo que tenía que esperar un mes y luego regresar a su consultorio para que me realizaran una prueba de aliento para ver si con suerte me había funcionado el tratamiento que hice a medias.
En estos días recibí un correo electrónico de mi tía que vive en La Habana, dictado por mi abuela. Y ahora sé que si mis hadas me abandonan por lo menos me quedan los rezos de mi viejita y la promesa que le ha hecho a la virgen de la Ermita. Promesa que tendré que cumplir yo, con varios ramos de flores blancas agradeciendo este y otros favores que según me entero ya se vienen atrasando.
Está bien, lo haré. Total, la Ermita queda a unas cuadras de mi casa y mis hadas no son celosas.
Apenas despertaba del sueño más cercano a la Gloria que he tenido, eso fue lo que, algo acongojado, me anunció el gastroenterólogo. Todavía embobada por los deliciosos efectos de la anestesia que me inyectaron a través del suero antes de realizarme la endoscopia, me eché a reír. Él, muy serio y muy madrileño con su nariz respingadita me dijo a regañadientes que no se trataba de una broma, que en serio el problema era de un alto grado de preocupación. Le creí, claro que le creí, él es el doctor y yo la moribunda, pero no hay que sacar un postgrado para saber que en efecto, todos nos estamos muriendo.
Me sugirió que comenzara parte del tratamiento esa misma tarde, y cuando le entregaran los resultados del laboratorio me llamaría para discutir los próximos pasos a tomar. Enseguida se dispuso, con la agilidad de un arepero de feria, a abandonarme y seguir con el próximo paciente que se encontraba en otra cama cerca de la mía, cuando le pedí, no recuerdo si alegre o desesperadamente, si era posible conseguir la anestesia en píldoras o en ampollas para usar como inyecciones caseras. La enfermera me miró con cara de “mija, no le agotes más la paciencia al hombre”, pero él, que sabía de sobra de lo que le estaba hablando se dejó abrumar por el estruendo de una carcajada y aquellos dientes blancos y perfectamente cuidados me recordaron lo tonta que debí haberme visto dormida y con la boca abierta luego del procedimiento. Me puso la mano en el hombro y con una complicidad casi incómoda me dijo en voz baja que si algún día la llegaran a inventar él sería el primero en consumirla. Ah, y me dijo también, no más ron. ¿Para siempre?, pregunté con los dedos cruzados y la orejas tapiadas. Sólo durante el tratamiento. ¿Y cuánto tiempo dura el tratamiento? No lo sé, ya veremos. Depende del resultado del ecograma que te hicieron en el estómago hace un rato y el de la biopsia que te acabo de hacer, pero por lo que ya he visto tienes una úlcera.
A la semana siguiente me llama el doctor para comunicarme los resultados. Una úlcera, una hernia, gastritis y la bateria del H. Pylori. Ni idea de cuán grave es lo que tengo, pero él se muestra preocupado por el diagnostico, especialmente el de la bacteria que luego cuando me informo por la internet quedo espantada. En conclusión, veo que es una bacteria hermosa que parece un edamame verde con pelos en uno de los extremos, pero leo que es sumamente peligrosa y contagiosa y que es posible que se haya refugiado en mi barriga desde hace años. Una femme fatale, vaya. Me pregunto a cuánta gente he enfermado, y decido que mejor no voy a llamar a nadie para dar aviso pues con un simple beso de piquito es suficiente para que se pegue el mal del H. Pylori, y esa lista sí que es interminable.
Comienzo el riguroso tratamiento de pastillas y más pastillas. Un sabor a metal se convierte en el nuevo sabor de cualquier bocado que pruebo. Por fin comienza a bajar el pomo de las píldoras cuando me doy cuenta que al frasco de los antibióticos le quedan más pastillas que al otro. Llamo al farmacéutico y le digo hasta del mal que va a morir. Él calmada y educadamente me pregunta si he ingerido la cantidad apropiada que sugiere las indicaciones. No, claro que no. ¿De cuando acá mi despiste se distrae en asuntos de suma importancia? El doctor no me cogió a golpes porque no me tenía delante. Me dio un par de gritos por teléfono (bien a lo madrileño) y me dijo que tenía que esperar un mes y luego regresar a su consultorio para que me realizaran una prueba de aliento para ver si con suerte me había funcionado el tratamiento que hice a medias.
En estos días recibí un correo electrónico de mi tía que vive en La Habana, dictado por mi abuela. Y ahora sé que si mis hadas me abandonan por lo menos me quedan los rezos de mi viejita y la promesa que le ha hecho a la virgen de la Ermita. Promesa que tendré que cumplir yo, con varios ramos de flores blancas agradeciendo este y otros favores que según me entero ya se vienen atrasando.
Está bien, lo haré. Total, la Ermita queda a unas cuadras de mi casa y mis hadas no son celosas.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Alien sex
Jesús Rosado
El affaire entre la bella (o el bello) y la bestia ha sido uno de los argumentos mediante el cual la ciencia ficción hizo el crossover como subgénero desde la literatura hacia las artes visuales. Fue un viaje que pasó primero por la historieta para luego incorporarse informalmente al graffiti y más tarde asumirse con mayor rigor desde la paleta o la plumilla.
El sexo sobre lienzo, papel, artefacto o soporte fotográfico, hoy día, ha rebasado la recreación sublime para expresarse coherente con los engendros de la sociedad postindustrial. Belleza y horror ya no son antítesis. Tampoco hacen síntesis. No hay belleza sin algo extraño en sus proporciones -reflexionaba Bacon el filósofo. No hay por qué cuestionarlo cuatro siglos después de esa conclusión. Para el ser moderno es connatural usar lo aberrado en el sexo para aproximarse a lo exacto de su crucial circunstancia.
El affaire entre la bella (o el bello) y la bestia ha sido uno de los argumentos mediante el cual la ciencia ficción hizo el crossover como subgénero desde la literatura hacia las artes visuales. Fue un viaje que pasó primero por la historieta para luego incorporarse informalmente al graffiti y más tarde asumirse con mayor rigor desde la paleta o la plumilla.
Luis Royo
Erica Chappuis
Una de las obsesiones de los cultivadores de las fantasías eróticas alienígenas en la plástica contemporánea ha sido reflejar el sexo interespecie quizás como canalización de perversiones reprimidas, o temores originados en el desamparo teológico y en las precariedades existenciales. O, simplemente, es expresión más o menos consciente de la vocación innata de expansión que subyace en el poblador planetario, quien desde ahora puede que se esté anticipando instintivamente a las posibilidades de extinción de su habitat.
Hans Ruedi Giger
Katharina Kranichfeld
Con la irrupción de la ciencia ficción en el sexo -o viceversa- dentro de la manifestación creativa, la especulación ha dejado de ser una operación maniobrable sólo desde el raciocinio o los estandares de la imaginación, para hacerse parte de los laberintos sensoriales. El alien sex funciona como tránsito de la acción física del goce sexual en solitario haciendo todo un recorrido fantasioso hasta derivar en masturbación estética. Lo desconocido, lo grotesco... lo monstruoso es el nuevo hallazgo de la autocaricia erótica.
Joshifumi Hayahi
Hans Bellmer
El sexo sobre lienzo, papel, artefacto o soporte fotográfico, hoy día, ha rebasado la recreación sublime para expresarse coherente con los engendros de la sociedad postindustrial. Belleza y horror ya no son antítesis. Tampoco hacen síntesis. No hay belleza sin algo extraño en sus proporciones -reflexionaba Bacon el filósofo. No hay por qué cuestionarlo cuatro siglos después de esa conclusión. Para el ser moderno es connatural usar lo aberrado en el sexo para aproximarse a lo exacto de su crucial circunstancia.
jueves, 17 de diciembre de 2009
Blogueros, gangueros, leprosos y la misericordia de Babalú Ayé
Jesús Rosado
Cuando la blogosfera se fue convirtiendo en depositaria de los desvelos virtuales de los cubanos en exilio, se me hizo inevitable la expectativa de una nación de nuevo tipo erigiéndose sobre pilares cibernéticos, mostrando flamante una idiosincrasia destilada y recivilizada por la experiencia del destierro. Se hacía ilusión pensar que mediante el reencuentro ciberespacial sacaríamos a flote una Atlántida caribeña que se hallaba sumergida no en líquido salitroso sino bajo la densidad de cinco siglos de historia turbulenta, timos políticos y autoritarismos cenagosos. Era hora, finalmente, de redimir la isla platónica y empinarla como un papalote alegre aunque fuese desde la cuadratura de una pantalla. Todo, gracias al adiestramiento en la supervivencia dentro del mundo libre, a la familiarización con las tecnologías de punta y el acceso a la comunicación global, a la absorción de la ética ciudadana que procrea los estados de derecho. Y, además, al hecho de haber negociado la identidad en más de cien contextos diversos lo cual podía habernos consolidado en diáspora cosmopolita, pluralista e inclusiva.
Eso era soñar en dorado, un concilio feliz nutrido de ideas novedosas, avezado en términos de convivencia. Antesala del futuro edénico de una sociedad reflexiva, corporativa, competente, ultrademocrática, dirigida por liderazgos centrífugos. A falta de institucionalidad, la blogosfera transterritorial podía oficiar como probeta de la nación vanguardista, donde el intercambio inteligente, la confrontación serena, la concertación de todo el caudal vivencial que acumula el archipiélago desperdigado, podía compensar esperanzadoramente los estragos de una dictadura que metabolizó las aspiraciones de un pueblo hasta reducirlas a materia fecal. Lo ideal era un sistema de sitios digitales e hipertextos enlazados en forma de tribunas, galerías, bibliotecas, archivos, espacios de discernimiento, tertulias, cines, sitios underground, periódicos, en fin, los más disímiles recursos multimedia en Internet, configurando una madeja virtual que recreara el ansiado país paralelo donde aposentar las utopías seminales.
Y… ¿qué ha sucedido al cabo de un quinquenio de blogosferar entre cubanos desplazados? Pues ¡mera pendejada! Lo que hemos logrado es reproducir en la red nuestro perfil más vil como tribu. Y continuamos por el truculento camino de choteo, cinismos, fundamentalismo ideológico, procerismo, racismo, chovinismo, personalismo, pandillerismo, envidia, ataques personales, hijeputás, actos de repudio… Nos seguimos propinando tomatazos, huevazos y pescozones por la nuca con la misma puja castrofalangista que lo hacen las hordas de la isla. Nos mentamos la madre por control remoto y desde el anonimato con los mismos motivos del miedo que pulula entre la clase dominante de isla adentro. Gestamos intrigas, conspiraciones, blogocidios, puñaladas traperas. Nos espiamos, nos contraespiamos y luego de tanta paranoia nos acusamos de segurosos para disimular en la acusación la oscura apetencia hacia el poder del represor. Practicamos los mismos rituales gangueros de las turbas que, en los desvencijados callejones de La Habana, arremeten contra disidentes, Damas de Blanco y blogueros decorosos. Como pobladores de blogolandia hemos conseguido permanecer fieles a nuestro miserable saldo histórico como comunidad: ser una nación que apesta como fosa rebosada. Somos los blogueros más ruines de la triple-W. Ególatras, sectaristas y excluyentes. Leales a la vocación de zarrapastrosos y orfebres del castrismo como entelequia. Verdaderos perfeccionistas de los totalitarismos. Pura blogoexcrecencia como exilio que mostramos pústulas semejantes a las que pudren la piel de Cuba. ¡Ojalá que Babalú Ayé tenga misericordia de tan tamaña lepra!
Cuando la blogosfera se fue convirtiendo en depositaria de los desvelos virtuales de los cubanos en exilio, se me hizo inevitable la expectativa de una nación de nuevo tipo erigiéndose sobre pilares cibernéticos, mostrando flamante una idiosincrasia destilada y recivilizada por la experiencia del destierro. Se hacía ilusión pensar que mediante el reencuentro ciberespacial sacaríamos a flote una Atlántida caribeña que se hallaba sumergida no en líquido salitroso sino bajo la densidad de cinco siglos de historia turbulenta, timos políticos y autoritarismos cenagosos. Era hora, finalmente, de redimir la isla platónica y empinarla como un papalote alegre aunque fuese desde la cuadratura de una pantalla. Todo, gracias al adiestramiento en la supervivencia dentro del mundo libre, a la familiarización con las tecnologías de punta y el acceso a la comunicación global, a la absorción de la ética ciudadana que procrea los estados de derecho. Y, además, al hecho de haber negociado la identidad en más de cien contextos diversos lo cual podía habernos consolidado en diáspora cosmopolita, pluralista e inclusiva.
Eso era soñar en dorado, un concilio feliz nutrido de ideas novedosas, avezado en términos de convivencia. Antesala del futuro edénico de una sociedad reflexiva, corporativa, competente, ultrademocrática, dirigida por liderazgos centrífugos. A falta de institucionalidad, la blogosfera transterritorial podía oficiar como probeta de la nación vanguardista, donde el intercambio inteligente, la confrontación serena, la concertación de todo el caudal vivencial que acumula el archipiélago desperdigado, podía compensar esperanzadoramente los estragos de una dictadura que metabolizó las aspiraciones de un pueblo hasta reducirlas a materia fecal. Lo ideal era un sistema de sitios digitales e hipertextos enlazados en forma de tribunas, galerías, bibliotecas, archivos, espacios de discernimiento, tertulias, cines, sitios underground, periódicos, en fin, los más disímiles recursos multimedia en Internet, configurando una madeja virtual que recreara el ansiado país paralelo donde aposentar las utopías seminales.
Y… ¿qué ha sucedido al cabo de un quinquenio de blogosferar entre cubanos desplazados? Pues ¡mera pendejada! Lo que hemos logrado es reproducir en la red nuestro perfil más vil como tribu. Y continuamos por el truculento camino de choteo, cinismos, fundamentalismo ideológico, procerismo, racismo, chovinismo, personalismo, pandillerismo, envidia, ataques personales, hijeputás, actos de repudio… Nos seguimos propinando tomatazos, huevazos y pescozones por la nuca con la misma puja castrofalangista que lo hacen las hordas de la isla. Nos mentamos la madre por control remoto y desde el anonimato con los mismos motivos del miedo que pulula entre la clase dominante de isla adentro. Gestamos intrigas, conspiraciones, blogocidios, puñaladas traperas. Nos espiamos, nos contraespiamos y luego de tanta paranoia nos acusamos de segurosos para disimular en la acusación la oscura apetencia hacia el poder del represor. Practicamos los mismos rituales gangueros de las turbas que, en los desvencijados callejones de La Habana, arremeten contra disidentes, Damas de Blanco y blogueros decorosos. Como pobladores de blogolandia hemos conseguido permanecer fieles a nuestro miserable saldo histórico como comunidad: ser una nación que apesta como fosa rebosada. Somos los blogueros más ruines de la triple-W. Ególatras, sectaristas y excluyentes. Leales a la vocación de zarrapastrosos y orfebres del castrismo como entelequia. Verdaderos perfeccionistas de los totalitarismos. Pura blogoexcrecencia como exilio que mostramos pústulas semejantes a las que pudren la piel de Cuba. ¡Ojalá que Babalú Ayé tenga misericordia de tan tamaña lepra!
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Bisnes is bisnes
Luis Soler
–¿Tú eres Machito? –preguntó José Luis sin bajarse de la bicicleta.
Un señor como de unos cincuenta años, curtido por el sol, se acercó por el otro lado de la cerca. Caminaba sin camisa bajo el calor abrazador de la tarde, su cara era una mueca, cada músculo facial protegiéndose del sol. Por debajo de la gorra -el logotipo de los “Indians” de Cleveland- facción avinagrada sin la menor afabilidad. En una mano la mochila en la otra arrastraba su bicicleta china. Se detuvo justo frente a José Luis que lo esperaba desde hacía un buen rato. Sin mirarlo a los ojos se dispuso a abrir el candado Master que mantenía cerrada la cerca con gruesa cadena.
– Un servidor –contestó rudamente, restándole importancia al visitante – Anjá, ¿Y se puede saber qué desea?
– Vengo de parte de Luis Potaje, el que trabaja en el hotel Inglaterra.
A Machito nadie lo conocía por ese sobrenombre. Sólo sus amigos del barrio y su familia le llamaban así. Los de la empresa de Abastecimientos e Insumos del Poder Popular de Alamar, donde él se desempeñaba como jefe de almacén, lo conocían por Andrés, que era su nombre de pila. Por eso y porque venía de parte de Luis Potaje, Machito supo que el tipo venía con una tiñosa: pura complicación.
– De Luis Potaje –recalcó.
– Sí, el que traba....
– Sé quién es –lo cortó en seco– no me lo tiene que repetir.
Abrió el candado pero no quitó la cadena. Volteó su cabeza hacia las naves que estaban a su espalda. Un terraplén polvoroso, repleto de piezas viejas de camión y enormes rodillos de madera con cables negros del grosor de un puño, yacían dispersos en el trayecto que los separaba de la garita, donde un guardia de seguridad custodiaba la entrada a las naves y al los almacenes centrales. Machito miró la hora en un reloj digital negro con la manilla raída por el sudor y el uso.
– Yo ya me iba... –volvió a mirar el reloj– mira, yo le dije a Potaje que no podía hacerle más “esos” favores.
– No es un favor, yo le voy a pagar –replicó José Luis sin perder la compostura –si usted no me resuelve no sé qué me voy a hacer.
Machito miró al cielo. Contó las palomas posadas en los cables de electricidad. Cerca, un perro sarnoso olfateaba y escarbaba del basurero. Unos instantes de silencio cargados de mensajes parecían ir de un lado a otro por entre los agujeros de la cerca. A manera de credenciales José Luis bajó la vista y comenzó a patear el piso con la punta de la bota, igual que lo hacen los pitchers en el baseball.
– Tengo un juicio pendiente. Si usted no me resuelve puedo caer preso.
– No me tiene que dar tantos datos– Machito cambió el tono de la voz por uno más conciliador, sin dejar de mirar a la garita– no puedo seguir arriesgándome. Entiendo todo eso, pero esta es mi pincha y no la quiero perder. Ustedes se van de aquí pero uno se queda en esta mierda y esto es lo único que me da de comer.
– Le voy a pagar con dólares.
– Mire, ¿cómo se llama usted? – preguntó y lo miró a los ojos.
– José Luis, pero me dicen Pepito.
– Bueno Pepito, mire pa’llá – señalo con un gesto de la cabeza hacia la entrada de la empresa.
El guardia de seguridad de la garita no les quitaba los ojos a los dos hombres. Machito sabía que la cosa estaba muy mala últimamente. La empresa había duplicado el control del inventario por el incremento en el robo de piezas de repuesto.
– La cosa está negra y con pespuntes grises. No hay quien saque ná de ahí.
– Por favor Machito haga lo que pueda. Le doy diez por cada una.
– ¡¿Diez?! –¿Eso es un chiste o tú vives en la luna?
José Luis hizo un gesto de incomprensión. Su cara mostraba un desespero que daba grima. Machito podía adivinar que el tipo era o muy ingenuo o comemierda, pero en todo caso, no tenía ni la menor idea del negocio en el que se había metido. No soportaba bobería de la gente, pero el tipo le inspiraba una profunda lástima. La palma de la mano derecha le comenzaba a picar nuevamente.
– Mira... cómo me dijiste que te llamabas? Ah sí, Pepito. ¿Cuánto tienes? Las llantas están a veinticinco, pero te las dejo en veinte.
– ¡Pero mire Machito yo sólo tengo veinte dólares! y necesito dos. –murmuró casi en un ruego.
– Lo siento, sólo te puedo sacar una y eso sería la semana que viene.
José Luis sintió que el cielo se le caía a pedazos. No había podido conseguir más que treinta y seis fulas por el crucifijo de plata de su abuela, y eso porque se lo había vendido a un mexicano. Diez dólares gastó en una brújula rusa muy vieja que no funcionaba muy bien, tres en un rollo de soga y tres más en un cake de chocolate para celebrar el cumpleaños de su hija. Sólo le quedaban veinte.
– Mire, véndame dos y yo le pago el resto antes de irme, pero déjeme ir avanzando con la balsa.
– No mi socio, lo siento –sentenció Machito, y tragó en seco en lo que sacaba de un tirón la cadena y se disponía a abrir la cerca– en este negocio no se fía.
José Luis se limpió el sudor de la frente. No podía ser que hubiera hecho ese viaje en bicicleta desde Marianao hasta Alamar para no conseguir nada.
– ¡Mire! –dijo José Luis de repente– le cambio la otra llanta por mi bicicleta, es una montañesa... ¡japonesa!
Machito meneó la cabeza de un lado a otro a manera de negación.
– Por una de esas es por las que te matan. Yo no estoy pa’que me estén cazando la pelea detrás de una esquina. En la mía china nadie se fija. Olvídalo, si me arriesgo tiene que ser por fulas.
– Yo no tengo de dónde sacar más.
Aquel muchacho le causaba a Machito una verdadera pena. Por alguna razón le recordaba a su hijo. Cerró la reja. Las palomas se habían marchado y ahora el perro sarnoso estaba sentado observándolo.
– ¿Qué tienes ahí en la parrilla? –le señaló con la boca hacia un maletín color beige que José Luis llevaba atado con sogas en la parte de atrás de la bicicleta y por el cual se dejaba ver el pico de una botella de vino o algo así.
– Ahí... na, una botella de vino que me regaló un español amigo para que la venda y me busque algo – contestó y añadió – pero aquí nadie toma vino.
– ¿Qué más traes en el maletín?
– Ahí… un cake de chocolate.
– Un cake de chocolate – repitió con suavidad Machito mientras abría la cerca y salía.
Ya casi eran las cinco de la tarde y pronto sonaría el timbre de salida de los trabajadores. Machito volvió a mirar el reloj. Los dos hombres, las bicicletas y la cerca dibujaban largas sombras sobre ardiente el pavimento gris. Machito se acomodó la gorra y suspiró profundo. “Cómo se le ocurre a estos pendejos tirarse al mar con esa falta de seriedad”, pensó. Machito era un hombre recto y se tomaba las cosas con seriedad. No comprendía aún por qué estaba dispuesto a ayudarlo.
– Ustedes me van a joder un día de estos –dijo mientras sacaba una camiseta que llevaba en su bolsillo trasero y se la ponía.
– ¿Me va a resolver? – preguntó José Luis esperanzado.
– Sí -se montó en la bicicleta y le indicó– ¿ves aquella lomita donde está el árbol aquel? Ve hasta allí y espérame del otro lado de la caseta de la guagua.
– Pero ¿me va a dar las dos gomas por los veinte fulas?
– Por los veinte fulas, el vino y el cake.
El perro ladraba desaforadamente rodeado de un enjambre de moscas.
–¿Tú eres Machito? –preguntó José Luis sin bajarse de la bicicleta.
Un señor como de unos cincuenta años, curtido por el sol, se acercó por el otro lado de la cerca. Caminaba sin camisa bajo el calor abrazador de la tarde, su cara era una mueca, cada músculo facial protegiéndose del sol. Por debajo de la gorra -el logotipo de los “Indians” de Cleveland- facción avinagrada sin la menor afabilidad. En una mano la mochila en la otra arrastraba su bicicleta china. Se detuvo justo frente a José Luis que lo esperaba desde hacía un buen rato. Sin mirarlo a los ojos se dispuso a abrir el candado Master que mantenía cerrada la cerca con gruesa cadena.
– Un servidor –contestó rudamente, restándole importancia al visitante – Anjá, ¿Y se puede saber qué desea?
– Vengo de parte de Luis Potaje, el que trabaja en el hotel Inglaterra.
A Machito nadie lo conocía por ese sobrenombre. Sólo sus amigos del barrio y su familia le llamaban así. Los de la empresa de Abastecimientos e Insumos del Poder Popular de Alamar, donde él se desempeñaba como jefe de almacén, lo conocían por Andrés, que era su nombre de pila. Por eso y porque venía de parte de Luis Potaje, Machito supo que el tipo venía con una tiñosa: pura complicación.
– De Luis Potaje –recalcó.
– Sí, el que traba....
– Sé quién es –lo cortó en seco– no me lo tiene que repetir.
Abrió el candado pero no quitó la cadena. Volteó su cabeza hacia las naves que estaban a su espalda. Un terraplén polvoroso, repleto de piezas viejas de camión y enormes rodillos de madera con cables negros del grosor de un puño, yacían dispersos en el trayecto que los separaba de la garita, donde un guardia de seguridad custodiaba la entrada a las naves y al los almacenes centrales. Machito miró la hora en un reloj digital negro con la manilla raída por el sudor y el uso.
– Yo ya me iba... –volvió a mirar el reloj– mira, yo le dije a Potaje que no podía hacerle más “esos” favores.
– No es un favor, yo le voy a pagar –replicó José Luis sin perder la compostura –si usted no me resuelve no sé qué me voy a hacer.
Machito miró al cielo. Contó las palomas posadas en los cables de electricidad. Cerca, un perro sarnoso olfateaba y escarbaba del basurero. Unos instantes de silencio cargados de mensajes parecían ir de un lado a otro por entre los agujeros de la cerca. A manera de credenciales José Luis bajó la vista y comenzó a patear el piso con la punta de la bota, igual que lo hacen los pitchers en el baseball.
– Tengo un juicio pendiente. Si usted no me resuelve puedo caer preso.
– No me tiene que dar tantos datos– Machito cambió el tono de la voz por uno más conciliador, sin dejar de mirar a la garita– no puedo seguir arriesgándome. Entiendo todo eso, pero esta es mi pincha y no la quiero perder. Ustedes se van de aquí pero uno se queda en esta mierda y esto es lo único que me da de comer.
– Le voy a pagar con dólares.
– Mire, ¿cómo se llama usted? – preguntó y lo miró a los ojos.
– José Luis, pero me dicen Pepito.
– Bueno Pepito, mire pa’llá – señalo con un gesto de la cabeza hacia la entrada de la empresa.
El guardia de seguridad de la garita no les quitaba los ojos a los dos hombres. Machito sabía que la cosa estaba muy mala últimamente. La empresa había duplicado el control del inventario por el incremento en el robo de piezas de repuesto.
– La cosa está negra y con pespuntes grises. No hay quien saque ná de ahí.
– Por favor Machito haga lo que pueda. Le doy diez por cada una.
– ¡¿Diez?! –¿Eso es un chiste o tú vives en la luna?
José Luis hizo un gesto de incomprensión. Su cara mostraba un desespero que daba grima. Machito podía adivinar que el tipo era o muy ingenuo o comemierda, pero en todo caso, no tenía ni la menor idea del negocio en el que se había metido. No soportaba bobería de la gente, pero el tipo le inspiraba una profunda lástima. La palma de la mano derecha le comenzaba a picar nuevamente.
– Mira... cómo me dijiste que te llamabas? Ah sí, Pepito. ¿Cuánto tienes? Las llantas están a veinticinco, pero te las dejo en veinte.
– ¡Pero mire Machito yo sólo tengo veinte dólares! y necesito dos. –murmuró casi en un ruego.
– Lo siento, sólo te puedo sacar una y eso sería la semana que viene.
José Luis sintió que el cielo se le caía a pedazos. No había podido conseguir más que treinta y seis fulas por el crucifijo de plata de su abuela, y eso porque se lo había vendido a un mexicano. Diez dólares gastó en una brújula rusa muy vieja que no funcionaba muy bien, tres en un rollo de soga y tres más en un cake de chocolate para celebrar el cumpleaños de su hija. Sólo le quedaban veinte.
– Mire, véndame dos y yo le pago el resto antes de irme, pero déjeme ir avanzando con la balsa.
– No mi socio, lo siento –sentenció Machito, y tragó en seco en lo que sacaba de un tirón la cadena y se disponía a abrir la cerca– en este negocio no se fía.
José Luis se limpió el sudor de la frente. No podía ser que hubiera hecho ese viaje en bicicleta desde Marianao hasta Alamar para no conseguir nada.
– ¡Mire! –dijo José Luis de repente– le cambio la otra llanta por mi bicicleta, es una montañesa... ¡japonesa!
Machito meneó la cabeza de un lado a otro a manera de negación.
– Por una de esas es por las que te matan. Yo no estoy pa’que me estén cazando la pelea detrás de una esquina. En la mía china nadie se fija. Olvídalo, si me arriesgo tiene que ser por fulas.
– Yo no tengo de dónde sacar más.
Aquel muchacho le causaba a Machito una verdadera pena. Por alguna razón le recordaba a su hijo. Cerró la reja. Las palomas se habían marchado y ahora el perro sarnoso estaba sentado observándolo.
– ¿Qué tienes ahí en la parrilla? –le señaló con la boca hacia un maletín color beige que José Luis llevaba atado con sogas en la parte de atrás de la bicicleta y por el cual se dejaba ver el pico de una botella de vino o algo así.
– Ahí... na, una botella de vino que me regaló un español amigo para que la venda y me busque algo – contestó y añadió – pero aquí nadie toma vino.
– ¿Qué más traes en el maletín?
– Ahí… un cake de chocolate.
– Un cake de chocolate – repitió con suavidad Machito mientras abría la cerca y salía.
Ya casi eran las cinco de la tarde y pronto sonaría el timbre de salida de los trabajadores. Machito volvió a mirar el reloj. Los dos hombres, las bicicletas y la cerca dibujaban largas sombras sobre ardiente el pavimento gris. Machito se acomodó la gorra y suspiró profundo. “Cómo se le ocurre a estos pendejos tirarse al mar con esa falta de seriedad”, pensó. Machito era un hombre recto y se tomaba las cosas con seriedad. No comprendía aún por qué estaba dispuesto a ayudarlo.
– Ustedes me van a joder un día de estos –dijo mientras sacaba una camiseta que llevaba en su bolsillo trasero y se la ponía.
– ¿Me va a resolver? – preguntó José Luis esperanzado.
– Sí -se montó en la bicicleta y le indicó– ¿ves aquella lomita donde está el árbol aquel? Ve hasta allí y espérame del otro lado de la caseta de la guagua.
– Pero ¿me va a dar las dos gomas por los veinte fulas?
– Por los veinte fulas, el vino y el cake.
El perro ladraba desaforadamente rodeado de un enjambre de moscas.
martes, 15 de diciembre de 2009
nos hemos quedado con el miedo y la paranoia
Cuando salgo a la calle y veo a aquellos que de alguna forma ejercen su pedacito de poder -funcionarios, policías, burócratas, médicos, maestros, periodistas - y los veo pisotear los derechos de sus conciudadanos y a veces hasta los suyos propios, me pregunto si saben lo que están haciendo, si tienen conciencia. Quizás mi teoría sea ingenua, pero intuyo que después de 50 años de absolutismo hemos olvidado completamente lo que significan cosas como Estado de Derecho, Justicia, Derechos Humanos. Todo suena a ciencia ficción… ¿Derecho a qué?
Tomado de Octavo Cerco.
Música pop como soft porno
Eliseo Cardona
Dicen, porque yo nunca las veo, que las imágenes de las películas porno suelen estar acompañadas de una música horrible. Es música, me cuentan, terriblemente machacosa, pero puesta allí como requiere lo que se hace cuando se está en solitario, en pareja, o en multitud orgiástica... viendo lo que se deja ver. Digamos que su función, si alguna, es acelerar el corazón; que, como se sabe, se encarga de bombear sangre a lo que necesite estímulo, chupete, azote, manigueta o una combinación raramente deliciosa de las cuatro. Me cuentan además que a mayor desnudez, a mayores acrobacias, contorsiones, secreciones, entradas y salidas... peor es la música. ¿Será por eso que Shakira ha estado haciendo música mierdera?
Me explico. Con el paso de los años, la colombiana se ha mostrado más ligera de pudores, más atrevida en la enseñadera de carnes. Nada malo, desde luego, porque la mujer todavía es joven y mantiene apetitosos los encantos que encienden la imaginación de bellaquitos realengos. Pero mientras más sugiere la colombiana, más malos son sus discos. No es broma. Tome el reciente «She Wolf» como una muestra de que la creatividad se le va a los pies junto con la ropa desprendida.
El aspecto más pobre del disco es lo que hacía más o menos atractivo el trabajo de Shakira: las letras. No es que la mujer escriba tocada por la inspiración. De hecho, soy de los que piensa que Shakira no sabe escribir ni la dirección de su casa. Pero quienes alguna vez la ayudaron en la tarea de crear esas imágenes de detalles inteligentes en discos como «¿Dónde están los ladrones?» o «Fijación oral», por ejemplo, no pusieron mano en los textos francamente mediocres de este «She Wolf». Vaya usted a saber porqué. Otro asunto es la música, que en este disco se presenta como un vulgar remedo de cosas ya oídas hace mucho tiempo, y sin duda mejor concebidas. Es decir, no es posible hablar de un trabajo medianamente pasable porque, aparte de malo, se trata de un disco bobamente calcado.
Pero Shakira tuvo que haberlo pensado con una audiencia en mente. O tal vez pensando en varias. Se nota en casi todo, pero sobre todo en la estética aparatosa de los beats electrónicos, en las colaboraciones, y en esas imágenes de los videos en las que quiere mostrar sin mostrar. Porque si algo se puede decir de la colombiana es que todavía tiene recatos poderosos. Pero cuando alguien quiere vender música por la vía de lo sexual (y de eso ella sí quiere) sin tener que encuerarse del todo (por un prurito), se echa mano (o las dos) al tease. Y el tease, sobra decirlo, es el arte de querer sin querer queriendo, pero no queriendo del todo, aunque su efecto sea como un todo... a ver si me explico.
Es lo que en el mundo mediático se conoce como soft porn, que nunca es explícito y, por lo mismo, sirve para estimular a medias. Esto es perfecto para una figura que, no sé, por aquello de que es embajadora humanitaria y demás pendejadas, tiene que cuidar de su imagen. ¿Ante públicos latinos? Sin duda. Fundamentalmente, porque esos públicos lo forman personas que ponen el grito en el cielo, aunque sea de manera mentecata, si a la mujer se le va la mano (basta con leer los comentarios al video de «She Wolf»). Pero el disco no está hecho tanto para el público latino como para un público gringo que todavía anda seducido por los bailes en los que el ombligo y las caderas de Shakira operan como metáforas de la cultura latina. Es lo que mejor entiende ese mainstream anglo y europeo que permite ventas y reconocimiento; ya en franca caída.
Es así como al cliché de que todos los latinos contribuyen al exotismo de bailar moviendo el culo (¿tras ingerir tacos con jalapeños y salsa?), Shakira ha sumado su visión de una música electrónica para estos tiempos en los que la llamada World Music no es música de raíces sino música hecha con un estrafalario sentido del cut-and-paste. Con todo lo que eso implica. Es lo que explica que «She Wolf» se parezca al «Ray of Light» (1998) o «Music» (2000) de Madonna, dos de los mejores discos de Madonna; que, como siempre, se adelantó a su tiempo. Pero Wyclef Jean ni Timbaland ni John Hill son William Orbit o Mirwais Ahmadzaï, que al anteponer sutilezas crearon discos que no por electrónicos son menos orgánicos. Y orgásmicos. Todo lo contrario de «She Wolf». Esos gritos de loba parecen orgasmos mal fingidos. ¡Lo mismo que en el soft porn!
Madonna no es un personaje traído por los pelos. Y eso se debe a que su trayectoria revela una lección. Una lección menor, pero lección al fin y al cabo. La suya comenzó como una aventura artística en la que música y sexo eran una y la misma cosa, alcanzando su punto más explícito con las imágenes del libro «Sex». Esos primeros discos son lo que son: lo mejor de una personalísima artesanía pop. Pero a medida que Madonna fue madurando, vistiéndose y haciéndose más espiritual, su música cobró sustancia. No voy a decir que son obras maestras, pero «Ray of Light» y «Music» muestran el temperamento de una mujer con ganas de opinar desde el arte, por muy efímero que sea.
Shakira, por el contrario, comenzó con un disco hermoso y artesanal: «Pies descalzos». Un disco con un título que puede leerse, dependiendo de su mentalidad o su calentura (que en el fondo son la misma cosa) como un ars poética o una declaración fetichista. Con el tiempo, la colombiana se ha ido convirtiendo en lo que Madonna trató de no ser nunca: una caricatura. Y la caricatura, cuando se la piensa bien, es la esencia del soft porn.
Dicen, porque yo nunca las veo, que las imágenes de las películas porno suelen estar acompañadas de una música horrible. Es música, me cuentan, terriblemente machacosa, pero puesta allí como requiere lo que se hace cuando se está en solitario, en pareja, o en multitud orgiástica... viendo lo que se deja ver. Digamos que su función, si alguna, es acelerar el corazón; que, como se sabe, se encarga de bombear sangre a lo que necesite estímulo, chupete, azote, manigueta o una combinación raramente deliciosa de las cuatro. Me cuentan además que a mayor desnudez, a mayores acrobacias, contorsiones, secreciones, entradas y salidas... peor es la música. ¿Será por eso que Shakira ha estado haciendo música mierdera?
Me explico. Con el paso de los años, la colombiana se ha mostrado más ligera de pudores, más atrevida en la enseñadera de carnes. Nada malo, desde luego, porque la mujer todavía es joven y mantiene apetitosos los encantos que encienden la imaginación de bellaquitos realengos. Pero mientras más sugiere la colombiana, más malos son sus discos. No es broma. Tome el reciente «She Wolf» como una muestra de que la creatividad se le va a los pies junto con la ropa desprendida.
El aspecto más pobre del disco es lo que hacía más o menos atractivo el trabajo de Shakira: las letras. No es que la mujer escriba tocada por la inspiración. De hecho, soy de los que piensa que Shakira no sabe escribir ni la dirección de su casa. Pero quienes alguna vez la ayudaron en la tarea de crear esas imágenes de detalles inteligentes en discos como «¿Dónde están los ladrones?» o «Fijación oral», por ejemplo, no pusieron mano en los textos francamente mediocres de este «She Wolf». Vaya usted a saber porqué. Otro asunto es la música, que en este disco se presenta como un vulgar remedo de cosas ya oídas hace mucho tiempo, y sin duda mejor concebidas. Es decir, no es posible hablar de un trabajo medianamente pasable porque, aparte de malo, se trata de un disco bobamente calcado.
Pero Shakira tuvo que haberlo pensado con una audiencia en mente. O tal vez pensando en varias. Se nota en casi todo, pero sobre todo en la estética aparatosa de los beats electrónicos, en las colaboraciones, y en esas imágenes de los videos en las que quiere mostrar sin mostrar. Porque si algo se puede decir de la colombiana es que todavía tiene recatos poderosos. Pero cuando alguien quiere vender música por la vía de lo sexual (y de eso ella sí quiere) sin tener que encuerarse del todo (por un prurito), se echa mano (o las dos) al tease. Y el tease, sobra decirlo, es el arte de querer sin querer queriendo, pero no queriendo del todo, aunque su efecto sea como un todo... a ver si me explico.
Es lo que en el mundo mediático se conoce como soft porn, que nunca es explícito y, por lo mismo, sirve para estimular a medias. Esto es perfecto para una figura que, no sé, por aquello de que es embajadora humanitaria y demás pendejadas, tiene que cuidar de su imagen. ¿Ante públicos latinos? Sin duda. Fundamentalmente, porque esos públicos lo forman personas que ponen el grito en el cielo, aunque sea de manera mentecata, si a la mujer se le va la mano (basta con leer los comentarios al video de «She Wolf»). Pero el disco no está hecho tanto para el público latino como para un público gringo que todavía anda seducido por los bailes en los que el ombligo y las caderas de Shakira operan como metáforas de la cultura latina. Es lo que mejor entiende ese mainstream anglo y europeo que permite ventas y reconocimiento; ya en franca caída.
Es así como al cliché de que todos los latinos contribuyen al exotismo de bailar moviendo el culo (¿tras ingerir tacos con jalapeños y salsa?), Shakira ha sumado su visión de una música electrónica para estos tiempos en los que la llamada World Music no es música de raíces sino música hecha con un estrafalario sentido del cut-and-paste. Con todo lo que eso implica. Es lo que explica que «She Wolf» se parezca al «Ray of Light» (1998) o «Music» (2000) de Madonna, dos de los mejores discos de Madonna; que, como siempre, se adelantó a su tiempo. Pero Wyclef Jean ni Timbaland ni John Hill son William Orbit o Mirwais Ahmadzaï, que al anteponer sutilezas crearon discos que no por electrónicos son menos orgánicos. Y orgásmicos. Todo lo contrario de «She Wolf». Esos gritos de loba parecen orgasmos mal fingidos. ¡Lo mismo que en el soft porn!
Madonna no es un personaje traído por los pelos. Y eso se debe a que su trayectoria revela una lección. Una lección menor, pero lección al fin y al cabo. La suya comenzó como una aventura artística en la que música y sexo eran una y la misma cosa, alcanzando su punto más explícito con las imágenes del libro «Sex». Esos primeros discos son lo que son: lo mejor de una personalísima artesanía pop. Pero a medida que Madonna fue madurando, vistiéndose y haciéndose más espiritual, su música cobró sustancia. No voy a decir que son obras maestras, pero «Ray of Light» y «Music» muestran el temperamento de una mujer con ganas de opinar desde el arte, por muy efímero que sea.
Shakira, por el contrario, comenzó con un disco hermoso y artesanal: «Pies descalzos». Un disco con un título que puede leerse, dependiendo de su mentalidad o su calentura (que en el fondo son la misma cosa) como un ars poética o una declaración fetichista. Con el tiempo, la colombiana se ha ido convirtiendo en lo que Madonna trató de no ser nunca: una caricatura. Y la caricatura, cuando se la piensa bien, es la esencia del soft porn.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Ella tocaba con fuego (segunda parte)
Taikomochi
Viene de aquí.
Dalia, pianista, pensaba en técnica y método: técnica de atrapar, técnica de “foreplay”. En su mundo convivían el ritmo, la notación, memorización y práctica: Czerny, Hoffmann, Josef Lhevinne, Paderewski. Al momento que apresaba aquel delicioso botín en sus garras se despojaba del rigor. Alguna patología le trastocaba el ritmo, la línea musical. Se transformaba en un esperpento chillón, una cacofónica sonata de Nono.*
Aquella tarde vino con Dalia la sobrina-nieta de Ramón Grau San Martín. Era la aventajada en el mundillo del piano porque logró estudiar con Georges Cziffra y tocar para Friedrich Gulda en Austria. Lo de la Grau era el repertorio barroco y el buen vino. Se desquició cuando intentó en Miami presentar una serie de recitales-conferencias a partir de El clave bien temperado de Bach. Se personaron tres invitados: "el orejón", que va a comer a los conciertos y "los Hidalgo Gato", que se transportaban en autobús. De semejante debacle no quedó bien, y se entregó al alcohol y a los padres del desierto. En su "búsqueda" marchó a conocer a Bede Griffiths, al Dalai Lama, pasó un año en Taizé y con un benedictino inglés, hizo meditación con el Príncipe Charles. Aquella tarde trajo su voluminoso bolso Furla, del que salían mini-vídeos (porno musical) de Cortot y botellas de vino. Dalia, que no pensaba someterse a la "trova" de la meditación o la sabiduría del silencio arrancó -presto a prestissimo- con su aria sobre los hombres, sus caballeros templarios y, como no, el rango dinámico de su reacción ante el placer viril. La Grau en silencio, quedose spaventada ante semejante entuerto.
A las ocho me llegaba Yoandry el "gruero". Conducía una grúa para la reposesión de autos por cuestión de pagos morosos. Tenía que despachar a las Fräuleinen si no quería que me remolcara un balsero iracundo y cachondo. La Dalia seguía en su scena e aria della follia:
-Es que no puedo. Es algo más fuerte que yo. Soy golosa…
La Grau entre el alcohol, la Rapsodia Húngara de Liszt y el ars amatoria de Dalia estaba por trincar los "Brunaio" Brunello di Montalcino a pico de botella.
-Dalia, ¿tú lees?
-Chica, no soy burra.
-Estamos en casa de un taikomochi y te voy a recomendar algo que, si sigues mi consejo, te va a ayudar.
-¿Pastillas japonesas?
-No. Vas a tener que ver a Mitch Kaplan el librero.
-¡No, nooooo, qué pena! ¿El está metido en esto de la erótica?
-N’hombre no. Pídele El libro de almohada (Makura no Sōshi) de Sei Shōnagon. Concéntrate en los aforismos y las reflexiones sobre la elegancia en la carnalidad. No sé si elegancia es la palabra correcta. Se va a convertir en tu guía y tu vicio.
Su intención se hizo obvia: partir veloz y dejarme a la Grau con su Brunaio y sus perlas, sustraídas al Emperador de la China por monjes eunucos. Me interpuse a la movida. -Mejor regresen juntas. Tengo visita dentro de un rato. Reinó el silencio ante mi falta de mesura. Las estaba echando. Yoandry estaría en camino. Nuestras sesiones eran las que más anhelaba. Su mujer se había marchado a Cuba y por tres semanas lo tenía a mi antojo.
Sobre aquel viaje de mi ochaya a la librería Books & Books no sobrevive detalle. La Grau con San Ireneo, los anacoretas del desierto, la Rosalynn Tureck y Bach me mantuvo al margen. Dalia se consagró a algún tipo de japonisme. Hubo de encontrar en su investigación amatoria la fuente literaria de Shōnagon, alguien aparte de su padre poeta, alguien que con lujo de detalles relataba las prácticas sensuales del Nipón medieval. Me enteraba de sus hallazgos por correo electrónico. Dejó de visitarme. Pasaban los meses. Transcurrido apenas el año, el cotilleo del klavierwelt era la estabilidad de Dalia por la presencia de su nuevo partenaire, balsero, en Brickell.
En la almohada a la Shōnagon iba yo a descubrir. Esperé a las 11:30 para hacer mi manifestación en el Atlantis. En el piso superior vivía el padrino de santería de un productor de la NBC. Los orishas le sonreían con prosperidad tras establecer un putibar en Andalucía.
-Ábreme que estoy a mil.
Serian las 11:40 cuando toqué en casa de la dragona transformada y redimida por la estética de la época Heian. Ponderaba como el fuego devorador cubanoamericano y la pasión balsera se controlaron y estilizaron gracias a una cultura exótica al trópico. La génesis sucedió en mi salón de té. Pasos firmes acudieron a la puerta. Allí, sin camisa, con su pecho velludo y fuerte, su brazo izquierdo tatuado, Yoandry el gruero llenaba el umbral. Pedí perdón y me di la vuelta. Su sorpresa le impidió reacción.
En efecto hubo boda. La Grau me contó que los novios se conocieron la noche de la visita a mi ochaya. Dalia le dio su tarjeta al cruzarse en el aparcamiento y sentir esa extraña urgencia de pedir ayuda para sacar su auto. Nadie de Palm Beach pudo asistir a las nupcias. Cuentan que Sor Raimunda, moderna ella, durante la recepción se adentró en territorio Daddy Yankee, bailando su afamada "Gasolina" con Yusniel, joven ex vecino del desposado en Sunny Gardens, Trailer Park.
_________
Luigi, (1924-1990).
Viene de aquí.
Dalia, pianista, pensaba en técnica y método: técnica de atrapar, técnica de “foreplay”. En su mundo convivían el ritmo, la notación, memorización y práctica: Czerny, Hoffmann, Josef Lhevinne, Paderewski. Al momento que apresaba aquel delicioso botín en sus garras se despojaba del rigor. Alguna patología le trastocaba el ritmo, la línea musical. Se transformaba en un esperpento chillón, una cacofónica sonata de Nono.*
Aquella tarde vino con Dalia la sobrina-nieta de Ramón Grau San Martín. Era la aventajada en el mundillo del piano porque logró estudiar con Georges Cziffra y tocar para Friedrich Gulda en Austria. Lo de la Grau era el repertorio barroco y el buen vino. Se desquició cuando intentó en Miami presentar una serie de recitales-conferencias a partir de El clave bien temperado de Bach. Se personaron tres invitados: "el orejón", que va a comer a los conciertos y "los Hidalgo Gato", que se transportaban en autobús. De semejante debacle no quedó bien, y se entregó al alcohol y a los padres del desierto. En su "búsqueda" marchó a conocer a Bede Griffiths, al Dalai Lama, pasó un año en Taizé y con un benedictino inglés, hizo meditación con el Príncipe Charles. Aquella tarde trajo su voluminoso bolso Furla, del que salían mini-vídeos (porno musical) de Cortot y botellas de vino. Dalia, que no pensaba someterse a la "trova" de la meditación o la sabiduría del silencio arrancó -presto a prestissimo- con su aria sobre los hombres, sus caballeros templarios y, como no, el rango dinámico de su reacción ante el placer viril. La Grau en silencio, quedose spaventada ante semejante entuerto.
A las ocho me llegaba Yoandry el "gruero". Conducía una grúa para la reposesión de autos por cuestión de pagos morosos. Tenía que despachar a las Fräuleinen si no quería que me remolcara un balsero iracundo y cachondo. La Dalia seguía en su scena e aria della follia:
-Es que no puedo. Es algo más fuerte que yo. Soy golosa…
La Grau entre el alcohol, la Rapsodia Húngara de Liszt y el ars amatoria de Dalia estaba por trincar los "Brunaio" Brunello di Montalcino a pico de botella.
-Dalia, ¿tú lees?
-Chica, no soy burra.
-Estamos en casa de un taikomochi y te voy a recomendar algo que, si sigues mi consejo, te va a ayudar.
-¿Pastillas japonesas?
-No. Vas a tener que ver a Mitch Kaplan el librero.
-¡No, nooooo, qué pena! ¿El está metido en esto de la erótica?
-N’hombre no. Pídele El libro de almohada (Makura no Sōshi) de Sei Shōnagon. Concéntrate en los aforismos y las reflexiones sobre la elegancia en la carnalidad. No sé si elegancia es la palabra correcta. Se va a convertir en tu guía y tu vicio.
Su intención se hizo obvia: partir veloz y dejarme a la Grau con su Brunaio y sus perlas, sustraídas al Emperador de la China por monjes eunucos. Me interpuse a la movida. -Mejor regresen juntas. Tengo visita dentro de un rato. Reinó el silencio ante mi falta de mesura. Las estaba echando. Yoandry estaría en camino. Nuestras sesiones eran las que más anhelaba. Su mujer se había marchado a Cuba y por tres semanas lo tenía a mi antojo.
Sobre aquel viaje de mi ochaya a la librería Books & Books no sobrevive detalle. La Grau con San Ireneo, los anacoretas del desierto, la Rosalynn Tureck y Bach me mantuvo al margen. Dalia se consagró a algún tipo de japonisme. Hubo de encontrar en su investigación amatoria la fuente literaria de Shōnagon, alguien aparte de su padre poeta, alguien que con lujo de detalles relataba las prácticas sensuales del Nipón medieval. Me enteraba de sus hallazgos por correo electrónico. Dejó de visitarme. Pasaban los meses. Transcurrido apenas el año, el cotilleo del klavierwelt era la estabilidad de Dalia por la presencia de su nuevo partenaire, balsero, en Brickell.
En la almohada a la Shōnagon iba yo a descubrir. Esperé a las 11:30 para hacer mi manifestación en el Atlantis. En el piso superior vivía el padrino de santería de un productor de la NBC. Los orishas le sonreían con prosperidad tras establecer un putibar en Andalucía.
-Ábreme que estoy a mil.
Serian las 11:40 cuando toqué en casa de la dragona transformada y redimida por la estética de la época Heian. Ponderaba como el fuego devorador cubanoamericano y la pasión balsera se controlaron y estilizaron gracias a una cultura exótica al trópico. La génesis sucedió en mi salón de té. Pasos firmes acudieron a la puerta. Allí, sin camisa, con su pecho velludo y fuerte, su brazo izquierdo tatuado, Yoandry el gruero llenaba el umbral. Pedí perdón y me di la vuelta. Su sorpresa le impidió reacción.
En efecto hubo boda. La Grau me contó que los novios se conocieron la noche de la visita a mi ochaya. Dalia le dio su tarjeta al cruzarse en el aparcamiento y sentir esa extraña urgencia de pedir ayuda para sacar su auto. Nadie de Palm Beach pudo asistir a las nupcias. Cuentan que Sor Raimunda, moderna ella, durante la recepción se adentró en territorio Daddy Yankee, bailando su afamada "Gasolina" con Yusniel, joven ex vecino del desposado en Sunny Gardens, Trailer Park.
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Luigi, (1924-1990).
domingo, 13 de diciembre de 2009
sábado, 12 de diciembre de 2009
Sulfa para la figuración
Alfredo Triff
Antes de comenzar, aclaro que lo que sigue no es propiamente un review de Abstractomicina, en CREMATA GALLERY, en la 8 calle y la 16 Avenida. Apuro una lectura del catálogo del artista, crítico y curador Aldo Menéndez (AM de aquí en lo adelante) con una "vista" rápida de las obras.
Prima facie la exhibición parece un reguero colosal (encima la mayoría de los pintores no son abstractos). Algunos amigos manifestaban que "la muestra se quedaba corta", que le "faltaba rigor", que eran "demasiada gente". Sin embargo, la mirada curiosa se quedaba colgando sobre series de cuadros, la mayoría pequeños, evocando en su proximidad uno-con-otro, contrastes atonales, raros. Y luego uno se encontraba con algún tropezón. Algunas piezas -de catálogo- merecían otra colocación, lo cual no significa que el curador no sabía dónde estaba metido...
El espacio de CREMATA es pequeño y tantas obras no respiraban lo suficiente. Peor, uno pudiera -sin leer el catálogo- y conociendo a los artistas (cuyos pocos son de tendencia abstracta), pensar que se trata de una coña. El título nos recuerda una especie de "sulfamida" de la abstracción. ¿Sulfa contra corrientes estético/venéreas figurativas?
"Cuando buscaba el nombre para la exposición, confieso que me puse a pensar en la abstracción como contramedida, como una medicina ante tanto naturalismo y figuración repetitiva de guajiros lánguidos y paisajes confitados con caritas de muñecas, academias y burundangas turísticas de santería, folclorismos y exotismos que todavía hoy nos quieren amarrar la visión de una identidad cubana nostálgica, esquemática y comercial" (AM, catálogo de Abstractomicina).
¡Touché! A muchos de los artistas en el show les sirve el sayo. Lo que AM llama en el catálogo, "un realismo sin riberas", y que en realidad es el lavado de cerebro de realismo epocal/origenista de nuestra historia.* Ponderen el peso específico del párrafo anterior, ya no como invitación a cierto estilo artístico específico, sino como Weltanschauung, como ideología, como signo cultural, como cubanismo.1 AM vira la tortilla contra él y sus pintores invitados (algunos de los cuales me confesaron que habían alterado sus obras para ajustarse al patrón curatorial).
Se trata de una muestra oro-parece-plata-no-es, y por encargo: Alguien cortó una cabeza en un cuadro, otro oscureció el lienzo, otro presentó una obra incidental en la que por carambola no había nada figurativo. Es como un ebbó conceptual: Ponerse un traje que a uno le queda chiquito y salir con él a pasear por el boulevard. Decirse: "yo no soy esto pero no me importa", o acaso viajar por la fantasía estético-ontológica y pensar: "seré otro por una noche" (con permiso del curador).
En el catálogo, AM hace labor democrática sazonando con pequeñas frases a cada artista (todo dentro del marco histórico). No es fácil decir lo justo, o mejor dicho, no es fácil decir toda la verdad. Y en esa descripción, ahora casi evaluativa/prescriptiva y fuera de jodedera, el curador evita ciertas preguntas. Y aquí se queda corto. Salve: No se trata de echar a menos el estilo de nadie, opción que acaso AM intuye pudiera encontrarse en el camino de su exploración a-la-Jesse Ríos.2
¿Peccatus curatorial? No importa tanto en este caso, y mucho menos en la calle 8 a tres puertas de Casa Panza. La sulfa nos viene bien a todos.3 Abstractomicina es una exploración a nivel de coña, y mejor así, de las fobias otras del arte cubano, de su complacencia no indagada, de su horror locii.
____________
1Lo que nos lleva a la pregunta, que AM no invoca, ¿por qué no hubo una abstracción verdaderamente original en Cuba? AM confiesa que Los Once (sólo once, señores) se inclinaron más por la escuela expresionista abstracta de NY de los 50. En efecto, y no miraron al sur, a la tendencia geométrica brazilo-argentino-venezolana del Grupo Madí o el Grupo Ruptura, que venía haciendo ola desde fines de los años 40. Los Once eran considerados "extraterrestres" (confesión personal a un servidor de Aldo Díaz Balart). Y si de extraterrestres se trata, ¿acaso no se montaron Los Once en el tren equivocado del norte? ¿Qué causó el desvío? ¿Sería diversionismo ideológico estilo cincuentoso? Y es que hablando históricamente, tal parecería que el arte moderno (y post-moderno) cubano es, en su ser profundo, figuración.
AM no le da la cara al sur, pero en passant aborda la cuestión:
"Nuestra convocatoria, esta expo en sí, puede que nos permita seguir hasta cierto punto el comportamiento posterior de la tendencia entre algunos de nosotros a partir de un punto de salida, a fines de la década del 60, señalando por el neo-abstraccionismo y la abstracción post-pictórica, porque la mayoría de los artistas representados seguramente estarían abordándola en términos actuales" (AM, catálogo de Abstractomicina).
Aunque quisiera, el curador no le mete al asunto con los cuernos (y este párrafo no es coña). AM se hace la pregunta, pero la enfoca por el rumbo histórico: Equivocado. Toda muestra, más que un hecho, es una posibilidad interpretativa. La pregunta fuerte es: ¿por qué el arte cubano (moderno y post-moderno) ES esencialmente figuración? AM se va por la tangente cuando sugiere que los artistas representados seguramente "estarían abordándola en términos actuales". Teta o sopa: ¿Descripción o prescripción? 2Aprecio que la muestra tenga el hilo del homenaje al loco desaparecido de Jesse Ríos. 3Dato curioso: las sulfamidas son preponderantemente modernas, con un desarrollo más limitado durante los años 80. Como la abstracción, tienen su lado utópico: Alguna vez se creyó que la sulfa acabaría con las enfermedades del mundo. ¿Hoy? Somos sufa-resistentes.
________
*(((((((¿Existe conexión alguna entre nuestro "realismo sin riberas" y nuestro procerismo?)))))))
Antes de comenzar, aclaro que lo que sigue no es propiamente un review de Abstractomicina, en CREMATA GALLERY, en la 8 calle y la 16 Avenida. Apuro una lectura del catálogo del artista, crítico y curador Aldo Menéndez (AM de aquí en lo adelante) con una "vista" rápida de las obras.
Prima facie la exhibición parece un reguero colosal (encima la mayoría de los pintores no son abstractos). Algunos amigos manifestaban que "la muestra se quedaba corta", que le "faltaba rigor", que eran "demasiada gente". Sin embargo, la mirada curiosa se quedaba colgando sobre series de cuadros, la mayoría pequeños, evocando en su proximidad uno-con-otro, contrastes atonales, raros. Y luego uno se encontraba con algún tropezón. Algunas piezas -de catálogo- merecían otra colocación, lo cual no significa que el curador no sabía dónde estaba metido...
El espacio de CREMATA es pequeño y tantas obras no respiraban lo suficiente. Peor, uno pudiera -sin leer el catálogo- y conociendo a los artistas (cuyos pocos son de tendencia abstracta), pensar que se trata de una coña. El título nos recuerda una especie de "sulfamida" de la abstracción. ¿Sulfa contra corrientes estético/venéreas figurativas?
"Cuando buscaba el nombre para la exposición, confieso que me puse a pensar en la abstracción como contramedida, como una medicina ante tanto naturalismo y figuración repetitiva de guajiros lánguidos y paisajes confitados con caritas de muñecas, academias y burundangas turísticas de santería, folclorismos y exotismos que todavía hoy nos quieren amarrar la visión de una identidad cubana nostálgica, esquemática y comercial" (AM, catálogo de Abstractomicina).
¡Touché! A muchos de los artistas en el show les sirve el sayo. Lo que AM llama en el catálogo, "un realismo sin riberas", y que en realidad es el lavado de cerebro de realismo epocal/origenista de nuestra historia.* Ponderen el peso específico del párrafo anterior, ya no como invitación a cierto estilo artístico específico, sino como Weltanschauung, como ideología, como signo cultural, como cubanismo.1 AM vira la tortilla contra él y sus pintores invitados (algunos de los cuales me confesaron que habían alterado sus obras para ajustarse al patrón curatorial).
Se trata de una muestra oro-parece-plata-no-es, y por encargo: Alguien cortó una cabeza en un cuadro, otro oscureció el lienzo, otro presentó una obra incidental en la que por carambola no había nada figurativo. Es como un ebbó conceptual: Ponerse un traje que a uno le queda chiquito y salir con él a pasear por el boulevard. Decirse: "yo no soy esto pero no me importa", o acaso viajar por la fantasía estético-ontológica y pensar: "seré otro por una noche" (con permiso del curador).
En el catálogo, AM hace labor democrática sazonando con pequeñas frases a cada artista (todo dentro del marco histórico). No es fácil decir lo justo, o mejor dicho, no es fácil decir toda la verdad. Y en esa descripción, ahora casi evaluativa/prescriptiva y fuera de jodedera, el curador evita ciertas preguntas. Y aquí se queda corto. Salve: No se trata de echar a menos el estilo de nadie, opción que acaso AM intuye pudiera encontrarse en el camino de su exploración a-la-Jesse Ríos.2
¿Peccatus curatorial? No importa tanto en este caso, y mucho menos en la calle 8 a tres puertas de Casa Panza. La sulfa nos viene bien a todos.3 Abstractomicina es una exploración a nivel de coña, y mejor así, de las fobias otras del arte cubano, de su complacencia no indagada, de su horror locii.
____________
1Lo que nos lleva a la pregunta, que AM no invoca, ¿por qué no hubo una abstracción verdaderamente original en Cuba? AM confiesa que Los Once (sólo once, señores) se inclinaron más por la escuela expresionista abstracta de NY de los 50. En efecto, y no miraron al sur, a la tendencia geométrica brazilo-argentino-venezolana del Grupo Madí o el Grupo Ruptura, que venía haciendo ola desde fines de los años 40. Los Once eran considerados "extraterrestres" (confesión personal a un servidor de Aldo Díaz Balart). Y si de extraterrestres se trata, ¿acaso no se montaron Los Once en el tren equivocado del norte? ¿Qué causó el desvío? ¿Sería diversionismo ideológico estilo cincuentoso? Y es que hablando históricamente, tal parecería que el arte moderno (y post-moderno) cubano es, en su ser profundo, figuración.
AM no le da la cara al sur, pero en passant aborda la cuestión:
"Nuestra convocatoria, esta expo en sí, puede que nos permita seguir hasta cierto punto el comportamiento posterior de la tendencia entre algunos de nosotros a partir de un punto de salida, a fines de la década del 60, señalando por el neo-abstraccionismo y la abstracción post-pictórica, porque la mayoría de los artistas representados seguramente estarían abordándola en términos actuales" (AM, catálogo de Abstractomicina).
Aunque quisiera, el curador no le mete al asunto con los cuernos (y este párrafo no es coña). AM se hace la pregunta, pero la enfoca por el rumbo histórico: Equivocado. Toda muestra, más que un hecho, es una posibilidad interpretativa. La pregunta fuerte es: ¿por qué el arte cubano (moderno y post-moderno) ES esencialmente figuración? AM se va por la tangente cuando sugiere que los artistas representados seguramente "estarían abordándola en términos actuales". Teta o sopa: ¿Descripción o prescripción? 2Aprecio que la muestra tenga el hilo del homenaje al loco desaparecido de Jesse Ríos. 3Dato curioso: las sulfamidas son preponderantemente modernas, con un desarrollo más limitado durante los años 80. Como la abstracción, tienen su lado utópico: Alguna vez se creyó que la sulfa acabaría con las enfermedades del mundo. ¿Hoy? Somos sufa-resistentes.
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*(((((((¿Existe conexión alguna entre nuestro "realismo sin riberas" y nuestro procerismo?)))))))
viernes, 11 de diciembre de 2009
Abstractomicina
Gustavo Acosta Julio Antonio Jorge Arango Néstor Arenas Juan Asencio Waldo Balart Yovani Bauta Mario Bencomo Giovanni Bosch Adriano Buergo Luis Cabrera Alberto Jorge Carol Ramón Carulla Humberto Castro Humberto C. Cruz Hugo Consuegra Salvador Corratge Arturo Cuenca Liliam Cuenca Sandú Darie Ana Albertina Delgado Agustín Fernández Luis Manuel Fernández Ivonne Ferrer Joaquín Ferrer Meme Ferre Flora Fon Marta Fonseca Lia Galletti Carlos García Fernando García Enrique Gay García Florencio Gelabert Julio Girona Victor Gómez Ernesto González Puig Armando Guiller Osvaldo Gutiérrez Pedro Hernández Carmen Herrera José Herrera Guido Llinás Nélida López Rafael López-Ramos Carlos M. Luis Nuncio Mainieri Leonel Matheu Julio Matilla José Mijares Aldo Menéndez Heriberto Mora Glexis Novoa Carmen Oñate Sergio Payares Natasha Perdomo Rosa María Pérez Pérez Castaño Lourdes PorrataGuillermo Portieles René Portocarrero Jesse Ríos Enrique Riverón Carlos Rodríguez Cárdenas Emilio Héctor Rodríguez Eduardo Rubén Rubén Ruiz Caballero Baruj Salinas Carlos Sanjurjo César Santos Raúl Santos Serpa Rafael Soriano José Toñarely Antonio Vidal Manuel Vidal
Inauguración: viernes 11 de diciembre
Cremata Gallery 1646 SW 8 ST. Miami
(305) 644 3315
www.crematagallery.com
jueves, 10 de diciembre de 2009
Cuando un pueblo enérgico y v*i*r*i*l*...
En la foto del Herald se aprecia al ecuánime pueblo cubano/procerista, justamente enardecido ante la insolencia de un grupo de mujeres vestidas de blanco, de atreverse a caminar en silencio, por las calles de La Habana, entregando flores y copias de la declaración de derechos humanos. Ese pueblo indignado de la foto gritaba lemas esperados y esperanzadores: "Viva Fidel y Raúl'', "Pin pon fuera, abajo la gusanera'' y "Esta calle es de Fidel''.
Crónica de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2009
Amílcar Barca
Lo primero que hice fue llamar a Nestor Diaz de Villegas “¡Este año la Feria de Guadalajara tiene como anfitriona a la ciudad de Los Ángeles!” le dije con la voz entre socarrona y algo triste porque su presencia no se iba cumplir. Pero la ciudad estaba flotando con cantidad de audiovisuales sobre sus barrios. Cadillacs tuneados con las más inverósimiles filigranas de cromo, fungían como símbolos de metal en una feria que honraba a su mejor narrador: Ray Bradbury (Farenheit 451) que habló por videoconferencia desde L.A. a sus 94 años. No faltó -y con premio incluido, el I galardón Isabel Polanco de Ensayo- Rafael Rojas, con su libro “Las repúblicas de aire: utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica”. Un análisis de los nobles deseos que tuvieron los países que se independizaron de España y la realidad posterior devenida en el XIX como repúblicas.
Mientras coincidimos en una entrevista en la Radio W de Televisa, pude estrecharle la mano y mandarles recuerdos del grupo de Tumiami. Por otros pasillos correteaba Orlando González Esteva presentando a través de Artes de México “El elogio de la mosca en el arte”. Asistió Luís García Montero como el gran poeta español en estos momento. Los asiduos, como Monsivais, Krauze, el poeta David Huerta (el autor del famoso poema Incurable), Carlos Fuentes y también como invitado el turco Orhan Pamuk entre otros. Pero una vieja fiera que fuera rechado en su tiempo en un encuentro de poetas de hispanoamérica y que Antonio Gamoneda rescató como esencial... acababa de ganar el Premio Cervantes 2009 de literatura, el mismo día que era homenajeado en la Feria: Jose Emilio Pacheco (“Sitiado entre dos noches/el día alza su espada de claridad/hace vibrar el esplendor del mundo/ brilla en el paso del reloj al minuto/) avanzaba con su bastón recto y negro y su gafas de pasta cuadradas, como si fuera un rey vencido por la edad y la emoción discreta de sus seguidores.
Guadalajara, al palio, lucía sus mejores fotografías en unas calles repletas de puestecitos de tacos, sopes, moles de frijol, tortillas, rosarios y estampas, globos de tubo, limpiabotas, dulces almendrados, mendigos, repartidores de publicidad a color, vendedores de soda, federales con escopetas automáticas, vendedores de artesanía, policías de tráfico, bailarines indígenas, mariachis, turistas de pantalón corto y calcetín blanco, y hasta una cuadrilla de niños rubios de la congregación menonita de México, vendiendo exquisitas tortas de miel en los semáforos de la ciudad. Una novela humana en un set lleno de edificios coloniales en el centro, del cual cabe destacar la institución cultural Cabañas y el deliberadamente promíscuo mercado de la Libertad, un pesebre vivo de la realidad del país. Posiblemente la antítesis urbana de nuestro Miami, Guadalajara bien merece una visita en estas fechas para degustar el doble placer de su espacio escénico y de la buena literatura en español que cada año se cuece a finales de noviembre. Por esto y mucho más esta considerada la primera feria del mundo en nuestra lengua. En años venideros quizás sea nuestra ciudad la invitada de lujo.
Lo primero que hice fue llamar a Nestor Diaz de Villegas “¡Este año la Feria de Guadalajara tiene como anfitriona a la ciudad de Los Ángeles!” le dije con la voz entre socarrona y algo triste porque su presencia no se iba cumplir. Pero la ciudad estaba flotando con cantidad de audiovisuales sobre sus barrios. Cadillacs tuneados con las más inverósimiles filigranas de cromo, fungían como símbolos de metal en una feria que honraba a su mejor narrador: Ray Bradbury (Farenheit 451) que habló por videoconferencia desde L.A. a sus 94 años. No faltó -y con premio incluido, el I galardón Isabel Polanco de Ensayo- Rafael Rojas, con su libro “Las repúblicas de aire: utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica”. Un análisis de los nobles deseos que tuvieron los países que se independizaron de España y la realidad posterior devenida en el XIX como repúblicas.
Mientras coincidimos en una entrevista en la Radio W de Televisa, pude estrecharle la mano y mandarles recuerdos del grupo de Tumiami. Por otros pasillos correteaba Orlando González Esteva presentando a través de Artes de México “El elogio de la mosca en el arte”. Asistió Luís García Montero como el gran poeta español en estos momento. Los asiduos, como Monsivais, Krauze, el poeta David Huerta (el autor del famoso poema Incurable), Carlos Fuentes y también como invitado el turco Orhan Pamuk entre otros. Pero una vieja fiera que fuera rechado en su tiempo en un encuentro de poetas de hispanoamérica y que Antonio Gamoneda rescató como esencial... acababa de ganar el Premio Cervantes 2009 de literatura, el mismo día que era homenajeado en la Feria: Jose Emilio Pacheco (“Sitiado entre dos noches/el día alza su espada de claridad/hace vibrar el esplendor del mundo/ brilla en el paso del reloj al minuto/) avanzaba con su bastón recto y negro y su gafas de pasta cuadradas, como si fuera un rey vencido por la edad y la emoción discreta de sus seguidores.
Guadalajara, al palio, lucía sus mejores fotografías en unas calles repletas de puestecitos de tacos, sopes, moles de frijol, tortillas, rosarios y estampas, globos de tubo, limpiabotas, dulces almendrados, mendigos, repartidores de publicidad a color, vendedores de soda, federales con escopetas automáticas, vendedores de artesanía, policías de tráfico, bailarines indígenas, mariachis, turistas de pantalón corto y calcetín blanco, y hasta una cuadrilla de niños rubios de la congregación menonita de México, vendiendo exquisitas tortas de miel en los semáforos de la ciudad. Una novela humana en un set lleno de edificios coloniales en el centro, del cual cabe destacar la institución cultural Cabañas y el deliberadamente promíscuo mercado de la Libertad, un pesebre vivo de la realidad del país. Posiblemente la antítesis urbana de nuestro Miami, Guadalajara bien merece una visita en estas fechas para degustar el doble placer de su espacio escénico y de la buena literatura en español que cada año se cuece a finales de noviembre. Por esto y mucho más esta considerada la primera feria del mundo en nuestra lengua. En años venideros quizás sea nuestra ciudad la invitada de lujo.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Cómo se pueden disolver todos los amargos resabios que puedan permanecer rezagados en los rincones de nuestras memorias, y desaparecer todo desvarío de arrogancia en nuestras apesadumbradas conciencias
Ramón Alejandro
En efecto, como cada cual tiene su peso específico, nadie puede alcanzar lo que a otro le esté destinado por mucho que se recondene al verlo subir más alto y recibir mas y más claros rayos de sol que los que él mismo recibe. Y los que se arrastran por el suelo en busca de un tronco en el que enroscarse para subir a esas altas esferas por donde se le antoja que circulan mas deliciosamente los céfiros, no tienen porque envidiar lo que nunca les será dado por muchos retortijones con los que su inconformidad y su descontento les haga retorcer las entrañas. Y de nada les servirá que se los lleven los demonios del resentimiento o que se entreguen a la más ridícula e inútil desesperación. A cada cual le toca lo que le tiene que tocar sin remedio ni mejora, ni escapatoria posibles. Por eso dice el pueblo que al que Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga. Y que lo que está para ti nadie te lo quita. Y que hay que vivir el momento feliz y que hay que dejarse de tanta ansiedad, como tan bella y sabiamente nos lo cantó Arsenio.
Así pues, cada uno de nosotros tal cual somos, más nos vale optar en toda libertad y de buen corazón por dar gracias a la vida por habernos hecho tales cuales somos. Sin que por eso quiera decir obligatoriamente que debamos vanagloriarnos de ello. Sino que sin darle tan grande importancia a aquello que nos ha tocado ser, ya sea esto bueno o malo, placentero o doloroso, quedemos sin la mas mínima sombra de resentimiento ni inconformidad con nuestro destino. Ni siquiera cuando se dé el caso de que nos toque tener que embarajar con condiciones que se nos antojen ser poco halagüeñas. Porque el estar desconformes con lo que queriéndolo o no hemos de ser de todas formas, es la mayor insensatez que pudiéramos cometer. Puesto que no hay ninguna manera de escapar a la estricta cadena de causas y efectos sucesivos que vienen produciéndose desde un infinito pasado sin ningún comienzo que nos sea dado conocer. Y que tratar de disimular o querer esconder nuestra manera de ser es la más ociosa empresa que pudiéramos intentar. Ya que más rápido se agarra a un mentiroso que a un cojo. ¿Quien fuera capaz de engañarse a sí mismo en esas madrugadas de insomnio que inevitablemente tendremos que enfrentar más tarde o más temprano? Sin por ello olvidar que el factor tiempo condiciona grandemente todas las comparaciones que pudiéramos estar tentados de hacer en cada momento.
martes, 8 de diciembre de 2009
[Caliente la cabeza y el planeta] [Arde el sol, el hielo se derrite]
Desarrollo no significa degradación del ambiente. La producción no es un bien en sí. ¿Qué piensan los osos polares del deshielo? El planeta se calienta y se enfría. Ciclos van y vienen. El ser humano es también un combustible. ¿Te importa la catástrofe? La evidencia no ve bien. Ciencia y política.
Firma la petición de hopenhagen. Ayuda a cambiar el mundo.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Razones ajenas a mi voluntad
Wendy Guerra
¿Recuerdas la caseta donde te esperaba a la salida de las guardias?
No existe
¿La farmacia piloto con teléfono público y dispensario de madera?
Es un trozo de vidrio roto
¿El mirador de Bello Monte donde intentaste marearme con palabras y
tragos dulces?
Ya no abre en las noches
El cine en ruinas donde guardábamos las bicicletas para caminar la Habana Vieja
Lo perdimos
El hotel Capri con olor a pastelería francesa y vodka de reserva
está en reparaciones
No existe ya “La novia del Mediodía” y el tercer trampolín de El
Riviera ha sido clausurado
Nadie me sube en sus hombros para cantar en la escalinata vacía
Tus chistes tengo que explicarlos hasta perder la gracia
Y en la Casa del Té Marcel Proust es un diplomático peligroso
Toco una puerta donde nadie te conoce
En el teléfono de tus padres me contestan: -Equivocada
Los helados Coppelia de las 11 y 45 de la noche
cambiaron su sabor
La Playita de 16 es un solario de mutismo
La gente baila suelta y se pisa al marcar la clave montada
Las segundas voces son primeras por azar
Pocas veces me encuentro alguien conocido en plena calle
La ciudad que extrañas se fue contigo
Y mientras vuelves
yo también he cerrado.
¿Recuerdas la caseta donde te esperaba a la salida de las guardias?
No existe
¿La farmacia piloto con teléfono público y dispensario de madera?
Es un trozo de vidrio roto
¿El mirador de Bello Monte donde intentaste marearme con palabras y
tragos dulces?
Ya no abre en las noches
El cine en ruinas donde guardábamos las bicicletas para caminar la Habana Vieja
Lo perdimos
El hotel Capri con olor a pastelería francesa y vodka de reserva
está en reparaciones
No existe ya “La novia del Mediodía” y el tercer trampolín de El
Riviera ha sido clausurado
Nadie me sube en sus hombros para cantar en la escalinata vacía
Tus chistes tengo que explicarlos hasta perder la gracia
Y en la Casa del Té Marcel Proust es un diplomático peligroso
Toco una puerta donde nadie te conoce
En el teléfono de tus padres me contestan: -Equivocada
Los helados Coppelia de las 11 y 45 de la noche
cambiaron su sabor
La Playita de 16 es un solario de mutismo
La gente baila suelta y se pisa al marcar la clave montada
Las segundas voces son primeras por azar
Pocas veces me encuentro alguien conocido en plena calle
La ciudad que extrañas se fue contigo
Y mientras vuelves
yo también he cerrado.
sábado, 5 de diciembre de 2009
Le Club des Gentlemen
Alfredo Triff
Lo que sigue no es un "review" del show que inauguró ayer, No son todos los que están, en Nkisi Projects.
La pregunta de la noche entre algunos amigos era: "¿qué te parece la exhibición?". Francamente, no quería apurar mi opinión. Empecemos por el título, que sugiere cierto reclamo legítimo de un grupo de artistas, en este caso, que no aparecen en las grandes salas de ART BASEL 2009, aunque debieran. Es como nuestro Salon de refusés cubano exiliado/miamense. El llamado es alto, excusando nuestra propensión por la hipérbole.
No son todos lo que están era un show de amigos exhibiendo obras de segunda.
¿Habría sido ese el consenso? Imagino los intercambios telefónicos entre les artistes: "Yo estoy mandando un dibujito, ¿y tú? ¿Yo? una pinturita". Y si fulano manda un dibujito y sutano manda una pinturita, ¿qué va a hacer esperancejo... sobresalir? Habían excepciones, entre otras, la pieza de Carlos González, la espiral de Armandito Guiller, la pintura de Vizcaíno y la joyita de Carlos Cárdenas (no es fácil pintar pequeño y bien).
Francamente esperaba más del curador, de artistas que pueden disparar con mejor puntería. No es que no tengan buenas obras. Es que no las quieren sacar. No para un warehouse del South West. Pero entonces, ¿a qué viene el bombo del título? No son todos los que están se convierte en su opuesto: un ejercicio autosuficiente de los mismos de siempre, The Club of Gentlemen que olvida (en patín curatorial/garrafal) que en el siglo XXI también hay mujeres/artistas. No se engañen con la photo op: la risueña de Teresita, artista por cierto, se coló en la foto.
La velada exudaba ese aire informal de evento de amigos: show de compadres ochentosos (era la mayoría) con sus invitados. Lo que en un momento el curador y crítico Jesús Rosado me intimó como "descarga de allegados". Por mi parte, pasé un rato muy bueno: vi muchísima gente y se sirvió un buen Malbec.
viernes, 4 de diciembre de 2009
Fresco de Diario de Cuba (con comentario editorial)
Varela en EE.UU. defiende a "los 5" y cuestiona a Yoani:
(¿qué otra cosa puede esperarse de una visita procerista/oficialista?)
“Cinco Héroes que están injustamente encarcelados en los Estados Unidos por defender a Cuba del terrorismo. Les han impuesto injustas y largas sentencias. Tanto ellos, como sus seres queridos, madres, esposas están sufriendo injustamente", dijo.
(Tovador, vacilo tu gorro negro y tu preocupación por los presos cubanos, pero por eso de matizar discursos, mírate un poquito la viga en tu ojo: hay 71 presos de consciencia de tu propio país). A lo mejor no lo sabías... (guiño).
Añadió Cubadebate que un periodista quiso saber la opinión del cantautor sobre la bloguera Yoani Sánchez y "Varela respondió con ironía: 'Yoani es la que más discos vende en este momento fuera de Cuba, pero en Cuba hay muchos artistas. Muchas Yoanis… No siempre la que vende más discos es la que mejor representa lo que piensa la gente'".
Bravo por ti, Varelón. Y para la próxima, please, matiza la trova.
Por otra parte, caballero, menos en el asunto de los 5, el discurso de Varela converge con nuestras versiones proZeriZtaZ exiliadas. ¿No creen?
(¿qué otra cosa puede esperarse de una visita procerista/oficialista?)
“Cinco Héroes que están injustamente encarcelados en los Estados Unidos por defender a Cuba del terrorismo. Les han impuesto injustas y largas sentencias. Tanto ellos, como sus seres queridos, madres, esposas están sufriendo injustamente", dijo.
(Tovador, vacilo tu gorro negro y tu preocupación por los presos cubanos, pero por eso de matizar discursos, mírate un poquito la viga en tu ojo: hay 71 presos de consciencia de tu propio país). A lo mejor no lo sabías... (guiño).
Añadió Cubadebate que un periodista quiso saber la opinión del cantautor sobre la bloguera Yoani Sánchez y "Varela respondió con ironía: 'Yoani es la que más discos vende en este momento fuera de Cuba, pero en Cuba hay muchos artistas. Muchas Yoanis… No siempre la que vende más discos es la que mejor representa lo que piensa la gente'".
Bravo por ti, Varelón. Y para la próxima, please, matiza la trova.
Por otra parte, caballero, menos en el asunto de los 5, el discurso de Varela converge con nuestras versiones proZeriZtaZ exiliadas. ¿No creen?
jueves, 3 de diciembre de 2009
"Cuando tu súbdito te trata de tú, ya te vendió"
Dice Juan Juan Almeida que su abuela decía: "Cuando tu amo te trata de usted, te tiene vendido o te quiere vender". La mía decía: "Cuando tu súbdito te trata de tú, ya te vendió."
En 1995, vi morir a mi querida vecina Yoya de la misma enfermedad degenerativa, sin que le asignaran nunca ningún "presupuesto" para atenderse en el Hospital Erasme de Bruselas, Bélgica. Qué bueno hubiera sido, porque era una mujer que también moría, de ganas de vivir.-- Ingeborg Portales
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