El (((otro))) Art Basel

Jesús Rosado

El de party after show. El del protocolo y la negociación. No el de la compra de una obra, sino el del pacto megaempresarial. El de la nueva iniciativa y el network. El de las promesas entre pasabocas, sopas, cremas, tortas y postres. Cabildeo de red wine o chardonnay. El de sesenta millones en una firma. El relacionismo insospechable e imprevisible. Art Basel de tres años, y tres años más. Impetuoso y underground. Preñado de papel moneda e ingeniería social. Sofisticada mercadotecnia de la estética y el big business. Art Basel y la ciudad-especulación, con su puerto-dólar y plataforma y media de arrogancia. Miami al mercurio y al níquel cepillado por laberintos impublicables. La ciudad, decía el poeta, ignora y sabe lo que hace, Miami, mientras tanto, poco sabe de ignorancias. Miami presiente y seguramente provoca. Ciudad que es celosamente ciudad en todos sus puntos cardinales y Art Basel proclama su vindicación en los saldos de la misma. Hay billete complacido en las cajas bancarias y en los bolsillos de ambas manos, aunque el arte difícilmente ceda su protagonismo aerobio. El año que viene Art Basel seguirá siendo alternativa espontánea y las transacciones in the strictest confidence insistirán en la utopía de crear una comunidad pre-mercancía. La urbe proseguirá siendo su sede y no lo entenderá con certeza, porque si bien Miami crece, Art Basel aún la sigue rebasando.