The Cuban Invasion (a propósito de la presentación de Encuentro #50)

Jesús Rosado

La presentación de la edición # 50 de la Revista Encuentro de la Cultura Cubana en el Centro Cultural Español de Miami ha sido ya tema de reseñas en prensa y crónicas blogueras. Su trascendencia convocatoria y la importancia como órgano publicitario para una diáspora de medio siglo, ávida de espacios de concurrencia y diálogo, es de clave impostergable. Sin embargo, mientras todos la citan como revista de conciliaciones y debate concomitante dentro de la diversidad de una cultura dispersa, a mí se me ocurre que contrario al fatalismo exiliar, Encuentro resulta ser una expresión del fenómeno de desbordamiento cultural, que por circunstancias del estupro tiránico, ha rebosado el recipiente del archipiélago para convertirse en semiótica ultra continental. Hemos hibridado linderos del intelecto en múltiples latitudes. La Celia Cruz melódica y pimentosa, las articulaciones antrovisuales de Bedia o la concepción danzaria de una escuela definida raigalmente, se han expandido con la fuga y el desplazamiento, insertándose con vigorosa naturalidad en el flujo del acervo global. Si León Ichaso, por ejemplo, hace cine de temática cubana en las narices y al margen del emporio hollywoodense, estamos hablando en términos de penetración y propagación. Porque somos como una peculiaridad en vida, costumbres e instrucción que avanza blindada, arrolladora y con capacidad de hábil negociación en los diversos contextos. En los intersticios de culturas que nos hospedan nos infiltramos, revisamos y regeneramos realidades estéticas insospechadas. Actuamos más allá del reducto en exilio que tramita su derecho a un legado, para gestar definitivamente una subversión del folclorismo frívolo nacionalista y de la práctica del arte territorial y localista. Ahora pugnamos por una contribución ecúmenoformativa para reafirmar la cultura cubana como parte o periferia de cualquier otra que ya ostenta su propia identidad. Así nos imponemos como invasores espontáneos y seductores. Alegres transgresores de las idiosincrasias ajenas que comprometemos espacios y señales de las utopías del peregrinaje reciente. Como lo fueron aquellos grupos de rock de Inglaterra de los sesenta, en cierta circunstancia en que la presencia del mainstream norteamericano en la música se percibía debilitada. Los talentos outsidecuba irrumpen en medios académicos tanto conservadores, centro o liberales y en el pensamiento y la visualidad en redefinido carácter postcubano. Somos perpetradores de una insularidad transoceánica. The Cuban Invasion pudiera ser, además de concepto irónico, la lógica previsible tras la emboscada sensible y profunda camuflajeada en una taza de café.