Abrosyna: gracia, delicadeza, esplendor

Laura Luna
Ilustración de la autora

Hoy, precisamente hoy, cumplo medio siglo. Cinco decenios de mis piernas llevarme sobre la tierra, de mi corazón resistir los embates del amor. Contenido en ese espacio fluido en una sola dirección han ocurrido, hijos, muertes, encuentros, pérdidas, renaceres y adioses. Pienso en mi madre, en su estoicismo y su integridad. En su madre, mi abuela, y me lleno de ternura y agradecimiento por venir de donde vengo. Raza de mujeres sin titubeos. Donde a pesar de estar muertas de miedo nos hemos lanzado al abismo de la vida de cabeza y con los ojos abiertos. Y entre espasmos de terror hemos llegado al otro lado con sorpresa para nosotras mismas. Puedo afirmar entonces, después de haber criado a tres hombres enteros, de insistir en crear a pesar de todo, de no tener un precio común y mantenerme tozudamente en lo que constituye la esencia de mi propia vida… me siento orgullosa de mí, de mi madre, de la madre de mi madre. Estoy, en ese punto donde “ya sabes” (si has alcanzado a esta edad la sabiduría suficiente, o conocimiento del mundo) que la vida simplemente, fluye. Que la capacidad de reinventarse cuenta más que cualquier otra cosa. Tal vez no me conformo con lo que ellas se conformaron, soy indudablemente una mujer post-moderna. Pero la esencia de ABROSYNA , ese apoderamiento suave y poderoso de la vida propia que llevaba mi abuela y ahora tiene mi madre, ese caminar cada día con la certeza erguida propia de una reina, quiero que también sea mi herencia.