lunes, 16 de junio de 2008

P¨e¨y¨o¨t¨e

Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al
hombre tal cual es: infinito.
William Blake

Vernos a nosotros mismos como los demás nos ven es un don en extremo
conveniente. Pero ¿qué pasa si los demás pertenecen a una especie distinta y habitan en un universo radicalmente extraño? Por ejemplo, ¿cómo puede el cuerdo llegar a saber o que realmente se siente cuando se está loco? O, a menos que también se haya nacido visionario, médium o genio musical, ¿cómo podemos visitar los mundos en los que Blake, Swedenborg o Johann Sebastián Bach se sentían en su casa? Y ¿cómo puede un hombre que se halla en los límites extremos de la ectomorfia y cerebrotonía ponerse en el lugar de otro situado en los límites de la endomorfia o viscerectonía o, salvo en ciertas zonas muy circunscriptas, compartir los sentimientos de quien se encuentra- en los límites de la mesomorfia o somatotonía? Supongo que estas preguntas carecen de sentido para el conductivista atento únicamente a los comportamientos. Pero, para quienes teóricamente creen lo que en la práctica saben que es verdad -concretamente, que hay un interior para la experiencia, lo mismo que un exterior, son problemas reales, tanto más graves cuanto que algunos son completamente insolubles. Nunca sabré que se siente cuando se es un Sir John Falstaff o un Joe Louis.-- Aldous Huxley, Las puertas de la percepción.