miércoles, 30 de abril de 2008

Teatro en Miami presenta:

El cuerpo femenino





Tumiamiblog

Complexión débil beata del medioevo tardío, recatada o tímida semidiosa renacentista, barroca rolluda y exhuberante, decadente odalisca ramera o lesbiana malévola del simbolismo. Todas desnudas para el ojo supremo del hombre. Sin embargo, hay otro cuerpo “amazónico” liberado, de feministas como Shirley Castelnuovo y Sharon Guthrie; cuerpo femenino “autoconstruído fuera del canon del objeto de placer voyeurista falocentrista”. De ahí la bodybuilder (“hombre musculosa”), la gimnasta… la karateca. Como dice Katie Convoy, “el cuerpo está en el centro del feminismo porque la mujer viene con un cuerpo ya prescrito, social, política y económicamente hablando”. Cierto, cuando se pregunta debeauvoiriamente ¿Qué es una mujer? La cuestión apela casi siempre al “ídolo” corporal.
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De abajo hacia arriba: Mona Kuhn, "Fatale" (2007), Marina Abramoviç, "Balkan Erotic" (2005), Paul Kookier, "Paradise" (2006).

martes, 29 de abril de 2008

lunes, 28 de abril de 2008

El sigiloso espectáculo de Fernando Vallejo




Ingeborg Portales

Cuando a Fernando Vallejo lo bajaron del barco griego “Jussara” en el puerto del Mariel sabía que no le quedaba otra alternativa que salir de Cuba por cualquier costa. Lo hizo en tres cámaras y con dos amigos pinareños que no sabían remar. A los tres días de travesía se le acabaron las fuerzas. Se inyectó la última insulina y le pidió a sus amigos que no lo tiraran al mar hasta que no comprobaran que estaba verdaderamente muerto. Lo último que recuerda es el sonido y el resplandor del helicóptero. Despertó de su coma diabética una semana después, el 1 de Septiembre de 1994, en el Lower Florida Keys, al lado de su madre. La retina del ojo derecho se le desprendió sin desagravio (todavía conserva las marcas de mordidas de peces en los pies). Todos sus cuadros se quedaron en Cuba que le sirvieron a su hermana para tapar los huecos machihembrados de la antigua casona de Mariel. Durante estos 14 años en tierra de nadie, Vallejo ha atravesado por las mismas experiencias de cualquier emigrante. Estableció su tranquilo refugio en la periferia de Homestead. Allí renta su pequeño estudio en Art South, ubicado en la 240 North Krome Ave, junto a otros 30 artistas. Los segundos sábados de cada mes, organizan una muestra colectiva donde el espíritu naïf de Vallejo se impone y aplasta cualquier resto de su formación clásica en sigiloso espectáculo de colores, formas y luces.

Del ballet y la cocina clásicos


Isis Wirth (tomado de su libro “Después de Giselle”, Aduana Vieja, 2008)

Se trata de que pese a lo disímil de sus medios expresivos, ambos (el ballet y la cocina) comparten un carácter fuertemente “codificante”. Quizás esto no sea tan conocido en el caso de la cocina. Ésta es, sin embargo, tan reglamentada como el ballet clásico. Técnicas (diversas en la cocina, pero que se constituyen en una “bella técnica clásica”), métodos de organización (por ejemplo, la barra y la preparación del ballet que equivalen a la “mise en place” del chef), apelaciones culinarias (los pasos en el ballet), la manera en que los pasos se encadenan para formar una frase (cómo el chef se sirve de las apelaciones para crear a partir de ellas), e incluso la noción de “gran repertorio clásico” común en ambos, evidencian una cercanía estructural. Y su lenguaje práctico es el mismo: el francés. Al ser la cocina un arte más universal que el ballet (“el descubrimiento de un nuevo plato tiene más importancia para la humanidad que el de una nueva constelación”, decía Brillat-Savarin), muchos de estos términos franceses se han traducido a las lenguas locales, pero los grandes principios técnicos permanecen en francés (por ejemplo, “sauter”); o ligeramente modificados (“sautiert”, alemán del francés “sauté”; “salteado”, en castellano). Por el contrario, el lenguaje del ballet –un arte más cerrado- es por completo el de Molière (…) Que se expresen en francés nos remite al por qué de su cercanía estructural. Comenzaron a codificarse en el mismo momento: el de Luis XIV. La filogenética de ambas artes explicaría esas similitudes íntimas, aun si no sean previsibles (…) En el caso de la cocina, la impronta del Rey Sol fue más indirecta. En el del ballet, fue mucho más expedita. Personalmente, encargó el lenguaje del ballet a su maestro, Beauchamps. Ciertamente, no llamó al chef de Versailles para decirle: “Organízame todo lo que se sabe hasta ahora del tema en un sistema”. Mas esta obsesión normativa suya determinó que fuera durante su reinado cuando nació la gran cuisine classique française.

domingo, 27 de abril de 2008

"El laberinto" de Lenica

Tumiamiblog

El laberinto de Jan Lenica (1963) es una pieza única del animado socio-político del siglo XX. Surrealismo auténticamente polaco de atmósfera tragicómica circense que refleja una realidad asfixiante de represión totalitaria: coerción, vigilancia, lavado de cerebro y el deseo de la fuga. El trabajo novedoso de Lenica recuerda los collages de Max Ernst en La Femme 100 Têtes (1929) y la estética de P.T. Barnum. La eficaz música de fondo a cargo del compositor Wrodzimierez Kotonski, es perfecta para la trama. A continuación la segunda parte:


sábado, 26 de abril de 2008

Sin móvil aparente


Tumiamiblog

Hay olor a Pizza. Ziggy "el marciano" pelirrojo porta gafas Ray Ban y camina en zancadas (cual Nijinsky tropical) entre los estantes semi-vacíos del primer piso del Ten Cent de Galiano. Afuera, la orquesta del momento toca (en vivo) el tema “Chirrín Chirrán”. Algo no funciona: Marte no es tópico ideológico de los años 70 (ni siquiera lo es la luna). La nueva ciencia ficción es el “hombre nuevo”. Camina que te camina en dirección norte… Ziggy pedroporsucasamente se cuela en su trinchera del cine América: Sin móvil aparente. Se echa la película por enésima vez. No debe sorprender... ya Ziggy anticipa el tema original silbado por Morricone con Trintignant corriendo como un loco por las calles de Los Angeles (sobre todo la escena equis de los flamantes melones de la Antonelli). Sueños sueños son: Cual Flash Gordon setentoso, Ziggy se imagina en La Tierra, apoltronado en una Pastelli de fibrocemento blanco esplendente, sus botas níveas de tacones de 4 pulgadas sobre la alfombra azul celeste de Puotila, leyendo las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, con luz diferida de una lámpara Panton. Oh man! Look at those cavemen go/ It's the freakiest show. ¡Chirrín Chirrán! Terminada la película y el pelirrojo sigue su caminata... rumbo norte. Con el aire húmedo salitre del malecón lo invade la angustia. Ziggy se ha metido tanto en las crónicas que está casi seguro que Marte no es, como dice La Voz, una isla roja con once millones de hombres nuevos. ¡Todos a la plaza con Fidel! Repiten cacofónicametalicamente los altoparlantes a lo largo de la avenida. Mañana La Voz rugirá martianamente su discurso a millones de orejas nuevas. Húndese Ziggy en el ennui macabro característico de su condición de anélido. Oh man! Wonder if he'll ever know/ He's in the best selling show. Fiel a su circunstancia camusiana, no concibe otra salida que la paja mental, luego fálica. Con el cierre de la década y comienzan a llegar terrícolas. Siempre en comunidad, cobeados y bronceados por el sol, portan ropas discosas y billetes verdes con testas cubiertas de pelucas blancas. Ziggy, el sinfamilia los recibe y a la vez los rechaza. Una tarde contempla en la televisión una golpiza de anélidos en plena calle, frente a la embajada de La Tierra. Take a look at the lawman/ Beating up the wrong guy/ Oh man!/ Wonder if he'll ever know/ He's in the best selling show.

viernes, 25 de abril de 2008

Pain #319


Ramón Williams

(Foto del autor)

“Papá, tráeme todo el chocolate que puedas” –pide Nilo pero no hay respuesta para  su chiste de alérgico que rebasa crisis. ¿Será posible una bicicleta? Sí. Papá ya está en la puerta mirando a Regina como si la presencia del niño tuviera filo. Es una presencia quieta que le roba las palabras a cualquier frase de amor y destino. Regina deja escapar unas pocas notas del corrido mexicano que a su modo explica, reprocha y asume todas las despedidas. La puerta de la calle se abre. El viento que aullaba en la terraza se detiene, da la vuelta sobre el edificio, sube por la escalera y casi despeina a Matías si su pelo amuellado cediera. Es un aire húmedo. “Papá se va a mojar.” A Nilo no le importa la burla del viento, descuelga tras la puerta del baño el impermeable azul; corre, se asoma al balcón. Los camaradas del sexto esperan allá abajo, en la acera contraria; también el guía Gumersindo y las viejas maestras visitadoras. Todos callan y miran a un punto bajo el balcón, a la entrada de la escalera, bajo los pies de Nilo. En breve el punto tendrá un cuerpo. Ahora Nilo teme que ese cuerpo encarnando el punto, eso que los camaradas asechan, sea su padre. Lo es. Una bulla rompe este miedo de Nilo. Las palabras que se distinguen en el bullicio son conocidas pero ahora lo que dicen duele: Papá es otra mierda que se va. Lo de Baracoa siempre fue un cuento que ahora va apestando a huevos podridos como los que estallan contra la casa. Peste sobre peste. Horror. Matías camina tranquilo. Debajo de la primera majagua roja un auto viejo espera con el motor en marcha. Dentro, un hombre saca el brazo por la ventanilla, gesticula, grita algo como una orden. El bullicio ha crecido y también ha ganado en orden. Como una música, el ruido parece brotar del disco arañado de un fonógrafo que una mano invisible hace girar. Matías adelanta uno pasos hacia el auto que marcha a su encuentro. Nilo no ve avanzar a papá, experimenta que ese extraño cuerpo en movimiento va siendo a cada paso la rebaba de otro cuerpo ausente ya. La puerta del auto se abre, antes de entrar Matías se detiene y mira al balcón. Está vacío. Vacíos el balcón, el auto, la calle. Todo desaparece en una ciudad que gira vaciando.

jueves, 24 de abril de 2008

Algo


Alcides Herrera


Yo sé lo que pasaría

sin saber qué va a pasar.

Si no hay arena, no hay mar

y, sin mar, no hay alegría.

Las clases de anatomía

las empezamos un martes.

It´s ok: las bellas artes

por arriba del deseo.

No soy bonito ni feo.

No vi la segunda parte.



Nos perdimos "la verdad",

el frío de ese calor,

la palabrita "dolor"

y toda la ambigüedad.

Se ríe. Tiene la edad

para empezar a reír.

El arte griego, es decir,

la función que nunca fue,

dioses, atletas, dejé

descritos, sin describir.


Décima vez. Lo repito.

Mis hijos vinieron antes

y fueron buenos cantantes

y ya no los necesito.

Uno de ellos, pobrecito,

entendió la poesía,

la de otro, no la mía,

y rimó con "desencanto"

la santa palabra "santo"

sin mucha melancolía.


Yo soy tu poeta, china.

Estoy presumiendo ahora.

Tú fuiste la ganadora

y la ganancia camina.

Si la décima termina,

pues hay un décimo verso,

la escribo igual, la converso,

la clavo con alfileres,

la llamo "Ley de Alquileres"

y en otra vida me esfuerzo.


miércoles, 23 de abril de 2008

martes, 22 de abril de 2008

Blanco contra gris


Rosie Inguanzo

Esta noche lloré. Lloré por Laura Pollán, por sus largos años arrastrados por el pavimento gris. Sus gritos que no pude oír y que imagino con estupor. Por vergüenza ajena, por rabia, por pudor. Lloré por el atropello a su dignidad septuagenaria, por su dolor puro de esposa esposada e impoluta valentía. Por su decencia avasallada. ¡Oh Dios! Por el peso de los 75 y la suma de sus condenas. Por la vida clara de esta señora, Laura, el fulgurante níveo de sus reclamos contrapuesto al asco rampante de sus enemigas grises. Llegamos a eso. Mujeres de gris, rostros helados, la inexpresividad del autómata, robots de hojalata, programadas represoras. Entonces la vida tiende su metáfora afilada: el blanco ha renovado su agitada pureza simbólica gracias a la gestión de estas Damas. El gris encaja aún en la patrulla policial, perseguidora, la sordidez de la escena, registro opaco de la mansedumbre servil a la barbarie. El desliz gris a la tristeza: esas mujeres todas somos la mujer cubana.

Sangre, sudor y lágrimas (Woodstock, 1969)

Lasagne miamense al forno (para cuatro)


Una vez más mi vida ha sido salvada por el milagro de la lasaña.—El gato Garfield

Tumiamiblog

Lasaña, que viene del griego (lasano), sugiere el lento caldeo de una mistura. La siguiente (con vegetales y carne) está lista en 45 minutos. Ingredientes: Media col, un paquete de espinaca, una berenjena mediana cortada en lascas longitudinales, cuatro hojas de pasta de lasaña, picadillo de primera, salsa de tomate marca Clásico (preferiblemente picante y con basílico), media cebolla, ajo a gusto y aceite de oliva. Preparación: A la berenjena échale sal y déjala que suelte amargor, luego enjuágala. Pon las hojas de la col en un steamer (escógelas tiernas, sin venas ni corazón). Lo que sigue es labor coordinada de simultánea ajedrecística: Pon la espinaca a hervir (toma cuatro minutos). Cocina la cebolla picadita y el ajo con aceite de oliva. Cuando estén a punto transparentes, añade el picadillo (trabaja la masa poco a poco). Al rato, asusta el picadillo con vino blanco y añade la salsa de tomate. Déjalos sazonar cuidando que la salsa quede enjundiosa. Fríe la berenjena en poca mantequilla (candela mediana) o mejor, prepárala al grill. Ya está la espinaca. Escúrrela cuidadosamente en papel de toalla... haz lo mismo con la col. Pon el horno a precalentar a 350 F. Sólo queda construir las capas de tu ermita de sémola, cada una seguida de una porción de picadillo con salsa (aceita el fondo del recipiente, preferiblemente de porcelana o cerámica). Por piso y desde abajo: Col, berenjena, espinaca, pasta, y por último los cuatro quesos de Publix (mozarella, provolone, romano y parmesano). Hornea tu pieza por 30 minutos (utilicé mi pequeña creuset tapada). Acompáñala con algo suave como Pinot Noir D’Autrefois (sólo $10 en Publix). ¡Melkam Megeb!

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lunes, 21 de abril de 2008

Sociedad "'Jóvenes del Vals"


Micael Ávalos

El cartel, parco, no anuncia el año, pero una breve indagación con la ayuda de un calendario perpetuo (y ciertas imposibilidades cronológicas) nos permiten retroceder a 1935. Se le ofrece un homenaje a Paulina, a quien aún no habían bautizado como "La Emperatriz del Danzonete", en la "Sociedad de los Jóvenes del Vals" (algunos jodedores confundían el ritmo vienés con el alcohol y lo llamaban "Los Jóvenes del Bar") en esta época todavía en Rodríguez, esquina con Atarés. Allí la fue a ver Celia Cruz, apenas una adolescente, antes de mudarse el club para Calzada de 10 de Octubre y Correa, y desde ese momento la consideró siempre su ídolo. Aunque este era uno de los mejores salones de la música cubana en esos años, no era el único. Pocos años después, los bailadores se llegaban hasta el "Isora Club", en Melones 720, en el medio del barrio de Lúyano, para gozar con el ritmo de Cachao y el resto de "Las Maravillas de Arcaño". Otros se iban a la "Unión Fraternal", en los altos de la esquina de Misión y Revillagigedo, para bailar con la "Orquesta Ideal de Joseito Valdés", o a la sociedad "Las Águilas" en Luz 56, La Víbora, a echar un pasillo con "Melodías del 40". Muchos preferían, sin embargo, ir hasta el "Marianao Social Club", en 57 entre 134 y 136, porque esa noche estaba tocando la "Típica de Silvio Contreras", y después seguir la fiesta en el "Redención Sport Club", ya que "Arsenio y su Conjunto" iban a tocar allí (después de terminar su programa diario en los estudios de la Mil Diez). Estas eran las sociedades más conocidas, pero se pueden mencionar también el "Club Paseo y Mar", "El Intersocial" (donde tocó la Aragón cuando fue a La Habana por primera vez y los blancos, en una reversión pocas veces vistas, tuvieron que bailar en la calle porque no se les permitió entrar) el "Alianza Juvenil", el "Antilla Sport Club", el "Club Artístico y Cultural", "La sociedad Los Faraones" o el ya demasiado famoso "Buenavista". En todos ellos, siempre buena música.

domingo, 20 de abril de 2008

Antonio Orlando Rodríguez para El País


Comentando su Chiquitica: "Quiero agradecer el gran premio que está detrás del premio; la oportunidad de llegar a lectores de España, Iberoamérica y Estados Unidos. ¿A alguien se le ocurre que pueda existir un privilegio más grande? A mí no".

¡Otra! ¡Otra!

 

Hablando de Calloway... con escenas fabulosas, dentro del tren con su orquesta en un fragmento de riff febril enloquecedor y en otras escenas en el famoso Cotton Club (con escenografía a-lo-Metrópolis). Es esa atmósfera de modernidad tonal con lo exótico de la improvisación en el contexto del jazzband, lo que sedujo a tantos compositores clásicos de la época, como Stravinsky, Weill, Milhaud, Honegger y otros.  

Betty Boop y Cab Calloway en Minnie the Moocher

Minnie the Moocher es uno de los mejores animados de Betty Boop. El corto comienza con una dramática danza expresionista pre-breakdance del director y cantante de jazz Cab Calloway (conocido dandi que nos recuerda a Arturo Cuenca), frente a su orquesta mientras interpretan un blues de la época de la prohibición (estamos en 1932). Esta es la versión original no editada (Calloway no sabía que los hermanos Fleischers incluirían el pietaje).

Fuera de foco

Dense una vuelta por el blog Documentales, de Víctor Jiménez (ex miamense, ahora radicado en México). Acaban de montar El hombre y el carro del director gallego Antonio Román.

sábado, 19 de abril de 2008

Sartre: Soy un bloque de cemento

Alfredo Triff

A continuación una entrevista (en dos partes) hecha a Jean-Paul Sartre en 1967. Apreciamos, primero, gala de humor galo, segundo, la lucha por verbalizar un momento de cambio entre el Sartre existencialista y el “nobelista”. De ahí su “yo para los otros” y “no yo para mí”, que pareciera contradecir la tercera parte del capitulo 3 del Ser y la nada, que Sartre ahora convierte en teoría socio-política de segunda, con su densamente disparatado y tardío Critique de la raison dialectique (1960). Aquel “ser” sartreano, radicalmente libertario, nietzscheanamente übermenschiano, se transforma -por arte de magia marxista-leninista- en “ser de clase”. Haces algo y tienes que definirte por eso… no hay nada que hacer, siempre será así (1:30) revela un Sartre determinista, derrotado (tardíamente freudianizado)… ¿por la vejez? Observen la descarga fallida del envejecimiento social como muy distinto al envejecimiento fisiológico (entre 1:50-2:10); declaración que –para creerse- requiere declamación a voz en cuello a-la-Marta Estrada (…no tengo edad… no tengo edad)… para cambiar. Concluye Sartre: Estamos todos alienados… no may más remedio (la mauvaise foi sartreano-burguesa supeditada al Entfremdung hegeliano-marxista, del cual, por cierto, no hay escapatoria). El entrevistador inmediatamente percibe el fallo y riposta: pero... ¿y la libertad? (ayúdate que te ayudaré en 2:54). Mejor hubiera sido: “Si no hay escape de la alienación, ¿para qué luchar entonces por transformar la sociedad?” Sartre explica que la vida es como un endosamiento de capas que van petrificándose (“lo que quise, lo que no quise, lo que querré”) para terminar en lo inerte. La admisión en (3:14-3:22): Hay que terminar siendo un bloque de cemento antes de morir… es la verdad. No creo que haya otra solución para la vida humana, es sin embargo una declaración pre-marxista-leninista rara, fallidamente cartesiana, casi simbólica (cual caballo azul de Franz Marc o un saltimbanqui del período rosado de Picasso), performativamente cándida, de un Sartre humenísticamente sentado en la butaca del cínico, saboreando (cual bon-bon de chocolate) los “residuos” sociales del Pareto tardío. Aunque sólo sea por esa frase Zen dogueniana… ¡Bravo!

Aquí la segunda parte:

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viernes, 18 de abril de 2008

Miami ahora: notas para una entrevista con León Ichaso


Foto: Pedro Portal

Me interesa muchísimo ese nuevo Miami, underground... una ciudad que no existe para muchos, que vienen por unos días y se van de nuevo. O para esos que vienen con su propia idea de cómo es el asunto y no hay nada que los haga cambiar de opinión. 

El Miami de que te hablo no tiene nada que ver con esa imagen estereotipada (de la televisión o el cine… la South Beach tórrida, nirvana del sexo, con mujeres en bikini, colores pasteles y tatuajes, que es el Miami fácil, visto y re-visto). 

Un Miami más maduro… tolerante y relajado políticamente. Acaso por eso pasamos invisibles. Ya no somos lo que quieren que seamos (y fuimos). De cierta manera somos fundadores y eso molesta a mucha gente. Fundar te hace especial. ¿Y qué? Somos buena gente. La hospitalidad cubana… siempre ayudamos al que llega. También le caemos mal a mucha gente y nos han crucificado (¿no fuimos expulsados de nuestro país como la crápula?). 

Y la prensa americana se da gusto con el teatro… ¿habrá acaso una molestia porque en el fondo esto es nuestro? Increíble que ese sistema tan vociferante esté llegando a su fin… calladamente, desplomándose desde adentro, tirando sus últimos cartuchos. Increíble que algo tan caótico y cruel durara tanto tiempo. 

Querían desbaratarnos el alma, pero no pudieron. A Cuba le falta un renacimiento por venir. Y eso (desde aquí) el que tiene ojos lo puede ver.

jueves, 17 de abril de 2008



Lástima que el arte ochentoso nunca hizo nada parecido a esto (el arte noventoso tampoco). ¿Le tocará a la nueva generación hacerlo?
La ilustración es de Andy B. Clarkson. El artista, quien cultiva una estética hiperrealista mostruosa, nos recuerda la influencia de un Roman Cieslewicz

P,o,s,t,(((mo=der=no)))

Tumiamiblog

Vives tu mundo postmoderno de realidad alienada, desfasada del environment, vives tu espacio local y global de realidad múltiple ... bagles irlandeses, "sushi" marroquí, puesto de fritas moscovita, McDonald's en Nigeria, Coca-Cola en la base de la Keops, Adidas en Tiblisi, "tacos" chinos... eres:

atípico
genético
híbrido
lívrido
procesado
programado
collageado
comensalizado
linkeado
glocalizado
intercalado
hipercontextualizado
flexibilizado
camuflageado
tergiversado
ad-herido
fractalizado
rizomatizado
topologizado
vectorizado

miércoles, 16 de abril de 2008

El "profeta" Habacuc: ¿Autopromoción, sadismo canino o transgresión estética?


Tumiamiblog

El año pasado, el artista costarricense Guillermo Vargas (alias Habacuc) exhibió su “Eres lo que lees” en la Galería Códice de Managua, Nicaragua. Habacuc contrató a unos muchachos para que capturaran al perro callejero Natividad, que luego ató a una cuerda en una esquina del espacio. Encima de Natividad se leía el título de la muestra adosado a la pared con cientos de biscuits de comida de perro. De acuerdo a cientos de comentarios en la Internet condenando la pieza de Habacuc (una en youtube con música de fondo de John Barry) Natividad fue dejado morir de inanición y sed en la galería. ¿Arte o tortura? El asunto se complica. El testimonio en Wikipedia alega que “el perro era alimentado” mientras la galería permanecía cerrada. Wikipedia cita a Juanita Bermúdez, la dueña de Códice, en el periodico Observer diciendo: “el perro fue soltado al concluir el evento” (en este blog se alega que Natividad escapó la noche que cerró la muestra... ¿casualidad?). Habacuc, quien ha recibido amenazas de muerte, alega que sólo perseguía constatar la reacción del público (que ciertamente no hizo más que libar alcohol ante el exánime canino mientras conversaban animadamente). El artista ha declarado que el propósito de la pieza “no fue causar la muerte del pobre animal, sino ilustrar un punto… en mi ciudad de San José de Costa Rica decenas de miles de perros mueren cada día en las calles sin que nadie les preste atención.” No es primera vez que Habacuc se mete con vertebrados. Hace dos años, en una exposición del Reina Sofía de Madrid, incluyó un vídeo de 53 minutos en donde se veía matar a martillazos a una vaca (aclaro, Habacuc no era portador de la herramienta). Más interesante aún: La Bienal de Arte Centroamericana a celebrarse en Honduras en 2008 ha invitado a Habacuc para que repita su obra (¿arte o publicidad?). Sorprende que casi ninguno de los testimonios de condena en contra de Habacuc se dignen a balancear la noticia con otras fuentes. Mi opinión es que el profeta, más que petaísta, es un Damien Hirst tercermundista, verdadero maestro del self-promotion (señalemos que ha puesto a las gentes a comentar los temas que se propuso, como los límites del arte y el maltrato a los animales). No sin un costo: Ya hay caldeos gentiles que piden la cabeza del artista/profeta, algunos que exigen su excomunión del mundo del arte y otros que se han cagado en su madre Natividad.

martes, 15 de abril de 2008

"El Flaco" Felo Falcón y la jama de la vida



Adalberto Delgado

La trasnochada fue heavy, cargada de caramelos alucinógenos, yerba y alcohol. El sol durísimo... astro de verano miamense se asomaba con gaviotas en busca de sustento mientras las cabanas se alistaban para la llegada de los turistas. Miami Beach, circa 1971. "El Flaco" Felo Falcón, Miguelito Cruz, el Chino, Oscar Iglesias "el Guille" (quien fuera percusionista con Steven Stills, Chicago y otros) nos levantamos perezosamente, después de haber vacilado la noche anterior en la Ciudad Mágica. La gente llegaba a la playa a cuentagota. Salimos a comprar pan, leche y unos danishes al Quick Check de la 6 calle, mientras los socitos preparaban los tambores. Era día de rumbear y había que alistarse. La fuma y otros estupefacientes: check mark. La curda: check mark (incluyendo la jama del lunch). En el stereo: Alvin Lee y los Ten Years After, Grandfunk y el último de Three Dog Night. Las tumbas con su repiqueteo comenzaban a calentar el ambiente, ritmos afrocubanos ejecutados por blanquitos jipardos que ardían con sabor. "El Flaco" (con su dulce manera) organizaba la rumba. "Guille, coge el tres-dos, Migue, el quinto, Chino, la guagua, Oscarito, la guagua, Adalberto... tú canta coro y una que otra canción"... (yo con 15 y pretendiendo 20 abriles que era la edad de "El Flaco"). ¿"El Flaco"? Vaciló de lo lindo: fue percusionista de Stonehedge, Crabby Appleton y por último, tocó con Joe Cocker, introduciendo las congas al rock sicodélico. Desmedido con el alcohol, terminó cocinándose el hígado (de nada valió la rehabilitación). Era desbordamiento de paz y amor, monje budista de dulce voz y carácter gentil... Flaco, por si no lo sabes, fuiste el ídolo de los jipis cubiches de mi época: We love you.

lunes, 14 de abril de 2008

La aparición


Ramón Williams
Foto del autor

Entonces la vio allí, caída, llegada de los espacios turbios de su memoria, recortándose contra el pizarrón, anunciándole a los escasos concurrentes su asignación como nueva profesora de la asignatura. “Con los ovarios”, precisarían los pornosabios sin sospechar que la mujer había reído alguna vez. Ella hablaba del viejo programa de Gotha, de Marx, de las riquezas materiales que correrían a raudales, del trabajo depurado del dinero enajenante, convertido al fin en necesidad vital para los hombres. Insistía en el entendimiento de la acción en tanto categoría central de la doctrina. El minuto cien fue la tímbrica sorpresa del gesto: las palmas de las manos entrecruzadas se oprimían en mutua frotación y la voz las envolvía con palabras sobre la unidad de las masas y la lucha de todo el pueblo. Una vez más no hay espacio para pensar, porque los ojos se le llenan de esta mujer que se suelta las ropas, que se libera de masas oprimidas por la tiranía pacorabannista del laster y se acerca de espaldas en una danza cuya música sólo ella escucha. Se acerca la maestra  de marxismo, secreta belly dancer; pantalones a la rodilla, una mano agitándose en el sexo y la mirada todavía clavada ventanas afuera. ¿Por dónde mira ella sino desde sus propios ojos lascivos de joven Makarenko en una tarde de Nilo niño, qué si no el ojo del alba o gemidos en el jardín? Si la luz del cuarto huyera, su cuerpo de hembra ansiosa se quebraría igual que con Patria, la muchachita de El Cerro. Cebra herida de  sombras y persianas entreabiertas. Otra vez  la luna espía, descargando las evidencias, con sus luces de gobierno de cosechas, locuras, piromancias, menstruaciones y mareas. Junto a los mareos Nilo experimenta deseos de tocar aquel pecho encendido de mujer tan plano como el suyo que la luna azula. Lo desea hora que ella se atraviesa a sí misma y sus largos dedos en el sexo producen un chasquito como unción entre huevo y la cuenca húmeda del ojo de un durmiente arrastrado por lo bello. Ella conserva la piel tranquila y Nilo asume que la mujer no se entera del  frío que llega de afuera para retar los alcoholes. Las espaldas largas, largas asesinas de las nalgas están muy cerca del joven. ¿Otra tabla?

domingo, 13 de abril de 2008

Across the Universe




Jesús Rosado


Lamentablemente la obra beatleriana está condenada a la banalización en la pantalla grande. Ni siquiera el último intento por exaltarla, la reciente comedia musical Across the Universe (2007), donde la vocación ideográfica de su directora Julie Taymor (Frida) se une a la audaz fotografía de Bruno Delbonnel (Amelie), puede lograr un resultado apegado dignamente a la célebre antología que revolucionara el panorama melódico contemporáneo. La cinta de la Taymor es peliculería argumentalmente meliflua, con dramaturgia recurrentemente inconsistente. Logra enganchar por la cierta lucidez de clips bien estructurados a partir de vistosas coreografías y montajes escenográficos que van transitando desde el puro lenguaje pop hasta las más lozanas tendencias del arte. Es decir, estamos ante un dadivoso menú de iconografía musical que bajo apariencia evocadora se ha empaquetado con conceptos vanguardistas de imagen y sonido para venderse al espectador sin distinción generacional. Tal vez sea su mayor conquista ese tratar de recontextualizar la beatlemanía y armar con el imaginario retro una seductora secuencia que rememore la década más fecunda de la modernidad. Es una lástima porque de no sucumbir al juego amanerado y definitivamente fútil entre nostalgia y música hubiese devenido en pieza trascendente. Justamente, de lo más acabadito del filme son los singulares arreglos del sonido beatle, que por momentos sorprenden, como esta interpretación vodka de Come Together a cargo de Joe Cocker en compañía de Martin Luther McCoy. Una versión de la provocativa canción no solo actualizada sino también abrasiva y efectista que se va caldeando con el concepto escénico.

sábado, 12 de abril de 2008

Can you hear me Major Tom?


Alfredo Triff

Ground Control to Major Tom/ Ground Control to Major Tom/ Take your protein pills and put your helmet on/ Ground Control to Major Tom/ Commencing countdown, engines on. Con Space Oddity, lanzada en 1969 (se dice, para coincidir con el viaje del Apolo 11) David Bowie capta un momento congelado de la historia; impass de crisis en segunda lectura (bajo del efecto de la tecata), de evasión sideral kubrikiana: There’s nothing I can do, Though I’m past one hundred thousand miles, I’m feeling very still. La década cierra pataleando la resaca: Los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy coinciden con los suicidios de Jimi Hendrix, Brian Jones, Janis Joplin y más tarde Jim Morrison (¿no es el "overdose" una forma de suicidio social?). Para muchos encerrados en esa generación, el viaje del Apolo es alfa y omega. Major Tom tipifica la metáfora clarkeana de transformación sicoexistencial ante la crisis de la Guerra Fría y el temor del holocausto nuclear. Aunque no lo parezca, somos nosotros los body snatchers (oigo a Space Oddity como música de fondo para Solaris de Tarkovski). Para ponerlo en contexto: "Caballero, no hay más remedio que la nota sideral", habría pensado de seguro el Ziggy de Bowie en 1969, con sus ojos azules y el pelo teñido de rojo y rociado de gomina, empapado en sudor, mientras caminaba Rampa arriba, oyendo LA VOZ despotricada y estruendosa del susodicho (rajando autoparlantes a lo largo de la avenida) profetizar la zafra millonaria de 1970. Volviendo a Major Tom: Una vez fuera de la nave, en la paz plena y silenciosa de la matriz cósmica... ¿para qué regresar? I’m stepping through the door/ And I’m floating in a most peculiar way/ And the stars look very different today/ For here/ Am I sitting in a tin can/ Far above the World. ¿Hay algo más abstracto que el espacio astral? Más que "nota", el estado sicosomático de Major Tom (en su capullo galáctico) puede verse como la sinestesia entre la mente y el espacio mismo (problema ineludible en un párrafo del último libro de Edmund Husserl escrito 33 años antes: “¿Cuál es el último reducto espacial de la conciencia?”). My spaceship knows which way to go ... Can you hear me Major Tom?/Can you hear me Major Tom?/ Can you hear me Major Tom?