Rosie Inguanzo
Cuentos fotogramas: El hermetismo suicida de aquella joven batida por la brisa de Guanabo y la desesperación quieta de la locura (garra que tan bien conoció Cabrera Infante), en “Abril es el mes más cruel”; la pareja de exhaustos amantes merendando en El Carmelo o en La Rampa (que no por casualidad está al lado del cine...), el batido de helado de chocolate, el club sándwich a medio comer sobre el mantel de hule... el toque de tambor donde se fragua el adiós, en “El gran Ebbó”. Registro gráfico de un escritor que amó la noche, la ciudad y Un oficio del siglo XX, el cine. Cabrera Infante se planteó sus libros como películas, lente verbal que trazara hechuras y ocultamientos (me mortifica que muriera Cabrera Infante sin haber hallado la última palabra, el epitafio de la muerte del tirano). Nada como su chispa verbal, la degustación de la palabra y su profanación, la sensual manipulación del significado. Cuentan que después de renunciar al cargo diplomático en Bruselas, contempló la posibilidad de establecerse en España, pero que desistió por una razón ineludible, poderosa: no podía soportar la tortura de ver Casablanca doblada por actores españoles. Bogart entre el humo y la bruma del bar “ –¡Eh tío, te voy a dar un tortazo!”, bastó para que el cinéfilo recogiera sus trastos y se estableciera en Londres. Antes de su muerte, un querido amigo, lente en mano, fue a Londres para fotografiarlo. Miriam eludió la visita entre hospitales y una llovizna pertinaz. Mi amigo y su esposa colocaron frente a la puerta de la casa los casquitos de guayaba por encargo, como especie de tributo, y se fueron. ¿Hacia dónde mueren los poetas? ¿A qué fondo de imágenes se cae? ¿Cómo será la vista del amanecer sobre el trópico, desde la muerte?
Cuentos fotogramas: El hermetismo suicida de aquella joven batida por la brisa de Guanabo y la desesperación quieta de la locura (garra que tan bien conoció Cabrera Infante), en “Abril es el mes más cruel”; la pareja de exhaustos amantes merendando en El Carmelo o en La Rampa (que no por casualidad está al lado del cine...), el batido de helado de chocolate, el club sándwich a medio comer sobre el mantel de hule... el toque de tambor donde se fragua el adiós, en “El gran Ebbó”. Registro gráfico de un escritor que amó la noche, la ciudad y Un oficio del siglo XX, el cine. Cabrera Infante se planteó sus libros como películas, lente verbal que trazara hechuras y ocultamientos (me mortifica que muriera Cabrera Infante sin haber hallado la última palabra, el epitafio de la muerte del tirano). Nada como su chispa verbal, la degustación de la palabra y su profanación, la sensual manipulación del significado. Cuentan que después de renunciar al cargo diplomático en Bruselas, contempló la posibilidad de establecerse en España, pero que desistió por una razón ineludible, poderosa: no podía soportar la tortura de ver Casablanca doblada por actores españoles. Bogart entre el humo y la bruma del bar “ –¡Eh tío, te voy a dar un tortazo!”, bastó para que el cinéfilo recogiera sus trastos y se estableciera en Londres. Antes de su muerte, un querido amigo, lente en mano, fue a Londres para fotografiarlo. Miriam eludió la visita entre hospitales y una llovizna pertinaz. Mi amigo y su esposa colocaron frente a la puerta de la casa los casquitos de guayaba por encargo, como especie de tributo, y se fueron. ¿Hacia dónde mueren los poetas? ¿A qué fondo de imágenes se cae? ¿Cómo será la vista del amanecer sobre el trópico, desde la muerte?
7 comentarios:
Rosie Cabrera Infante es uno de mis escritores cubanos preferidos. Hubiera dado cualquier cosa por conocerlo en persona.
Un bello texto hacia el jíbaro de Gibara, a quien vi en persona por única vez en el MDCC, gracias a Alfredo y Rosie, hace un montón de años. Fue una trova con Trueba en la que GCI apenas balbuceó unas frases. Para mí, que admiraba al autor desde chiquito, fue como un desencante jondo. Me ha pasado también con algunos cuadros del pop americano al verlos "en persona". Me quedo mil veces con mi particular imagen o recuerdo previos del autor que con lo que realmente apresé ese mediodía. Anyway, aprovecho y anuncio, apostólico, una exposición de C. Beltrán en la Contemporánea, en la Ochocalle, en mayo. A Fragmented Landscape of the Past (in Havana). Cuídense.
Lindo post Rosie: De lo imaginario a lo real.
Muy bien escrito Rosie.
Como bien dices fue una lastima que el tirano hubiera sobrevivido la muerte de el y muchos otros que se fueron sin ver la patria libre. Suena hasta ridiculo decirlo.
Saludos.
a boniatillo le gusta mucho el cine de esa epoca...............esa epoca en LA HABANA en que era un pepillo despreocupado y se iba al cinemateca a ver peliculazas como POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS.................se acuerdan?
La historia de los casquitos siempre sera de las ternuras de los Portales. Obra de amor, como este post. Acabo de leer un comentario por el ciber-space: "los blogs de Cuba son hechos por gente que hace cuarenta agnos no esta en Cuba". Pobre tonto. Los blogs de Cuba son hechos por gentes que habitan geograficamente la isla, (i.e.: Generacion Y) o la isla habita sin remedio en ellos, con un imaginario de casquitos de guayaba y amaneceres de tropico, con "sensual manipulacion de (la palabra", y amor irefutable por la noche, la ciudad y casi siempre el cine. Gracias, Rosie
Rico tu post, Rosie, le agregué un Nela 1/3 less fat. Antes, por supuesto, me bailé el club sandwich del Carmelo. Ahora me estoy tomando un espresso con Guillermo acá, entre apoltronados y expectantes, mientras observamos extasiados como las volutas de los Rosthschild espiralizan coruscantes al reflectarlos la pantalla.
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