Adalberto Delgado
Ese día no hubo titubeos. Fue decidido comunalmente: Carlos Denavea, Renecito, Lázaro y un servidor (Yiyito yacía en su lecho, con tremenda gripe) nos lanzamos a la playa con un surfboard que me habían traído Los Reyes Magos. La aventura del surfin’... un grupo de fiñes sin licencia, dependientes del transporte público. ¿Cómo convencíamos al niche americano guagüero dejarnos montar el tablón en la guagua? Yo, intrépido en la muela (y con menos acento que los demás), convencí al chofer que nos dejara llevar la tabla... “es para competir con los blanquitos”. Con el apoyo de Renecito (otro niche) montamos colocando la tabla en el asiento de atrás del bus. Hubo química: Incluso, llegando al downtown el guagüero parló con su colega y le pidió que nos dejara montar. Ya en la playa recibimos las miradas asediantes de los surferos rednecks que esperaban que nos metiéramos en el agua para jodernos. Tuvimos que soportar el ocasional “get of the way spic”, que ignoramos para no buscarnos problemas. Compartíamos la tabla y entre turno y turno se iba la tarde. Éramos jóvenes y felices de la vida. Tony Lavatt (hoy profesor en el San Francisco College of Art y conocido video artist) nos entretenía con su poesía absurdista, a la vez que nos ayudaba a integrarnos socialmente con los americanitos. El más jodido era Renecito, por el color de su piel (eran tiempos de discriminación racial y no lo dejábamos cojer mucho sol por si acaso). Esa tarde, Alfredo, vecino de La Paloma (y mayor que nosotros) se ofreció para llevarnos de vuelta al barrio en su Volvo '68, con racks para tablas en el techo. Fue en ese entorno del surfin’ que descubrimos el mani, también conocido como “verdolaga”, “el vegetal”... y la vida nos empezó a cambiar. Aunque el surfin continuó, descubrimos que nuestra verdadera vocación cultural no era esa, sino el trajín ambientoso en la esquina del Palomar. Al poco tiempo vendí el board y me compré una moped Negrini.
Ese día no hubo titubeos. Fue decidido comunalmente: Carlos Denavea, Renecito, Lázaro y un servidor (Yiyito yacía en su lecho, con tremenda gripe) nos lanzamos a la playa con un surfboard que me habían traído Los Reyes Magos. La aventura del surfin’... un grupo de fiñes sin licencia, dependientes del transporte público. ¿Cómo convencíamos al niche americano guagüero dejarnos montar el tablón en la guagua? Yo, intrépido en la muela (y con menos acento que los demás), convencí al chofer que nos dejara llevar la tabla... “es para competir con los blanquitos”. Con el apoyo de Renecito (otro niche) montamos colocando la tabla en el asiento de atrás del bus. Hubo química: Incluso, llegando al downtown el guagüero parló con su colega y le pidió que nos dejara montar. Ya en la playa recibimos las miradas asediantes de los surferos rednecks que esperaban que nos metiéramos en el agua para jodernos. Tuvimos que soportar el ocasional “get of the way spic”, que ignoramos para no buscarnos problemas. Compartíamos la tabla y entre turno y turno se iba la tarde. Éramos jóvenes y felices de la vida. Tony Lavatt (hoy profesor en el San Francisco College of Art y conocido video artist) nos entretenía con su poesía absurdista, a la vez que nos ayudaba a integrarnos socialmente con los americanitos. El más jodido era Renecito, por el color de su piel (eran tiempos de discriminación racial y no lo dejábamos cojer mucho sol por si acaso). Esa tarde, Alfredo, vecino de La Paloma (y mayor que nosotros) se ofreció para llevarnos de vuelta al barrio en su Volvo '68, con racks para tablas en el techo. Fue en ese entorno del surfin’ que descubrimos el mani, también conocido como “verdolaga”, “el vegetal”... y la vida nos empezó a cambiar. Aunque el surfin continuó, descubrimos que nuestra verdadera vocación cultural no era esa, sino el trajín ambientoso en la esquina del Palomar. Al poco tiempo vendí el board y me compré una moped Negrini.
18 comentarios:
Adal: Asi nos pasa a todos.Es el bello e inolvidable camino entre la ninez y la adolescencia.
Gracias por compartir el tuyo.
Lindo contado, Adal. Cómo fluye.
Impecable el relato, adal. Además, una muestra genuina de prosa cubanamerican. Vaya, un yucazo literario cultivado al norte de Homestead.
gracias y jr, viniendo de ti que para mi eres un gran escritor, me enorgullesen (se escribe asi)tus palabras, lo cual me invita a continuar con los relatos palomeros. eso si, si no fuera por la intrepida forma de editar que usan nuestros amigos rosie y alfredo, estos relatos no fueran iguales, ya que soy bastante crudo escribiendo.
a boniatillo le gusta batirse con las olas...................como nacio en una isla se las sabe bien.
Adal, concuerdo con los demas. Estas creando toda una mitologia del Palomar. Ayer alguien me preguntaba si tus relatos palomares eran inventados o reales. Claro que no importa, ya El Palomar es parte del acervo tumiamense.
at
me gusta la idea de que sea parte de nosotros! para que le puedas contestar con ceteza a quien te pregunte, son cuentos muy reales. no tienen ni una gota de invento. yo creo que cuando federico hizo amacord, visito la paloma dias previos! ji,ji,ji
boniatillo...viandas en el mar? no supiera que decirte mi ambia, pero la combinacion no me parece buena. quizas en riachuelos o hasta los lagos de la florida, los everglades, pero no el mar, digo yo, no?
yo quisiera saber escribir como jesus, dania chaviano, nilo o machetico, amilcar y otros grandes que he tenido el placer de leer en este blog. les pido mil disculpas de antemanos, aunque nunca me la he dado de escritor ni mucho menos. es todo culpa de alfredo y rosie, que me instigan a fabricar estos relatos, con los cuales me he encariniado.
Divertisima escena, Adal... tu y tus cuates en el autobus con el surfboard!
Me gusta el titulo. Buen post de Adal como siempre.
adal, lo que enaltece lo que escribes es que lo hagas a tu estilo. No importa si la mano de un editor pule, tu esencia está ahí. El aspirar a lo que parece excelencia ajena, si se hace con buena fe, lejos de distanciarnos nos hermana.
Adal:
Ese Miami de que hablas debe haber sido increible....
Tu eres autentico Adal,con eso no se puede. como dijera Cortazar "mierda de tipo ,no me deja un hueco para darle un picotazo".
lo fue juan, mucho mejor que el de ahora en muchos apectos. para empezar eramos pocos y muy unidos (los latinos en general, pero mas que otros, los cubanos) era los estados unidos de america, habian letreros que decian "se habla espaniol." el cafe cubano era excelente y los lugarcitos de desayuno y almuerzos criollos eran genuinos. la gente era unica y sin complejos. la verdolaga al tolete, los hippies comenzaban a relucir y coconut grove era un verdadero paraiso. grove isles no existia y se llamaba la islita, fair island. bueno juan, puedo seguir hasta la semana que viene contando cosas ricas de aquel miami.
CARLOS OTERO, EL POPULAR ANIMADOR DE LA TELEVISIÓN CUBANA, QUE ENTRÓ ESTE MEDIODÍA EN USA POR LA FRONTERA CANADIENSE YA SE ENCUENTRA ESTA NOCHE EN NEW YORK Y SE ESPERA QUE ARRIBE A MIAMI EN CUALQUIER MOMENTO. CARLOS HIZO SUS PRIMERAS DECLARACIONES PÚBLICAS AL PROGRAMA LA COSA NOSTRA DEL CANAL 41.
Adal,
Those days are far in years and much closer in our memories. Miami Beach, Govt. Cut, making your way to the end of the "jetty', and diving off. Remember the Miami Beach Dog Track, and the boxing gym on 5th, where Cassius Clay would train with Dr. Ferdie Pacheco? Those days, que buenos eran, cuando se podia ver el fondo del mar en Crandon Park y uno pescaba pargos en el puente.
asi mismo era, la mano...
nosotros nos lanzabamos del puente surfboard en mano, en medio de las tormentas tropicales y los ciclones. una jevita socia mia, que era surfer tambien (americanita de north miami) me recuerdo se partio la frente con una tabla que salio volando! por supuesto, que yo la salve y despues, bueno... en el dog track nos reuniamos a escuchar lo ultimo de grand funk y eric burdon and war (spill the wine) mientras otros escuchaban wilson pickett (mustang sally)y ottis redding (sitting on the dock of the bay). ahi era donde mi socio tony hacia sus poemas. tambien el andy garcia jangueaba alli.
y mano...te acuerdas que donde estaba el gym, al frente, se cogia la guagua para el downtown y despues, al costado de burdines, al frente, se cogia en aquel entonces la ruta 5 que nos llevaba hasta la esquina de la paloma. la ocho era de dos vias! la cinco, llegaba hasta el westchester mall (donde ponian los caballitos, al igual que los de zayre en la 37 y la 7 del nw) los niches nada mas podian ir al banio en el cielito lindo, abajo (excepto renecito, que lo metiamos con nosotros donde quiera.) Habia un Richards y un Jackson Byrons en el downtown. Richard's tenia un basement. Y existian dos tencenes, woolworth y mc crory! con tremendo pollo frito y batidos. todos los de esa epoca se tienen que acordar del rexall drug store de la 22 y la ocho, donde ahora esta el bank of miami, y tenia dos maquinas de pinball, donde abrian hasta las diez y servian las mejores flotas de helado con coca-cola o root beer!
chupense esa que no es de fresa!
Claro que si! Y el calor que habia en esas guaguas. Tambien el mejor Chocolate Shake, bien friiiiio,era el de Royal Castle.
Publicar un comentario