Adalberto Delgado
Ya me daba cuenta que “la gorda”, en realidad, no había muerto. Mientras, su hijo Pepito, de ocho años, era acosado por una tropa de moscas, atraídas, sin duda, por la peste del pobrecito (Pepito se la pasaba siempre cagando los pantalones). Concha, “la gorda”: 200 kilos de mujer, con una lengua tan inmunda como cualquier cloaca de La Plaza del Vapor. Yiyito y Lázaro (par de zánganos, habitantes de La Paloma) se pusieron de acuerdo para jugarle una mala pasada: le llamaron al rescue, con el cuento de que la gorda se estaba muriendo. En Miami, circa 1967, la estación de bomberos quedaba en la 12 y la 13 (donde hoy se erige la estación del NET, otrora Museo Cubano de Arte y Cultura) en medio de una barriada de tétricos edificios. Primero, la sirena, el alboroto, gente en los balcones y la azotea. De tres carros bombas y una ambulancia se bajan cerca de dos docenas de bomberos. Después del incidente, imaginen a la gorda, bate en mano, en medio de los dos edificios palomares, mentando madres y santos... y nosotros, (como esos niñitos traviesos en las películas de Fellini), escondidos, muertos de la risa. De repente sucede algo inesperado: la gorda se aparece y parte hacia donde estaba Lázaro y le suena un batazo en el medio de la frente (del cual éste jamás se recuperó, Lázaro terminó en un hospital psiquiátrico). Desde aquel día Yiyito (su uña y carne), desapareció del palomar. Con la gorda no se metieron, lo cual me alegró: Le daba colorido al palomar. Además, ¿quién iba a cuidar de Pepito y su amiga la peste? Recuerdo que terminamos esa noche en el techo del edificio, riéndonos del desquiciado suceso. ¡Que Miami caballero! Para la próxima les cuento algo que tiene que ver con el Libanés Supermarket (¡qué rica estaba la hija del dueñooo!).
Ya me daba cuenta que “la gorda”, en realidad, no había muerto. Mientras, su hijo Pepito, de ocho años, era acosado por una tropa de moscas, atraídas, sin duda, por la peste del pobrecito (Pepito se la pasaba siempre cagando los pantalones). Concha, “la gorda”: 200 kilos de mujer, con una lengua tan inmunda como cualquier cloaca de La Plaza del Vapor. Yiyito y Lázaro (par de zánganos, habitantes de La Paloma) se pusieron de acuerdo para jugarle una mala pasada: le llamaron al rescue, con el cuento de que la gorda se estaba muriendo. En Miami, circa 1967, la estación de bomberos quedaba en la 12 y la 13 (donde hoy se erige la estación del NET, otrora Museo Cubano de Arte y Cultura) en medio de una barriada de tétricos edificios. Primero, la sirena, el alboroto, gente en los balcones y la azotea. De tres carros bombas y una ambulancia se bajan cerca de dos docenas de bomberos. Después del incidente, imaginen a la gorda, bate en mano, en medio de los dos edificios palomares, mentando madres y santos... y nosotros, (como esos niñitos traviesos en las películas de Fellini), escondidos, muertos de la risa. De repente sucede algo inesperado: la gorda se aparece y parte hacia donde estaba Lázaro y le suena un batazo en el medio de la frente (del cual éste jamás se recuperó, Lázaro terminó en un hospital psiquiátrico). Desde aquel día Yiyito (su uña y carne), desapareció del palomar. Con la gorda no se metieron, lo cual me alegró: Le daba colorido al palomar. Además, ¿quién iba a cuidar de Pepito y su amiga la peste? Recuerdo que terminamos esa noche en el techo del edificio, riéndonos del desquiciado suceso. ¡Que Miami caballero! Para la próxima les cuento algo que tiene que ver con el Libanés Supermarket (¡qué rica estaba la hija del dueñooo!).
19 comentarios:
Divertidisimo Adal. Se lo acabo de mostrar a una amiga que ya se ha convertido en tu fan...:)
(como habra terminado la vida de Pepito?
Adalberto: No te lo había dicho antes, pero disfruto mucho de tus cuentos de ese Miami que viví. Es un ángulo muy local con mucho colorido.
Que GORDA!!
Ay! Siempre se me olvida cerrar las persianas del cuarto de banio.
jeje
Adal, concuerdo con Ignorante. En algun momento tendras suficiente para publicar un volumen -aunque sea pequen~o- sobre La Paloma.
Inkieta:
Acaso eres gordita?
Rectifico: las gordas pueden ser muy bellas.
Adalberto: Nadie puede decirte cómo contar tu historia, pero me preocupa cómo haces lucir a Concha en su relación con el niño. No aclaras por qué ese infeliz vivía así. No me parece gracioso que un niño ande sucio y mucho menos haciéndose sus necesidades.
Cabron: No. Solo exhibicionista!
:)
Adal, muy divertido tu relato. Espero el libro y luego la pelicula.
A mi siempre me han gustado envueltas en carne, los huesos pa la pelona. Una mujer rellena de carne es una mujer de verdad. Sera por que fui flaco toda mivida hasta ahora que subi un poco. Nalgas como esa de la pintura son nalgas de verdad, perdonen la sinceridad pero conmigo no va eso de las flacas, a mi deme carne que agarrar y lo demas es boberia. A ver quien esta en desacuerdo conmigo.
ADALBERTO
VERNACULO
AV
DE
AR
LN
BA
EC
RU
OL
Inkieta, menuda historia la de la gorda. Si no fuera por lo poco que le gusta al Adal mi filmografía...
Mas vale tarde que nunca, ADAL. Como siempre.... puro Miami. Sigue asi misocio.
Ya el Miami yuca tiene su costumbrista: Adalberto. Si viñetas como éstas las repartes en sesenta páginas, puedes legar algo más que un trasplante exitoso de hígado.
Roooosssssie! Rooossssie! Rubita linda, asómate para que nos des tu opinión sobre la obra, a ver si vale la pena dejarse caer el sábado.
Metafora,
Te falto la "T"...
Tremendo!
Nos vemos mañana.
Aqui desvelado en el palomar de mis suenos.
gracias a todos una vez mas! como he dicho antes en otros posts, me encantaria poder publicar un librito de estas memorias en memoria de la paloma y sus habitantes de esa epoca. todavia falta mucho que contar y lo seguire compartiendo con ustedes. ya la paloma se ha ido convirtiendo en un pedacito de todos ustedes.
sobre las gordas...mientras sean felices como son, me cuadran.
Publicar un comentario