Nuestra blogoencuesta (a la izquierda arriba) arroja datos curiosos sobre la delicada suposición de la desaparición física del susodicho. Mientras que un 30% admite que les importa mucho el asunto, se preguntan ¿y después qué? A un 25% le es antiflogitínico el problema. Sólo una minoría (6% de consternados) viven contando los segundos (blogs incluidos). 2% de los encuestados rehusan aceptar su muerte (vertiente ésta que ya
hemos tocado).