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La pintura del boricua-español José Lerma, nacido en 1971 y graduado del Art Institute de Chicago y de la Universidad de Wisconsin, es un ejemplo original de una nueva pintura que examina y negocia el límite entre el arte de la pintura y su propio ambiente (mientras habla de sí, la pintura de Lerma, como tal, se divierte pintando). He leído alguna que otra crítica en la Internet sobre Lerma, casi siempre fácil y descriptiva. Cierto, Lerma es abstracto y expresionista, pero eso no lo hace un expresionista abstracto. Más bien, su arte se caracteriza por un humor personal caprichoso, exagerado, por momentos tachista (en su dibujo caligráfico). Su pintura es de textura suave y amantequillada, de vetas conceptuales que florecen en los títulos y el sujeto mismo (sus instalaciones son muy ocurrentes). Lerma nos presenta una biografía de siglo XXI temprano: autofabricada, humorística y neurótica (en 2006, Lerma participó en una colectiva curada por Gean Moreno en el CCE).
La pintura del boricua-español José Lerma, nacido en 1971 y graduado del Art Institute de Chicago y de la Universidad de Wisconsin, es un ejemplo original de una nueva pintura que examina y negocia el límite entre el arte de la pintura y su propio ambiente (mientras habla de sí, la pintura de Lerma, como tal, se divierte pintando). He leído alguna que otra crítica en la Internet sobre Lerma, casi siempre fácil y descriptiva. Cierto, Lerma es abstracto y expresionista, pero eso no lo hace un expresionista abstracto. Más bien, su arte se caracteriza por un humor personal caprichoso, exagerado, por momentos tachista (en su dibujo caligráfico). Su pintura es de textura suave y amantequillada, de vetas conceptuales que florecen en los títulos y el sujeto mismo (sus instalaciones son muy ocurrentes). Lerma nos presenta una biografía de siglo XXI temprano: autofabricada, humorística y neurótica (en 2006, Lerma participó en una colectiva curada por Gean Moreno en el CCE).