Adalberto Delgado
No había nieve… todo lo contrario ¡Tremendo calor el 24 de diciembre, 10am hora de La Paloma! Ya el Bolo y Oscarito Azcarreta mantenían el ritmo caminando (Bolo en las tumbas y Oscarito haciendo cáscara). Gingle bells, cascabel, lindo cascabel... cantaban en coro, disfrutando su nueva creación. Yo yacía en mi lecho cuando oigo a mi papá gritar: “Ustedes no consideran a nadie, vagos de mierda; yo trabajo de bartender y duermo de día cooooooj....” Me levanto a millón para calmar al viejo, pero el negro José que vivía al frente de nuestro apartamento se suma a la protesta gritando desde la ventana aledaña: “negro e mierda y blanquito sinvergüenza, pónganse a trabajar y dejen la rumbita e mierda...” ¿Imaginan acaso que la rumba disminuyó? NESCAFÉ. Se sumó el niche Renecito con su flauta. Luego, subrepticiamente (como ratones detrás del queso) se acercan Martica, Esther, Aimara (con su hermana Tamara) y la Kika. Acto seguido irrumpen Yiyito, Lázaro, los dos Carlos y "Cepillo”, legendario rumbero. La rumba crecía como leche y casi cuando estaba a punto de hervor, se aparece la fiana con la Sherlock. ¡Se armó el rebolú! A convencerlos de que lo que se trataba de una sana actividad comunitaria y que además era nochebuena, fecha cultural significativa. El policía algo embrollado, respondió: Allright, but not so loud, ¿Ok? Esa noche todos en La Paloma disfrutamos de una cena maravillosa con lechón. La moraleja del cuento: La vida es como una gran rumba y hay que disfrutarla. ¡Súmate a la rumba del año nuevo y que venga con mucha salud para todos!