Amílcar Barca
Con la tarde empieza el fin. Y la feria se abre con una mujer sin edad; con el mismo sosiego de una feligresa que acude a misa los domingos, me declama sentada desde un sillón en el auditorio, unas palabras sobre la influencia de China en su cultura habanera. El mismo viernes, a la hora que Cenicienta pierde el zapato, un periodista de Lima, un bohemio neófito del viejo San Juan y su novia colombiana, llaman a mi puerta. “¡Bienvenido, cabrón, la noche es nuestra!”. Durante la madrugada recitamos poemas de Rimbaud, Baudelaire, Ginsberg y Celán. Fumamos todos juntos en la misma boca de un Cohiba y nos miramos con la misma concupiscencia que da la amistad y el alcohol. A la mañana Gioconda Belli aboga por Juana la Loca y le confiere el epíteto de apasionada en la defensa de su ensayo. A la tarde Rocangliolo habla sobre el “realismo mágico” que adquirió la violación en su Perú natal y Fadanelli nos ameniza con aforismos y un declarado “odio” a los autores de éxito. En medio de este embrollo, mi amiga Rosie dice textualmente “ Oye ponme una g en la pantalla del teléfono que no veo” (¿?).Le pongo la susodicha letra sin rechistar y al poco rato descubro que el verdadero punto G se encuentra cerca: En el edificio de José Martí. A las ocho. En la exhibición fotografica en honor a la Diosa, rodeados por la luz tenue de lo prohibido: un clítoris -desde su copia digital- respira silencioso el olor del público. Como contrapunto: La mujer que había escrito Palabras de mujer, permanece sentada y radiante. A las diez acudo a un oficio religioso en una parroquia católica en Pinecrest. Como un pastelito de queso como comunión y tan pronto descubro que la madrugada se repite, le digo al domingo “Oye llévame al lunes ya asere ... por hoy la fiesta ha sido suficiente”.
Irremediablemente lo que te inspira es la juerga. No haces más que vivir de la trasnochadas y del contrabando de deleites. Casi adivino tu procedencia bohemia, Amilcar. O la península madre o la cuenca del Caribe, las dos latitudes donde se juntan los más recalcitrantes jodedores.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo Icono. Fue un placer conocer a Fadanelli.
ResponderEliminar