martes, 20 de junio de 2006

Florence Yudin

Por Amílcar Barca

La conocí por primera vez en la cúspide de una mesa oval. Fue en una sala de reuniones con vistas a un lago ubicada en el primer piso de la biblioteca de FIU. Allí nos reuníamos cada viernes sus alumnos para “tallerear” –neologismo yudiano- nuestros versos, durante aquel otoño fatídico que vivió la ciudad donde nació, Nueva York. A menudo, su pelo lo recogía en un turbante y su cuerpecito lo protegía con un vestido largo, ocasionalmente de satín o bajo la frescura del algodón. Pero yo prefería verla cuando sus arremolinadas canas se enredaban libres entre su estilográfica y mientras de sus labios salía alguna cita de Borges. La prefería, incluso, cuando desde la hermosa y taimada mirada brotaba alguna exactitud. O cuando bajo el éxtasis de alguna estrofa de su amado Jorge Guillén, se ponía súbitamente en pie y declamaba, por ejemplo: “El vaivén de un silencio luminoso / frunce entre las persianas de una fibra”. Amé sus interjecciones gestuales, su conocimiento profundo sobre lo tratado, su Marqués de Riscal servido en vasos de barro azulados en nuestras tertulias, su humor negro y atrevido, la imagen estilizada de su figura, la elegancia interior, la manera de posarse en su diván de piel, la luz de las tardes en su apartamento de Coconut Grove. Amé su “logos y su quántica”, sujetos de su poemario y su inquietud. Pero sobre todo me fascinaba aquella habilidad especial que tenía para academizar –es decir, dar valor de estudio- cada cosa en particular que descubría. Hoy su brío y amor por la vida quedan patentes en el último verso de un poema que nos recitó en su estancia el pasado mes de abril. Excelente epitafio, quizá sin saberlo, para un adiós que resume la energía de su cosmos y la lírica de su hacer: “-Orgasmo; luego poema”.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Dear Students

This is to confirm that Florence´s funeral and viewing will take place on Tuesday at 2 p.m. at Caballero Rivero Woodlawn-Westchester. 8200 SW 40 St. Tel. (305) 227-3344. In lieu of flowers, the family has asked that a contribution be made to the American Cancer Society.

Best,
María Asunción Gómez
Associate Professor of Spanish
and Graduate Studies Director
Department of Modern Languages
Florida International University
University Park. DM 499 B
Miami, FL 33199

Anónimo dijo...

Donde puedo leer algo de Florence Yudin? No la conocia.
La Cafeina

Anónimo dijo...

A Florence In memoriam

Tu nombre sale de mi boca
como una canasta de magnolias,
y si no fuera tu nombre esa fragancia fértil
que se aposenta lentamente
como una crisálida en mis versos,
me bastaría saber que tu nombre y tu gesto
y tu alcurnia y tu verso y tu honda humanidad,
toda tú eres u inmenso girasol encendido para siempre
en el diván de mis sueños.

II

Te veo iluminar la ardiente oscuridad
del claustro donde te desnudabas hasta la sangre
subiendo al último peldaño de la escalera con tanta historia,
queriendo besar esa luna verde de Federico,
esa luna irracional, silvestre y lúdica
con su cara oculta, con sus labios gitanos
destilando mieles y azahar.

Te recuerdo en el círculo palpitante
que formabas en tu derredor para bendecir
la palabra sagrada de los pequeños dioses que traías,
esos que ceden sus salmos al índice cotidiano
que se posa en la página encendida en la pluma
de cada hacedor de crepúsculos o cada inventor de fulgores.

Te recuerdo en la línea precisa de un poema conjetural,
cruzando de la euforia al asombro y aspirando
cada ensalmo, cada augurio con la respiración profunda
del cantaor que se raja las entrañas para que la cuerda toque fondo,
o en la tibia delicadeza de un himno, de una copla.

III

En ti queda el hallazgo de las voces,
en ti resuenan las cuerdas milagrosas
de estos Midas de la palabra que convirtieron en fuego
todo lo que tocaron con el alma.
Y digo fuego y no oro porque el fuego permanece y crepita
y abraza y calienta y alumbra y engendra un círculo y un coro
donde la tribu se sienta a catar el néctar que destila la esperanza.

En mí queda tu mirada penetrada de luciérnagas,
de un álgebra guitarrera y bohemia,
de un saber convertir el día a día en hazaña
y hacer el coro de voces propicias al margen de los pedestales.

Te veo salir de la casa de Bernarda con ese turbante burlón
dejando tras de ti las ventanas abiertas, la escena alborotada
y a María Josefa con su traje de baño lista a zambullirse
en los aires celestes del Mediterráneo.

IV

Por ti anduvo Granada desgarrada y ardiente
de la mano de Lorca al borde del aljibe y de la albahaca;
con Jorge Luis te fuiste por los arrabales del Sur
a compartir un trago al filo de los cuchillos de los compadritos
y el rasgueo de una guitarra tabernera,
allí anduviste con tu reloj de arena contemplando el oro de los tigres
y ese fervor de Buenos Aires atravesado por la flecha del bandoneón.

Los Andes te fueron amistosos cuando la noche era estrellada
y tiritaban azules los astros a lo lejos y Neftalí se abría las venas
en una canción desesperada y te hablaba de sus Residencias en la tierra
que también fue tu tierra y de su barco de Isla Negra donde recogía esos versos
en la arena, mezclados con las caracolas y las conchas
que la mar olvida en las orillas del mundo.

Te veo, menuda gacela, abrir tu casa a la poesía,
al ensueño, al viaje mitológico, sideral, con los diletantes
de tu nace de sinestésicos troponautas queriendo asir el telos,
siguiendo la ruta soñada de penetrar en la casa del alibi.

V

Vi como crecían tus alas y supe de un modo cierto
que un día cualquiera después de cierta página,
como quien tiende una sábana en un patio erizado de vientos
tú irías subiendo y subiendo hasta Rozar el Paraíso
con tu verbo español erizado de acento neoyorquino
y nos dejarías a todos detrás añorando otro encuentro,
otra copa, otro poema cuántico, orgásmico.

Por eso Florence hoy comienzo a escribirte,
deshojando lentamente mi memoria sin ser muy preciso
y sin seguir las normas del MLA
porque como bien sabías esas camisas de fuerza
no le van bien a la poesía, así que me disculpo
de antemano o de postmano que es casi lo mismo.

Prometo seguirte escribiendo y la próxima
seré más breve, como digamos sonetearme y sonetearte un poco
por aquello de ser fiel a los maestros
que siempre nos dejan algún fragmento de estrella en el corazón
o el privilegio de ser testigos de un taller de sueños.

Carlos E. Cenzano
6/19/06

Anónimo dijo...

De la cosecha de Yudin tenemos: un libro ensayo, "Nightglow: Borges' Poetics of Blindness"; los poemarios "Fiesta socrática" y "Versos como amigos" (los dos últimos de Betania). Tenemos además “Ecos y pulsos”, aquel librito confeccionado impecablemente por Emilio de Armas, con la ayuda de Ileana Zéndegui y Eugenio Angulo, que fuera el resultado del primer Taller literario 2001, FIU.
Se me hace un nudo en la garganta al recordarla porque con Yudin conectamos (como bien dice Marie) tantas veces de manera tan rara...en la poesía, ese espacio que difunde y precipita lo inefable. Tratábamos de discernir lo que no se ha nombrado todavía. A su ritmo pausado, ceremonial, Yudin, picantosa o solemne, se conmovía ante una palabra, un verso, un aire de poema. Todos hemos perdido a Yudin para ganar su ausencia. Cito un fragmento de su poema My Reptilian Brain:

¿Volveré a mis antigüedades?
Asedian las sombras de muerte marina:
Trauma de rapacidades en la ciudad ajena.
Por amar omnisexualmente
y sin obsesiones,
resido en olas y dunas
donde se gestan inmaculadas sinestesias.
Crepito, culebreo, canto.
No cogito...

Rosie Inguanzo

Anónimo dijo...

Bello poema el de Carlos; ilustra desde muchos ángulos lo que fue esta mujer menuda y ardiente. MD

Anónimo dijo...

Conocedor de las radiaciones a que estaba sometida Florence Yudin, agradecí de corazón el que llegara vestida para fiesta a juzgar mi defensa doctoral sobre la poética de la brevedad de un autor caro a sus gustos. Se lo hice saber y me contestó que Borges lo precisaba. La respuesta, como los comentarios alentadores que emitió durante la disertación, disiparon mis temores y me ayudaron a salir airoso. Esa manera tan peculiar de dar confianza frente a los retos intelectuales era una de sus constantes. A pesar de su hondo contenido académico Yudin siempre buscaba llevar de la mano a sus pupilos a alturas que rozaban el paraíso. Ahora que ha entrado en él, la veo sentada a la diestra de Borges, de Guillen, de Neruda y de Lorca.

José O. Alvarez

Anónimo dijo...

Por Florence

Unos amigos, me han enviado este Blog. Me limito a poner aquí lo que escribí hace tres días, cuando supe la partida de Florence y que mandé a varias amistades y periódicos:

Para celebrar a la profesora Florence L. Yudin, in memoriam

Florence L. Yudin amaba los solsticios, la enseñanza y la Poesía. Fundadora del Departamento de Lenguas Modernas de FIU (Florida International University), por su cátedra desfilaron cientos de estudiantes durante varias décadas. Amiga de Jorge Guillén, a quien conoció y con quien mantuvo correspondencia, le dedicó uno de sus libros: The Vibrant Silence in Jorge Guillén’s “Aire Nuestro.” La Poesía, para la profesora Florence, se inscribía con mayúscula, lo que la llevó a otro de sus grandes cultos: Jorge Luis Borges, al que estudió en Nightglow: Borges’Poetics of Blindness y en múltiples seminarios y artículos. Nacida en Brooklyn, Nueva York, de ascendencia judía rusa, desde su adolescencia penetró el laberinto de lo hispano, donde pernoctó, a tal punto que publicó varios poemarios en español, idioma que llegó a dominar como el suyo, con todas sus metáforas. Por la cultura hispana hizo la doctora Florence L. Yudin más que muchos con orígenes hispánicos. Apoyó, como no suele hacerlo la academia, la creación de sus educandos. Se dio por entero al aula con una fuerza prismática. Porque la luz de los versos que había leído irradiara también en cada uno de nosotros. En “Fiesta Socrática” una de sus colecciones de poemas escribió: “Si nos atrevemos a ser humanos,/¡cuánta festiva muerte nos espera! A Florence, la amiga, la profesora, le esperan entonces muchas festividades en el cosmos. Hoy, a pocos días del solsticio vernal, ha partido: 17 de junio, desde Miami. Sirva este recordatorio como un Homenaje, una celebración, a su vida. Que el oro del recuerdo purifique los solsticios de su viaje.

Luis Marcelino Gómez, Ph.D.
Escritor
The University of North Carolina at Chapel Hill

Anónimo dijo...

¡Qué pena! Gracias por avisarme Rosi. Hace sólo unos días hablaba de ella con agradecimiento.
No sabía que estaba enferma. La imaginaba en F.I.U., como siempre, entre Federico y Guillén, Neruda y Borges, turbantes y cigarros. Me abrió los ojos a ciertas dimensiones de la poesía. Me sugirió, con su ejemplo, cómo ésta podía compartirse y enseñarse. Lo primero llevaba a lo segundo. Jugó un papel importante en mi decisión de estudiar literatura.
No la he olvidado ni la olvidaré. Era una de esas profesoras que, sin proponérselo, podían cambiar el rumbo de la vida de un estudiante, abrirle los ojos a otros mundos.
Cariños.
Orlando González Esteva

Anónimo dijo...

Ella, que se enamoró de esta lengua de mestizos, que miró con tanta admiración y ternura a través de los ojos muertos de nuestro Homero del sur. Ella, que soportó con insistencia esos primeros versos sin razurar, que compartió con complicidad sus "silencios del rapsoda" y desnudó en aquella aula-oráculo su enamoramiento por el universo oscuro que nos tienta y nos rodea. Conmigo compartió su ceño fruncido por lo minúsculo, por lo que se tiene que observar a través del microscopio y que yo estudiaba en las clases de mecánica cuántica y ella a través de la Vía Láctea de su trazado poético. Me gustaba encontrarla fuera de su Deuxième Maison, caminando con su encendido vestido africano y aquel turbante que también me recordaba a mi nonna, será porque ambas salieron de los New del este, New Jersey y Nueva York. No dejaba de ser un misterio, sin embargo, su mirada que lograba a veces traspasarme, mientras me distraía en sus dedos largos y bailantes, llenos de una edad que en nada coincidía con lo que pudieran advertir sus húmedas canas y la fecha que asegurara su I.D. No hay duda en que voy a seguir extrañando su brillo al referirse con picardía a su “amante”, su acentuación al recitar esos versos a los que luego regresaba en la soledad de mi casa, para tratar de entender a esa mujer que me hizo tanto por mi poesía, que plantó la semilla del Grupo U y, por ende, del Proyecto Setra. Esa mujer, de la que ahora temo y espero su neologismo más esperanzado, su verbo "fenixar".

Anónimo dijo...

En ese barroco tropical conocí a Florence en un taller de escritura entre los años 1999 y 2001.
Como soy un poeta alejado del bullicioso "barroco tropical", creo también que los poetas viven en sus versos desparramados que volverán a ser leídos una y otra y vez. Más que como profe la recordaré como la poeta anfibia que se convertirá en una libélula.
Saludos a Florence desde la distancia.
Alvaro Leiva,
Ann Arbor, Michigan

Anónimo dijo...

Me parece que deberíamos organizar una tertulia poética en su honor, una noche para descargar poesía en honor de Florence Yudin. Algo que lleve su ritmo fluido-académico...
Ya me dirán si les parece bien,
mm

Anónimo dijo...

Me parece excelente Marcia. Entre tu y Rossy lo podéis organizar. Y yo desde España os envio mi "descarga" junto a un buen rioja en directo el día de autos.

Amílcar.

Anónimo dijo...

Perdonen que meta la cuchareta, pero algo así, a la memoria de un profesorado que caló tan profundo y que tiene una obra hecha, merece un evento desbordado al cual de seguro acudirán colegas, discípulos, seguidores. Este-Oeste puede ser un marco propicio de tributo, donde afloren remembranzas, poemas de y para, perfil biográfico, anécdotas, gustos personales de la homenajeada que pueden convertirse en acontecer dentro de la celebración. Una clase-conmemoración-taller póstumos. Exaltación de un legado magisterial que de seguro fue, además de facilitador, enlace de culturas.

Anónimo dijo...

Que viva la poesia!

Anónimo dijo...

Tienes razón JR, Este-Oeste es el marco idóneo para homenajear a Florence Yudin, ella hubiera aprobado. Amílcar, me honrará ayudar a Rosi y Alfredo en organizar el merecido tributo.
mm

Anónimo dijo...

Allá van otros poemas de Yudin recopilados en “Fiesta socrática”. Gócenselos.

Duró una semana mi carrera
como ángel de la guarda.
No distinguí entre farsante y político.
Ahora soy el plomero más feliz
de la República Dominicana.
.....................
He cultivado con fervor imágenes sinestésicas.
¿Conoceré a amantes con más de cinco sentidos?
¿Hay que ser unánimemente bisexual?
.....................
Quería ser filosofa;
Pero me distraían
el humor y la metáfora.
-Orgánicamente inepta para esa disciplina.

Anónimo dijo...

Antiepitafio para Florence Yudin

“Esta noche me has dicho sin palabras … que debemos
entrar en la muerte como quien entra en una fiesta.”
(Jorge L. Borges)

Has alcanzado al fin, Florence rapsoda,
el más vibrante de todos tus silencios:
el que ensayaste en vida, desde siempre,
desde el agua, desde el humo, desde el vino;
desde el idioma que inundó tu sangre;
desde Guillén, desde Borges, desde Neruda, desde Lorca;
desde la cátedra, el foro y la tertulia, desde el rincón más tuyo;
desde el humano laberinto de rozar sin rozar el paraíso.
Has alcanzado el más vibrante de todos los silencios:
poesía tenaz, sobreviviente, que, como tú escribiste,
aúna lo tangible y lo intangible.

Has alcanzado aquello que, por no decir muerte,
llamaste en verso intrépida independencia;
liberación, entre otras, del frágil existir de carne y hueso;
liberación de la antipoesía, que intoxica el pensamiento,
de la ficción social, la moral falsa y las máscaras políticas;
liberación, al fin, en el total silencio que te reconstruye,
con la certera “Invitación póstuma” de aquel poema tuyo:
Si nos atrevemos a ser humanos
¡cuánta festiva muerte nos espera!
Cuánta festiva muerte, Florence, te ha esperado
en la fiesta de los dones silentes de la poesía.

Humanidad has sido celebrándote la vida.
Lo atestiguan no sólo las palabras del festejo:
levitando, epifanía, dorada continuidad,
vibrantes silencios, poesía cuántica, versos que desangran;
no sólo versos transmutados en amigos,
sino también amigos aliados como versos:
amistad-fiesta que besa los labios del amigo.
Cuánta festiva muerte, Florence, para tu humanidad
hecha de luz y sombra, de Eros y Tanatos,
en el silencio de tu dorado ghetto, hecho de amigos y de libros,
de poesía vital y de tu último brindis con “esa Virgen, la muerte”.

Has alcanzado la primigenia voz del universo.
El carpe noctem que nombraste es ya tu más callada fiesta;
y si “también se muere el mar”, no mueres tú
habitando el silencio en tu noche ebria de silencios.
Silente como voz de Dios, como energía cuántica,
como el primer hombre o la primera mujer,
invitados al diálogo de la vida con la muerte,
o como la primera noche de los tiempos.
Has alcanzado, Florence, el paraíso que rozaste:
viva así, resonante de silencio,
el paraíso que nos hace rozar tu poesía. Eugenio A. Angulo