martes, 31 de enero de 2006
La vuelta equivocada
El Chori
El mundo percibe, ya muy tarde, el “luego” de la vuelta equivocada. Despertamos. Construímos algo fortuito. Le dimos tanta asiduidad, tesón y esperanza, que (compuestos de ese sueño de autocompasión dosificada de existencia) despertamos amargados. La versión folclórica de los penados al tártaro (realidad de tener que vegetar revuelto de sentina que llega a la boca). Y cuando algún pecador novato ingresa al averno, sube la inmundicia y se padece lo inevitable. Entonces, los ángeles del error braman: ¡No hagan ola, muchachos!
lunes, 30 de enero de 2006
Miamilunes
Por tumiamiblog
Miami se sacude su sopor de domingo mientras mi carro rueda sobre su manto de asfalto. Paso una manifestación de piqueteros aburridos en Flagler y los exhaustos transeúntes de Allapatah. La inevitable sucesión uniforme de edificios de un piso con letreros despintados. Una pobre familia espera la guagua en una banqueta sucia. Las cuchifriterías exhalan olor a manteca rancia. Dan las 7am en el radio AM. Destino downtown. Putas desaliñadas y ávidas merodean la esquina que bordea el puente. Aparecen tipos impotentes, exiguos, jorobados con el peso de la noche en el cogote. Se enciman a otros seres abismales que observan la mañana pasar. Fantasmas citadinos: No ríen, ni lloran; casi no hablan, pero sus ojos no duermen. Luz verde, pie en el acelerador, humo de aceite quemado. Se asoma el jáiuei y alcanzo a ver al sol que me saluda, entre nubes grises y la monotonía del concreto de un lunes de principios del siglo XXI.
Miami se sacude su sopor de domingo mientras mi carro rueda sobre su manto de asfalto. Paso una manifestación de piqueteros aburridos en Flagler y los exhaustos transeúntes de Allapatah. La inevitable sucesión uniforme de edificios de un piso con letreros despintados. Una pobre familia espera la guagua en una banqueta sucia. Las cuchifriterías exhalan olor a manteca rancia. Dan las 7am en el radio AM. Destino downtown. Putas desaliñadas y ávidas merodean la esquina que bordea el puente. Aparecen tipos impotentes, exiguos, jorobados con el peso de la noche en el cogote. Se enciman a otros seres abismales que observan la mañana pasar. Fantasmas citadinos: No ríen, ni lloran; casi no hablan, pero sus ojos no duermen. Luz verde, pie en el acelerador, humo de aceite quemado. Se asoma el jáiuei y alcanzo a ver al sol que me saluda, entre nubes grises y la monotonía del concreto de un lunes de principios del siglo XXI.
domingo, 29 de enero de 2006
Glenn Brown
Por tumiamiblog
La maestría del pintor inglés Glenn Brown (nominado al premio Turner del 2000), radica en esa mezcla bizarra de gélida nostalgia con euforia petardista donde coexisten visiones repetidas de humo sólido, realizadas con exquisitez de fina repostería. Piel azul poblada de costras radioactivas que reflejan una época de futuro anterior para el cuerpo y el planeta. La clonación maestra de un Goya en medias de encaje, a paso de minué, con puro pulso estrosboscópico tecno.
La maestría del pintor inglés Glenn Brown (nominado al premio Turner del 2000), radica en esa mezcla bizarra de gélida nostalgia con euforia petardista donde coexisten visiones repetidas de humo sólido, realizadas con exquisitez de fina repostería. Piel azul poblada de costras radioactivas que reflejan una época de futuro anterior para el cuerpo y el planeta. La clonación maestra de un Goya en medias de encaje, a paso de minué, con puro pulso estrosboscópico tecno.
sábado, 28 de enero de 2006
Nuestra historia (de comentario a post)
Por Jesús Rosado
El cepo y la soga, la hoja de un solo filo y las cabezas sobre el pasto, la reconcentración, el fusilamiento inaugural en la manigua, Machado, el fogonazo por la espalda, el clavo de tercia partiendo el temporal, la pistola habanera, rafagazo y hoguera, el presidente cuartelero, la sangre en los muros, los barrotes y el asfalto, la feria de los cadáveres, la sedición de otro cuartelero, el dictador, el paredón, la ofrenda a Netón, la balsa suicida y el resumen del horror. ¡Cuánta impiedad contenida en una isla! Crimen y martirio erigidos en obelisco desolado en la memoria. Falos y úteros envilecidos no son más que apariencia brumosa de lo que realmente hace de nuestra historia un abundante testimonio necrológico. El alma disonante de un pueblo no hace nación.
viernes, 27 de enero de 2006
El paredón
Por Raúl Dopico
Debería haber un ritual para nacer dos veces.-- Silvia Plath
Se abrió la reja de la celda y ya estaba muerto de miedo. Había oído decir que si abrían tu celda a las tres de la mañana no volvías a ver cómo la cerraban. “Levántate hijo de puta, que te vamos a fusilar”. Es duro descubrir que no tienes vocación de héroe ni de mártir. Comienzan a patearte. Te pinchan con las puntas de las bayonetas. Las costillas se te rompen como galleticas de sal socatas. Escupes muecas tintas en sangre y un par de dientes saltan de tu boca. Eres un feto que se niega a salir de aquel útero húmedo y apestoso, con sus paredes de piedras coloniales. A golpe limpio me sacaron al patio, con los ojos vendados, en compañía de las ofensas de moda: burgués, mariconcito, católico, pervertido. Sentí lástima por aquellos muchachos -que de tanto hacerlo- disfrutaban torturar la fragilidad de los cuerpos apresados en un tétrico episodio de la historia, bajo la eufórica influencia de la lógica victoriosa de plebeyos obsesionados. Cuando el motor del camión dominó la banda sonora de aquella escena y las luces me dieron en la cara, pasó por mi cabeza la consoladora idea de que aquella iba a ser una noche orgiástica, que no iba a morir solo. Cuando me quitaron la venda de los ojos y pude ver al camión dar la vuelta e iluminar al palo de la muerte, supe que estaba equivocado. ¡Pelotón!... ¡Apunten!... ¡Fuego! La descarga fue fulminante. A golpe limpio me regresaron a la celda con los ojos inyectados de sangre y acompañado de un silencio grueso que me mordía con saña, hasta convertirme en un espectro indiferente. Y sentí odio por aquellos muchachos. Otra vez fui un feto negándose a nacer dos veces. Y no pude llorar la muerte de mi hermano Lolo.
jueves, 26 de enero de 2006
Dos perros
Por Amílcar Barca (A Ángel Vapor)
Sólo, frente a la acera de un taller de la marina, se agacha y defeca. Huye con la calle a sus espaldas, con la rabia, por no poseer la enfermedad que acreditaría su estado. Despedido y débil se acerca a un zaguán que la orilla del río le ofrece. Entre aquellos hierros caídos y los cristales quebrados, ladra al olvido. Dos sombras se cruzan en el suelo, la cola que lo acompaña y un rostro naranja que la luz de la tarde proyecta en el piso. Es un hombre bueno. Hizo del mar su destino y la vejez lo varó en una esquina entre dos puentes. Anciano ya, se sienta y contempla el poco paisaje que la luz permite hacia las ocho. Ahora, un silencio de fábrica desolada circunda a la pareja y al momento. Por el río, un barco navega hacía Haití con las bicicletas (apenas sin radios en las ruedas y sus colchones de espuma amontonados). Hay hambre... y el hombre, acariciando el lomo de su amigo, le incita a desertar con él hacia el océano. Raudos por las escaleras, reponen sus fuerzas bajo el estigma del acuerdo y al ascender a escondidas por la popa, el hocico del sagaz percibe el olor de su verdugo. Érase una vez un perro y un desahuciado que sin saber quién, en una playa de la Española, se miraron a sí mismos sobre el blanco de la arena. Al dialogar entre sí las miradas, descubrieron que la única compañía que tenían era la huida negra de sus almas y el recuerdo de una ciudad.
Sólo, frente a la acera de un taller de la marina, se agacha y defeca. Huye con la calle a sus espaldas, con la rabia, por no poseer la enfermedad que acreditaría su estado. Despedido y débil se acerca a un zaguán que la orilla del río le ofrece. Entre aquellos hierros caídos y los cristales quebrados, ladra al olvido. Dos sombras se cruzan en el suelo, la cola que lo acompaña y un rostro naranja que la luz de la tarde proyecta en el piso. Es un hombre bueno. Hizo del mar su destino y la vejez lo varó en una esquina entre dos puentes. Anciano ya, se sienta y contempla el poco paisaje que la luz permite hacia las ocho. Ahora, un silencio de fábrica desolada circunda a la pareja y al momento. Por el río, un barco navega hacía Haití con las bicicletas (apenas sin radios en las ruedas y sus colchones de espuma amontonados). Hay hambre... y el hombre, acariciando el lomo de su amigo, le incita a desertar con él hacia el océano. Raudos por las escaleras, reponen sus fuerzas bajo el estigma del acuerdo y al ascender a escondidas por la popa, el hocico del sagaz percibe el olor de su verdugo. Érase una vez un perro y un desahuciado que sin saber quién, en una playa de la Española, se miraron a sí mismos sobre el blanco de la arena. Al dialogar entre sí las miradas, descubrieron que la única compañía que tenían era la huida negra de sus almas y el recuerdo de una ciudad.
miércoles, 25 de enero de 2006
Algo me toca
Por Françoise Sagan
“La ciudad se disipa en la bruma. Las luces de los faroles se ensanchan. Decido encontrar la manera de llegar hasta ese punto, donde está la casa gris con las rejas blancas. Doy vueltas, cruzo el patio y subo hasta llegar, así de repente, después de una curva a la izquierda. No hay nadie, todo duerme. Entonces respiro profundo. Algo me toca: Un ambiente inundado de sentimiento. ”
martes, 24 de enero de 2006
El anillo
Por Alejandro Robles
L. era marinero y tenía un anillo de plata y esmeraldas. Era escuálido, extraño con fama de lerdo. En medio del océano, otro marinero fornido y hosco, a quien L. no le agradaba del todo, le arrebató el anillo y lo arrojó al agua. Los marineros vieron el anillo brillar con intensidad, primero, como si la esmeralda expulsara su último aliento oscureciéndose mientras se anegaba en la ciega profundidad del océano. L. gritó de rabia como un niño al que arrebataran la golosina. El marinero fornido y hosco (que en realidad quería ver a L. hundirse en el océano) lo incitó a lanzarse en su búsqueda, pero L. se negó por temor a los sempiternos depredadores marinos. L. decidió entonces hacer una marca con un cuchillo en el casco del barco para señalar el sitio por donde el anillo había caído al agua. “Aquí fue donde cayó el anillo”, dijo. Y todos rieron de su estupidez. Después de trece días de ardua navegación y de haber soportado los embates de una tormenta llegaron, por fin, a una bahía de aguas tranquilas y poco profundas. “Aquí no hay peligro” –dijo L. “Aquí sí puedo buscar mi anillo”. Se arrojó bajo la muesca que había hecho en el casco del barco. La risa contagió a todos los marineros. Instantes después L. emergía con el anillo en la mano.
lunes, 23 de enero de 2006
La utopía y su caca
Por Jesús Rosado
Proclaman la evolución, pero no la espontánea, la que transita la espiral ascendente del conocimiento humano, sino otra forzada con la visión ficticia de los logros de la civilización. Apuestan por una vertiginosa etapa evolucionista determinada por el desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la propia humanidad, pero enajenada de su condición natural. Según los transhumanistas, más allá de humanos, seremos posthumanos, unas entelequias de calidad física y mental muy superiores al más listo de los seres actuales. Viviremos en una realidad oscilante entre la informática y la biotecnología, circularemos de manera fluida por el éter cibernético y contaremos con la posibilidad de perpetuarnos a través de la clonación de nuestra información síquica y genética, que estará archivada en un disco duro. La velocidad del pensamiento se acelerará y reordenará a través de chips insertados que programarán la sincronía entre el mundo exterior y las capacidades intelectuales expandidas. Los avances de la ingeniería genética y molecular aplicados a nuestra anatomía nos harán invulnerables a las enfermedades y habremos conquistado "la prolongación infinita de la vida". Noten que he evitado escribir "eternidad". Y no por conservadurismo religioso, sino por humilde desconocimiento mundano; la duda no me permitiría mencionar la eternidad sin incluir la muerte, pues no sé si ésta es parte natural de la existencia, su negación o su etapa siguiente, sea inferior, superior o de nuevo tipo. Como tampoco imagino -y prosigo en tono de cuestionamiento- si alma y espíritu existiesen, ¿cómo corresponderían ante tamaña alteración transhumanista del recipiente consustancial? Termino preguntándome irónicamente ¿para qué un posthumano necesitaría a Dios? El transhumanismo va ocupando posición. El peligro de su proselitismo radica en su estrategia como ideología: condiciona la selectividad de la especie al ejercicio de una superioridad subordinadora, que se apoya en congéneres que por falta de recursos no accederían nunca a la tecnología de vanguardia. Bajo la apariencia de filosofía inédita de prometedor futurismo, atisbo la misma utopía con su caca facistoide y populista, sustentando a los grandes proyectos dictatoriales de la historia.
domingo, 22 de enero de 2006
Falsa moral
Karl Kraus
"El guardian de la moral se afana en tapar con pomadas y ungüentos las pústulas morales y el cuerpo social empieza a supurar por dentro. La persecución de las desviaciones sexuales favorece el chantaje; cada nuevo intento de cercar la vida privada con una empalizada de artículos provocará nuevas inmoralidades y nuevos delitos."
sábado, 21 de enero de 2006
La duda perenne
Por tumiamiblog
¿La rueda? No espera. Aprende: La conciencia no es el fruto de una certeza absoluta, sino el producto de una tremenda perplejidad. Te casas con los demás en medio de un insoluble divorcio contigo. Familia, matrimonio, amistades son lazos perentorios... no resumen tu desvariado periplo. Se amotinan fuerzas desconocidas en la psique; los accidentes te agravian la intimidad. Se materializan, desobedientes, implacables y te avergüenzan. Una mañana te levantas de buen ánimo y decides no hacerte ya más la fausta pregunta. De ahí en adelante, sigues vegetando. ¿Te equivocas? Puede que la respuesta -o la pregunta- hubiera estado siempre allí, indeleble. Si dudaras que toda la vida se vivió sin esa inspección necesaria (y siempre pospuesta) antes de la hora final, te quedaría al menos un encanto: Ir al más allá con la pregunta en los labios.
jueves, 19 de enero de 2006
Cosas de mamá y papá
Por La Chuna
A finales de los 20 principios de los 30, mamá y papá vivían en el campo. Papá trabajaba como ingeniero construyendo la carretera central. Aunque nunca asistió a la Escuela de Ingeniería (el mayor grado que obtuvo fue tercero de primaria) por su cuenta había adquirido los conocimientos que necesitaba. Papá adoraba el campo, los animales, las plantas y la tierra. Mamá, habiendo sido criada en los confines de un asilo, amaba la ciudad, las luces y las multitudes. En esa época, Papá decidió vivir en el campo y mamá no tuvo más remedio que adaptarse a la vida rural (después de todo, estaba muy enamorada de él). No tenía vocación para maestra, pero la hicieron estudiar y pasar los exámenes para obtener el título (así se determinaba los que habían de encargarse de la educación de los niños en Cuba, a principios del XX). Mamá, sin experiencia pedagógica, tuvo la suerte de que Felicia, una antigua amiga de la familia y buena maestra del Central Hershey, le ofreciera sus métodos y lecciones. Diariamente mamá iba a la escuela a caballo mientras Papá iba a trabajar en la carretera. Los niños, Rafael (Cuco) y Héctor, se quedaban en casa con la niñera. Un día se recibió la noticia de que un inspector pedagógico venía de la Habana a visitar la escuela con el propósito de evaluar a Mamá. Aunque dócil, cuando mamá decía que no, no transaba. En balde las imposiciones de papá, quien terminó decidiendo otra estrategia: Recibió al inspector en la estación del ferrocarril y lo llevó a la escuela. Allí, le dijo: "Mi esposa no ha venido porque se pone muy nerviosa si la observaran, así que yo daré la clase". El inspector le explicó que era imposible y papá, manos en la cintura, respondió, “¿Qué no es posible? ¡Siéntese y verá!” (Papá era persuasivo y maestro por naturaleza.) Nunca llegué a saber cuál fue el resultado de la evaluación. Solo sé que mamá continuó enseñando –aunque por muy poco tiempo, porque salió en cinta otra vez. Después de todo, nunca tuvo vocación para maestra.
miércoles, 18 de enero de 2006
¡RECOÑO!
Por Ileana Fuentes
Miles de cubanos devueltos a la boca del lobo. Desde hace 10 años. Sí, fue en época de Bill Clinton, pero se ha mantenido con George W. Bush. Los demócratas nunca han hecho promesas contundentes al exilio cubano. Los republicanos, sí. Ningún presidente demócrata se envolvió con una guayabera cubana, ni se le trajo a la sagüesera a comer chicharrón con yuca. A un presidente republicano, sí. Entonces, ¿dónde está el compromiso, el gran pacto? Ah, debo ser justa: hay compromiso con la democratización futura. Asignan recursos para ello, implementables desde hace años. Lo reconozco. Digo, que los gringos -demócratas y republicanos-, serán los mejores socios que tendrán los cubanos de la Isla para restaurar prosperidad, salir del atolladero y levantar el nivel de vida, incluso a los que hoy son más comunistas que el guerrillero heroico. También hay grandes cagadas. La restricción de remesas familiares: gran cagada. La restricción de viajes: una más grande todavía. La devolución de balseros indefensos: ¡¡Ésa sí que es la cagada máxima!! Lo escribí para El Herald en 1994 cuando la crisis de los balseros y el maremagnum de Guantánamo: mientras entre EE.UU. y Cuba existan hostilidades y ausencia de relaciones diplomáticas -o mientras la naturaleza de las no-relaciones sea de índole POLÍTICO- todo tratamiento hacia los cubanos que buscan refugio en EE.UU. debe regirse por el carácter POLÍTICO de esa realidad; no por cánones normales que obligan a cualquier país a salvaguardar sus fronteras y regular la inmigración. Los cubanos no son inmigrantes, ¡RECOÑO!, son refugiados políticos. Refugiados políticos en potencia desde que nacen, mientras se mantenga el actual régimen y no haya normalización de las relaciones bilaterales. Los pies de una balsera o balsero están por encima de los efectos del agua, no pueden estar ni secos ni mojados. Hasta que esta injusticia y violación de derechos no se corrija -como sea, abriendo un nuevo capítulo e intercambiando embajadores, o abrogando acuerdos migratorios con el régimen.... tomen nota nuestros congresistas a ambos lados del pasillo- se mantiene lo que he dicho: Wet foot, dry foot? Big Brother: Big Fuck!
Miles de cubanos devueltos a la boca del lobo. Desde hace 10 años. Sí, fue en época de Bill Clinton, pero se ha mantenido con George W. Bush. Los demócratas nunca han hecho promesas contundentes al exilio cubano. Los republicanos, sí. Ningún presidente demócrata se envolvió con una guayabera cubana, ni se le trajo a la sagüesera a comer chicharrón con yuca. A un presidente republicano, sí. Entonces, ¿dónde está el compromiso, el gran pacto? Ah, debo ser justa: hay compromiso con la democratización futura. Asignan recursos para ello, implementables desde hace años. Lo reconozco. Digo, que los gringos -demócratas y republicanos-, serán los mejores socios que tendrán los cubanos de la Isla para restaurar prosperidad, salir del atolladero y levantar el nivel de vida, incluso a los que hoy son más comunistas que el guerrillero heroico. También hay grandes cagadas. La restricción de remesas familiares: gran cagada. La restricción de viajes: una más grande todavía. La devolución de balseros indefensos: ¡¡Ésa sí que es la cagada máxima!! Lo escribí para El Herald en 1994 cuando la crisis de los balseros y el maremagnum de Guantánamo: mientras entre EE.UU. y Cuba existan hostilidades y ausencia de relaciones diplomáticas -o mientras la naturaleza de las no-relaciones sea de índole POLÍTICO- todo tratamiento hacia los cubanos que buscan refugio en EE.UU. debe regirse por el carácter POLÍTICO de esa realidad; no por cánones normales que obligan a cualquier país a salvaguardar sus fronteras y regular la inmigración. Los cubanos no son inmigrantes, ¡RECOÑO!, son refugiados políticos. Refugiados políticos en potencia desde que nacen, mientras se mantenga el actual régimen y no haya normalización de las relaciones bilaterales. Los pies de una balsera o balsero están por encima de los efectos del agua, no pueden estar ni secos ni mojados. Hasta que esta injusticia y violación de derechos no se corrija -como sea, abriendo un nuevo capítulo e intercambiando embajadores, o abrogando acuerdos migratorios con el régimen.... tomen nota nuestros congresistas a ambos lados del pasillo- se mantiene lo que he dicho: Wet foot, dry foot? Big Brother: Big Fuck!
martes, 17 de enero de 2006
Eje central
Por Alcides
Qué espiritual todo eso del desierto, los acres baratos, la desolación. Pasan y uno se sube, uno desaparece. No planté ni viví. Todavía me caigo en los charcos, todavía me gusta, todavía tengo acidez. Fue pronunciado, acaba en murmuración, la palabra se eleva sobre West Hialeah. Termina con esta obra rural, como lo has hecho: elévanos sobre el mundo. (…) Con Lisa en Baltimore, una escena pendiente, oigo la música de los cordales. Línea de la mordida, me despierto a deshora para mirar. Flota mi cuerpo y flotan los cuerpos y estoy en el puente del Zaza. Aflojo, una por una, las tuercas. (…) En la variante más bien sureña, te alcanzo y te pierdo y ambas representaciones son grises. Todo ese humo en los patios del Sur, un destino hecho de pan y agua y horas fijas. La súplica no es mía ni sus monedas. Con uno de Meneses, reiterador y cínico, aprendíamos a hacer silencio frente al silencio. Y ahora está dividido, y en la variante más bien sureña, junto al manzano, se sienta a fumar algo light. Te hablo de otro tiempo, cosa que no hago nunca, para que observes una regla de duración. (…) Se vuelve, ocasional, a los eventos de Juana la Loca, preguntándose dónde estará, qué hará, cuántos bobos la habrán tocado. Un pensamiento inútil. El suyo gana, como el calor. Se vuelve al número, al aliento, preguntando al espíritu de las nubes. (…) En tu restauración elegimos vestir de blanco. Agradécelo de día y de noche, mientras puedas, que mañana entrarás. (…) No se levanta sobre las ruinas, no se adelanta con la multitud, no se reviste para una celebración. Las ranas ya cantaron. Ya se sabe la fecha. (…) Decirlo es aplazarlo. Escribir es todavía una actividad. Y cuando el cuerpo necesita de su alimento, cuando al fin te detiene, lo vas escribiendo en mil papelitos: Eje Central. Me estoy acordando de su nombre, de algún aspecto suyo, de una pared.
lunes, 16 de enero de 2006
Martin Luther King Jr.
Un 15 de enero del 1929 nació el doctor Martin Luther King, apóstol de la lucha por los derechos civiles en nuestro país. El sueño de justicia de King nos alcanza a todos. En su libro Where Do We Go From Here: Chaos or Community, publicado un año antes de su muerte, King lanza la idea de la morada mundial. “Hemos heredado una gran morada mundial en la que tenemos que convivir, negros y blancos, orientales y occidentales, gentiles y judíos, católicos y protestantes, musulmanes e hindúes -todos miembros de una familia indebidamente separada por ideas, cultura e intereses. Debido a que nunca más podremos volver a vivir separadamente, tendremos que aprender de alguna manera a convivir en paz”. Para King, todos los habitantes del mundo somos vecinos. La morada mundial es un estado social posible, libre de racismo y pobreza. Hay que luchar contra la pobreza de espíritu del materialismo corrosivo, saber pensar en los demás. King nos habla de la urgencia del ahora. El aplazamiento sigue siendo el ladrón del tiempo. La vida muchas veces nos deja desnudos y rechazados, con una oportunidad perdida. Este maestro de la lucha sin violencia, nos inspira a respetarnos. La felicidad está aquí, en la tierra y consiste en saber mancomunarse: “Todo en la vida está relacionado. Todos estamos atrapados en una red inevitable de mutualidad, sujetos a un solo destino. Lo que afecta a uno nos afecta a todos”.
sábado, 14 de enero de 2006
Artistas/mujeres/siglo XX
Con la segunda mitad del siglo XX, la mujer ha irrumpido en la escena artística. Pioneras de principios de siglo (como Goncharova, Delaunay y luego Hanna Höch y Oppenheim) abrieron paso a otras como Barbara Hepworth en los 50. Es una nueva división del trabajo con otro sexo, otra forma y otros materiales. ¿Y no será más complejo que todo eso?
viernes, 13 de enero de 2006
El parrillero
Por Raúl Dopico
Yo no tenía rostro cuando el smog de México se miró el furor en mis pulmones. No era nadie en la soledad del piso prestado, en el frío que congelaba la mesa vacía, en la galletica con mantequilla y el batido de mango. Yo no era nada. Todo era gris con pespuntes negros. Ninguna mujer abría sus piernas en mi cara, era invisible. Yo estaba lúcido cuando me dieron treinta puñaladas por la espalda. Estaba lúcido. Pude ver el murmullo del mar asomado al balcón con su venenoso oleaje esmeralda. No tenía rostro y sentí mis ojos llorar. No tenía lengua y recé sin saber hacerlo. Recé con la foto de mi hija entre las manos. Y Dios me escuchó. Me tragó de un bocado, para después vomitarme en silencio, como pez boqueando de asfixia, en la playa falsa de Miami, delante de unos locos que me dieron boca a boca y un pedazo de pan y un trabajo de parrillero asando pollos tropicales. Después, una ambulancia y una camilla en la que iban y venían los jodidos de un lado a otro. Luego, una escalera en la que aún espero pescar incendios, o al menos alguna llamita (para escribir un verso). O un epíteto. O quizá mi propia esquela.
miércoles, 11 de enero de 2006
Inmortalidad
Por Ermigio Benveniste
Ser inmortal. Liberarte de la catarata del tiempo sobre el cuerpo. ¿Por qué no? Es lógicamente posible. De acuerdo al funcionalismo, nuestra mente es equivalente a una aplicación input/output. Imagina la frontera de lo posible, más allá del estático, soporífero presente. Tu conciencia no está necesariamente ligada a tu cuerpo. Nunca lo estuvo, sólo que ahora podemos verlo con más claridad. Imagina tu mente como un paquete de quanta haciendo upload en una supercomputadora. Allí compartirías espacios virtuales con otras conciencias (como en la película The Matrix). O vislumbra tu psiquis viajando vía facsímile a Marte -por ejemplo- a través de microondas; toma tres minutos. Allí tu código atómico-genético es recompuesto. Te despiertas y puedes ver -en la televisión- a tu “otro yo” en la tierra. Claro, ese o esa en Marte no serías tú exactamente (no puede estarse en dos lugares al mismo tiempo). ¿Y qué importa? Basta que tenga tu conciencia… ¿no?
Ser inmortal. Liberarte de la catarata del tiempo sobre el cuerpo. ¿Por qué no? Es lógicamente posible. De acuerdo al funcionalismo, nuestra mente es equivalente a una aplicación input/output. Imagina la frontera de lo posible, más allá del estático, soporífero presente. Tu conciencia no está necesariamente ligada a tu cuerpo. Nunca lo estuvo, sólo que ahora podemos verlo con más claridad. Imagina tu mente como un paquete de quanta haciendo upload en una supercomputadora. Allí compartirías espacios virtuales con otras conciencias (como en la película The Matrix). O vislumbra tu psiquis viajando vía facsímile a Marte -por ejemplo- a través de microondas; toma tres minutos. Allí tu código atómico-genético es recompuesto. Te despiertas y puedes ver -en la televisión- a tu “otro yo” en la tierra. Claro, ese o esa en Marte no serías tú exactamente (no puede estarse en dos lugares al mismo tiempo). ¿Y qué importa? Basta que tenga tu conciencia… ¿no?
martes, 10 de enero de 2006
Due process
Por tumiamiblog
La gente se ha vuelto loca con esta noticia local, que además de lo novedoso, tiene de “retro” con sabor a Cold War, como salida de un Nuevo de esos del 88 -en plena Guerra Fría. Y resulta que la mujer de un productor de música amigo estaba aterrada... no podía creer que Alvarez (su maestro en FIU) fuera un agente infiltrado de Castro. Stop for a second! La ley americana establece que todo sospechoso debe ser considerado inocente mientras no sea hallado culpable. Y conecto eso con la política actual: El caso reciente del palestino-americano Sami Al-Arian, profesor de USF, quien fue acusado por supuestos lazos terroristas con Hamas y terminó ganando el caso, o el de otros tantos acusados de ser miembros de Al-Qaeda y que luego han sido dejados en libertad. ¿Due process anyone? Hace apenas un mes nos enteramos que Bush -después de 9/11- ordenó al servicio de seguridad nacional (sin consultar con el congreso) a escuchar conversaciones de cualquier ciudadano, mientras haya sospecha de terrorismo. Muchos en el capitolio –incluso sus aliados republicanos—ya alegan abiertamente que al presidente se le fue la mano. Súmese a eso la pérdida de prestigio que la política de tortura en Irak y Afganistán nos ha traído en el mundo. No niego que el señor Alvarez y la mujer sean espías del Fifo, pero que no cunda el pánico. Caballero, más respeto con los derechos civiles.
lunes, 9 de enero de 2006
Città aperta
Por Amílcar Barca
Roma es un canto de cisne este diciembre, una luz vertebrada y plana donde la melancolía se cierne en cualquier jardín bajo una fría y fina lluvia de invierno. Una vestal me pregunta, yo le contesto con un paseo plagado de sucesos en piedra, frente a las columnas del templo de Castor. Al mediodía, mi paraguas recoge las lágrimas de los fieles en la plaza de San Pedro. Bernini, escondido en su baldaquino de bronce, me protege del horror. ¡Dios está aquí! En forma de murmullo. Rodeando la basílica. Y me muestra sus bíceps y su torso bajo la bóveda de una capilla lóbrega. La ciudad eterna resucita. Hay un brío de sol entre el granizo que ahora inunda Via Véneto y mi humor caído. Fellini es sólo una postal entre los transeúntes, pero tengo a mi Giullieta cogida del brazo, con sus zapatos rojos de cocodrilo y una ilusión en sus pupilas. Huimos calle abajo, hasta los adoquines del Pórtico d´Ottavio, en busca de carciofi y baccalà. La noche transcurre. Entre cafés y candilejas la grappa se esconde en mi aliento. Ahora mis manos están en Trevi, sobre los pechos de mi mujer. El mármol de su piel me cubre; su abrigo de tigre ruge como una fiera sin su pedazo de carne. La ciudad está hermosamente sucia, sola, con la luz del invierno entre las piernas. Y cierra el primer lustro de mi siglo, como un coito bajo las mantas extendidas de su historia.
domingo, 8 de enero de 2006
El pomo
Por Letty Bassart
Mi cuerpo de plomo se hunde contra tu almohadita que ha perdido tu olor (no supe racionar su aliento). Me pregunto si la culpa es de mis lágrimas, por habérselas llevado intercambiando el perfume de vanilla por la sal. Mi piel lleva meses sin sentir la yema de tus dedos. Se burla de mis intentos de callarla con sábanas nuevas, con agua de mar. Rechaza eufemismos, reemplazos insuficientes. Observo el recipiente de suspiros: Siempre la misma memoria. Yo, en mi clase de ciencia del tercer grado, dentro del aula cubierta con cortinitas floreadas azules. La maestra, quien me amaba locamente, prende un fósforo y lo echa dentro de un pomo. Enseguida lo tapo, para que observemos como se apagaba. El fósforo se había bebido el poco oxígeno que tenía demasiado rápido. Yo romántica, impráctica, melodramática, solté un grito para que abriera el pomo. Mi grito llegó tarde. A reglón seguido me pregunto con toda seriedad si el aparato de calefacción está en un lugar adecuado. Yo, observando que estaba en una esquina por los altos, contesto que sí. ¿Cómo siendo tan "inteligente" no pude ver que estaba mal puesto? “Piensa”, dijo. Acabamos de aprender que el aire caliente sube. ¿A dónde va de ahí? Ahora, entre los gritos de la piel recuerdo a la Sra. Johnson y siento el peso de un aire frío que baja a tocarme. Me fui con una espada de doble-punta y doble filo entre las manos. Una punta fijando mis sangrientos dedos contra la manigueta de la puerta, la otra fijada contra mi corazón. Entre tú y yo, lo que fue, lo que es (ya aprendo a omitir los porvenires): dos seres batallando con la tapa de un pomo.
viernes, 6 de enero de 2006
La cicatriz
Por Alejandro Robles
El tipo que estaba sentado junto a mí en la barra del bar tenía el rostro surcado por una cicatriz ponzoñosa. Aunque me esforzaba por pensar en otra cosa, no dejaba de sentir el inquietante hormigueo de su mirada. Su llaga podía ser producto de un accidente o un incidente violento. Como miraba constantemente su reloj supuse que esperaba a alguien. Después descarté esa posibilidad; no reparaba nunca en dirección a la puerta, ni siquiera cuando se abría y entraba alguien, seguido de un alud de luz y sonidos del exterior. Hacía algunos meses que yo tenía una amante. Ahora, en silencio, vaciando mi trago, sopesaba los insospechados riesgos de mantener relaciones con una mujer casada. Mi comprometida situación amorosa y la amenazante presencia del extraño personaje me inquietaban. De repente, el tipo de la cicatriz se levantó y entró en la cabina de teléfono junto a la barra. Sacó una cajetilla de cigarros y mientras hablaba escribió algo sobre ella. Regresó a la barra, pagó y se fue. Me sentí mejor. Entonces descubrí que había dejado su cajetilla de cigarros sobre la barra y sentí curiosidad por lo que había escrito sobre ella. Me solacé imaginado que podía ser el nombre y número de teléfono de una mujer. En la penumbra busqué un rayo de luz. Al punto, comencé a sudar y las piernas se me doblaron. Sobre la cajetilla estaba escrito mi nombre, mi dirección y mi número de teléfono.
jueves, 5 de enero de 2006
La variedad de reinos de un día (encore)
Por Alcides
En Jungle Jim's compramos una cerveza diabólica. Mira qué puesto me dieron, líneas de Asia, miel. Fue reservada. Fue restringida. Así destapa la reunión, así reúne palos. Yo no sé qué edad tengo ni cómo voy a alejarme de un grupo. Mira qué agencia. Mira los huecos en la nieve. (...) Veo tu enorme ojo en el cielo. Me pasó en Jarahueca y supimos que el silencio era físico, que la reacción era cultural. Esta muela, un siglo después: “Mía, la hierba se puso más verde”. Esta enumeración: “Mi viaje es químico, mis huesos no son como hace tres años”. Baba: me gustaría mejorar. (...) Para no verla se pone espejuelos de sol, para no acabar ejemplificando. Las cartas en el piso, presente y formación de un espacio nuevo. Ay de los que se acerquen cuando esté por allí, varado en su historia. Ay de nosotros, pues una parte regresa a la tierra, una parte es atraída por el vacío. Para no conseguirla repasa el caldero de la mente, los ejemplos de saciedad. (...) Un príncipe al que dejaron en la cocina, una moneda que nadie trae, una deuda con la candela. Se va a precipitar, siempre de noche, cuando un estudio es removido por otro. Siempre a su altura, la variedad de reinos de un día. (...) Me hiciste un sitio, la tarde fue más gris; por mucho tiempo fue suficiente mirar aquel cedro. Mi destino, la tarde nueva, mi ceniza esparcida por Santa Ana: lo que una vez fue Cumbres. El fin de algo me hace pensar en la Avenida de los Mártires, donde te observo, donde me preferías.
miércoles, 4 de enero de 2006
Rafael Fornés
Alfredo Triff
Mi impresión de Rafael Fornés (como le llamábamos al padre de Rafa, nuestro querido arquitecto y provocateur de Miami) ocurre en la sala de mi tío Eduardo, por allá por el año 1974. Los dos viejos se conocían y gustaban de la buena conversación. La sala de A y 23 era una especie de refugio para un corro de bohemios, poetas, músicos y pintores.
Las sesiones comenzaban después de comida y se extendían hasta cerca de las 11pm. Fornés, quien era además amante de la música, se anotó en nuestras audiciones improvisatorias. Lo recuerdo sentado con los ojos cerrados y el cuerpo ligeramente inclinado, mientras las manos le aguantan el mentón. Fornés recelaba los desvanes excesivos del falso virtuosismo o la edulcoración sentimental. Por ello, el viejo devino una especie de asesor estético. Vacilábamos su atrevimiento crítico, su paciencia y perseverancia.
Evoco al hábil conversador: Sus manos pespuntean el aire, señalando aquí un adverbio, allá un adjetivo. Ahora, en medio del discurso, demuda el rostro para murmurar alocuciones escogidas. Suspende el periplo con cara de asombro para inyectarle drama a la plática, o suavizar el nivel de intensidad hacia la fina ironía. A Fornés nunca le faltó la risa. Había audacia y pasión, pero también cultivaba el destello de la autocrítica: Una rara avis en aquella Habana setentosa, claustrofóbica, llena de soplones y envidiosos.
El viejo Fornés ha muerto, pero no ha desaparecido. Su ejemplo y obra se quedan con nosotros para siempre.
martes, 3 de enero de 2006
Wet-Foot/Dry-Foot=Big Brother: Big Fuck!
Por Ileana Fuentes
El Servicio de Guardacostas de Estados Unidos en 2005 capturó -captured, ésa es la palabra utilizada- 2,834 inmigrantes -¡Ojo! dice migrants, no busca-asilo, ni echándole-al-patilla, no: migrantes- que trataban de llegar a suelo norteamericano a través de los mares (mar de lágrimas) mediante algún artefacto flotante. Según el cable de Prensa Asociada recibido hoy, 31 de diciembre, los capturados de estos 12 meses anteriores suman 1,335 a los 1,499 del 2004. Saque cuentas: casi el doble. Permanecemos estupefactos ante la magen de las expediciones camionáuticas -¡ni la General Motors ni la NASA saben los genios que se pierden! El insulto tampoco se borra cuando recordamos el hundimiento de semejantes piezas de museo, que debían estar en el Smithsonian y no en el fondo del Atlántico. ¡Con qué premura y desprecio se hundieron esos camiones flotantes! Cuarenta y tantos años en este rejuego de promesas y traiciones, y no hemos aprendido lecciones fundamentales. No hablemos de brigadistas canjeados por compota, que para la guapería política que nos caracteriza a los cubanos debió ser razón suficiente para echar un pie de aquí a mediado de los sesenta. No, no estoy hablando de eso. Ni estoy siquiera hablando del niño repatriado a quien le fueron violados todas las garantías que le otorgaba la Convención sobre el Estatuto de Refugiados y la Convención sobre los Derechos del Niño...no, no hablo de eso. Estoy hablando de esa violación que encaja en la primera de las Convenciones que menciono arriba, que claramente dice que una persona en busca de asilo político, una vez a salvo, no será devuelta, ni siquiera a las fronteras del territorio del país del cual huye y donde pueda peligrar su vida. Sencillo como para una beba de kindergarten. Esa Convención no significa asilo político automático pero garantiza que el refugiado o refugiada sea recibido, investigado, dejado en paz, y que al menos se le facilite la búsqueda de asilo en otro país que la reciba, más ser enviado al mismo. NUNCA ser regresado al país de donde salió huyendo. Entonces, ¿en qué país estamos viviendo, en el Tibet o en la Yuma?
domingo, 1 de enero de 2006
Umbral de año nuevo
Por Jesús Rosado
Estamos justo en el umbral de un nuevo plazo. Otra vuelta de órbita con su contenido orgánico. Atrás ha quedado la última jornada empírica y hemos de estar agradecidos por la trascendencia del ensayo. Ser –y excúsenme la redundancia- seres vivos entraña, además del propio regalo de la vida, el noble deber del reconocimiento al enigmático diseño de esa mística conexión entre materia y espíritu y, tal vez, la mejor manera de expresar gratitud es comenzar por agradecernos a nosotros mismos la posibilidad de existencia. Si nos detenemos, nos pellizcamos y con el chasquido sensorial concientizamos la maravilla, creo que sería un primer buen paso para iniciar una nueva etapa. ¿Cuál? Cualquiera que sea; lo cierto es que la aceptación de la ínfima identidad es clave para que la continuidad se convierta en novedad. Comprender que somos susceptibles al placer, al tedio y al dolor, y que esa suma encierra un sentido más allá de cálculos pueriles, porque abre, definitivamente, la puerta al próximo trayecto cuesta arriba. Central encefálica alerta y corazón aplomado ante los códigos de Dios. Sólo así ninguna adversidad nos tomará por sorpresa. Todo esto ha sido meditado –lo sé- con escasez de metáfora, pero la asertividad no me impide el sueño y la esperanza. Y es que tratándose de tiempo de vida, ya éste como tal está provisto de suficiente argumento e imagen. Suficiente música, poesía y escena. Otro ciclo ha de recibirnos con su propio drama y su propia comedia.
Estamos justo en el umbral de un nuevo plazo. Otra vuelta de órbita con su contenido orgánico. Atrás ha quedado la última jornada empírica y hemos de estar agradecidos por la trascendencia del ensayo. Ser –y excúsenme la redundancia- seres vivos entraña, además del propio regalo de la vida, el noble deber del reconocimiento al enigmático diseño de esa mística conexión entre materia y espíritu y, tal vez, la mejor manera de expresar gratitud es comenzar por agradecernos a nosotros mismos la posibilidad de existencia. Si nos detenemos, nos pellizcamos y con el chasquido sensorial concientizamos la maravilla, creo que sería un primer buen paso para iniciar una nueva etapa. ¿Cuál? Cualquiera que sea; lo cierto es que la aceptación de la ínfima identidad es clave para que la continuidad se convierta en novedad. Comprender que somos susceptibles al placer, al tedio y al dolor, y que esa suma encierra un sentido más allá de cálculos pueriles, porque abre, definitivamente, la puerta al próximo trayecto cuesta arriba. Central encefálica alerta y corazón aplomado ante los códigos de Dios. Sólo así ninguna adversidad nos tomará por sorpresa. Todo esto ha sido meditado –lo sé- con escasez de metáfora, pero la asertividad no me impide el sueño y la esperanza. Y es que tratándose de tiempo de vida, ya éste como tal está provisto de suficiente argumento e imagen. Suficiente música, poesía y escena. Otro ciclo ha de recibirnos con su propio drama y su propia comedia.