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Por Alcides
Qué espiritual todo eso del desierto, los acres baratos, la desolación. Pasan y uno se sube, uno desaparece. No planté ni viví. Todavía me caigo en los charcos, todavía me gusta, todavía tengo acidez. Fue pronunciado, acaba en murmuración, la palabra se eleva sobre West Hialeah. Termina con esta obra rural, como lo has hecho: elévanos sobre el mundo. (…) Con Lisa en Baltimore, una escena pendiente, oigo la música de los cordales. Línea de la mordida, me despierto a deshora para mirar. Flota mi cuerpo y flotan los cuerpos y estoy en el puente del Zaza. Aflojo, una por una, las tuercas. (…) En la variante más bien sureña, te alcanzo y te pierdo y ambas representaciones son grises. Todo ese humo en los patios del Sur, un destino hecho de pan y agua y horas fijas. La súplica no es mía ni sus monedas. Con uno de Meneses, reiterador y cínico, aprendíamos a hacer silencio frente al silencio. Y ahora está dividido, y en la variante más bien sureña, junto al manzano, se sienta a fumar algo light. Te hablo de otro tiempo, cosa que no hago nunca, para que observes una regla de duración. (…) Se vuelve, ocasional, a los eventos de Juana la Loca, preguntándose dónde estará, qué hará, cuántos bobos la habrán tocado. Un pensamiento inútil. El suyo gana, como el calor. Se vuelve al número, al aliento, preguntando al espíritu de las nubes. (…) En tu restauración elegimos vestir de blanco. Agradécelo de día y de noche, mientras puedas, que mañana entrarás. (…) No se levanta sobre las ruinas, no se adelanta con la multitud, no se reviste para una celebración. Las ranas ya cantaron. Ya se sabe la fecha. (…) Decirlo es aplazarlo. Escribir es todavía una actividad. Y cuando el cuerpo necesita de su alimento, cuando al fin te detiene, lo vas escribiendo en mil papelitos: Eje Central. Me estoy acordando de su nombre, de algún aspecto suyo, de una pared.