viernes, 5 de agosto de 2005

Una tarde con Leon Krier

Por Rafael Fornés

El arquitecto luxemburgués León Krier, ha diseñado el anexo a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Miami. Es una obra histórica que juga "a hacer ciudad" con un simple edificio y un costo reducido. Recuerdo que un día de presentaciones en la Universidad de Miami, se me ocurrió invitar al poeta cumanayagüense Néstor Díaz de Villegas. Convenimos encontramos en la biblioteca de Phillip Jonson (lugar al que Néstor era adicto). Allí cogimos el state of the art Metrorail hasta University Station. Al llegar, ya la cosa había empezado.... Michael Graves, una de las estrellas del postmodernismo yuma. Después le tocó el turno a León: brillante, lleno de ingenio, intolerante con la mediocridad. El jurado le cuestionaba que su estilo historicista no se avenía a la estética tecnológica contemporánea. León contestó: “Señores… para conectar una computadora lo único que se necesita es un tomacorrientes -y a veces ni eso. Soy un creador de formas y no ando mirando a qué período pertenecen... las empleo como convengan.” Liz, la decana, le disparó: “¿León, podrías diseñarnos –además- los muebles para el Auditorium?” León le respondió: “Diseñar muebles es tan difícil como diseñar una ciudad.” Al final, Joana Lombard me pidió que acompañara a León hasta la escuela. Le aclaré que yo era un tipo peatonal y me dijo: “No importa llévalo en el microbús.” León, Néstor y yo esperamos la guagüita... que no venía. Entonces, León propuso que fuéramos a pie y salimos caminando. Cuando le presenté a Néstor, León abrió los ojos y exclamó: “¿Poeta? ¡Todos los poetas que conozco están muertos!” Durante el camino comentó que lo habían dejado loco los bohíos cubanos. También le llamó la atención una manilla tipo negroide que Néstor lucía en su muñeca. El poeta, sin titubear, le regaló su manilla de cobre "anti–artritis" de Pharmacy Discount, quien se la puso enseguida muy contento. Más tarde le pedí al maestro que me explicara ciertas ideas... entonces garabateó bocetos en una postal que conservo como encantador souvenir de aquella tarde.
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