jueves, 31 de marzo de 2005
Silla para razonar
Por Alfredo Triff
No hay nada mejor para el desaliento que una buena silla. Tronos, sillones de ruedas, butacas, sillines, bancos, asientos con una dos y tres patas, con y sin brazos y algunas sin espaldar. Escaño, símbolo, atuendo de ocasión. Mobiliario cronista de parte y celo. Hay algo en la silla que me calca: cabeza, espalda, brazos, patas. Función aparte, háblese del mueble como arquetipo, capricho o visión. Notemos el juego esencial del argumento platónico... la silla como idea, no como fundamento para las nalgas. Detesto la butaca Chippendale y la Bonapartiana donde la pomposidad de la forma se embelesa consigo misma. Mi trono predilecto es fuerte, duradero, algo difícil, rudo, con su rasgo categórico. Superior, versátil y adaptable. ¿Hay algo más somáticamente vertebrado que la madera y el cuero? Me refiero a la banqueta por antonomasia, digna, duradera, constante y fiel --casi inquebrantable: El taburete. Su raza es simple y medular. Ahí di mis perretas de niño e hice el amor de joven. Indudablemente, podría pasar de lo pedestre a lo palatino. Entonces opto por el sitial del modernismo: la Barcelona de Mies van der Rohe. Pero eso me lleva a otro capítulo.
miércoles, 30 de marzo de 2005
Adulterio en los Everglades
Por Amílcar Barca
La belleza reside en un bosque de Homestead. Junto a la escorza de un manglar obsceno. Donde el amor, se reduce a las grafías, que circulan desde la raíz hasta la copa. Corazones y escritura de una esperanza que se aferra con sus pies al limo. Y reduce... el río de hierba a otro más hermoso y de mujer. Tú, con un blanco de invierno en los ojos, estás con los veintiséis bajo una blusa abierta. Muestras al herón y al ibis tu lujuria e inicias un diálogo, con la humedad del alba y las horas. Hoy, entre la espesura de los días, viene a mi memoria el tejido encarnado de aquel encuentro. Llena de rasguños y cangrejos, me acompañaste una mañana de diciembre hacia un camino recogido, donde el caimán y el nenúfar se cruzaban, al paso lento de los remos. En el aire flota aún una balada, espesa de alaridos y de aves, que custodia el viaje que iniciamos. Alrededor, una huida escondida con codicia nos acompaña al mediodía. Conversando junto a nosotros la ropa mojada y la intención, alcanzamos de inmediato aquello que, todavía, esta noche nos une: una orquídea en la mesita derecha de la cama y el silencio del abrazo. Al salir del motel, la misma culpa, como una culebra azul de madrugada, impregnará el tiempo que nos queda, con el barro del deseo que arrastramos.
La belleza reside en un bosque de Homestead. Junto a la escorza de un manglar obsceno. Donde el amor, se reduce a las grafías, que circulan desde la raíz hasta la copa. Corazones y escritura de una esperanza que se aferra con sus pies al limo. Y reduce... el río de hierba a otro más hermoso y de mujer. Tú, con un blanco de invierno en los ojos, estás con los veintiséis bajo una blusa abierta. Muestras al herón y al ibis tu lujuria e inicias un diálogo, con la humedad del alba y las horas. Hoy, entre la espesura de los días, viene a mi memoria el tejido encarnado de aquel encuentro. Llena de rasguños y cangrejos, me acompañaste una mañana de diciembre hacia un camino recogido, donde el caimán y el nenúfar se cruzaban, al paso lento de los remos. En el aire flota aún una balada, espesa de alaridos y de aves, que custodia el viaje que iniciamos. Alrededor, una huida escondida con codicia nos acompaña al mediodía. Conversando junto a nosotros la ropa mojada y la intención, alcanzamos de inmediato aquello que, todavía, esta noche nos une: una orquídea en la mesita derecha de la cama y el silencio del abrazo. Al salir del motel, la misma culpa, como una culebra azul de madrugada, impregnará el tiempo que nos queda, con el barro del deseo que arrastramos.
martes, 29 de marzo de 2005
Progreso como valor supremo
Por Rosie Inguanzo
Falsas ideas de progreso: 1. El boom de bienes raíces en Miami. Si los precios de las casas son tan altos que el ciudadano medio no puede adquirir una, o tiene que desvivirse (tener dos empleos) para poder pagar la mensualidad. 2. Si la guerra le gana al diálogo y la diplomacia cede a la barricada. 3. Comprar un SUV gigantesco y rojo, manejarlo con arrojo, gastando mucha gasolina... y debiéndoselo todo al banco. Octavio Paz nos dice que toda utopía nos promete una recuperación. Y yo me pregunto: Los logros materiales y avances tecnológicos que estamos viviendo ¿nos aseguran una utopía del progreso? 4. Culto al individualismo. ¿Por qué entonces nos inunda ese sentimiento de “orfandad”, de desamparo, de no pertenecer a la tribu ancestral, o la comunidad? Paz dice que en la modernidad vivimos la “tradición de la ruptura” (romper con el pasado, romper con la tradición, etc.), y que esta ruptura conlleva a la pérdida de valores. ¿Qué tú crees?
Falsas ideas de progreso: 1. El boom de bienes raíces en Miami. Si los precios de las casas son tan altos que el ciudadano medio no puede adquirir una, o tiene que desvivirse (tener dos empleos) para poder pagar la mensualidad. 2. Si la guerra le gana al diálogo y la diplomacia cede a la barricada. 3. Comprar un SUV gigantesco y rojo, manejarlo con arrojo, gastando mucha gasolina... y debiéndoselo todo al banco. Octavio Paz nos dice que toda utopía nos promete una recuperación. Y yo me pregunto: Los logros materiales y avances tecnológicos que estamos viviendo ¿nos aseguran una utopía del progreso? 4. Culto al individualismo. ¿Por qué entonces nos inunda ese sentimiento de “orfandad”, de desamparo, de no pertenecer a la tribu ancestral, o la comunidad? Paz dice que en la modernidad vivimos la “tradición de la ruptura” (romper con el pasado, romper con la tradición, etc.), y que esta ruptura conlleva a la pérdida de valores. ¿Qué tú crees?
lunes, 28 de marzo de 2005
Evocaciones miamenses
Por Adalberto Delgado
Recién llegado a esta ciudad esuché el concierto de "The Doors" en el Dinner Key Auditórium, en el Coconut Grove Convention Center. Tuve que brincar la cerca con unos amigos para disfrutar del evento. (¡Jim Morrison se masturbó y se lo llevaron preso!) Dinner Key no era la única plaza… mi favorito era el Miami Jai Alai frontón. Cuando terminaba la temporada del juego de pelota vasca, se podían disfrutar grupos de música: Emerson, Lake & Palmer, Yes, Ten Years After, Cream, Hendrix etc. La entrada: $8. Claro, nosotros como "refugiados" y (además) hippies, no contábamos con ese capital. Por el "look" nos colábamos por la puerta backstage saludando al security guard, como si fuéramos del clan. Pirates World presentaba conciertos de rock. En el Indian Reservation tuvieron un mini-Woodstock, donde vi a Janis Joplin, Canned Heat, NRBQ y muchos otros. Si te aventurabas en un viaje de casi dos horas al West Palm Beach Music Festival, llegabas, y como nosotros, plantabas una casa-campaña con banderita cubana y todo. Recuerdo el Image (repleto de bean bags estilo California) donde disfruté de Mike Pineda y los Blues Image, Evil People. Haven (en la calle Ocho a dos cuadras del Versailles) y The World, que ofrecía conjuntos como Frankie & the Seven of Us, The Collections y otros. En un bar llamado The Place (sin tragos, pero mucho de otras cosas) se reunían los grupos locales: Queens Kids, Kracker, Newborn y otros, que tocaban top-40’s, pero se vacilaba un montón. Muchacho: si no conociste ese Miami fuiste "cheo" o niñito bitongo. Muchacha: si no usabas "bajichupas" o pañuelos amarrados como blusa, eras una "Cheita." Otra época, otra ciudad, otra vida.
Recién llegado a esta ciudad esuché el concierto de "The Doors" en el Dinner Key Auditórium, en el Coconut Grove Convention Center. Tuve que brincar la cerca con unos amigos para disfrutar del evento. (¡Jim Morrison se masturbó y se lo llevaron preso!) Dinner Key no era la única plaza… mi favorito era el Miami Jai Alai frontón. Cuando terminaba la temporada del juego de pelota vasca, se podían disfrutar grupos de música: Emerson, Lake & Palmer, Yes, Ten Years After, Cream, Hendrix etc. La entrada: $8. Claro, nosotros como "refugiados" y (además) hippies, no contábamos con ese capital. Por el "look" nos colábamos por la puerta backstage saludando al security guard, como si fuéramos del clan. Pirates World presentaba conciertos de rock. En el Indian Reservation tuvieron un mini-Woodstock, donde vi a Janis Joplin, Canned Heat, NRBQ y muchos otros. Si te aventurabas en un viaje de casi dos horas al West Palm Beach Music Festival, llegabas, y como nosotros, plantabas una casa-campaña con banderita cubana y todo. Recuerdo el Image (repleto de bean bags estilo California) donde disfruté de Mike Pineda y los Blues Image, Evil People. Haven (en la calle Ocho a dos cuadras del Versailles) y The World, que ofrecía conjuntos como Frankie & the Seven of Us, The Collections y otros. En un bar llamado The Place (sin tragos, pero mucho de otras cosas) se reunían los grupos locales: Queens Kids, Kracker, Newborn y otros, que tocaban top-40’s, pero se vacilaba un montón. Muchacho: si no conociste ese Miami fuiste "cheo" o niñito bitongo. Muchacha: si no usabas "bajichupas" o pañuelos amarrados como blusa, eras una "Cheita." Otra época, otra ciudad, otra vida.
domingo, 27 de marzo de 2005
Misántropo
Pot Alfredo Triff
Todo misántropo es alguien que amó demasiado. Inocente herido, Gulliver en retirada a vivir con los potros. Zanjado, con la promesa de no morar con el ficticio homínido. Y como ser humano, lleva en su piel el hedor de la mendicidad y el corrupto aroma de la vanidad. ¿Quién podría reprocharle su amargura?
Todo misántropo es alguien que amó demasiado. Inocente herido, Gulliver en retirada a vivir con los potros. Zanjado, con la promesa de no morar con el ficticio homínido. Y como ser humano, lleva en su piel el hedor de la mendicidad y el corrupto aroma de la vanidad. ¿Quién podría reprocharle su amargura?
sábado, 26 de marzo de 2005
Cuestionario sabatino de madurez
Por tu miamiblog
1- ¿Cumples “casi siempre” lo que prometes?
2- ¿Te dejas llevar por tus impulsos?
3- ¿Piensas que cualquier cosa que hagas está bien?
4- ¿Le “vendes el cajetín” a responsabilidades sociales que te dan gorrión?
5- ¿Confundes a menudo espontaneidad con autenticidad?
6- ¿Eres desconfiado?
7- ¿Procuras quedar bien independientemente de tus compromisos previos?
8- ¿Toleras las frustraciones cotidianas sin “perder la tabla”?
9- ¿Amas tu independencia por encima de todo?
10- ¿Rehusas cumplir con tu deber si no es placentero?
11- ¿Confundes a menudo lo que quieres con lo que deseas?
12- ¿Meditas las consecuencias futuras de tus decisiones actuales?
13- ¿Procuras controlarlo todo para no sentirte confundido?
14- ¿Eres de los que piensas que nunca te equivocas?
15- ¿Si metes la pata le echas la culpa al destino?
16- ¿Prefieres un buen carro a una cuenta de ahorros?
17- ¿Erez capaz de botar el envase del lunch to go de McDonald's en plena 8 calle?
18- ¿Persigues tu éxito personal aunque le pases por encima a cualquiera?
19- ¿Cambias de amistades como el que cambia de chaqueta?
20- ¿Te importa un pito lo que tus amigos piensan de ti?
21- En la ducha, ¿le das al agua caliente por una hora sin pensar en el planeta?
22- Si tu compañero/a discrepa contigo ¿lo tomas como una falta de respeto?
23- ¿Le has dado dinero alguna vez al Public Radio que oyes todo el día?
24- ¿Cuando estás en grupo, te gusta que todos los ojos te miren?
1- ¿Cumples “casi siempre” lo que prometes?
2- ¿Te dejas llevar por tus impulsos?
3- ¿Piensas que cualquier cosa que hagas está bien?
4- ¿Le “vendes el cajetín” a responsabilidades sociales que te dan gorrión?
5- ¿Confundes a menudo espontaneidad con autenticidad?
6- ¿Eres desconfiado?
7- ¿Procuras quedar bien independientemente de tus compromisos previos?
8- ¿Toleras las frustraciones cotidianas sin “perder la tabla”?
9- ¿Amas tu independencia por encima de todo?
10- ¿Rehusas cumplir con tu deber si no es placentero?
11- ¿Confundes a menudo lo que quieres con lo que deseas?
12- ¿Meditas las consecuencias futuras de tus decisiones actuales?
13- ¿Procuras controlarlo todo para no sentirte confundido?
14- ¿Eres de los que piensas que nunca te equivocas?
15- ¿Si metes la pata le echas la culpa al destino?
16- ¿Prefieres un buen carro a una cuenta de ahorros?
17- ¿Erez capaz de botar el envase del lunch to go de McDonald's en plena 8 calle?
18- ¿Persigues tu éxito personal aunque le pases por encima a cualquiera?
19- ¿Cambias de amistades como el que cambia de chaqueta?
20- ¿Te importa un pito lo que tus amigos piensan de ti?
21- En la ducha, ¿le das al agua caliente por una hora sin pensar en el planeta?
22- Si tu compañero/a discrepa contigo ¿lo tomas como una falta de respeto?
23- ¿Le has dado dinero alguna vez al Public Radio que oyes todo el día?
24- ¿Cuando estás en grupo, te gusta que todos los ojos te miren?
viernes, 25 de marzo de 2005
8 calle y 14 avenida
Por Alfredo Triff
Juan-Alberto y Yulisceimy González tienen ese parecido físico-familiar único que indicaría... súmele una diferencia substancial de formación cultural y política. Ambos ven el mundo desde contadas diferencias numéricas: noventa millas, 20 años. La Habana vs. el South West. Sólo quedan reminiscencias. Rasgos en blanco y negro, sonrisas fotográficas, un remoto cumpleaños en el parque Almendares. Yulisceimy recién brincó el charco con su novio Raidel. Encontró al viejo cuando publicitó su nombre en un programa dominical AM. Siempre hubo un reproche cardinal. Él la dejó. Y ella rechazó la imagen gris e intensa de un jovenzuelo, con una niña en brazos, en Jaimanitas (foto que se salvó de la pira de la vieja). ¿Y el senti-miento? Mintieron. Se citaron por teléfono. -“Soy tu hija” -“¿Yulis?”. Hoy viernes se encuentran en el McDonalds de la 8 y la 14. Mientras el padre bebe café, disimula el estupor y mira a la hija tomarse un batido de vainilla. Rara sorpresa. Conversan pero las palabras no convergen. No hay tema fuera de ellos, pero el tema no los toca. A él le duele no poder transmitirle el vacío. Ella quisiera negar el acondicionamiento (“Tu padre siempre fue un mierda”). Se resiste. “¿Por qué no le toco la mano y lo beso?” “¿Por qué no le digo que se venga a casa a conocer a su hermano?” Desencuentro. Deslinde. Apellidos bifurcados en la existencia. La plática se torna didáctica. Él lo sabe y se odia por ello. La muchacha responde en automático, con ese español quim-birúm habanero: -“Ahí tienes mi dirección. ¿Cuándo vienes?” “Pronto, cuando Raidel me lleve”. -“¿El domingo que viene?” Ella asiente y se levantan. Se besan apagados. Yulisceimy vuelve la cara a la calle, punto de quebrarse. Juan-Alberto le da la espalda y camina abatido. Al menos es un comienzo.
Juan-Alberto y Yulisceimy González tienen ese parecido físico-familiar único que indicaría... súmele una diferencia substancial de formación cultural y política. Ambos ven el mundo desde contadas diferencias numéricas: noventa millas, 20 años. La Habana vs. el South West. Sólo quedan reminiscencias. Rasgos en blanco y negro, sonrisas fotográficas, un remoto cumpleaños en el parque Almendares. Yulisceimy recién brincó el charco con su novio Raidel. Encontró al viejo cuando publicitó su nombre en un programa dominical AM. Siempre hubo un reproche cardinal. Él la dejó. Y ella rechazó la imagen gris e intensa de un jovenzuelo, con una niña en brazos, en Jaimanitas (foto que se salvó de la pira de la vieja). ¿Y el senti-miento? Mintieron. Se citaron por teléfono. -“Soy tu hija” -“¿Yulis?”. Hoy viernes se encuentran en el McDonalds de la 8 y la 14. Mientras el padre bebe café, disimula el estupor y mira a la hija tomarse un batido de vainilla. Rara sorpresa. Conversan pero las palabras no convergen. No hay tema fuera de ellos, pero el tema no los toca. A él le duele no poder transmitirle el vacío. Ella quisiera negar el acondicionamiento (“Tu padre siempre fue un mierda”). Se resiste. “¿Por qué no le toco la mano y lo beso?” “¿Por qué no le digo que se venga a casa a conocer a su hermano?” Desencuentro. Deslinde. Apellidos bifurcados en la existencia. La plática se torna didáctica. Él lo sabe y se odia por ello. La muchacha responde en automático, con ese español quim-birúm habanero: -“Ahí tienes mi dirección. ¿Cuándo vienes?” “Pronto, cuando Raidel me lleve”. -“¿El domingo que viene?” Ella asiente y se levantan. Se besan apagados. Yulisceimy vuelve la cara a la calle, punto de quebrarse. Juan-Alberto le da la espalda y camina abatido. Al menos es un comienzo.
jueves, 24 de marzo de 2005
Receta inconclusa
Por Laura Luna
La felicidad. La tan repetida, cacareada, pretendida, imaginada, obsesivamente deslumbradora, perseguida felicidad. Tema consentido de filósofos. Argumento de cuentos, leyendas, dramas, canciones, poemas, ¿Qué es?. Aseguro solamente que cambia de importancia de acuerdo a nuestras necesidades del momento. Tiene ramificaciones enmarañadas y profundas. Va desde un deseo inalcanzable, al simple acto sensorial de degustar la taza de café. La felicidad está falsamente basada en las expectativas que tenemos sobre todo lo que nos rodea. Más es imposible que seamos felices, si no podemos detenernos en el presente, en el instante eterno... en el fácil, caliente sorbo de café. Si no tenemos muy claro el espíritu (turbio el reflejo en extraños espejos), la vida se complica, confundiéndonos. Reflejamos deseos de otros, rabia de otros, sueños de otros, angustias de otros. Indudablemente, que la conciencia colectiva nos obliga en cierta medida a la repetición del error. Pero, ¿qué tal que nos detuviésemos un poco a observar...? Hallaremos gérmenes a nuestro alrededor para sentirnos felices; aunque sea en pequeños espasmos de éxtasis transitorio... ser conscientes de nuestra propia vida, de lo que ocurre fuera de nosotros, de lo que damos y recibimos, de la belleza y el horror. ¿Por qué no tratamos de "pausarnos", despojándonos cada amanecer de la mayor parte de las expectativas? Observemos la existencia minuciosamente...sin reflejos engañosos, sin recortes de imitación, sin retenciones, sin ayuda.
La felicidad. La tan repetida, cacareada, pretendida, imaginada, obsesivamente deslumbradora, perseguida felicidad. Tema consentido de filósofos. Argumento de cuentos, leyendas, dramas, canciones, poemas, ¿Qué es?. Aseguro solamente que cambia de importancia de acuerdo a nuestras necesidades del momento. Tiene ramificaciones enmarañadas y profundas. Va desde un deseo inalcanzable, al simple acto sensorial de degustar la taza de café. La felicidad está falsamente basada en las expectativas que tenemos sobre todo lo que nos rodea. Más es imposible que seamos felices, si no podemos detenernos en el presente, en el instante eterno... en el fácil, caliente sorbo de café. Si no tenemos muy claro el espíritu (turbio el reflejo en extraños espejos), la vida se complica, confundiéndonos. Reflejamos deseos de otros, rabia de otros, sueños de otros, angustias de otros. Indudablemente, que la conciencia colectiva nos obliga en cierta medida a la repetición del error. Pero, ¿qué tal que nos detuviésemos un poco a observar...? Hallaremos gérmenes a nuestro alrededor para sentirnos felices; aunque sea en pequeños espasmos de éxtasis transitorio... ser conscientes de nuestra propia vida, de lo que ocurre fuera de nosotros, de lo que damos y recibimos, de la belleza y el horror. ¿Por qué no tratamos de "pausarnos", despojándonos cada amanecer de la mayor parte de las expectativas? Observemos la existencia minuciosamente...sin reflejos engañosos, sin recortes de imitación, sin retenciones, sin ayuda.
miércoles, 23 de marzo de 2005
En fenómeno Arrebatus
Por Alfredo Triff
En las últimas tres semanas recibí numerosos emails de amigos mandándome a ver el corto Monte Rouge que aparecía en la revista Arrebatus. Luego apareció un artículo en La Jiribilla titulado “No se me ocurriría nunca atacar a la Revolución” donde el realizador del Llano es conminado a “disculparse” con los segurosos (mi repugnancia con el encabezamiento exime a del Llano, sé que los segurosos ponen el título). Cuando entro a la revista, me recibe una introducción escrita por el editor (imagino que es Arrebatus). En la sección “Descargas”, aparecen dos cortos (uno de ellos Monte Rouge) que me resultó muy difícil bajar. “Foros” tiene el formato de administrador y moderador, pero hay que inscribirse. Por cierto allí me encontré la página de Enrisco --atrayente. La participación de un tal Concho es curiosa, como lo es la discusión que prosigue. En la sección “Revista” hay cinco paneles: cultura, política, economía y sociedad --creo que lo mejor de la revista. Se trata de comentarios escritos por Arrebatus, La Protuberancia, Rubén y un tal Chucknorris. Con la ventaja --y desventaja-- que me da la distancia y las millas recorridas; el contenido me parece comedido pero engaging. Hay que saber leer entre líneas. Por ejemplo, “Cacerías en nombre de la ley” es ingenuo. La Protuberancia escribe un poco más desahogadamente (lean su “Entiendo a Cuba”). “Represión Internet” de Arrebatus, me pareció original. Otro de La protuberancia titulado “Réquiem por Silvio Rodriguez” lo dejo a la interpretación del lector (incluso antes de su “canción del pueblo combatiente” --mientras me caían a piedras en el Mariel—ya no lo soportaba) . Si Arrebatus.com es realmente una página independiente, creo que es un ejemplo incipiente de cómo la sociedad civil en Cuba comienza a encontrar la manera de decir las cosas “desde dentro”, en medio de la represión. Y eso vale la pena.
En las últimas tres semanas recibí numerosos emails de amigos mandándome a ver el corto Monte Rouge que aparecía en la revista Arrebatus. Luego apareció un artículo en La Jiribilla titulado “No se me ocurriría nunca atacar a la Revolución” donde el realizador del Llano es conminado a “disculparse” con los segurosos (mi repugnancia con el encabezamiento exime a del Llano, sé que los segurosos ponen el título). Cuando entro a la revista, me recibe una introducción escrita por el editor (imagino que es Arrebatus). En la sección “Descargas”, aparecen dos cortos (uno de ellos Monte Rouge) que me resultó muy difícil bajar. “Foros” tiene el formato de administrador y moderador, pero hay que inscribirse. Por cierto allí me encontré la página de Enrisco --atrayente. La participación de un tal Concho es curiosa, como lo es la discusión que prosigue. En la sección “Revista” hay cinco paneles: cultura, política, economía y sociedad --creo que lo mejor de la revista. Se trata de comentarios escritos por Arrebatus, La Protuberancia, Rubén y un tal Chucknorris. Con la ventaja --y desventaja-- que me da la distancia y las millas recorridas; el contenido me parece comedido pero engaging. Hay que saber leer entre líneas. Por ejemplo, “Cacerías en nombre de la ley” es ingenuo. La Protuberancia escribe un poco más desahogadamente (lean su “Entiendo a Cuba”). “Represión Internet” de Arrebatus, me pareció original. Otro de La protuberancia titulado “Réquiem por Silvio Rodriguez” lo dejo a la interpretación del lector (incluso antes de su “canción del pueblo combatiente” --mientras me caían a piedras en el Mariel—ya no lo soportaba) . Si Arrebatus.com es realmente una página independiente, creo que es un ejemplo incipiente de cómo la sociedad civil en Cuba comienza a encontrar la manera de decir las cosas “desde dentro”, en medio de la represión. Y eso vale la pena.
martes, 22 de marzo de 2005
El río Miami
Por Amílcar Barca
Cuando el profesor señalaba el color azul del mapa de Brasil, el Amazonas era una quimera. El río de los ríos siempre fue para mí esa neurona inmensa en una extensión sólo apta para Orellana . Mi ciudad, Barcelona, está entre dos ríos, pero nadie habla de ellos. El primero, El Besós, lo recordamos por su tragedia al desbordarse en los años sesenta. El Llobregat, porque su planicie es el asentamiento y partida de los aviones comerciales. Cuando tenía doce años me hice boy scout y con mi patrulla empezamos a conocer la naturaleza. Entonces “río”era igual a “....aguas nevadas de las montañas que, intrépidas y salvajes, surcaban las rocas en primavera y despertaban a los salmones y truchas en medio de las corrientes y los helechos”. Estaba claro que a lo largo de mi vida, diferentes visiones sobre este accidente geográfico se iban sumando. El sábado, Miami celebró su anual festividad sobre lo que ya es casi seguro su primer sitio como urbe: las orillas del río. The Miami Riverday fue una hogareña, apacible y bien organizada fiesta que me permitió entender, una vez más, como el ser humano concibe/destruye el hábitat a lo largo de su historia. Nuestro río, hoy, es una suma de asentamientos industriales, marítimos y urbanos, salpicada con alguna que otra zona verde en su recorrido. La remodelación del área tiene sus ambiciones nobles (el drenaje y limpieza del cauce, por ejemplo) pero, para mí, también sus incógnitas. Y las descubrí al bajar del tour en barco, cuando una cadena de agencias inmobiliarias puestas en hilera me mostraba, con la misma “hilaridad”, una cadena de edificios altos que iban a cercar nuestro río “dulce” (no olvidemos la etimología de la palabra Miami). Si Uds. hubieran visto en los mapas virtuales de sus folletos lo que yo vi, les aseguro que una vez más, iban a entender otro nuevo concepto de “río” en el siglo XXI.
Cuando el profesor señalaba el color azul del mapa de Brasil, el Amazonas era una quimera. El río de los ríos siempre fue para mí esa neurona inmensa en una extensión sólo apta para Orellana . Mi ciudad, Barcelona, está entre dos ríos, pero nadie habla de ellos. El primero, El Besós, lo recordamos por su tragedia al desbordarse en los años sesenta. El Llobregat, porque su planicie es el asentamiento y partida de los aviones comerciales. Cuando tenía doce años me hice boy scout y con mi patrulla empezamos a conocer la naturaleza. Entonces “río”era igual a “....aguas nevadas de las montañas que, intrépidas y salvajes, surcaban las rocas en primavera y despertaban a los salmones y truchas en medio de las corrientes y los helechos”. Estaba claro que a lo largo de mi vida, diferentes visiones sobre este accidente geográfico se iban sumando. El sábado, Miami celebró su anual festividad sobre lo que ya es casi seguro su primer sitio como urbe: las orillas del río. The Miami Riverday fue una hogareña, apacible y bien organizada fiesta que me permitió entender, una vez más, como el ser humano concibe/destruye el hábitat a lo largo de su historia. Nuestro río, hoy, es una suma de asentamientos industriales, marítimos y urbanos, salpicada con alguna que otra zona verde en su recorrido. La remodelación del área tiene sus ambiciones nobles (el drenaje y limpieza del cauce, por ejemplo) pero, para mí, también sus incógnitas. Y las descubrí al bajar del tour en barco, cuando una cadena de agencias inmobiliarias puestas en hilera me mostraba, con la misma “hilaridad”, una cadena de edificios altos que iban a cercar nuestro río “dulce” (no olvidemos la etimología de la palabra Miami). Si Uds. hubieran visto en los mapas virtuales de sus folletos lo que yo vi, les aseguro que una vez más, iban a entender otro nuevo concepto de “río” en el siglo XXI.
lunes, 21 de marzo de 2005
Jurassic Park en tu corazón
Por Adalberto Delgado
Ayer domingo, durante el "Musical Brunch", mientras hacia mi labor de DJ en la librería Books & Books, de Coral Gables, junto con mi socio Reinaldo, ojeamos una revista donde aparecía una vieja de unos ochenta y tantos años, vestida con ropa de niña, y no pudimos parar de reírnos. Para rematar, hizo entrada en la librería una dama anciana, con la misma cara y arrugas que la de la revista. Nos quedamos estupefactos. Tenía pinta de Sausbichera engreída... lucía supercómica. Lo primero que nos vino a la mente (en forma de talla fue) "esta bañada y sustentada en formol". La segunda: ¿Y las pastillas de calcio, la vitamina E y el Geritol? No piensen que esto es un fenómeno único de Coral Gables. Todos los sábados paso por una tienda de vinos a descargar un poquito con mi amigo Alberto Menéndez, un viejito Cubano que toca la guitarra y anhela cantar. Uno de esos días que el viejito y yo comíamos un sándwich le pedí que sacara su guitarra y probara cantar unos boleritos con una copa para propinas. Alberto se fue a casa ese día con mas de $100 en propinas. El dueño de la tienda, un campesino francés de nombre Phillipe, se dio cuenta que los comensales gastaban más en copas y comida, cuando había música, y se le ocurrió abrir un segundo lugar, donde Alberto y compañía interpretan boleros, sones y guarachas todos los sábados. Al principio iba gente joven. Ahora, señoras conservadas en formol se han apoderado del sitio. Pero hay también viejos verdes buscando a jovencitas que los jineteen. El lugar es una especie de Jurassic Park. Pasen un sábado por la tienda (en la misma esquina de la 58 Avenida con la Ocho Calle, entre Lorenzo Furniture y un day care), deléitense con la cursilería, con abundante vino y el mal gusto. Si les gusta la descarguita, pueden pasar un buen rato y llevarse un pedazo jurásico en sus corazones. Y si les gusta la música urban world, no dejen de pasar por Books & Books, en Coral Gables, uno de estos Domingos.
Ayer domingo, durante el "Musical Brunch", mientras hacia mi labor de DJ en la librería Books & Books, de Coral Gables, junto con mi socio Reinaldo, ojeamos una revista donde aparecía una vieja de unos ochenta y tantos años, vestida con ropa de niña, y no pudimos parar de reírnos. Para rematar, hizo entrada en la librería una dama anciana, con la misma cara y arrugas que la de la revista. Nos quedamos estupefactos. Tenía pinta de Sausbichera engreída... lucía supercómica. Lo primero que nos vino a la mente (en forma de talla fue) "esta bañada y sustentada en formol". La segunda: ¿Y las pastillas de calcio, la vitamina E y el Geritol? No piensen que esto es un fenómeno único de Coral Gables. Todos los sábados paso por una tienda de vinos a descargar un poquito con mi amigo Alberto Menéndez, un viejito Cubano que toca la guitarra y anhela cantar. Uno de esos días que el viejito y yo comíamos un sándwich le pedí que sacara su guitarra y probara cantar unos boleritos con una copa para propinas. Alberto se fue a casa ese día con mas de $100 en propinas. El dueño de la tienda, un campesino francés de nombre Phillipe, se dio cuenta que los comensales gastaban más en copas y comida, cuando había música, y se le ocurrió abrir un segundo lugar, donde Alberto y compañía interpretan boleros, sones y guarachas todos los sábados. Al principio iba gente joven. Ahora, señoras conservadas en formol se han apoderado del sitio. Pero hay también viejos verdes buscando a jovencitas que los jineteen. El lugar es una especie de Jurassic Park. Pasen un sábado por la tienda (en la misma esquina de la 58 Avenida con la Ocho Calle, entre Lorenzo Furniture y un day care), deléitense con la cursilería, con abundante vino y el mal gusto. Si les gusta la descarguita, pueden pasar un buen rato y llevarse un pedazo jurásico en sus corazones. Y si les gusta la música urban world, no dejen de pasar por Books & Books, en Coral Gables, uno de estos Domingos.
domingo, 20 de marzo de 2005
Mar adentro: derecho a morir
Por Carmen Díaz
Hace tres días veo la misma película todas las noches. Hoy sería la tercera, pero he decidido escribir algo en vez de volverla a ver porque no creo que tenga algo nuevo que decirme. (O quizás ya me dijo lo que podía entender). La tesis es muy simple: si usted no puede disfrutar de su cuerpo físico, si su existencia material esta limitada, a punto que vegeta, no se mueve, no se estremece su músculo primo (aunque tiene la fábrica de ideas y pasiones que no puede consumar en “plenas facultades”); debía tener derecho a morirse. ¿Y quién es el estado, la organización política o social o la madre de las iglesias para impedírselo? ¿Si su vida física, su cuerpo, no le acompañan quién tiene derecho a decidir su muerte? Usted solamente, si hubiera justicia. Sin embargo, como la realidad tiene muchos bemoles, hay otra lectura de todo esto. ¿Y qué pasa si no es su cuerpo tetraplégico sino su espíritu, que no encuentra ninguna alegría en la vida? ¿Qué pasa si a usted le duele el alma por tanto tiempo que tanto dolor ya resulta insoportable? Si cada día se asusta cuando sale el sol y piensa que debe salir para alguien ajeno, que acaso no duela tanto. Entonces vienen todos los paradigmas de la salud mental en el mundo occidental. Y usted recibe un diagnóstico. Parafraseando a los sicólogos: “Usted esta profundamente deprimido... clínicamente deprimido”. Peor, ¡usted está suicida! Y ahora se trata de cuidarlo. Evitar por todos los medios que usted consuma su urgencia de morir. Usted no tiene derecho a ejercer su libertad, porque está enfermo. “Se lo digo yo que soy un doctor. La vida siempre vale la pena”, diría el sapingo. Algunas gentes han hecho oficio en tratar de borrar el carácter peyorativo de las enfermedades mentales. Que sea igual ir al siquiatra o al cardiólogo. Que si usted va a terapia no sienta minusvalía, poca hombría o flojera. Entender que tenemos varias parcelas de funcionamiento en la naturaleza humana, una física, otra emocional, probablemente otra social y qué sé yo. Si fuera así, ¿por qué sólo debía tener derecho a morirse aquel que no puede correr con su niño por el jardín, o ni siquiera engendrarlo y no cualquier otro... que simplemente no es feliz?
Hace tres días veo la misma película todas las noches. Hoy sería la tercera, pero he decidido escribir algo en vez de volverla a ver porque no creo que tenga algo nuevo que decirme. (O quizás ya me dijo lo que podía entender). La tesis es muy simple: si usted no puede disfrutar de su cuerpo físico, si su existencia material esta limitada, a punto que vegeta, no se mueve, no se estremece su músculo primo (aunque tiene la fábrica de ideas y pasiones que no puede consumar en “plenas facultades”); debía tener derecho a morirse. ¿Y quién es el estado, la organización política o social o la madre de las iglesias para impedírselo? ¿Si su vida física, su cuerpo, no le acompañan quién tiene derecho a decidir su muerte? Usted solamente, si hubiera justicia. Sin embargo, como la realidad tiene muchos bemoles, hay otra lectura de todo esto. ¿Y qué pasa si no es su cuerpo tetraplégico sino su espíritu, que no encuentra ninguna alegría en la vida? ¿Qué pasa si a usted le duele el alma por tanto tiempo que tanto dolor ya resulta insoportable? Si cada día se asusta cuando sale el sol y piensa que debe salir para alguien ajeno, que acaso no duela tanto. Entonces vienen todos los paradigmas de la salud mental en el mundo occidental. Y usted recibe un diagnóstico. Parafraseando a los sicólogos: “Usted esta profundamente deprimido... clínicamente deprimido”. Peor, ¡usted está suicida! Y ahora se trata de cuidarlo. Evitar por todos los medios que usted consuma su urgencia de morir. Usted no tiene derecho a ejercer su libertad, porque está enfermo. “Se lo digo yo que soy un doctor. La vida siempre vale la pena”, diría el sapingo. Algunas gentes han hecho oficio en tratar de borrar el carácter peyorativo de las enfermedades mentales. Que sea igual ir al siquiatra o al cardiólogo. Que si usted va a terapia no sienta minusvalía, poca hombría o flojera. Entender que tenemos varias parcelas de funcionamiento en la naturaleza humana, una física, otra emocional, probablemente otra social y qué sé yo. Si fuera así, ¿por qué sólo debía tener derecho a morirse aquel que no puede correr con su niño por el jardín, o ni siquiera engendrarlo y no cualquier otro... que simplemente no es feliz?
sábado, 19 de marzo de 2005
Metas confundidas
Por Alfredo Triff
Mucha gente vive la vida llena de dolor. Sus amarguras surgen porque no entienden que este mundo se colora con sus propios deseos y fantasías. Sí, nuestros humores impregnan la realidad, uno para cada cual y con alcances distintos. Claro, siempre queremos más. Es lógico. Pero ¿dónde es ya bastante? Ser feliz es raro, pero no es imposible. Quien la reclama con tanto deseo se engaña. La felicidad no se encuentra buscándose. Además, no puedo ser feliz todo el tiempo sin dejar de serlo. Lo que es peor, puedo “creerme feliz” y vivir engañado con mis propias metas. Dicho de otro modo, puede que ser feliz consista en no perseguirlo tanto. Simplemente vivir... enteramente, con uno mismo y para los demás. ¡Qué paradoja!
Mucha gente vive la vida llena de dolor. Sus amarguras surgen porque no entienden que este mundo se colora con sus propios deseos y fantasías. Sí, nuestros humores impregnan la realidad, uno para cada cual y con alcances distintos. Claro, siempre queremos más. Es lógico. Pero ¿dónde es ya bastante? Ser feliz es raro, pero no es imposible. Quien la reclama con tanto deseo se engaña. La felicidad no se encuentra buscándose. Además, no puedo ser feliz todo el tiempo sin dejar de serlo. Lo que es peor, puedo “creerme feliz” y vivir engañado con mis propias metas. Dicho de otro modo, puede que ser feliz consista en no perseguirlo tanto. Simplemente vivir... enteramente, con uno mismo y para los demás. ¡Qué paradoja!
viernes, 18 de marzo de 2005
Pienso, luego existo
Por Alfredo Triff
La noticia fuerte de hoy es Terri Schiavo. El senado acaba de recharzar una propuesta de la Cámara de Representantes para mantener a la mujer artificialmente viva. Se rumoran apelaciones de último minuto del campo republicano (aunque hoy se debe retirar el tubo, puede que eso no ocurra). No me asombra que Schiavo se convierta en una ficha en mano de los políticos. Pero más allá de todo eso hay que preguntarse, ¿vale la pena mantener a un ser humano "vivo" --indefinidamente-- en estado vegetativo? ¿Qué significa "vivir" sin conciencia, autonomía y libertad? Se dice que la vida es sagrada. Pero dudo que pueda asegurarse que Schiavo está viva... lleva una década en la cama, comatosa y difunta. Si acaso, esa pobre mujer está muerta en vida... o más muerta que viva. Ni siquiera es una persona (si entendemos por persona el uso del ser de razonar, tener libertad y sentimientos). Me voy con la divisa del viejo Descartes.
La noticia fuerte de hoy es Terri Schiavo. El senado acaba de recharzar una propuesta de la Cámara de Representantes para mantener a la mujer artificialmente viva. Se rumoran apelaciones de último minuto del campo republicano (aunque hoy se debe retirar el tubo, puede que eso no ocurra). No me asombra que Schiavo se convierta en una ficha en mano de los políticos. Pero más allá de todo eso hay que preguntarse, ¿vale la pena mantener a un ser humano "vivo" --indefinidamente-- en estado vegetativo? ¿Qué significa "vivir" sin conciencia, autonomía y libertad? Se dice que la vida es sagrada. Pero dudo que pueda asegurarse que Schiavo está viva... lleva una década en la cama, comatosa y difunta. Si acaso, esa pobre mujer está muerta en vida... o más muerta que viva. Ni siquiera es una persona (si entendemos por persona el uso del ser de razonar, tener libertad y sentimientos). Me voy con la divisa del viejo Descartes.
jueves, 17 de marzo de 2005
En defensa del doggie bag
Por Rosie Inguanzo
Hace unos días, en una cena de amigos, una catalana dijo que no podía permitir que los americanos se llevaran las sobras de sus platos. Que había tenido que impedirlo (a fuerza de policía), mientras dirigía la entrega de refrigerios, durante un evento deportivo en Barcelona. Argumentó que “eso de empaquetar lo que no te vas a comer ipso facto no es una costumbre por aquellos lares, y que no es de buen gusto”. Una cubana chusma y sujeta a su experiencia del periodo especial ripostó: “Pues en Cuba sí llevamos naylito a todos lados. Más diálogo de tripas. Lo que sobraba había que llevárselo porque resolvía la comida del día siguiente... es que el naylito estaba supeditado a la hambruna radical que padecíamos. Vaya pa’ que sepa.” Un cubano cordial, dicharachero y fumador de habanos, cerró filas con la guapísima catalana (y agregando a su compatriota al shitty list), argumentó enardecido: “Eso es costumbre de los americanos. En mi Cuba nunca hicimos eso de llevarnos las sobras.” Un observador imparcial se sirvió más vino, y con voz pastosa, aguardentosa, laid back, alegó: “En la memoria del hambre de los irlandeses que llegaron de una Europa hambrienta, puede que esté la génesis del doggie bag. El argumento de ‘si pagué por mi plato es mío’ se justifica en sí mismo. No obstante, triste ironía ofrece el exceso de desperdicios. Además, ¿qué saben los americanos de las costumbres europeas? En Miami lo mismo vemos a un americano con naylito que a un cubano con doggie bag, porque las generosas raciones del Versailles no dejan alternativa". Ya ven como hay dos Cubas, hay catalanas que apelan al buen gusto, hay americanos mal educados, y cubanas vulgares marcadas por el hambre.
Hace unos días, en una cena de amigos, una catalana dijo que no podía permitir que los americanos se llevaran las sobras de sus platos. Que había tenido que impedirlo (a fuerza de policía), mientras dirigía la entrega de refrigerios, durante un evento deportivo en Barcelona. Argumentó que “eso de empaquetar lo que no te vas a comer ipso facto no es una costumbre por aquellos lares, y que no es de buen gusto”. Una cubana chusma y sujeta a su experiencia del periodo especial ripostó: “Pues en Cuba sí llevamos naylito a todos lados. Más diálogo de tripas. Lo que sobraba había que llevárselo porque resolvía la comida del día siguiente... es que el naylito estaba supeditado a la hambruna radical que padecíamos. Vaya pa’ que sepa.” Un cubano cordial, dicharachero y fumador de habanos, cerró filas con la guapísima catalana (y agregando a su compatriota al shitty list), argumentó enardecido: “Eso es costumbre de los americanos. En mi Cuba nunca hicimos eso de llevarnos las sobras.” Un observador imparcial se sirvió más vino, y con voz pastosa, aguardentosa, laid back, alegó: “En la memoria del hambre de los irlandeses que llegaron de una Europa hambrienta, puede que esté la génesis del doggie bag. El argumento de ‘si pagué por mi plato es mío’ se justifica en sí mismo. No obstante, triste ironía ofrece el exceso de desperdicios. Además, ¿qué saben los americanos de las costumbres europeas? En Miami lo mismo vemos a un americano con naylito que a un cubano con doggie bag, porque las generosas raciones del Versailles no dejan alternativa". Ya ven como hay dos Cubas, hay catalanas que apelan al buen gusto, hay americanos mal educados, y cubanas vulgares marcadas por el hambre.
miércoles, 16 de marzo de 2005
Miami en el asfalto
Por Isa Alfonso
Hasta anoche, que decidí dar un paseo a pie, las calles de mi barrio eran ráfagas sueltas, inatrapables desde el carro. Caminar otorga la virtud y la sapiencia del detalle. El alumbrado comenzaba a dibujar un nuevo algoritmo en el cielo. Eran como las seis de la tarde, ese momento en que parece que todo se va a acabar y de pronto comienza a bailar la noche sobre nuestras cabezas. A veces, caminando por la Habana Vieja, tenía la sensación de que las calles conocían mis pisadas, de tanto andarlas. Las calles del Northeast, en cambio, me recibían con la sorpresa de lo inesperado. Un nuevo bautismo, una ablución que me alejaba del pecado de no detallar cada una de sus esquinas. Un restaurante en la 26: Bavaria, reza el letrero. ¿Alemanes en el barrio? Nada es tan lejos como parecía. Más adelante, Peruvian Food, Delicias del Mar. Lo arbitrario acoplado. Espero por la danza del semáforo. Alguien, desde un pequeño apartamento de luz tenue esboza unas notas en el saxo. Avanzo y ahora me acompaña Miles. A mi lado, aguzando percepciones, The Doo Bob Song. Sonidos de una ciudad imantándose al asfalto. En este minuto expandido de laxitud, el paisaje se graba en la piedra. El microcosmos busca su espacio en la pupila. Forcejea. Jirones, tiempo aniquilado. Eterna estampida de pasado y futuro. Adoquines espejeantes en el background de este collage vespertino.
Hasta anoche, que decidí dar un paseo a pie, las calles de mi barrio eran ráfagas sueltas, inatrapables desde el carro. Caminar otorga la virtud y la sapiencia del detalle. El alumbrado comenzaba a dibujar un nuevo algoritmo en el cielo. Eran como las seis de la tarde, ese momento en que parece que todo se va a acabar y de pronto comienza a bailar la noche sobre nuestras cabezas. A veces, caminando por la Habana Vieja, tenía la sensación de que las calles conocían mis pisadas, de tanto andarlas. Las calles del Northeast, en cambio, me recibían con la sorpresa de lo inesperado. Un nuevo bautismo, una ablución que me alejaba del pecado de no detallar cada una de sus esquinas. Un restaurante en la 26: Bavaria, reza el letrero. ¿Alemanes en el barrio? Nada es tan lejos como parecía. Más adelante, Peruvian Food, Delicias del Mar. Lo arbitrario acoplado. Espero por la danza del semáforo. Alguien, desde un pequeño apartamento de luz tenue esboza unas notas en el saxo. Avanzo y ahora me acompaña Miles. A mi lado, aguzando percepciones, The Doo Bob Song. Sonidos de una ciudad imantándose al asfalto. En este minuto expandido de laxitud, el paisaje se graba en la piedra. El microcosmos busca su espacio en la pupila. Forcejea. Jirones, tiempo aniquilado. Eterna estampida de pasado y futuro. Adoquines espejeantes en el background de este collage vespertino.
martes, 15 de marzo de 2005
Tiki bar
Por Alfredo Triff
La sala se envuelve con los colores artificiales de la noche. Destellos color naranja, verde esmeralda y azul opalino, envisten como si un líquido corriera por las paredes. La lámpara Sputnik que Teodoro, un amigo de mi padre (y comunista desde que llegó a la Habana, en 1939), compró en La Época, en honor a aquella hazaña rusa del 57. En la pared, cerca de la terraza, veo ráfagas anaranjadas detrás de las sombras de un grupo de máscaras y objetos africanos, encima del bar favorito de mamá, empotrado en la sala con caprichoso zig-zag de bronce (a lo Miró). Cerca del balcón, a través de una puerta de cristal, pueden verse las estrellas. Encima de la mesa, al lado de la silla de plástico Saarinen, destaca una ánfora color esmeralda diseñadas por algún maestro sueco. Del otro lado está el librero, y a la derecha un elegante gabinete de cedro --como esos diseñados por Aalto—con tres filas de pequeñas estatuillas polinesias. Dos butacas (que parecieran diseñadas por George Nelson), envueltas en forros tersos, hacen contrapunto a un suntuoso Grundig que el viejo se compró para escuchar su música preferida... que a propósito comienza a sonar ahora, al compás del ritmo tropical, interrumpido por coros femeninos y gritos de aves exóticas en fuga. Martín Denny con su orquesta y coros tocan para mí: Estoy embelesado. Me acomodo en el sofá y miro el techo blanco empedrado por fulgores. La música se riega y poco a poco se desboca en un tutti percusivo. Todo da vueltas. Sudo frío. Es un gran final con las cuerdas y el coro y el gong... la armonía me suspende en una época: 1960.
lunes, 14 de marzo de 2005
Oda a un hombre de sobremesa
Por Amílcar Barca (a Don Eulogio Castiello)
Una fotografía me retiene a ti. De espaldas al jardín, con tus enseres de cocina y hambre, libando el jugo de un asado al grito familiar y común de “todos a la mesa”. Bajo la sombra de la acacia. Con tus ojos abiertos como vitrinas. Hablando sobre el mar y el ingenio. Con el rojo adormecido del burdeos desvaneciéndose por el cristal de tu copa. Tus oraciones laicas, entre una tertulia de invitados atentos, a una isla de memorias que persiste. Los Coros de Nabuco susurrando a la buganvilla el eco y el misterio de sus voces. La citas ilustradas al Supremo; mis discrepancias como agnóstico meritorio. El barniz del aceite entre la porcelana de la vajilla y el resto de una hoja de lechuga de Boston. La España del 98. El general Weyler. Las aventuras de Martí en Zaragoza. La pátina limpia y húmeda del tocinillo. El deceso de las sombras en la hierba. Las seis en punto, desde el carillón del comedor. Otro café... más tertulianos... la noche de noviembre. Hoy el Gran Arquitecto circunda tu llamada y eleva su plegaria. Hoy regresa a mi memoria: “el día que el Supremo me llame mis hermanos repicaran tres veces en mi caja”. En el último golpe, antes que derrame la tierra entre el ataúd y las rosas, invocaré a mis fantasmas, para que hablen de ti junto al ron de la tarde en cualquier sobremesa que me reste. Desde aquel patio de Kendall donde el zapote y el mango se reunían con nosotros después de comer, yo percibí en ti, el valor del tiempo, la pasión que despierta la lengua tradicional que nos unía y sus metáforas apasionadas sobre el diálogo. Descansa en paz, hombre de bien.
Una fotografía me retiene a ti. De espaldas al jardín, con tus enseres de cocina y hambre, libando el jugo de un asado al grito familiar y común de “todos a la mesa”. Bajo la sombra de la acacia. Con tus ojos abiertos como vitrinas. Hablando sobre el mar y el ingenio. Con el rojo adormecido del burdeos desvaneciéndose por el cristal de tu copa. Tus oraciones laicas, entre una tertulia de invitados atentos, a una isla de memorias que persiste. Los Coros de Nabuco susurrando a la buganvilla el eco y el misterio de sus voces. La citas ilustradas al Supremo; mis discrepancias como agnóstico meritorio. El barniz del aceite entre la porcelana de la vajilla y el resto de una hoja de lechuga de Boston. La España del 98. El general Weyler. Las aventuras de Martí en Zaragoza. La pátina limpia y húmeda del tocinillo. El deceso de las sombras en la hierba. Las seis en punto, desde el carillón del comedor. Otro café... más tertulianos... la noche de noviembre. Hoy el Gran Arquitecto circunda tu llamada y eleva su plegaria. Hoy regresa a mi memoria: “el día que el Supremo me llame mis hermanos repicaran tres veces en mi caja”. En el último golpe, antes que derrame la tierra entre el ataúd y las rosas, invocaré a mis fantasmas, para que hablen de ti junto al ron de la tarde en cualquier sobremesa que me reste. Desde aquel patio de Kendall donde el zapote y el mango se reunían con nosotros después de comer, yo percibí en ti, el valor del tiempo, la pasión que despierta la lengua tradicional que nos unía y sus metáforas apasionadas sobre el diálogo. Descansa en paz, hombre de bien.
domingo, 13 de marzo de 2005
Fragmentos
El camino es difícil sólo para el que tiene que decidir. – Dogen
Volver a la raíz es hallar la paz,
eso significa volver a uno mismo. -- Satori
La mente no conoce a la mente.
Medita sin la mente. – Bodhidharma
sábado, 12 de marzo de 2005
Sobre la tolerancia
Por Alfredo Triff
¿Se puede tolerarlo todo? No. Hay actos demasiado viles que ya todos conocemos. Algunos dicen que tolerar es a matter of opinion. Yo pienso que la tolerancia conlleva sacrificio. No es aguantar, es tratar de entender. Su valor consiste en admitir el derecho del otro a expresar un punto de vista que nos molesta. Es un trabajo personal y subjetivo, que expande nuestra comprensión y auto control. Pero la tolerancia tiene que tener un límite. En una sociedad libre es mi deber permitirle a cualquiera que exprese su punto de vista, siempre y cuando no se destruya la facultad que posibilita esa libertad. Por otra parte, la tolerancia no tiene que ser necesariamente pasiva... ni convertirse en patente de corso para escarnecer. ¿Existe el derecho de no tolerar la intolerancia? Claro, pero eso conlleva prudencia. No siempre se puede convencer a todo el mundo. Al fanático, es muy difícil. Pero siempre que haya razón, las palabras cuentan. Conversemos más, ofendamos menos, y al necio, pongámoslo en su sitio.
¿Se puede tolerarlo todo? No. Hay actos demasiado viles que ya todos conocemos. Algunos dicen que tolerar es a matter of opinion. Yo pienso que la tolerancia conlleva sacrificio. No es aguantar, es tratar de entender. Su valor consiste en admitir el derecho del otro a expresar un punto de vista que nos molesta. Es un trabajo personal y subjetivo, que expande nuestra comprensión y auto control. Pero la tolerancia tiene que tener un límite. En una sociedad libre es mi deber permitirle a cualquiera que exprese su punto de vista, siempre y cuando no se destruya la facultad que posibilita esa libertad. Por otra parte, la tolerancia no tiene que ser necesariamente pasiva... ni convertirse en patente de corso para escarnecer. ¿Existe el derecho de no tolerar la intolerancia? Claro, pero eso conlleva prudencia. No siempre se puede convencer a todo el mundo. Al fanático, es muy difícil. Pero siempre que haya razón, las palabras cuentan. Conversemos más, ofendamos menos, y al necio, pongámoslo en su sitio.
viernes, 11 de marzo de 2005
Una receta de caldo para esta noche
Por Alfredo Triff
El blog está jodido, y mientras, quiero sugerir una buena sopa para esta noche, que hace frío. Pero por ahora, hablaré del caldo, la sustancia, lo primario en la buena comida... como la clave en el guaguancó. Consigue un montón de huesos con su gordito... sécalos (casi todo lo que se cocina debe secarse primero, sea pollo, pescado, etc.) En una olla grande, pon a calentar un poco de aceite (debe haber espacio para que los huesos bailen). Polvea la osamenta con un poquito de harina y tira una pizca de puré de tomate. Fríelos. Mmmm, que rico. Mientras, en otra sartén, pon cebolla, zanahoria y apio picadito con tres dientes de ajo exprimidos, sal y pimienta. Fríelos a ritmo medium y dóralos. Mezcla ese sofrito con los huesos y revuélvelo a paso-de-conga. Ahora echa agua fría del tiempo y deja que los huesos “se ahoguen” en el caldo. Dale un hervor --con una hoja de laurel. Baja la temperatura y deja el caldo bullir por 6 horas. Saca el condumio del fuego, bota el esqueleto y filtra esa sustancia aromática a través de un chinois (un colador cónico de metal muy fino que venden en William Sonoma) o (el llamado cheesecloth). Con más candela, puedes llevar una porción de ese caldo al goce del demi (un consomé gelatinoso) --por si quieres hacer alguna salsa con él. Música nocturna... directa al tuétano.
El blog está jodido, y mientras, quiero sugerir una buena sopa para esta noche, que hace frío. Pero por ahora, hablaré del caldo, la sustancia, lo primario en la buena comida... como la clave en el guaguancó. Consigue un montón de huesos con su gordito... sécalos (casi todo lo que se cocina debe secarse primero, sea pollo, pescado, etc.) En una olla grande, pon a calentar un poco de aceite (debe haber espacio para que los huesos bailen). Polvea la osamenta con un poquito de harina y tira una pizca de puré de tomate. Fríelos. Mmmm, que rico. Mientras, en otra sartén, pon cebolla, zanahoria y apio picadito con tres dientes de ajo exprimidos, sal y pimienta. Fríelos a ritmo medium y dóralos. Mezcla ese sofrito con los huesos y revuélvelo a paso-de-conga. Ahora echa agua fría del tiempo y deja que los huesos “se ahoguen” en el caldo. Dale un hervor --con una hoja de laurel. Baja la temperatura y deja el caldo bullir por 6 horas. Saca el condumio del fuego, bota el esqueleto y filtra esa sustancia aromática a través de un chinois (un colador cónico de metal muy fino que venden en William Sonoma) o (el llamado cheesecloth). Con más candela, puedes llevar una porción de ese caldo al goce del demi (un consomé gelatinoso) --por si quieres hacer alguna salsa con él. Música nocturna... directa al tuétano.
Un poco de paciencia
Por tumiamiblog
Buenos días Miami. Ayer fue el peor día que hemos tenido con el blog. Tuve que esperar minutos para entrar en el mainframe y poner el post. He mandado una notificación a eBlogger y estamos esperando respuesta. Se que es incómodo y frustrante. Por favor, un poquito de paciencia. Espero respuesta de hoy a mañana. A veces, se entra más rápido si pinchas “stop” y vuelves a pinchar los “comments”. Pero ahora mismo ni eso funciona. Bueno... te recomiendo echarle un vistazo a los archivos. Ríete un poco de lo que tú mismo/a has escrito y lo que la gente te dijo.
Buenos días Miami. Ayer fue el peor día que hemos tenido con el blog. Tuve que esperar minutos para entrar en el mainframe y poner el post. He mandado una notificación a eBlogger y estamos esperando respuesta. Se que es incómodo y frustrante. Por favor, un poquito de paciencia. Espero respuesta de hoy a mañana. A veces, se entra más rápido si pinchas “stop” y vuelves a pinchar los “comments”. Pero ahora mismo ni eso funciona. Bueno... te recomiendo echarle un vistazo a los archivos. Ríete un poco de lo que tú mismo/a has escrito y lo que la gente te dijo.
jueves, 10 de marzo de 2005
Del refranero
Por tumiamiblog
El lema de Yussiel reza: "No te amarres las botas antes de ponerte los calzoncillos".
Interpretación I-Ching: El orden de los factores puede ser importante a la hora de vestirse. La bota es la maniobra, los cordones la bandera. No dejes el asta desnuda.
Interpretación mambisa: La carga al machete conlleva coraje. Tenga el caballo ensillado, y en caso de flojera de vientre use taparrabos o piérdase en los platanales.
Interpretación Miami-Beach: A torsos en patines por Lincoln Rd, rabillo de ojo.
Interpretación Sougué: Más vale un par de chancletas de la "Tienda del dólar" que un par de escarpines de Nordstrom.
Interpretación Chencha: Para pasar el Niágara en carriola-eléctrica, súbase la saya y agárrase la peluca.
Interpretación Cantinflas: Nadie prueba los elotes antes que el milpero.
Se solicitan otras interpretaciones.
El lema de Yussiel reza: "No te amarres las botas antes de ponerte los calzoncillos".
Interpretación I-Ching: El orden de los factores puede ser importante a la hora de vestirse. La bota es la maniobra, los cordones la bandera. No dejes el asta desnuda.
Interpretación mambisa: La carga al machete conlleva coraje. Tenga el caballo ensillado, y en caso de flojera de vientre use taparrabos o piérdase en los platanales.
Interpretación Miami-Beach: A torsos en patines por Lincoln Rd, rabillo de ojo.
Interpretación Sougué: Más vale un par de chancletas de la "Tienda del dólar" que un par de escarpines de Nordstrom.
Interpretación Chencha: Para pasar el Niágara en carriola-eléctrica, súbase la saya y agárrase la peluca.
Interpretación Cantinflas: Nadie prueba los elotes antes que el milpero.
Se solicitan otras interpretaciones.
miércoles, 9 de marzo de 2005
Derivar virtual
Por Isa Alfonso
Las ciudades, como las personas, tienen identidad diferenciable. Recuerdo que una vez en La Habana, mi hermana me preguntó si me dedicaba a dar mi número de teléfono en las paradas de guaguas. Fastidiada por constantes “llamadas para Isa”, ella sospechaba una estrategia de mi parte, en aras de mantener una red de comunicación citadina. Y es que en La Habana se vivía este “derivar” que acerca a conciencias afines. Puntos de andar coincidente como la Feria del Libro, las peñas de Bellas Artes o la Cinemateca juntaban y desplegaban concomitancias aparejadas en una sonrisa o un intercambio fortuito. Ejemplo. Él: Me llamo Jorge y me enteré de que estás haciendo una tesis sobre Gastón Baquero. ¿Puedes prestarme “Palabras escritas en la arena por un inocente?” ¿Qué hacer ante tal pedido sino abrirle la puerta a la amistad? En Miami las coincidencias también existen, matizadas, más esquivas. Aquí te puede sorprender un correo electrónico, a lo mejor, conoces a alguien interesante en las reuniones del Grupo EsteOeste. Aquí no hay libros prohibidos (La Universal publica literatura del exilio), ni cassettes de Keith Jarret que zapatear. El hambre existencial y física deja de ser justificación para el enlace –ya ni nos pegan ni pegamos la gorra. Más calculadamente, nos reunimos para degustar un buen vino o unas lentejas. Un blog nos acoge y nos hace hermanitos cibernéticos. Qué bien cuando la realidad virtual se materializa como en aquella visita de Bragado a La Bodeguita, donde además de soltar un par de cuentos nos sorprendió, guitarra en mano, acompañando a Roberto Poveda. Qué bien cuando El Ambia nos enreda con su jerga yoruba en vivo y en directo, cuando el violín de Triff nos electrifica o Rosie nos transporta con algún personaje. El blog y Miami tienen capacidad anticipatoria: nos preparan suavecito para encuentros live, que ojalá se extiendan al Merluza, Boniatillo, El Estudiante, Amílcar, El del Llano, Ignorante de Pacotilla, Malanguita en el árbol, La Mano Poderosa, el bloguero de Hialeah, Ojo Pinta, Inkieta, Buti, Patada Lateral (¿qué se hizo?), UJC, Habanecué junto con todas las versiones habanenses y demás y vaya, hasta con TNT y Sin Piedad. Mientras, sigamos en este derivar virtual. Y aunque nos ataquemos en la política, en lo humano, que persista la sonrisa.
Las ciudades, como las personas, tienen identidad diferenciable. Recuerdo que una vez en La Habana, mi hermana me preguntó si me dedicaba a dar mi número de teléfono en las paradas de guaguas. Fastidiada por constantes “llamadas para Isa”, ella sospechaba una estrategia de mi parte, en aras de mantener una red de comunicación citadina. Y es que en La Habana se vivía este “derivar” que acerca a conciencias afines. Puntos de andar coincidente como la Feria del Libro, las peñas de Bellas Artes o la Cinemateca juntaban y desplegaban concomitancias aparejadas en una sonrisa o un intercambio fortuito. Ejemplo. Él: Me llamo Jorge y me enteré de que estás haciendo una tesis sobre Gastón Baquero. ¿Puedes prestarme “Palabras escritas en la arena por un inocente?” ¿Qué hacer ante tal pedido sino abrirle la puerta a la amistad? En Miami las coincidencias también existen, matizadas, más esquivas. Aquí te puede sorprender un correo electrónico, a lo mejor, conoces a alguien interesante en las reuniones del Grupo EsteOeste. Aquí no hay libros prohibidos (La Universal publica literatura del exilio), ni cassettes de Keith Jarret que zapatear. El hambre existencial y física deja de ser justificación para el enlace –ya ni nos pegan ni pegamos la gorra. Más calculadamente, nos reunimos para degustar un buen vino o unas lentejas. Un blog nos acoge y nos hace hermanitos cibernéticos. Qué bien cuando la realidad virtual se materializa como en aquella visita de Bragado a La Bodeguita, donde además de soltar un par de cuentos nos sorprendió, guitarra en mano, acompañando a Roberto Poveda. Qué bien cuando El Ambia nos enreda con su jerga yoruba en vivo y en directo, cuando el violín de Triff nos electrifica o Rosie nos transporta con algún personaje. El blog y Miami tienen capacidad anticipatoria: nos preparan suavecito para encuentros live, que ojalá se extiendan al Merluza, Boniatillo, El Estudiante, Amílcar, El del Llano, Ignorante de Pacotilla, Malanguita en el árbol, La Mano Poderosa, el bloguero de Hialeah, Ojo Pinta, Inkieta, Buti, Patada Lateral (¿qué se hizo?), UJC, Habanecué junto con todas las versiones habanenses y demás y vaya, hasta con TNT y Sin Piedad. Mientras, sigamos en este derivar virtual. Y aunque nos ataquemos en la política, en lo humano, que persista la sonrisa.
martes, 8 de marzo de 2005
Dolor de invierno
Por Amílcar Barca
Se narra con el matiz del invierno en un poema. Bajo un ceño fruncido, se desplaza con una mirada hacia mí y me descubre sin ropa: con la piel blanquecina... abierto, fugaz. Cuando el muro de lo personal se agrieta, aparece informe y sin-aire a orillas de mi vientre. Ocupa el verbo y la dicha de este ahora. Se postra en la ventana como un pájaro negro y me anuncia los nimbos de esta tarde. En los planos de mi arquitectura, se esconde y me quiebra como una caña amarilla. Aparece su sal en mi rostro y mi memoria es un pretérito constante y repetido... “hoy no sé si nos podremos ver y además, tendríamos que hablar en serio... Ya sabes a qué me refiero". No hubo más encuentros que los que la noche sugiere a la almohada. Más imágenes que aquella fotografía donde, apoyados en una Ceiba del Grove, las agujas de aquel árbol nacieran enervadas para siempre. El dolor sigue su curso: tropieza con la felicidad de un infeliz y se esparce entre las piedras de mi papel electrónico. Es un dolor de domingo, con su Aguas de Marzo en la radio pública, bajo el hechizo de Vincius, un trozo de chocolate amargo, y un vasito de ron de Haití. La sombra de Schopenhauer me acompaña casi dos siglos después: "Las alegrías excesivas y los más vivos dolores se suelen encontrar en una misma persona, pues aquéllas y éstos se condicionan recíprocamente y tienen en común una gran vivacidad de espíritu". Mientras escribo bebo agua... sorbos de agua clara... litros de azul... bebo.
Se narra con el matiz del invierno en un poema. Bajo un ceño fruncido, se desplaza con una mirada hacia mí y me descubre sin ropa: con la piel blanquecina... abierto, fugaz. Cuando el muro de lo personal se agrieta, aparece informe y sin-aire a orillas de mi vientre. Ocupa el verbo y la dicha de este ahora. Se postra en la ventana como un pájaro negro y me anuncia los nimbos de esta tarde. En los planos de mi arquitectura, se esconde y me quiebra como una caña amarilla. Aparece su sal en mi rostro y mi memoria es un pretérito constante y repetido... “hoy no sé si nos podremos ver y además, tendríamos que hablar en serio... Ya sabes a qué me refiero". No hubo más encuentros que los que la noche sugiere a la almohada. Más imágenes que aquella fotografía donde, apoyados en una Ceiba del Grove, las agujas de aquel árbol nacieran enervadas para siempre. El dolor sigue su curso: tropieza con la felicidad de un infeliz y se esparce entre las piedras de mi papel electrónico. Es un dolor de domingo, con su Aguas de Marzo en la radio pública, bajo el hechizo de Vincius, un trozo de chocolate amargo, y un vasito de ron de Haití. La sombra de Schopenhauer me acompaña casi dos siglos después: "Las alegrías excesivas y los más vivos dolores se suelen encontrar en una misma persona, pues aquéllas y éstos se condicionan recíprocamente y tienen en común una gran vivacidad de espíritu". Mientras escribo bebo agua... sorbos de agua clara... litros de azul... bebo.
lunes, 7 de marzo de 2005
El cuchillo es el principio
Por Alfredo Triff (a Millín Nobregas, un futuro cocinero)
¿Quieres cocinar? Te cansaste del chantaje de la suegra, pero no sabes freir un huevo. La cocina es fácil, pero debe ir poco a poco, con su implícita dialéctica. Mi punto: ¿Para qué inventarte un puré de papas si no sabes pelar el tubérculo? Para mí la cocina comienza con el cuchillo: el Alfa. El Chino Cudeiro dijo que el cuchillo es como una mujer leal. Otro cocinero famoso que no recuerdo dijo que la cocina "es el arte de cortar". Bushido (el tratado samurai) compara el filo con la disciplina y exhorta a tener "la espada lista para dividir un grano de arroz". Ten tu sable en forma. No te hagas de maquinitas afiladoras. Pártele a una buena piedra de dos caras, una gruesa y otra fina --y créete que eres Aquiles, aguzando su hierro antes de su pelea con Héctor. Afilar no es tan complicado. Mide la mitad de un ángulo de 45° contra la piedra, apoya tu dedo pulgar para que te sirva de cuña. Ve con mesura de abajo hacia arriba (cuenta un-dos). Luego dale vuelta a la hoja e invierte el proceso. Cuando termines, usa la chaira para asentarle el filo. Ya terminado, acaríciale el borde como si fuera tu amante (hazlo con el pulgar). No compres ni cuchillo ni chairas baratas. Cásate con Henckels o Wüsthof. Se me olvidaba. Limpia la hoja con un trapo (a no ser que quieras más hierro en tu dieta). En otra hablo de los caldos, la sustancia misma de la comida.
domingo, 6 de marzo de 2005
Paloma
Por Alfredo Triff
En la alborada de la humanidad, el hombre en su furor inscribió sobre la pared de una cueva la esperanzadora marca. El garabato es como la piel de la idea que puja por salir al frío del ambiente. El viernes, Paloma Figueiro (llegada hace poco de Canadá) realizó una instalación sobre papel en las paredes y la vidriera del segundo piso del Artcenter/South Florida: sólo una noche. Su trabajo tiene graffiti, caligrafía y protoescritura en función de throw-away, comunalidad, improvisación y jánguin. En la coordenada fragmentada estaban los suyos: Kiki, la Chuna, Bill y Marirene, Fornés, Rosie, Oda y Ana y Frida quien jugó con el arte. “Hemos olvidado jugar” –me dijo la poeta. Hubo vino, sobras y buena vibra. Bajé a chequear a unos chamacos break-dancing... y mientras hablaba con Fornés y un amigo recién llegado de la isla me llevé la imagen de Paloma, de pelo negro larguísimo recogido, delgada ella... perturbada y fascinada, mientras garabateaba runas y perfiles alambrados a través de la vidriera.
En la alborada de la humanidad, el hombre en su furor inscribió sobre la pared de una cueva la esperanzadora marca. El garabato es como la piel de la idea que puja por salir al frío del ambiente. El viernes, Paloma Figueiro (llegada hace poco de Canadá) realizó una instalación sobre papel en las paredes y la vidriera del segundo piso del Artcenter/South Florida: sólo una noche. Su trabajo tiene graffiti, caligrafía y protoescritura en función de throw-away, comunalidad, improvisación y jánguin. En la coordenada fragmentada estaban los suyos: Kiki, la Chuna, Bill y Marirene, Fornés, Rosie, Oda y Ana y Frida quien jugó con el arte. “Hemos olvidado jugar” –me dijo la poeta. Hubo vino, sobras y buena vibra. Bajé a chequear a unos chamacos break-dancing... y mientras hablaba con Fornés y un amigo recién llegado de la isla me llevé la imagen de Paloma, de pelo negro larguísimo recogido, delgada ella... perturbada y fascinada, mientras garabateaba runas y perfiles alambrados a través de la vidriera.
sábado, 5 de marzo de 2005
Futuro en llamas
Por Alfredo Triff
Vivimos en la época del miedo. Pero imagina un futuro (no lejano) de terror... cala las esquinas solitarias, los rostros desconocidos en la calle y en tu hogar, se mete contigo en la cama. Alguien detrás de ti, o al otro lado, planea tu destrucción. Esos ojos que te escrutan parecen alegrarse de tu condición recelosa. Quien desea barrer tu estampa ni siquiera te conoce, y no le aflige auto-inmolarse en el proceso. Vivir en el mundo se ha vuelto como una película de ciencia-ficción. O es que fue siempre así... ¿será una enajenación provisional principios-de-milenio? No lo sé. Quisiera pensar que todo esto es pasajero, pero ¿quién puede estar absolutamente tranquilo mientras bin Laden y Al Zarkawi coordinan el próximo golpe en un mall cualquiera? El tiempo transcurre inalterablemente, mientras Irán va en busca la bomba y el coreano Kim Sun-Il (con su moño a-la-Moraima) filtra tecnología a psicópatas teólogos a cambio de lingotes de oro....
Vivimos en la época del miedo. Pero imagina un futuro (no lejano) de terror... cala las esquinas solitarias, los rostros desconocidos en la calle y en tu hogar, se mete contigo en la cama. Alguien detrás de ti, o al otro lado, planea tu destrucción. Esos ojos que te escrutan parecen alegrarse de tu condición recelosa. Quien desea barrer tu estampa ni siquiera te conoce, y no le aflige auto-inmolarse en el proceso. Vivir en el mundo se ha vuelto como una película de ciencia-ficción. O es que fue siempre así... ¿será una enajenación provisional principios-de-milenio? No lo sé. Quisiera pensar que todo esto es pasajero, pero ¿quién puede estar absolutamente tranquilo mientras bin Laden y Al Zarkawi coordinan el próximo golpe en un mall cualquiera? El tiempo transcurre inalterablemente, mientras Irán va en busca la bomba y el coreano Kim Sun-Il (con su moño a-la-Moraima) filtra tecnología a psicópatas teólogos a cambio de lingotes de oro....
viernes, 4 de marzo de 2005
Prensa vs. Miami
Por Reinaldo Bragado
De acuerdo a cierta prensa, Miami es una ciudad violenta. Sin embargo, de todos es sabido que esta ciudad es una de las más pacíficas del mundo. Basta mirar hacia su compleja composición étnica: Miami es la capital de todos los exilios del siglo pasado y del presente y cada corriente de exiliados tiene sus propios puntos de vista. Cuando la propaganda falseando los hechos procede de los medios de desinformación de la dictadura totalitaria de Castro, es comprensible para mí. Pero cuando la demonización procede de medios de aquí mismo, de Miami, donde viven y trabajan sus periodistas y pueden comprobar a diario que esta ciudad está muy alejada de la violencia, algo “huele a podrido”, y no en Dinamarca precisamente. Lo primero que dicen es que en Miami los muertos “daban al cuello” y las bombas eran diarias. Me pregunto una y otra vez por qué se hace un periodismo tan alejado de la verdad. Mi pregunta es simple: ¿Por qué ciertos medios acusan a Miami de violenta a pesar de que es, y siempre ha sido, una ciudad pacífica?
De acuerdo a cierta prensa, Miami es una ciudad violenta. Sin embargo, de todos es sabido que esta ciudad es una de las más pacíficas del mundo. Basta mirar hacia su compleja composición étnica: Miami es la capital de todos los exilios del siglo pasado y del presente y cada corriente de exiliados tiene sus propios puntos de vista. Cuando la propaganda falseando los hechos procede de los medios de desinformación de la dictadura totalitaria de Castro, es comprensible para mí. Pero cuando la demonización procede de medios de aquí mismo, de Miami, donde viven y trabajan sus periodistas y pueden comprobar a diario que esta ciudad está muy alejada de la violencia, algo “huele a podrido”, y no en Dinamarca precisamente. Lo primero que dicen es que en Miami los muertos “daban al cuello” y las bombas eran diarias. Me pregunto una y otra vez por qué se hace un periodismo tan alejado de la verdad. Mi pregunta es simple: ¿Por qué ciertos medios acusan a Miami de violenta a pesar de que es, y siempre ha sido, una ciudad pacífica?
jueves, 3 de marzo de 2005
Noticomedia
Por Adalberto Delgado
No quiero hablar demasiado. Miami retratado en su bobada. ¿Vieron las noticias de las 11pm? Para mí ha sido una de las mejores comedias locales ever. ¡Se escapa un prisionero y los policías de la corte salen detrás del prófugo, en masa, despavoridos... pero sin rumbo! Se les ve en vídeo, corriendo de un lado al otro, enajenados y varios de ellos no podían aguantar la risa. Igualmente, el prófugo pudo haberle quitado un revólver a un guardia y llevarse a un rehén consigo. ¿Es ésta la protección que gozamos en nuestras cortes? Imaginen que cualquiera estuviera haciendo un trámite y de pronto un patibulario se aparezca como en una película, pistola en mano (amenazante y perverso) en el propio edificio de la corte. ¡Pudiera ser una experiencia horrible! Y estos “supuestamente” empleados del Condado... ¿reciben adiestramiento? ¿Quién los entrena? ¿Qué va a pasar si no emerge el fugitivo? Bueno, por un momento, fue divertido ver esta desquiciada comedia de la vida real. Quizá pronto lo veremos en America's Funiest Videos...
No quiero hablar demasiado. Miami retratado en su bobada. ¿Vieron las noticias de las 11pm? Para mí ha sido una de las mejores comedias locales ever. ¡Se escapa un prisionero y los policías de la corte salen detrás del prófugo, en masa, despavoridos... pero sin rumbo! Se les ve en vídeo, corriendo de un lado al otro, enajenados y varios de ellos no podían aguantar la risa. Igualmente, el prófugo pudo haberle quitado un revólver a un guardia y llevarse a un rehén consigo. ¿Es ésta la protección que gozamos en nuestras cortes? Imaginen que cualquiera estuviera haciendo un trámite y de pronto un patibulario se aparezca como en una película, pistola en mano (amenazante y perverso) en el propio edificio de la corte. ¡Pudiera ser una experiencia horrible! Y estos “supuestamente” empleados del Condado... ¿reciben adiestramiento? ¿Quién los entrena? ¿Qué va a pasar si no emerge el fugitivo? Bueno, por un momento, fue divertido ver esta desquiciada comedia de la vida real. Quizá pronto lo veremos en America's Funiest Videos...
miércoles, 2 de marzo de 2005
Disgresiones Oscáricas
Por Yovani Bauta
En un show poco común de entrega de OSCARES donde el “ex-actor” Banderas interpretó una canción latinoamericana (a ritmo flamenco con una mano) se le entregó el preciado trofeo a la copla que “enmarca” el film Diarios de motocicleta. Pero esto no fue lo único diferente en este exótico vodevil; la actriz Salma Hayek declaró que el film en cuestión era sobre un personaje idealista: el Ché Guevara. Y la audiencia, arrobada por la emoción, estalló en aplausos. Ya lo había hecho antes muchas veces --incluso cuando el presidente de la Academia homenajeó a las tropas de ocupación en Irak. Lo mejor –creo-- fue el público, que lloró ante las sentidas palabras de agradecimiento del actor negro Jamie Foxx --quien también gustoso se deleitó cuando Chris Rock aludió al presidente norteamericano como ganador por segunda vez de un empleo a todas luces inmerecido. Ese público (condescendiente con el nunca agasajado Scorcese y con el siempre premiado Eastwood) elogió entusiasta todos los giros de la manipulada ceremonia hasta el fin. Los que atónitos soportamos todo el espectáculo, al final no sabíamos si castigarnos por verlo (a sabiendas de lo que podía pasar) o calmarnos con el paliativo de que “igual iba a pasar y es mejor testificarlo.”
En un show poco común de entrega de OSCARES donde el “ex-actor” Banderas interpretó una canción latinoamericana (a ritmo flamenco con una mano) se le entregó el preciado trofeo a la copla que “enmarca” el film Diarios de motocicleta. Pero esto no fue lo único diferente en este exótico vodevil; la actriz Salma Hayek declaró que el film en cuestión era sobre un personaje idealista: el Ché Guevara. Y la audiencia, arrobada por la emoción, estalló en aplausos. Ya lo había hecho antes muchas veces --incluso cuando el presidente de la Academia homenajeó a las tropas de ocupación en Irak. Lo mejor –creo-- fue el público, que lloró ante las sentidas palabras de agradecimiento del actor negro Jamie Foxx --quien también gustoso se deleitó cuando Chris Rock aludió al presidente norteamericano como ganador por segunda vez de un empleo a todas luces inmerecido. Ese público (condescendiente con el nunca agasajado Scorcese y con el siempre premiado Eastwood) elogió entusiasta todos los giros de la manipulada ceremonia hasta el fin. Los que atónitos soportamos todo el espectáculo, al final no sabíamos si castigarnos por verlo (a sabiendas de lo que podía pasar) o calmarnos con el paliativo de que “igual iba a pasar y es mejor testificarlo.”
martes, 1 de marzo de 2005
Una ciudad dentro de otra
Por Rosie Inguanzo
Vientos de cuaresma: ¿adónde me llevan los vientos plataneros? La noción de ciudad va unida a sensaciones que fijaron esa memoria: olor a café recién colado, a salidero de gas, a gardenia, a lima, a estiércol, olor a incienso, miedo, brisa de mar... El tiempo no existía (quisiéramos creer), aun ni habíamos intuido el odio. La ciudad inmisericorde me devuelve la sensación insuperable del pasado. La memoria no necesita de orden y belleza; respira seca y repentina. Pálpito de aves. Miami surge de la escisión, destinada a suplirnos la carencia. Marguerite Yourcenar, en Una vuelta por mi cárcel haya un fondo común a toda aventura humana: “Kavafis, que aconsejaba tan magníficamente a Ulises gozar de todas las escalas antes de volver a Ítaca, recuerda asimismo a su viajero que, de hecho, jamás saldrá de su lugar de origen y que, allá donde vaya, le seguirá su propia ciudad. El hombre de Baudelaire, allá por donde vaya, no hace más que : (Mecer su) infinito sobre el infinito de los mares.”
Vientos de cuaresma: ¿adónde me llevan los vientos plataneros? La noción de ciudad va unida a sensaciones que fijaron esa memoria: olor a café recién colado, a salidero de gas, a gardenia, a lima, a estiércol, olor a incienso, miedo, brisa de mar... El tiempo no existía (quisiéramos creer), aun ni habíamos intuido el odio. La ciudad inmisericorde me devuelve la sensación insuperable del pasado. La memoria no necesita de orden y belleza; respira seca y repentina. Pálpito de aves. Miami surge de la escisión, destinada a suplirnos la carencia. Marguerite Yourcenar, en Una vuelta por mi cárcel haya un fondo común a toda aventura humana: “Kavafis, que aconsejaba tan magníficamente a Ulises gozar de todas las escalas antes de volver a Ítaca, recuerda asimismo a su viajero que, de hecho, jamás saldrá de su lugar de origen y que, allá donde vaya, le seguirá su propia ciudad. El hombre de Baudelaire, allá por donde vaya, no hace más que : (Mecer su) infinito sobre el infinito de los mares.”