Por Alfredo Triff
A continuación someto a nuestros lectores un descarnado ejemplo de la patafísica: El efecto del poder sobre la fatua y ridícula conciencia del hombre. La misiva-decreto es una pieza de museo para especialistas. Casi al final del dictamen, el narrador pasa de primera a tercera persona y se torna en “el paciente” al que se le administra raquídea... no se pierdan este parte periodístico con invocación a la física Newtoniana. Una primicia de tumiamiblog.
"Cuando llegué al área de concreto, a unos 15 ó 20 metros de la primera hilera de sillas, no me percaté de que había una acera relativamente alta entre el pavimento y la multitud. Mi pie izquierdo pisó en el vacío, por la diferencia de altura con relación al área donde estaban situados los participantes en sus respectivas sillas. El impulso y la ley de gravedad, descubierta hace tiempo por Newton, hicieron que al dar el paso en falso me precipitara hacia adelante hasta caer, en fracción de segundos, sobre el pavimento. Por puro instinto, mis brazos se adelantaron para amortiguar el golpe; de lo contrario, mi rostro y mi cabeza habrían chocado fuertemente contra el piso".
2 comentarios:
Eso es algo simplemente "sin palabras"
La patafisica nos deja patidifusos.
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