¡Que bolá, mi socioooo!

Por Alfredo Triff

Ayer, caí de casualidad (cual satélite) en un lugar de la sabuesera, donde de súbito --sin más acá ni más allá-- se formó una discusión a partir de un tema absolutamente banal.) Entre monosílabos y frases truncas, mudo de la sorpresa al estupor. “Nada”, me digo... “Esto está caliente... y hay que irse” --a veces sucede, cuando la duda choca con el dogma. Y con la misma zafé. En mi casa comencé a cavilar... a darle vuelta al asunto que llevamos en la cabeza. Lo “cubano” que no da tregua... ese etnocentrismo que da miedo. El afán de superioridad... de “gueto” que no tiene parangón. ¿No nos aburre la constante masticación de la caída del Fifo? Doctos en estadísticas, politólogos sabelotodos... Apenas si hablamos el idioma inglés y nos creemos "big shots". Delirio de radio-Mambísmo, con críticos y criticados en el mismo tren. Somos los mejores. Somos fáciles, predecibles y con un deseo tremendo de educar a las masas. No nos contraríen... tenemos derecho a la "euforia" tropical y creemos haber puesto a prueba nuestro pasado, reinterpretando nuestro exiguo papel en ese mito --o morbo-- de nuestra historia colectiva de segunda mitad del siglo XX. Y en el fondo de esa aparente confianza de “que bolá mi sociooo” nos debe doler haber perdido tanto tiempo y habernos metido tanto paquete. Más basura que hablamos, más reuniones que abundamos y más “sí” que repetimos...