Por Rosie Inguanzo
Resulta, que el jueves pasado, a la par del concierto de Bebo Valdés y Diego "el Cigala", en el Teatro Tower, Planeta presentaba la primera novela de Juan Manuel Cao (y después dicen algunos rezagados que “en Miami no hay cultura”, voluntariamente atrapados en la abulia donde no pueden hallarla). Ante una audiencia de más o menos 300 personas (las 240 lunetas ocupadas y muchos más de pie), el autor novel charló fluidamente con sus presentadores (Gina Montaner y su editor de Planeta cuyo nombre no recuerdo) y el público, sobre Te juro que soy culpable.
Resulta que Planeta tiene abiertas oficinas en Miami. De ahí que el lanzamiento de la novela de Cao (¿Por dónde lanzan las cosas cuando “se lanzan”? ¿Del segundo piso del Tower? ¿De la azotea del Miami Herald?), puede entenderse como una muestra de intenciones por parte de la casa editorial. Bienvenida sea.
Resulta también, que Stéphanie Panichelli, quien comparte con el cubanólogo Ángel Esteban la autoría de Gabo y Fidel- El paisaje de una amistad, me contó hace un par de días, que precisamente Planeta, desde sus oficinas en Miami, se dispone a traducir su libro al inglés para seducir al mercado anglo y disputarle a ese mercado las ganancias que proporcionan las traducciones. De más no está decir que Planeta no se lanza a ciegas: el libro de Panichelli y Esteban ha pegado con grandes ventas en todo el mundo de habla hispana. Pero volviendo a Miami, que es lo que me interesa, la cosa se presenta de “a coger cajitas”.
La residencia de Planeta en nuestra inquietante ciudad, denota que existe un mercado y esto es motivo de alegría. Si bien es cierto que ahora la prestigiosa editorial convive con muy buenos escritores “locales”, tales como Carlos Victoria, los Abreu de Miami y Marcia Morgado, entre tantos otros, eso no garantiza que la susodicha casa editorial tenga olfato y visión. ¿Será que el elegante señor que acompañó a Cao el pasado jueves y que tantas veces durante la presentación nos recordara el potencial “comercial” de la novela, es un visionario? ¿Tendrá una agenda inteligente además de los evidentes colmillos afilados? ¿Tendrá la visión que tanto beneficio trajo a la casa Barral, Carlos Barral? Dios lo quiera así. Por Miami y por el universo literario. Porque aquí sobra talento en aprietos, talento prácticamente desconocido, talento en ciernes, talento por descubrir y proyectar, talento que apapachar, originalidad, abulia (que según Yourcenar, es también una manera del desespero) y desconsuelo... lo que casi siempre produce buena literatura.
Ojalá el susodicho señor de Planeta comprenda que tiene en sus manos el poder de provocar una revolución literaria, un rebulú literario (rebulú al menos, rebulú y bien), además de ganar mucho mucho mucho dinero. Se me ocurre un "Boom" con el éxodo de faro guía. Éxodo como contrapartida de la revolución cubana, la cual sirvió de faro al Boom de los 60. Respuesta desde la literatura, desde el arte, a tanto desengaño. Brindemos.
2 comentarios:
De planeta nada... si de acaso asteroide a meteorito.
El impaciente
Ojala y tengas razon... se ve que tienes optimismo.
Jeronimo
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