La perfección y la inocencia

Por Alfredo Triff

La idea de Ricardo Alarcón de que una oposición (pacífica) es un peligro para Cuba es, más allá de su inmenso drama --y pondero por primera vez-- profundamente religiosa. Sin saberlo el susodicho funcionario se apoya en el credo de la perfección humana paradisíaca. La idea de perfección humana implica una auto-suficiencia donde no existe duda posible --recelar es equivalente a pecar. El requerimiento de facto (del Fifo) de que todos los cubanos estén siempre de acuerdo EN TODO, es decir, la ufana sonrisa que asiente sempiternamente a un sin-fruncir-de-seño, sin arrepentimiento ni agobio o hesitación es semejante a ese estado “Adámico” particular de inmarcesible aplomo antes de la expulsión del Edén. ¿Y que decir de la posibilidad de idiotez bucólica (de nuestros funcionarios tropicales) o el caso políticamente sospechoso de acondicionamiento zombístico tan típico del comunismo científico? Somos devotamente cristianos y mártires: No importa cuanta sea la humillación, siempre agradecemos la labor un dios en la tierra... pero no estamos sólos. ¿Puede la oveja humana albergar la inocencia al borde del cuchillo degollador? Sí, y tomo a las dos simonas italianas como ejemplo. Aseguraron haber sido "tratadas con respeto"... Emocionadas, recuentan que sus captores “les pidieron perdón”... ¿se trata de candor o insuficiencia cerebral post-traumática? No me sorprende entonces que el secuestro se convierta en el mejor negocio en Irak o que la miseria humana y la impotente amargura sean, hoy por hoy, el nuevo circo mundial.