Por Alfredo Triff
Es de noche en Miami y sigo con la mirada las luces de la Calle Ocho: neón, luz roja, naranja, amarilla... luz fría, antipática. El eco geométrico me sigue los pasos. Mi vista repasa polígonos, cubos, bisecciones, aristas y fisonomías desconocidas. Los signos de la calle me dicen a donde ir, "STOP", "YIELD". Los códigos me gobiernan la voluntad. Cruzo la 24 Avenida y la fosforescencia rala e intermitente me quema la cara. Busco una pared donde recostarme y cierro los ojos.
El débil sol se mueve hacia el otro lado de la tierra. Aquí, en mi meridiano-Miami, todo comienza un lento viaje a la noche. El asfalto respira y deja salir un vaho caliente por entre las alcantarillas. Oigo ruidos apagados. Y no es que sea indiferente, es que a veces –para pensar mejor- hay que oír menos.
Entonces --no entiendo por qué-- imagino la ciudad desde un avión: la metrópoli estirada de norte a sur, como una mujer deseosa. Desde las alturas desaparece el horror de los problemas. Las largas carreteras me saludan con sus autos caminando a paso de hormiga. Esos altos edificios se me antojan como chips dentro de una enorme pantalla de circuitos electrónicos... y la humanidad se borra.
Me detengo justo detrás del centelleo del neón. No veo mi sombra. Echo a andar de nuevo. Alcanzo a distinguir los autos que marchan en direcciones opuestas a mi rumbo. ¿Adónde van? Y me deslizo calle abajo, a ese pasadizo que me es familiar. ¿Ha llovido? Me imagino que sí, pues siento mis pies mojados a través de la suela de los botines.
"... Las conclusiones de algunos científicos apoyan cada día más la hipótesis y postulados de los filósofos y de los místicos de antaño. Claudine Luu, de la Universidad de Montpellier, llegó, tras sus investigaciones, a la siguiente conclusión: "El agua es el principal constituyente de los sistemas vivos, y no olvida las sustancias que disuelve (...). Puede así recibir, transmitir e incluso memorizar, o amplificar, efectos de condiciones físicas siempre variables, cuyo origen se encuentra en nuestro entorno próximo o lejano.
ResponderEliminarLos experimentos del doctor Jacques Benveniste, audaz defensor de la controvertida hipótesis conocida como "memoria del agua", le condujeron a la certeza de que el agua puede almacenar información electromagnética y biológica, pudiendo ser imprimida con lo que él llamó "zonas de coherencia", que le permiten funcionar como sistemas de comunicación, en la Naturaleza y en la células de los seres vivos... "
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Posiblemente fue el agua del ambiente... ¿o no?
Según los del Este del planeta, el agua NUNCA debe correr en línea recta.
¿Wireless communication, tal vez? Suerte, flaco.
Nagahe
No pude resistir la tentació de dejarte lo que seguía:
ResponderEliminar"Esa hipótesis de la "memoria del agua" vendría a explicarnos, entre otros enigmas, la extraña eficacia de la medicina homeopática, cuyos procesos curativos siguen constituyendo un gran interrogante, incluso para los especialistas en esta forma de terapia holística y energética. La explicación de las virtudes terapéuticas de los remedios homeopáticos debería buscarse, precisamente, en el agua y su poder holográfico de registrar, almacenar, dinamizar y multiplicar algún tipo de energía sutil, desconocida por la ciencia actual, que ejerce un poderoso efecto sobre los seres vivos, sobre todo en las altas diluciones homeopáticas en las que ya no existen residuos moleculares visibles de la sustancia madre, y que pueden resultar peligrosos si son administrados sin cierta prudencia.
Recientemente, el Dr. Robert Fisher, del Royal London Homeopatic Hospital de Londres, argumenta que "muy probablemente sea la microestructura del agua la que retenga la información referente a las sustancias con las que ha entrado en contacto, e incluso multiplique el efecto terapéutico de éstas". El propio Benveniste manifiesta al respecto: "Los homeópatas utilizan empíricamente estas propiedades del agua... La señal molecular, una vez establecido su origen electromagnético, podrá ser numerable, graduable, modificable, transmisible a distancia y reproducible hasta el infinito. Estos resultados podrían revolucionar la biología y la medicina, y permitir comprender la influencia de los campos electromagnéticos sobre la materia viva.
Las propiedades curativas de ciertas aguas han sido alabadas en todas las épocas. Griegos, romanos y árabes, al igual que ocurría en las grandes civilizaciones asiáticas, exaltaban las virtudes terapéuticas de aguas procedentes de fuentes, manantiales o playas. Cada cultura poseía sus propias "aguas santas", cargadas de simbolismo, relacionadas frecuentemente con apariciones de santos, vírgenes o espíritus de la Naturaleza. En algunos casos, los análisis de estas aguas demuestran su escaso valor en cuanto a contenido en elementos químicos solubles. Pero milenios de experiencia demuestran su legendaria eficacia.
Según Rupert Sheldrake, uno de los mayores heterodoxos de la ciencia actual, este elemento recogería información de todas las tierras y todos los seres vivos a través de los cuales ha fluido. En tal sentido, es posible que el agua conserve el registro ancestral de todos los hechos, toda la historia, todos los sentimientos y pensamientos de la Humanidad y de la vida, desde sus orígenes, y también que sea ella y no el mítico éter la sustancia de que está hecha la memoria de Gaia ("los registros akáshicos" de Rudolf Steiner y los teósofos). Beber un simple vaso de agua alcanzaría así una dimensión sacralizada, que nos vincularía con todo el devenir de la vida, en nuestro planeta y, a través de éste, con todo el Universo".
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Nagahe
No pude resistir la tentació de dejarte lo que seguía:
ResponderEliminar"Esa hipótesis de la "memoria del agua" vendría a explicarnos, entre otros enigmas, la extraña eficacia de la medicina homeopática, cuyos procesos curativos siguen constituyendo un gran interrogante, incluso para los especialistas en esta forma de terapia holística y energética. La explicación de las virtudes terapéuticas de los remedios homeopáticos debería buscarse, precisamente, en el agua y su poder holográfico de registrar, almacenar, dinamizar y multiplicar algún tipo de energía sutil, desconocida por la ciencia actual, que ejerce un poderoso efecto sobre los seres vivos, sobre todo en las altas diluciones homeopáticas en las que ya no existen residuos moleculares visibles de la sustancia madre, y que pueden resultar peligrosos si son administrados sin cierta prudencia.
Recientemente, el Dr. Robert Fisher, del Royal London Homeopatic Hospital de Londres, argumenta que "muy probablemente sea la microestructura del agua la que retenga la información referente a las sustancias con las que ha entrado en contacto, e incluso multiplique el efecto terapéutico de éstas". El propio Benveniste manifiesta al respecto: "Los homeópatas utilizan empíricamente estas propiedades del agua... La señal molecular, una vez establecido su origen electromagnético, podrá ser numerable, graduable, modificable, transmisible a distancia y reproducible hasta el infinito. Estos resultados podrían revolucionar la biología y la medicina, y permitir comprender la influencia de los campos electromagnéticos sobre la materia viva.
Las propiedades curativas de ciertas aguas han sido alabadas en todas las épocas. Griegos, romanos y árabes, al igual que ocurría en las grandes civilizaciones asiáticas, exaltaban las virtudes terapéuticas de aguas procedentes de fuentes, manantiales o playas. Cada cultura poseía sus propias "aguas santas", cargadas de simbolismo, relacionadas frecuentemente con apariciones de santos, vírgenes o espíritus de la Naturaleza. En algunos casos, los análisis de estas aguas demuestran su escaso valor en cuanto a contenido en elementos químicos solubles. Pero milenios de experiencia demuestran su legendaria eficacia.
Según Rupert Sheldrake, uno de los mayores heterodoxos de la ciencia actual, este elemento recogería información de todas las tierras y todos los seres vivos a través de los cuales ha fluido. En tal sentido, es posible que el agua conserve el registro ancestral de todos los hechos, toda la historia, todos los sentimientos y pensamientos de la Humanidad y de la vida, desde sus orígenes, y también que sea ella y no el mítico éter la sustancia de que está hecha la memoria de Gaia ("los registros akáshicos" de Rudolf Steiner y los teósofos). Beber un simple vaso de agua alcanzaría así una dimensión sacralizada, que nos vincularía con todo el devenir de la vida, en nuestro planeta y, a través de éste, con todo el Universo".
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Nagahe
Cono que jerigonza Nagahe...
ResponderEliminarEl penoso
Jerigonzeada pa'l agua...
ResponderEliminarJi ji ji ji!
¡Lo posteé doble también!
Nagahe
Interesante eso del agua...
ResponderEliminarAmarillo